Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

Mostrando las entradas para la consulta Humildad ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta Humildad ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

19.8.18

De las virtudes y de los vicios: Obediencia


La Desobediencia fue el primer pecado con que Dios fue ofendido, y necesita repararse con la Obediencia. La Obediencia es una virtud que mucho ama mi Corazón. En el Oasis la quiero perfecta, con una perfección no sólo externa sino interna. La perfección de la Obediencia consiste en seguir prontamente las inspiraciones todas del Espíritu y practicarlas. Les abro la puerta que las conducirá a una gran santidad si toman ese camino. No sólo exijo del Oasis la obediencia ciega a sus Superiores, dispuestos siempre a renunciar su voluntad a la ajena, sino que también exijo de ellos que obedezcan siempre y en cuanto puedan a las inspiraciones del Espíritu Santo. Cada vez que escuchen esa voz interior que no hace ruido, atiéndanla. No se disimulen, que bien saben cuando ella les habla. Si les dice: "vénzanse", háganlo, háganlo sin detenerse. Si les dice: "vengan", vayan; "tomen", tomen; "déjenlo", déjenlo; "levántense", háganlo; "arrodíllense", lo mismo; "recójanse", déjenlo todo y recojan su alma, que tal vez vaya entonces a darles alguna gracia.

Si les dice "tomen esta Cruz", abrácenla; "beban este cáliz de amargura", no dejen una sola gota, "sufran esas desolaciones y desamparos", ábranles sus brazos y arrójense en el mar sin fondo de sus dolores y amarguras. Mortifíquense y humíllense siempre y a cada paso, en su exterior e interior. Esto se llama Obediencia del espíritu, en la cual se obedece al Espíritu Santo, y se hace nada menos que la voluntad de Dios en lo que consiste la perfección completa de las virtudes internas.

24.4.18

El combate espiritual: otras prácticas cotidianas para ejercitarnos en la virtud


- De otros modos de gobernar nuestros sentidos según las ocasiones que se ofrecieren. -

Después de haberte mostrado cómo podemos levantar nuestros espíritus de las cosas sensibles a las cosas de Dios, y a los misterios de la vida de Jesucristo, quiero también enseñarte otros modos de que podemos servirnos para diversos manjares con que puedan satisfacer a su devoción. Esta variedad será de gran utilidad y provecho, no solamente para las personas sencillas, sino también para las espirituales, porque no todas van por un mismo camino a la perfección, ni tienen el espíritu igualmente pronto y dispuesto para las más altas especulaciones.

No temas que tu espíritu se embarace y confunda con esta diversidad de cosas, si te gobiernas con la regla de la discreción y con el consejo de quien te guiare en la vida espiritual, cuya dirección deberás seguir siempre, así en éstas como en todas las demás advertencias que te haré.

18.5.18

De las virtudes y de los vicios: Soberbia


Vicios opuestos a las virtudes de humildad: soberbia.

- No morará en medio de mi casa el que obra con soberbia. Sal 100, 7.
- En donde hubiere soberbia, allí habrá también deshonra. Pr 14, 3.
- La Soberbia es aborrecible a Dios y a los hombres. Si 10, 7.
- El principio de todo pecado es la soberbia: quien la tuviere será lleno de maldición, y al cabo le transformará. Si 10, 15.

Soberbia
¡Qué solo se encuentra Jesús en medio de los hombres! ¡Cuánto humo y cuánta paja...!

Lo más consiste en exterioridades vanas y Soberbia crecida que todo lo abarca: este maldito vicio de la Soberbia lo veo claramente reinar en el mundo, en la Iglesia, (digo en sus Ministros, en las Religiones, en las familias, en las almas que se reputan por santas).

Cunde esta Soberbia más o menos fina y espiritual, y la veo introducirse con mucha sutileza, ¡ay!, aún en donde menos se creyera. Ella es la sal con que se sazona el reino de las almas.

