Semana en el Oratorio

Mes de febrero, mes del Amor

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15.8.18

Ya disponible para su descarga "El combate espiritual", de Lorenzo Scúpoli


De obligada lectura para todo el que quiera avanzar en el camino de la superación cristiana es el libro "El combate espiritual". Escrito por Lorenzo Scúpoli (quien padeció en carne propia la dureza de ser fiel al Evangelio), tuvo una gran acogida en su época, tal es así que al primer volumen o tratado se fueron añadiendo diversos textos que complementaban o se explayaban y extendían el primer tratado. Fue también un libro muy recomendado por el gran santo San Francisco de Sales.

En el Oratorio Carmelitano hemos revisado (lo pudisteis seguir con nosotros, durante varios meses, esta actualización) lo que creemos que es la parte más importante de este libro, y más rica y vital para el cristiano, que es el Tratado Primero. Ahora, lo ponemos a vuestra disposición en forma de libro, en un zip (7z) conteniendo cuatro formatos: un formato .mobi, para leer mediante ebooks o en smartphones; un formato pdf; un formato .rtf, por si lo necesitáis editar, o añadir notas, y un formato html.

Lo tenéis ya a vuestra disposición, gratuitamente, desde la Librería del Oratorio, dentro de la sección "Libros", y bajo el nombre "combate_espiritural_tratado_01.7z". No perdáis esta oportunidad de poder leer actualizado éste importantísimo libro de la literatura cristiana, el cual nos da instrucciones y consejos de enorme importancia para este complicado y caótico tiempo en que vivimos.

| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

El combate espiritual: no dejarse llevar por los deseos


- Dos reglas para vivir en paz. -

Aunque el que vive conforme a las indicaciones que se han propuesto está siempre en paz, todavía quiero en este último capítulo darte dos reglas, que si las observas, vivirás quieta cuanto es posible en esta miserable vida.

La una es que atiendas, con todo el cuidado que te fuere posible, a cerrar la puerta de tu corazón a todos los deseos; porque has de advertir que el deseo es el leño largo de la cruz y de la inquietud, el cual será grave y pesado según la grandeza del deseo. Y así, si el deseo fuere de muchas cosas, también serán mayores, más graves y en mayor número los leños preparados para muchas cruces.

14.8.18

El combate espiritual: ser conscientes cada jornada de nuestra debilidad para seguir el camino de las virtudes


- Del examen de la conciencia. -

Este examen suelen hacerlo las almas diligentes tres veces al día: la primera antes de comer, la segunda después de vísperas, y la tercera antes de acostarse. Pero si esto no se pudiere, a lo menos no deberá omitirse el de la tarde; porque si Dios miró dos veces la obra que hizo para el hombre (Genes. I), muy razonable será que el hombre mire a lo menos una vez al día las obras que hace para Dios, de las cuales ha de dar cuenta muy estrecha a su Majestad.

El examen se ha de hacer en esta forma: lo primero has de pedir luz a Dios, para que puedas conocer bien todo lo interior de tus obras. Después considerarás si has estado recogida y encerrada en tu corazón, y lo has guardado de cualquier desorden.

13.8.18

El combate espiritual: cómo cumplir el precepto de amar a quien nos hace daño


- Del amor para con los enemigos. -

Aunque la perfección cristiana consiste en la perfecta obediencia a los preceptos de Dios, no obstante, procede principalmente del precepto de amar a los enemigos, por ser este precepto muy conforme a la costumbre del Señor, y a lo que Él practicó en la tierra, y practica en el cielo.

Y así si pretendes adquirir en breve la perfección, debes procurar cumplir exactamente cuanto Cristo manda en este precepto de amar a los enemigos, amándolos, haciéndoles bien y rogando por ellos (Matth. V), no tibia y lentamente, sino con tanto afecto que casi olvidada de ti misma te entregues de todo corazón a su amor, y a rogar por ellos.

12.8.18

El combate espiritual: evitar errar en el camino de perfección cristiana


- De algunas razones por que los hombres viven descuidados, sin llorar las ofensas de Dios, y sin aspirar a la virtud ni a la perfección cristiana. -

Las razones por qué el hombre duerme profundamente en su tibieza, y no se levanta del pecado, ni se da a la virtud como debe, son diversas y, entre otras, las siguientes:

La primera es, porque no habita dentro de sí, ni ve lo que se hace en su casa, ni sabe quién la posee; mas, vago y curioso pasa sus días en divertimientos y vanidades, y aunque se ocupe en cosas lícitas y buenas en sí mismas, no obstante, de las que pertenecen a la virtud y conducen a la perfección cristiana ni se acuerda ni tiene pensamiento alguno.

