¡Oh, Divino Jesús, solitario por las noches en tantos tabernáculos sin quien te visite ni adore! Yo te ofrezco mi solitario corazón, y deseo que cada una de sus pulsaciones sean otros tantos actos de amor tuyo. Tú estás siempre vigilando bajo los velos sacramentales, tu amor nunca duerme y jamás te cansas de cuidar a los pecadores.
¡Oh, amante Jesús, oh solitario Jesús! ¡Ojalá mi corazón fuese una lámpara, cuya luz brillara y despidiera rayos de amor para Ti solo! Vela, sacramental Centinela, vela por el dormido mundo, por las almas extraviadas y por tus pobres y descarriados hijos.
"Yo conozco que los sufrimientos presentes no pueden ser comparados con la gloria venidera que nos será revelada", (San Pablo).
Paciencia por hoy, alma mía, el día de mañana será como Dios quiera, entretanto, hagamos su santa voluntad. El día de ayer pasó ya, y todo lo que he sufrido pasó también; nada quedó sino el mérito ganado, si he llevado mis sufrimientos con mérito. Después de todo, los días son muy cortos, desesperadamente cortos.
Mi Dios, yo no puedo menos que ofrecerte los afectos, los sufrimientos y las fatigas de un corto día. ¡Ojalá, mi Divino Maestro, que lo que yo tengo que padecer en él sea por tu amor! Amén.
Oración de ofrecimiento de la Preciosísima Sangre de Cristo
Santísimo Padre Eterno: yo te ofrezco la preciosísima Sangre, vida, pasión y muerte de tu Santísimo Hijo Jesucristo, en satisfacción de todos los pecados y ofensas que te he hecho y en pago por las penas que he merecido, lo mismo te ofrezco por cada uno de mis hermanos por Él redimidos: enfermos, agonizantes, cautivos, caminantes, navegantes..., y por todas las personas necesitadas; también por todos los que están en pecado mortal y por todos los que nos gobiernan; y ofrezco también las virtudes, penas y amarguras de María Santísima del Monte Carmelo, y de todos los Santos, por cada una de las ánimas del Purgatorio, alívialas, dales descanso y hazles alcanzar pronto tu gloria a todas las benditas ánimas del Purgatorio.
Señor, por la Sangre preciosa de Nuestro Señor Jesucristo, su tierno y amante corazón, su santísima vida, pasión y muerte, y por los méritos de la Santísima Virgen María del Carmelo, su purísimo corazón y sus amarguras, concédenos el perdón y danos la paz, y líbranos de los enemigos de tu Iglesia. Que San Miguel Arcángel y todos tus ángeles que mantienes a nuestro lado nos protejan. Que tu Espíritu Santo nos guíe y vivifique, enriqueciendo nuestra vida espiritual con el fervor y amor hacia Ti, Bondad Infinita, y nos inunde de celo y vigor evangélico. Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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