11.7.17

La Virgen María y el adulterio


El pecado de adulterio se comete cuando una persona casada mantiene relaciones con otra diferente a su pareja matrimonial, o bien cuando una persona soltera lo hace con una persona casada (aunque a veces ni siquiera haga falta materializarlo, y solamente la intención es pecaminosa). El adulterio es un pecado grave, duramente y ampliamente castigado en la Biblia (la Antigua Ley ordenaba que las adúlteras fueran apedreadas).

Sin embargo existe una cierta polémica en la que muchos católicos, y cristianos en general, no quieren entrar y que les cuesta bastante afrontar. También es un arma de doble filo, que los no creyentes pueden usar para atacar a los que dudan o tienen poca formación religiosa, y por lo tanto conviene que alguien afronte este tema sin cortapisas y directamente. Aquí, en el Oratorio Carmelitano, como solemos hacer, vamos a ofreceros una respuesta clara, rotunda e inequívoca.

17.5.18

El combate espiritual: Hasta en lo que crees bueno te puedes engañar


- Del último asalto y engaño con que procura el demonio que las mismas virtudes nos sean ocasiones de ruina. -

Hasta en las virtudes adquiridas, no deja de tentarnos con sus engaños la antigua serpiente, para perdernos. Una de sus más sutiles estratagemas es servirse de nuestras propias virtudes para inducirnos a la complacencia y estimación de nosotros mismos, a fin de que caigamos después en el vicio de la soberbia y de la vanagloria.

Para huir de este peligro debes combatir siempre, y mantenerte firme en combatir siempre y mantenerte firme en el verdadero conocimiento de ti misma, reconociendo que nada sabes, ni nada puedes, y que no hay en ti sino miserias y defectos, y no mereces sino la condenación eterna.

11.10.18

De las virtudes y de los vicios: Justicia



La Justicia es una virtud que casi no existe en el mundo, y por esto los males y el pecado inundan la tierra y también los espíritus. La Justicia no existe en donde no existe la Humildad con las más inseparables virtudes que la acompañan. No existe la Justicia en donde no estoy Yo: porque Yo soy Justicia. El alma que me posee lleva consigo a la Justicia, aunque está oculta bajo la capa de la Humildad.

La virtud de la Justicia es la más difícil para el hombre y la que con frecuencia quebranta. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque estos tienen hambre y sed de Mí mismo; y Yo sólo seré su recompensa.

27.8.18

El combate espiritual. Tratado segundo: no inquietarse por las tentaciones interiores



- Que no debe inquietarse el alma por las tentaciones interiores. -

Infinitos son los bienes que la amargura y sequedad espiritual causan en el alma, si se reciben con humildad y paciencia. Si los hombres entendiesen bien este secreto, no tendrían tanta inquietud y pena cuando padecen esta amargura y sequedad interior, porque la tomarían no como señal de aversión y odio que les muestre el Señor, sino como testimonio precioso de su amor y de su bondad, y la recibirían como una gracia muy singular con que los favorece su misericordia.

Para conocer esto, basta que adviertas y consideres, hijo mío, que semejantes cosas no suceden sino solamente á las personas que desean verdaderamente darse al servicio de Dios, y alejarse de todo lo que puede no solamente ofenderle, sino desagradarle. Ni esto les sucede, por lo común, en el principio de su conversión, sino después que han servido al Señor por algún tiempo, y que están resueltos a servirle con toda perfección, habiendo puesto, como solemos decir, la mano a la obra.

25.8.18

El combate espiritual. Tratado segundo: no debe acobardarse ni perder el ánimo el siervo de Dios


- Que no debe acobardarse ni perder el ánimo el siervo de Dios, aunque sienta en sí repugnancia, perturbación y dificultad para esta paz interior. -

Advierte, hijo mío, que muchas veces te hallarás inquieto y privado de esta santa y dulce soledad y libertad interior; porque de los internos movimientos de tu corazón se levantará tal vez un polvo, que le causará gran fastidio en este camino. Esto permite Dios para mayor bien tuyo.

