Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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17.12.23

Homenaje para el día de Todos los Santos



Oración inicial:
Señor Dios mío, dignaos permitirme -a pesar de mi indignidad- que en este señalado día en que la Iglesia militante os rinde acciones de gracias por la felicidad de la Iglesia triunfante, se asocie mi humilde voz a todas las que os glorifican y bendicen, honrando la memoria de vuestros santos.

Ellos, Señor, son los dignos modelos que, como imágenes suyas, nos dejó en la tierra vuestro divino Hijo.

Ellos contemplan, dichosos para siempre, la gloria de aquel Glorioso Maestro, cuyas lecciones practicaron, cuyas huellas siguieron, cuya gracia patentizaron a vista del mundo con la santidad de su vida, y hoy reinan con Él en vuestra mansión dichosa, intercediendo por los hermanos que aún combatimos y sufrimos en este valle de lágrimas.

Reciba, pues, vuestra misericordia, con esos ruegos que os dirige su depurada caridad, los que osamos pronunciar bajo su amparo, nosotros pobres pecadores, que al hacer memoria de los triunfos que concedísteis a tantos campeones de Jesucristo, os pedimos rendidamente que, en virtud de los méritos del mismo Redentor nuestro, nos dispenséis la gracia de que acertemos a honrar a sus bienaventurados servidores con la imitación constante de sus virtudes.

Amén.

5.4.22

Letanías de los santos (rogativas)



Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

Cristo, óyenos.
- Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos.
- Cristo, escúchanos.

Dios, Padre celestial,
- ten misericordia de nosotros.

Dios, Hijo Redentor del mundo,
- ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo,
- ten misericordia de nosotros.

Santa María,
- ruega por nosotros.

Santa Madre de Dios,
- ruega por nosotros.

Santa Virgen de las Vírgenes,
- ruega por nosotros.

San Miguel,
- ruega por nosotros.

San Gabriel,
- ruega por nosotros.

San Rafael,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Ángeles y Arcángeles,
- rogad por nosotros.

Todos los santos coros de Espíritus bienaventurados,
- rogad por nosotros.

San Juan Bautista,
- ruega por nosotros.

San José,
- ruega por nosotros.

Todos los santos Patriarcas y Profetas,
- rogad por nosotros.

San Pedro,
- ruega por nosotros.

San Pablo,
- ruega por nosotros.

San Andrés,
- ruega por nosotros.

Santiago,
- ruega por nosotros.

San Juan,
- ruega por nosotros.

Santo Tomás,
- ruega por nosotros.

San Felipe,
- ruega por nosotros.

San Bartolomé,
- ruega por nosotros.

San Mateo,
- ruega por nosotros.

San Simón,
- ruega por nosotros.

San Tadeo,
- ruega por nosotros.

San Matías,
- ruega por nosotros.

San Bernabé,
- ruega por nosotros.

San Lucas,
- ruega por nosotros.

San Marcos,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Apóstoles y Evangelistas,
- rogad por nosotros.

Todos los Santos discípulos del Señor,
- rogad por nosotros.

Todos los Santos Inocentes,
- rogad por nosotros.

San Esteban,
- ruega por nosotros.

San Lorenzo,
- ruega por nosotros.

San Vicente,
- ruega por nosotros.

San Juan,
- ruega por nosotros.

Santos Fabián y Sebastían,
- rogad por nosotros.

Santos Cosme y Damián,
- rogad por nosotros.

Santos Gervasio y Protasio,
- rogad por nosotros.

Todos los santos Mártires,
- rogad por nosotros.

San Gregorio,
- ruega por nosotros.

San Ambrosio,
- ruega por nosotros.

San Agustín,
- ruega por nosotros.

San Jerónimo,
- ruega por nosotros.

San Martín,
- ruega por nosotros.

San Nicolás,
- ruega por nosotros.

Todos los santos Pontífices y Confesores,
- rogad por nosotros.

Todos los santos Doctores,
- rogad por nosotros.

San Antonio,
- ruega por nosotros.

San Benito,
- ruega por nosotros.

San Bernardo,
- ruega por nosotros.

Santo Domingo,
- ruega por nosotros.

San Francisto,
- ruega por nosotros.

Todos los santos Sacerdotes y Levistas,
- rogad por nosotros.

Todos los santos Monjes y Ermitaños,
- rogad por nosotros.

Santa María Magdalena,
- ruega por nosotros.

Santa Agueda,
- ruega por nosotros.

Santa Lucía,
- ruega por nosotros.

Santa Inés,
- ruega por nosotros.

Santa Cecilia,
- ruega por nosotros.

Santa Catalina,
- ruega por nosotros.

Santa Anastasia,
- ruega por nosotros.

Santa Teresa,
- ruega por nosotros,

Todas las santas Vírgenes y Viudas,
- rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios,
- interceded por nosotros.

Sé para nosotros propicio,
- perdónanos, Señor.

Sé para nosotros propicio,
- escúchanos, Señor.