Y si tal vez se acuerda y conoce su necesidad, y es inspirado por Dios a mudar de vida, responde "¡bah, bah!", "después, después", y nunca dice con resolución "hoy" ni "ahora".

11.8.18

El combate espiritual: suplicar el perdón


- Del modo de procurar la conversión y el llanto por la ofensa a Dios. -

El mejor modo de procurar el llanto por la ofensa a Dios, es la meditación de su grandeza y bondad, y de la caridad que ha mostrado al hombre.

Porque quien considera que pecando ha ofendido al sumo Bien y a la inefable Bondad (que no sabe sino hacer beneficios, ni jamás ha hecho ni hace otra cosa que derramar sus gracias, y comunicar su luz a amigos y enemigos), y considera que lo ha ofendido por un leve gusto y por un falso deleite, no puede dejar de llorar amargamente.

10.8.18

El combate espiritual: urge una pronta conversión


- De algunos motivos para que el pecador se convierta prontamente a Dios. -

El primer motivo para que el pecador se convierta a Dios, es la consideración del mismo Dios, el cual, siendo el sumo bien, y la suma sabiduría, no debe ser ofendido por el hombre por ningún motivo.

No por prudencia, porque ya se ve qué gran locura y despropósito es ponerse en lucha con la Omnipotencia, y con el supremo juez que le ha de juzgar.

No por la vía de conveniencia ni de justicia, no siendo tolerable que la nada, el lodo y la criatura ofenda a su Creador, el esclavo a su señor, el hijo a su padre.

9.8.18

El combate espiritual: confesar prontamente las caídas


- Qué se ha de hacer cuando se ha caído en el vicio deshonesto. -

Si te acaeciere haber caído en el vicio de la sensualidad, para que no añadas pecados a pecados, el remedio es que corras luego con toda velocidad, sin otro examen de conciencia, a la confesión; donde, menospreciando todos los dictámenes de la prudencia humana, expliques y manifiestes con sinceridad y sin artificio tu llaga y enfermedad, tomando la medicina y el consejo que se te diere, aunque te parezca duro, áspero y amargo.

No tardes ni te detengas, aunque te lo persuadan diferentes consideraciones o causas; porque si tardas, recaerás, y de esta recaída renacerán nuevas tardanzas, de manera que, procediendo de las tardanzas las recaídas, y de las recaídas nuevas tardanzas, se pasarán años enteros antes que te confieses y te levantes de la culpa.

8.8.18

El combate espiritual: zafarse del enemigo impuro


- De qué cosas se debe huir, para no caer en el vicio deshonesto. -

Para no caer en este vicio, debemos huir de muchas cosas. Lo primero, de las personas que amenazan evidente peligro; lo segundo, de las demás personas en cuanto se pueda; lo tercero, de las visitas, de los recados, de los presentes y de las amistades, aunque no sean de las que llamamos estrechas; porque así como las cosas anchas más fácilmente se estrechan, que las estrechas se ensanchan: así es más fácil que las amistades corteses y honestas se estrechen y pasen a ilícitas, que las ilícitas se conviertan en lícitas y honestas. Lo cuarto, se ha de huir de hablar de esta pasión, de las músicas y canciones amorosas, y de los libros profanos. Lo quinto (de que suelen guardarse pocos), se ha de huir del deleite universal de todas las criaturas, como de los vestidos preciosos y de los manjares delicados, porque estos deleites, aunque sean lícitos, acostumbran al corazón del hombre a deleitarse, y lo mantienen siempre deseoso de nuevos deleites.

De donde nace que, ofreciéndose el deleite deshonesto, que de su naturaleza es pronto a herir y penetrar hasta la médula de los huesos, dificultosamente el corazón así acostumbrado halla el camino de vencerlo y mortificarlo.

Por el contrario, el corazón ejercitado en la mortificación de los deleites lícitos, cuando se le ofrecen los ilícitos y deshonestos, hasta de solo el nombre huye con facilidad.

Lorenzo Scúpoli C. R. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

7.8.18

El combate espiritual: enfrentarse a la impureza


- Cómo se ha de vencer la pasión deshonesta. -

Todas las pasiones fuera de la deshonesta se vencen asaltándolas aunque nos cuesten heridas, y provocándolas a la batalla, hasta que enteramente las venzamos. Mas la pasión deshonesta no sólo no conviene excitarla, sino antes bien es necesario alejarla de todas aquellas cosas que la puedan excitar y mover.