Acuérdate que esta es la guerra de donde los Santos sacaron las coronas de sus merecimientos.

1.1.23

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (109)



CAPÍTULO 9.
Se explica el segundo genero de daños, consistente en el peligro de caer en propia estimación y vana presunción.


1. Las aprehensiones sobrenaturales ya dichas de la memoria son también a los espirituales un gran riesgo de caer en alguna presunción o vanidad, si hacen caso de ellas para estimarlas en algo. Porque, así como está muy libre de caer en este vicio el que no tiene nada de este tipo de comunicaciones, pues no ve en sí de qué presumir, así por el contrario el que experimenta estas cosas tiene la ocasión en la mano de pensar que ya es algo, pues tiene aquellas comunicaciones sobrenaturales. Porque, aunque es verdad que lo pueden atribuir a Dios y darle gracias teniendose por indignos, con todo eso se suele quedar cierta satisfacción oculta en el espíritu y estimación sobre aquello que le ha llegado y sobre sí mismo con lo cual, incluso sin notarlo, les hace harta soberbia espiritual.

2. Esto lo pueden ver ellos bien claramente en el disgusto que les produce y el desconcierto que les provoca con quien no les alaba su espíritu ni les estima esas comunicaciones que tienen, y la pena que les da cuando piensan o les dicen que otros tienen las mismas experiencias o mejores. Todo lo cual nace de secreta estimación y soberbia, y ellos no acaban de entender que como consecuencia están metidos en esta vanagloria hasta los ojos. Y se piensan que basta cierta manera de conocimiento de su miseria, estando juntamente con esto llenos de oculta estimación y satisfacción de sí mismos, agradándose más de su espíritu y bienes espirituales que del ajeno, como el fariseo que daba gracias a Dios que no era como los otros hombres y que tenía tales y tales virtudes, en lo cual tenía satisfacción de sí y presunción (Lc. 18, 11­12). Estas personas, aunque abiertamente no lo digan como este fariseo, lo tienen habitualmente en el espíritu. Y aun algunos llegan a ser tan soberbios que son peores que el demonio, que como ellos ven en sí algunas aprehensiones y sentimientos devotos y suaves de Dios, a su parecer ya se satisfacen de manera que piensan están muy cerca de Dios, y aún que los que no tienen aquello están muy bajos, y los desestiman como el fariseo al publicano.

3. Para huir de este pestífero daño, a los ojos de Dios aborrecible, han de considerar dos cosas. La primera, que la virtud no está en las aprehensiones y sentimientos de Dios, por elevados que sean, ni en nada de lo que a este talle puedan sentir en sí sino, por el contrario, está en lo que no sienten sobre su ser, que es en mucha humildad y desprecio de sí y de todas sus cosas -muy formado, sincero y sensible en el alma-, y gustar de que los demás sientan de él su misma miseria y desprecio, no queriendo valer nada en el corazón ajeno.

4. Lo segundo, se hace necesario advertir que todas las visiones y revelaciones y sentimientos del cielo y cuanto más sobre ellos o de su tipo se quiera pensar, no valen tanto como el menor acto de humildad, la cual tiene los efectos de la caridad, que no estima sus cosas ni las procura, ni piensa mal sino de sí, y de sí ningún bien piensa, sino que ese bien y valía lo piensa de los demás (1 Cor. 13, 4­7). Pues, según esto, conviene que no les hinchan el ego estas aprehensiones sobrenaturales, sino que las procuren olvidar para quedar libres y sin ataduras.


6.1.20

Pensamientos y propósitos de San Juan Berchmans


San Juan Berchmans escribió un cuadernillo de pensamientos, propósitos y notas que se puede encontrar en la Editorial Apostolado Mariano. De él se extractan estas resoluciones:

1.- Tendré buen cuidado en alimentar mi amor al Santísimo Sacramento; lo visitaré al menos cinco veces al día, y cada jueves haré con esta intención alguna penitencia en el refectorio o en otra parte.