De todo mal,
- líbranos, Señor.

De todo pecado,
- líbranos, Señor.

De tu ira,
- líbranos, Señor.

De muerte repentina e imprevista,
- líbranos, Señor.

De las asechanzas del demonio,
- líbranos, Señor.

De ira y odio y toda mala voluntad,
- líbranos, Señor.

Del espíritu de impureza,
- líbranos, Señor.

De rayos y tempestades,
- líbranos, Señor.

Del castigo de terremotos,
- líbranos, Señor.

De pestes, hambres y guerras,
- líbranos, Señor.

De la muerte eterna,
- líbranos, Señor.


Por el misterio de tu santa encarnación,
- líbranos, Señor.

Por tu nacimiento,
- líbranos, Señor.

Por tu bautismo y sagrado ayuno,
- líbranos, Señor.

Por tu cruz y pasión,
- líbranos, Señor.

Por tu muerte y sepultura,
- líbranos, Señor.

Por tu santa resurrección,
- líbranos, Señor.

Por tu admirable ascensión,
- líbranos, Señor.

Por la venida del Espíritu Santo Consolador,
- líbranos, Señor.

En el día del juicio,
- líbranos, Señor.


Los pecadores,
- te rogamos, óyenos.

Que nos perdones,
- te rogamos, óyenos.

Que seas para nosotros benigno,
- te rogamos, óyenos.

Que te dignes movernos a verdadera penitencia,
- te rogamos, óyenos.

Que te dignes regir y conservar tu santa Iglesia,
- te rogamos, óyenos.

Que te dignes conservar en la santa religión al Prelado apostólico y a todas las órdenes de la eclesiástica jerarquía,
- te rogamos, óyenos.

Que te dignes humillar a los enemigos de la Santa Iglesia,
- te rogamos, óyenos.

Que te dignes conceder la paz y la verdadera concordia a los reyes y príncipes cristianos,
- te rogamos, óyenos.

Que te dignes conceder paz y unidad a todo el pueblo cristiano,
- te rogamos, óyenos.

Que levantes nuestras almas a deseos celestiales,
- te rogamos, óyenos.

Que recompenses con sempiternos bienes a todos nuestros bienhechores,
- te rogamos, óyenos.

Que libres de la enterna condenación nuestras almas y las de nuestros hermanos, parientes y bienhechores,
- te rogamos, óyenos.

Que te dignes dar y conservar los frutos de la tierra,
- te rogamos, óyenos.

Que te dignes conceder el descanso eterno a todos los fieles difuntos,
- te rogamos, óyenos.

Que te dignes escucharnos,
- te rogamos, óyenos.

Hijo de Dios,
- te rogamos, óyenos.


Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
- perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
- escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
- ten misericordia de nosotros.


Cristo, óyenos,
- Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos,
- Cristo, escúchanos.

Señor, ten piedad,
- Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad,
- Cristo, ten piedad.


Padrenuestro (en voz baja)

Y no nos dejes caer en la tentación,
- mas líbranos del mal. Amén.

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29.3.22

Recomendación de un alma antes de expirar



RECOMENDACIÓN DEL ALMA

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

Santa María.
- Ruega por nosotros.

Todos los Santos Ángeles y Arcángeles,
- rogad por nosotros.

San Abel,
- ruega por nosotros.

Todos los coros de los justos,
- rogad por nosotros.

San Abraham,
- ruega por nosotros.

San Juan Bautista,
- ruega por nosotros.

San José,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Patriarcas y Profetas,
- rogad por nosotros.

San Pedro,
- ruega por nosotros.

San Pablo,
- ruega por nosotros.

San Andrés,
- ruega por nosotros.

San Juan,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Apóstoles y Evangelistas,
- rogad por nosotros.

Todos los Santos Discípulos del Señor,
- rogad por nosotros.

Todos los Santos Inocentes,
- rogad por nosotros.

San Esteban,
- ruega por nosotros.

San Lorenzo,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Mártires,
- rogad por nosotros.

San Silvestre,
- ruega por nosotros.

San Gregorio,
- ruega por nosotros.

San Agustín,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Pontífices y Confesores,
- rogad por nosotros.

San Benito,
- ruega por nosotros.

San Francisco,
- ruega por nosotros.

San Camilo,
- ruega por nosotros.

San Juan,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Monjes y Ermitaños,
- rogad por nosotros.

Santa María Magdalena,
- ruega por nosotros.

Santa Lucía,
- ruega por nosotros.

Todas las Santas Vírgenes y Viudas,
- rogad por nosotros

Todos los Santos y Santas de Dios
- interceded por él.

Sedle propicio,
- perdónale, Señor.

Sedle propicio,
- óyele, Señor.

Sedle propicio,
- líbrale, Señor.

De tu ira,
- líbrale, Señor.

De los peligros de la muerte,
- líbrale, Señor.

De una mala muerte,
- líbrale, Señor.

De las penas del infierno,
- líbrale, Señor.