Se vence la tentación de la carne, y se mortifica la pasión deshonesta, huyendo y no combatiéndola de frente.

6.8.18

El combate espiritual: preparación para la confesión


- De la confesión sacramental. -

La confesión sacramental, para que se haga como se debe, requiere varias cosas.

La primera, un buen examen de conciencia, regulándolo por los preceptos de Dios y por las obligaciones del propio estado.

En el examen de tus pecados y faltas, aunque sean muy pequeñas, llóralas amargamente considerando la ingratitud del hombre frente a la bondad y caridad infinitas de Dios, y así, vituperándote, dirás contra ti estas palabras: "¿Así correspondes, ignorante y necio, a los innumerables beneficios que has recibido de Dios? ¿Por ventura no es tu Padre que te poseyó, que te hizo y te creó?" (Deut. XXXII, 6).

5.8.18

El combate espiritual: preparación y ruegos para comulgar


- De la comunión sacramental. -

Para que recibas gran aumento de gracia de la comunión, conviene que te dispongas para ella; y no pudiendo de nosotros mismos tener la disposición que se requiere, dirás con gran afecto, para que Dios te lo otorgue, la oración siguiente: "Te pido, Señor, que visitando nuestras conciencias, las purifiques, para que viniendo a nuestras almas Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, con todos los Santos, halle en ellas morada digna de su divina Majestad".

Mas para no dejar de hacer, de nuestra parte, alguna cosa con la ayuda de Dios, tu preparación ha de ser considerar, lo primero, para qué fin instituyó Dios el Santísimo Sacramento del altar; y hallando que fue para que nos acordemos del amor que nos mostró en los misterios de la cruz, considera después para qué fin quiso que en nosotros quedase esta memoria.

4.8.18

El combate espiritual: cómo se debe oír misa


- Del sexto socorro de la voluntad humana. -

El sexto socorro de la voluntad del hombre es el de oír misa, la confesión y la comunión; porque siendo la gracia de Dios el principal y más necesario socorro de nuestra voluntad, para que ésta se guarde del mal y ejecute el bien, necesariamente se sigue que todo aquello que ayuda al aumento de esta gracia es el socorro de nuestra voluntad.

Pero para que oyendo misa adquieras nuevo aumento de gracia, la debes oir de la siguiente manera:

-En la primera parte (pues en tres se divide la misa), que comprende desde el Introito hasta el Ofertorio, procura encender en ti un deseo grande de que, como Jesucristo vino del cielo al mundo para encender en la tierra el fuego de su divino amor (Luc. XII, 49), así se digne venir y nacer en tu corazón con su virtud, "ut ardeat": que arda de tal modo, que no cuides de otra cosa más que de servirle y agradarle siempre mientras vivieres.

3.8.18

El combate espiritual: reconociendo el amor propio


- De que modo se podrá conocer el amor propio. -

Para que conozcas cuánto en ti se dilata y extiende el reino del amor propio, acude a menudo a ver y examinar con cuál de las pasiones del alma se halla más frecuentemente ocupada tu voluntad, puesto que nunca la hallarás sola.

Y en reconociendo que ama, o desea, o se alegra, o entristece, considera luego si la cosa amada o deseada es alguna de las virtudes, o cosa que Dios manda amar o desear; y asimismo en la alegría o tristeza considerar si es de aquellas cosas de que Dios quiere que nos alegremos o entristezcamos, o si por ventura todo esto nace del mundo o del apego a las criaturas, por tratar y conversar con ellas, no por necesidad ni cuanto conviene, ni como Dios quiere. Y si hallas algo de esto, es claro que reina en ti el amor propio, y que es el que mueve tu voluntad.

2.8.18

El combate espiritual: el daño del amor propio


- Del quinto socorro de la voluntad humana. -

El odio de nosotros mismos es un socorro muy necesario para nuestra voluntad, porque sin él no podemos tener el socorro del amor divino, autor de todo bien.

El modo de conseguirlo es, lo primero, pedirlo a Dios, y después ir meditando los daños que ha causado y todavía causa el amor propio.

No ha habido daño alguno en el cielo ni en la tierra, que no se haya originado del amor propio.

1.8.18

El combate espiritual: la ceguedad del hombre


- Qué hará Dios en la otra vida, no sólo con quien le ha servido bien, sino con el pecador convertido. -

Son tantos y tales los bienes y felicidades que Dios nos tiene preparados en su reino celestial, que no se pueden imaginar ni comprender clara y perfectamente, por más que un alma los medite.