2.- Cada sábado introduciré en mi conversación alguna cosa que se refiera a la Santísima Virgen, y cada domingo haré otro tanto para el Santísimo Sacramento.

3.- Todos los sábados en honor a la Santísima Virgen, iré a lavar los vasos a la cocina (o practicaré algún acto de humildad).

4.- No quiero preocuparme jamás de lo que me sucederá, sino confiarme y abandonarme por completo a Dios.

5.- Viviré día a día y hora a hora, sin preocuparme de las contingencias futuras, confiando el cuidado de todo lo que me concierne a la Providencia divina y a mis superiores.

27.6.18

De las virtudes y de los vicios: Fingimiento


JESÚS:- El Fingimiento es hijo de la Hipocresía, de la Vanidad y de la Mentira.

Lleva en su sangre, diré, la amalgama de estos tres vicios, refinándose en su ejecución. Muy odioso es para Mí el Fingimiento, porque soy refractario a la Mentira, a la Hipocresía y a la Vanidad de que se compone. Se finge en el mundo y en el claustro; en los bailes y confesonarios; en la salud y en la enfermedad; en las modas, en las trajes y en el corazón; en las comedias y en la piedad; en la calle y en el templo; en el cuerpo y ¡ay!, ¡también en el espíritu!... Muy general es este vicio, desgraciadamente, sobre todo en las mujeres: ellas son por naturaleza un compuesto de Fingimiento, más o menos refinado, que sólo la virtud, y una grande virtud y santidad, puede echar por tierra.

19.6.18

De las virtudes y de los vicios: Simplicidad


JESÚS: La Simplicidad es una virtud muy hermosa: es hija de la Humildad y hermana de la Sencillez.

No es esta virtud efecto de un entendimiento corto, pues, en la verdadera Sabiduría está la Simplicidad.

La Simplicidad se alberga sólo en los corazones limpios; y los corazones limpios reflejan al mismo Dios.

La Simplicidad es de Dios en este sentido, porque Dios es simple, sin compuesto, Acto puro.

17.12.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (94)



5. Y aparte de todo esto, las ganas que tienen de estas comunicaciones y la afición que a ellas tienen en el espíritu hace que ellos mismos se respondan y piensen que es Dios quien les responde y se lo dice. De donde vienen a dar en grandes desatinos si no tienen en esto mucho freno y el que gobierna estas almas no las impone mantenerse en la negación de estas maneras de discursos. Porque en comunicaciones de este tipo más tropiezos suelen sacar e impureza de alma que humildad y mortificación de espíritu, pensando que les ocurrió una gran cosa y que les habló Dios, y sin embargo no habrá sido poco más que nada, o nada, o menos que nada. Porque lo que no engendra humildad, y caridad, mortificación, santa simplicidad y silencio, etcetera, ¿qué puede ser? Digo, pues, que esto puede estorbar mucho para ir a la divina unión, porque aparta enormemente al alma, si hace caso de este tipo de experiencias, del abismo de la fe, en que el entendimiento ha de estar oscuro, y oscuro ha de ir por amor en fe y no a fuerza de razón.

6. Y si alguien adujere que "¿por qué se ha de privar el entendimiento de aquellas verdades, pues alumbra en ellas el Espíritu de Dios al entendimiento, y siendo así no puede ser malo?", se debe tener en cuenta que el Espíritu Santo alumbra al entendimiento recogido, y que le alumbra al modo de su recogimiento y que el entendimiento no puede hallar otro mayor recogimiento que en fe. Por ello, el Espíritu Santo no le dará iluminación en otra cosa más que en estado de fe, porque cuanto más pura y esmerada está el alma en fe, más tiene de caridad infusa de Dios; y cuanto más caridad tiene, tanto más la alumbra y comunica los dones el Espíritu Santo en ella, porque la caridad es la causa y el medio por donde se le comunican.
Y, aunque es verdad que en aquella ilustración de verdades comunica al alma el Espíritu Santo alguna luz, es sin embargo tan diferente la que proviene de la fe, sin entender claro y tal es su calidad, como lo es el oro más purificado del metal más bajo y ruin. Y en cuanto a la calidad de este tipo de ilustraciones en fe que provienen del Espíritu Santo, es tanta la diferencia con las otras como excede la mar a una gota de agua. Hay que prestar atención en que durante las comunicaciones por pensamientos y consideraciones se le comunica sabiduría de una, o dos, o tres verdades, etc., y en la otra donde se encuentra el recogimiento en fe se le comunica toda la Sabiduría de Dios generalmente, que es el Hijo de Dios, el cual que se comunica al alma en fe.

