Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

7.8.18

De las virtudes y de los vicios: Séptima familia. Paz


La paz es hija de la Caridad y Fruto dulcísimo del Espíritu Santo. El árbol de la Cruz es el que produce este fruto en las almas. La Paz se alimenta con el Sacrificio. La Paz descansa en el Dolor, y crece y se desarrolla con la continua crucifixión. El alma pura la posee; el alma impura no la conoce. El demonio engaña a muchas almas con una falsa paz que él fabrica, pero esta paz es inestable, es fingida y muy peligrosa. Esta paz diabólica lleva consigo la ceguera infernal y precipita al alma más o menos tarde a la tibieza y a los vicios. Hay virtudes que el demonio trata de imitar y sabe disfrazarlas. Sin embargo, hay piedras de toque en la vida espiritual para conocerlas y desenmascararlas. Las piedras de toque son: la Humildad, la Obediencia, y la Pureza; porque estas tres virtudes son enemigas de Satanás, el cual no puede imitar el limpio color de estas virtudes, ni sufrir su esplendor, de tal manera que en seguida se le conoce; porque estas tres virtudes son transparentes, y por más que en ellas se envuelva, se conoce su negrura. La Paz verdadera y divina lleva en sí estas virtudes en grado eminente, además de otras muchas, es decir, a la Obediencia, Humildad y Pureza.

Cuando el alma falta, aunque sea en cosa pequeña, a estos tres ejes que la sostienen, en seguida se turba, se inquieta, y la Paz que había tomado posesión de la misma, se retira. La Paz es la indispensable atmósfera en la que la divina Palomita respira. La Paz es la rama indispensable sobre la cual forma su Nido. La Paz en un alma es como la tierra vegetal en la cual todas las virtudes crecen y florecen. Satanás se aleja de un alma que lleva en sí este fruto divino, Yo soy el Dios de la Paz, y Satanás lleva en su ser la Inestabilidad, la Precipitación, la Veleidad, el Ruido y la Ofuscación, y emplea estas armas con toda su fuerza, contra esta tranquila, silenciosa, reposada y serena virtud de la Paz. En donde reina la Paz no reina Satanás, porque en donde reina la Paz allí está el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es la Paz misma.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com