Esta corona, instituida por inspiración divina en 1516 por el Beato Miguel de Florencia, monje Camaldulense, y aprobada por el pontífice León X, se compone de treinta y tres Padrenuestros en veneración de los treinta y tres años que Nuestro Señor Jesucristo vivió en la tierra, y cinco Avemarías en honor de sus cinco llagas: de las cuales una se reza al principio de cada una de las tres decenas de Padrenuestros, y de las dos Avemarías restantes para completar el número de cinco, una se reza antes de los otros tres Padresnuestros y después de los mismos. Al fin de cada decena se dice un Gloria, y un Requiem por los difuntos. Se termina con el Credo, en el cual están compendiados los misterios del nacimiento, vida, muerte y glorificación de Jesucristo, que se considerarán y meditarán.
La Corona del Señor tiene numerosas indulgencias, entre ellas:
- Indulgencia de doscientos años por cada vez que se rezare la Corona verdaderamente arrepentido y haberse confesado, o al menos con el firme propósito de confesarse.
- Indulgencia plenaria en el artículo de la muerte al que arrepentido y confesado invocare, al menos con el corazón, el Santísimo nombre de Jesús, con tal de que haya rezado la dicha corona una vez durante su enfermedad con la intención de ganar la referida indulgencia y, recuperando la salud, la indulgencia de doscientos años.
- Indulgencia de doscientos años al que llevando consigo la dicha Corona, y hallándose fuera de Roma (o en Roma, pero legítimamente impedido de visitar las iglesias de las estaciones) si en los días de las mismas, confesado y comulgado, visitare una iglesia a su arbitrio, o estando impedido, rezare la Corona del Señor, los siete Salmos Penitenciales con las letanías de los santos, y preces consiguientes según el Breviario Romano.