7. Y si aún alguien adujera que todo será bueno, que no impide lo uno a lo otro, le respondo que impide mucho si el alma hace caso de ello, porque ya es ocuparse en cosas patentes y de poco peso, que bastan para impedir la comunicación del abismo de la fe, en la cual sobrenatural y secretamente enseña Dios al alma y la levanta en virtudes y dones como ella no sabe.
Y el provecho que aquella comunicación sucesiva ha de hacer al alma no ha de ser poniendo el entendimiento a propósito en ese tipo de comunicaciones, porque antes iría de esta manera desviándola de sí, según aquello que dice la Sabiduría en los Cantares (6, 4) al alma, diciendo: "Aparta tus ojos de mí, porque esos me hacen volar", es a saber: volar lejos de ti y poner a la sabiduría más alta y lejos, sino que simple y sencillamente, sin poner el entendimiento en aquello que sobrenaturalmente se está comunicando, aplique la voluntad con amor a Dios, pues en amor se van aquellos bienes comunicando, y de esta manera antes se comunicará de forma más abundante que de la otra manera. Porque si en estas cosas que sobrenaturalmente y pasivamente se comunican se pone activamente la habilidad del natural entendimiento o de otras potencias tratando de apresarlas, no llegamos mediante nuestros modos y la rudeza de nuestra intención a lograrlas, y así por fuerza las acabamos modificando a nuestro modo y, por el consiguiente, las terminamos tergiversando y modificando. Por ello, de necesidad se va errando y formando las razones cosas suyas, y acaba por dejar de ser aquello sobrenatural, perdiendo su figura propia y divina, llegando a ser algo muy natural y harto erróneo y bajo.

8. Pero hay algunos entendimientos tan vivos y sutiles que, en estando recogidos en alguna consideración, naturalmente con gran facilidad, discurriendo en conceptos, algunas personas los van formando en las dichas palabras y razones muy vivas, y piensan, ni más ni menos, que son de Dios, y sin embargo no es sino el entendimiento que con la lumbre natural, estando algo libre de la operación de los sentidos, sin ninguna otra ayuda sobrenatural puede eso y más. Y de esto hay mucho, y así se engañan muchos pensando que es mucha oración y comunicación de Dios y, por eso, o lo escriben o hacen escribir. Y acontecerá que no será nada ni tenga sustancia de alguna virtud y que no sirva más que para envanecerse con esto, consiguiendo así el propósito contrario que esperaban.

9. Estos aprendan a no hacer caso sino en fundar la voluntad firmemente en humilde amor, y obrar de veras, y padecer imitando al Hijo de Dios en su vida y mortificaciones, que este es el camino para venir a todo bien espiritual, y no el mucho discurrir o los muchos discursos interiores.


2.5.18

De las virtudes y de los vicios: Modestia Espiritual


La modestia sobrenatural es la que se llama virtud, y esta Modestia llega a su último grado en la perfección de un alma; pues hay la Modestia espiritual perfecta que va muy arriba, a pesar de caminar debajo del más profundo ocultamiento. Se abriga esta modestia santa en los corazones despegados de la tierra y de sí mismos, en los que, además de pisar y despreciar todo honor mundano, se desprecian, se pisan y se renuncian totalmente a sí mismos. En esto consiste la Modestia espiritual perfecta. No tan sólo en el exterior humilde de lo que dentro del corazón está; sino en el ocultamiento interno de todo lo que pueda atraerle la más pequeña alabanza ajena, cuidándose mucho también de la propia. (Esto no va con el Director, naturalmente, porque muy especialmente para con él debe ser la virtud de la claridad, de la cual hablaré).