Porque, ¿quién llegará a comprender bien qué cosa sea sentarse un hombre a la mesa de Dios, y que el mismo Dios, lo sirva y lo sustente de su bienaventuranza? ¿Quién llegará a imaginar debidamente qué cosa sea entrar un alma bienaventurada en el gozo de su Señor? ¿Y quién concebirá el amor y la estimación que muestra Dios a sus ciudadanos y escogidos? Hablando de esto santo Tomás dice: "Nuestro omnipotente Dios en tanto grado se sujeta a los Ángeles y a las almas santas, como si fuese siervo comprado de cada uno de ellos, y como si cada uno fuese su propio Dios" (Opuse. LXIII, cap. II, § 3).

31.7.18

El combate espiritual: paciencia de Dios con los pecadores


- Cuánta bondad muestra Dios, aguardando y tolerando al pecador. -

Para que conozcas cuánta bondad muestra Dios en sufrir al pecador, has de considerar, que así como ama indeciblemente la virtud, así por el contrario aborrece infinitamente el pecado.

¡Qué bondad, pues, muestra Dios sufriendo al pecador, que a los ojos de su divina Majestad y de su infinita pureza comete tantas maldades, y lo ofende, no una, dos o tres veces, sino más y más! "Bien veo" (puede decir el pecador), "Señor mío, que cuando yo pecaba, Vos me decíais al corazón: 'Entremos en cuentas, y veamos quién vence: tú en ofenderme, o Yo en perdonarte'" (Vide infr. tract. IV, cap. XVI).

30.7.18

El combate espiritual: Dios sostiene al hombre diariamente (sino, el hombre dejaría de existir)


- Qué es lo que cada día hace Dios por el hombre. -

No hay día, hora ni momento en que el hombre no reciba de Dios nuevos beneficios; porque cada día y cada momento Dios lo crea, conservándolo en el ser que le dio.

Asimismo, cada momento le sirve con sus criaturas, con el cielo, con el aire, con la tierra, con el mar, y con cuanto se halla en ellos.

Cada día le da su gracia, llamándolo del mal al bien, guardándolo para que no peque, y en pecando lo ayuda para que no peque más. Lo espera, lo llama a penitencia, y volviéndose a Él, lo perdona con mayor presteza que con la que el mismo pecador se mueve a buscar el perdón de su pecado. Cada día le envía su Hijo santísimo con todas las riquezas de los misterios de la cruz, y se lo entrega en el santísimo Sacramento del altar.

Lorenzo Scúpoli C. R. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

29.7.18

El combate espiritual: preciado rescate por el hombre


- De lo que ha hecho Dios por el hombre, con que voluntad, y que más hiciera si fuese necesario. -

Lo que Dios ha hecho por el hombre se puede conocer meditando la creación y la redención. Después de esto, la voluntad con que lo ha hecho, y con que ha obrado nuestra eterna salud, ha sobrepujado lo infinito.

Infinito ha sido el precio del rescate; pero la voluntad ha sido más infinita, porque ha sido de padecer y volver a morir por el hombre si fuese necesario; y así, si eres, oh alma, tan deudora al que con tal rescate te rescató, que toda te debes a Él, ¿en qué grado lo serás por la voluntad con que lo hizo, que excede y sobrepuja en tantos quilates al mismo rescate?

Lorenzo Scúpoli C. R. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

28.7.18

El combate espiritual: sobrenatural belleza y perfección


-De la meditación de la belleza de Dios. -

De la belleza de Dios, basta que sepamos todos que es tal y tan grande, que contemplándose en ella el mismo Dios, ab aeterno ("por la eternidad"), se halla, en su capacidad infinita incomprensiblemente satisfecho y bienaventurado.

¡Oh hombre, conoce la altísima dignidad a que eres llamado por Dios, que es para gozar de esta su incomparable belleza! No seas de corazón tan duro y tan pesado, que despreciando sus infinitas perfecciones, pongas tu afición en la vanidad, en las mentiras y en las sombras. Dios te llama al amor de su poder, sabiduría y bondad: te llama al goce de su belleza, y de los incomparables bienes que tiene preparados en el cielo; ¿y tú te haces sordo? Piensa, piensa seriamente en estas cosas; porque llegará tiempo en que no te aprovechará ya el arrepentimiento.

Lorenzo Scúpoli C. R. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com