La Justicia es una virtud que casi no existe en el mundo, y por esto los males y el pecado inundan la tierra y también los espíritus. La Justicia no existe en donde no existe la Humildad con las más inseparables virtudes que la acompañan. No existe la Justicia en donde no estoy Yo: porque Yo soy Justicia. El alma que me posee lleva consigo a la Justicia, aunque está oculta bajo la capa de la Humildad.
La virtud de la Justicia es la más difícil para el hombre y la que con frecuencia quebranta. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque estos tienen hambre y sed de Mí mismo; y Yo sólo seré su recompensa.
La virtud de la Justicia es muy grande; es también un atributo divino, pero el mundo no la entiende, ni la conoce en la práctica. El que anhela la Justicia, el que tiene hambre de Mí es porque está purificado, porque es puro, porque el Espíritu Santo está en él. Vean pues con esto si es grande y preciosa esta virtud divina.
La Justicia es amable y llena de Paz, es muy espiritual y santa, siempre llena a las almas puras. Tiene muchos grados y muchos visos, pero en todos ellos es hermosa y replandeciente e ilumina con los rayos de mi divina Luz. Si la vieran, se enamorarían de ella.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com