¡Cuánto me agrado Yo en el alma que de veras posee esta virtud bendita, con el alma que se oculta a todas las miradas que pudiera atraerle alguna alabanza, de todo lo que pudiera encumbrarla! Y pasa aún más allá esta virtud perfecta nacida de la Humildad: pasa en su segundo grado, a procurar altísimamente los desprecios ajenos, y a formar de ellos su preferido y grato alimento.

9.7.18

De las virtudes y de los vicios: Sensualidad


La Sensualidad desenfrenada lleva en su seno, como la víbora, todas las cualidades del vicio contrario a la Pureza; lleva a la Oscuridad, a la Ofuscación, a la Ira, a la Gula, a la Bajeza, Vileza, Falsedad y todas las pasiones más rastreras y degradantes. Esta pasión volcánica lleva dentro de sí el mismo fuego del infierno que abrasa las almas para su eterna perdición: en ella se encuentran concentrados todos los vicios con funestas consecuencias.

Quiero que la Pureza haga competencia a este vicio terrible y feroz, salido del Averno. Por esto pido Pureza, Pureza.

18.7.18

El combate espiritual: somos unos inútiles


- De la tentación de la soberbia espiritual. -

En el capítulo anterior te he advertido de las tentaciones con que el demonio nos suele acometer, valiéndose del mundo, de sus riquezas y deleites; ahora he de tratar de la soberbia espiritual, complacencia y vanagloria de que se vale para derribarte, tanto más peligrosa y digna de temerse, cuanto es menos conocida, y más desagradable a Dios.

¡Oh, cuántos generosos soldados, y grandes siervos de Dios, después de las victorias insignes de muchos años, han perecido en este escollo, y de hijos de Dios se han hecho esclavos de Lucifer! El modo de librarnos de este tremendo golpe y oculto lazo de Satanás, es temblar siempre, y ejercitar las virtudes y buenas obras con temor y temblor, para que no se engendre en ellas el gusano oculto del amor propio y la soberbia, que tan odiosa es a Dios; y por eso, humillándonos en ellas, debemos procurar cada día hacerlas mejores, como si nada bueno hubiéramos obrado bien hasta el presente; y cuando nos pareciere (que jamás debemos pensarlo) que hemos obrado alguna cosa bien, y con perfección, debemos de todo corazón decir a Dios: "Servi inutiles sumus" ("Somos siervos inútiles y de ningún provecho" (Luc. XVII, 10)).

14.7.18

De las virtudes y de los vicios: Consejo


El Consejo es hijo del Celo y de la Caridad del prójimo, derivada o producida en el alma por el amor de Dios. Cuando el amor de Dios posee a una alma, produce en ella la Caridad del prójimo, y dentro de esta Caridad produce muchas virtudes en favor de las almas. El Celo entonces es como el Padre y esta Caridad la Madre. De este Matrimonio santo proceden todas las Obras de Misericordia corporales y espirituales, descollando en hermosura y valor unas más que otras, aunque todas son dignas de mi aprecio y merecimientos o premios.

El Consejo, pues, es una Obra de Misericordia, además de ser virtud, lo mismo que el Perdón, en todas sus fases.

25.1.20

Aún estás a tiempo


Haz el bien mientras tengas tiempo. Vendrá un momento en el cual no podrás hacer ya nada, solo recoger lo que has sembrado.

No juzgues a los demás sino a ti mismo. Este comportamiento es el cimiento sobre el cual se construye la paz de la tierra. Un buen cristiano se considera a aquel que está firmemente decidido a cumplir la voluntad de Dios, es gentil y bueno con su hermano, se entrega siempre al Señor con humildad, esta acostumbrado a soportar los propios errores y los de los demás.

30.8.18

El combate espiritual. Tratado segundo: el alma debe tranquilizarse en las caídas y faltas



- Que el alma debe tranquilizarse en las caídas y faltas, sin perder el tiempo ni su aprovechamiento espiritual. -

Por último, hijo mío, quiero enseñarte una importante regla, que deberás observar en todas las culpas o faltas que cometieres. Siempre que hubieres caído en algún defecto grande o pequeño, aunque lo hayas cometido mil veces al día voluntariamente, y con advertencia, no te turbes o inquietes, ni te detengas en examinar tu caída; mas luego al punto, considerando tu fragilidad y miseria, recurre con humildad a Dios, y dile con una dulce y amorosa confianza: "Señor, yo he obrado como quien soy, de mí no podía esperarse otra cosa sino estos y otros mayores defectos, y no hubiera parado en estos solos mi fragilidad, si vuestra bondad, que siempre me ayuda, y nunca me desampara, no me hubiese socorrido. Yo os doy gracias, Señor, por el mal de que me habéis librado, y de todo corazón me duelo del que he cometido, no correspondiendo a vuestra gracia. Perdonadme y asistidme con vuestra gracia, para que yo no os ofenda más, y ninguna cosa me separe de Vos, a quien deseo servir, obedecer y agradar siempre".

Hecha esta breve oración, no pierdas el tiempo en inquietas reflexiones para saber si el Señor te ha perdonado, mas con confianza y tranquilidad de espíritu camina adelante sin pensar en lo que ha pasado, y prosigue tus ejercicios como si no hubieses caído en algún defecto. Y ejecutarás esto mismo no solamente una vez, sino cientos si fuere necesario, y con la misma confianza y quietud la última vez, que la primera.

7.8.18

De las virtudes y de los vicios: Séptima familia. Paz


La paz es hija de la Caridad y Fruto dulcísimo del Espíritu Santo. El árbol de la Cruz es el que produce este fruto en las almas. La Paz se alimenta con el Sacrificio. La Paz descansa en el Dolor, y crece y se desarrolla con la continua crucifixión. El alma pura la posee; el alma impura no la conoce. El demonio engaña a muchas almas con una falsa paz que él fabrica, pero esta paz es inestable, es fingida y muy peligrosa. Esta paz diabólica lleva consigo la ceguera infernal y precipita al alma más o menos tarde a la tibieza y a los vicios. Hay virtudes que el demonio trata de imitar y sabe disfrazarlas. Sin embargo, hay piedras de toque en la vida espiritual para conocerlas y desenmascararlas. Las piedras de toque son: la Humildad, la Obediencia, y la Pureza; porque estas tres virtudes son enemigas de Satanás, el cual no puede imitar el limpio color de estas virtudes, ni sufrir su esplendor, de tal manera que en seguida se le conoce; porque estas tres virtudes son transparentes, y por más que en ellas se envuelva, se conoce su negrura. La Paz verdadera y divina lleva en sí estas virtudes en grado eminente, además de otras muchas, es decir, a la Obediencia, Humildad y Pureza.

Cuando el alma falta, aunque sea en cosa pequeña, a estos tres ejes que la sostienen, en seguida se turba, se inquieta, y la Paz que había tomado posesión de la misma, se retira. La Paz es la indispensable atmósfera en la que la divina Palomita respira. La Paz es la rama indispensable sobre la cual forma su Nido. La Paz en un alma es como la tierra vegetal en la cual todas las virtudes crecen y florecen. Satanás se aleja de un alma que lleva en sí este fruto divino, Yo soy el Dios de la Paz, y Satanás lleva en su ser la Inestabilidad, la Precipitación, la Veleidad, el Ruido y la Ofuscación, y emplea estas armas con toda su fuerza, contra esta tranquila, silenciosa, reposada y serena virtud de la Paz. En donde reina la Paz no reina Satanás, porque en donde reina la Paz allí está el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es la Paz misma.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com