De todo mal,
- líbrale, Señor.

Del poder del demonio,
- líbrale, Señor.

Por tu natividad,
- líbrale, Señor.

Por tu cruz y pasión,
- líbrale, Señor.

Por tu muerte y sepultura,
- líbrale, Señor.

Por tu gloriosa resurrección,
- líbrale, Señor.

Por tu admirable ascensión,
- líbrale, Señor.

Por la gracia del Espíritu Santo consolador,
- líbrale, Señor.

En el día del juicio,
- líbrale, Señor.

Nosotros, pecadores,
- te rogamos que nos oigas.

Que le perdones,
- te rogamos que nos oigas.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.


Oración:
Sal, alma cristiana, de este mundo en nombre de Dios Padre omnipotente que te creó; en nombre de Jesucristo Hijo de Dios vivo, que por ti padeció; en nombre del Espíritu Santo, cuya gracia se derramó sobre ti; en nombre de la gloriosa y santa Virgen y Madre de Dios, María;

en nombre de los Ángeles y Arcángeles;

en nombre de los Tronos y Dominaciones;

en nombre de los Principados y Potestades;

en nombre de los Querubines y Serafines;

en nombre de los Patriarcas y Profetas,

en nombre de los Santos Apóstoles y Evangelistas;

en nombre de los santos Mártires y Confesores;

en nombre de los santos Monjes y Ermitaños;

en nombre de las santas Vírgenes y de todos los Santos y Santas de Dios;

descansa hoy en paz y habita en la Santa Sión. Amén.


Oración:
Dios Misericordiosísimo, Dios clemente, Dios que por vuestra gran misericordia borráis los pecados de los penitentes y perdonáis las culpas de los delitos pasados, mirad con benignidad a este vuestro siervo [o sierva, se dice el nombre del moribundo], y oíd sus súplicas, con las cuales confesándoos de todo corazón, os pide el perdón de todos sus pecados. Renovad en él, Padre piadosísimo, todo lo que esté corrompido por terrena fragilidad, o todo lo que esté violado por engaño diabólico, y como miembro que es de vuestra redención, unidlo con el cuerpo de vuestra Iglesia, Señor; tened piedad de sus gemidos, tened misericordia de sus lágrimas, y como no tiene más confianza que en vuestra misericordia, admitidlo en vuestra santa reconciliación.

Por Cristo nuestro Señor. Amén.


Oración de tránsito:
Te encomiendo, carísimo hermano, a Dios omnipotente; te entrego al mismo que te creó, para que después que hayas pagado con la muerte la deuda común de los hombres, vuelvas a tu Creador, que te formó del barro de la tierra. Cuando tu alma se separe del cuerpo,

salgan a su encuentro las espléndidas jerarquías de los Ángeles;

vengan a encontrarte el senado de los Apóstoles, nuestros jueces;

salga a recibirte el triunfante ejército de los generosos Mártires;

se ponga alrededor de ti la florida multitud de los Confesores;

te reciba el jubiloso coro de las Vírgenes;

y en el seno del feliz descanso, te abracen estrechamente los Patriarcas.

La Santa Madre de Dios, nuestra Señora del Carmelo, vuelva benigna a ti sus ojos. Benigno y placentero también te sea manifestado el rostro de nuestro amado Señor Jesucristo, que mande colocarte en el número de los que continuamente asisten en su presencia. Nada experimentes de cuanto horroriza en las tinieblas, de cuanto rechina en las llamas, ni de cuanto aflige en los tormentos. Retírase y sea rendido el ferocísimo Satanás con sus ministros; a tu llegada al juicio, viéndote acompañado de los Ángeles, estremézcase y huya al horrible caos de la noche eterna. Levántese Dios, y sean disipados sus enemigos, huyendo de sus persencia los que le aborrecieron. Desvanézcanse como el humo, como la cera se derrite al fuego, así perezcan los pecadores a la vista de Dios Eterno, y los justos se alegren como en un convite en la presencia de Dios.

Sean, pues, confundidas y avergonzadas todas las legiones infernales, y los ministros de Satanás no se atrevan a impedirte tu camino hacia la gloria celestial. Jesucristo te libre de la muerte eterna, que se dignó morir por ti. Te lleve Nuestro Señor Jesucristo, hijo de Dios vivo, a los vergeles siempre amenos del paraíso, y como verdadero pastor, te reconozca entre sus ovejas. Él te absuelva de todos tus pecados, y te coloque a su diestra en la suerte de los escogidos. Veas cara a cara a tu Redentor, y estando siempre en su presencia, mires con dichosos ojos la verdad manifiesta. Establecido entre el ejército de los Bienaventurados, goces de la dulzura de la contemplación divina por los siglos de los siglos. Amén.


Preces:
Recibid, Señor, a vuestro siervo en estado de poder esperar su salvación de vuestra misericordia.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo de todos los peligros del infierno, y de los lazos de las penas, y de todas las tribulaciones.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librásteis a Henoc y a Elías de la muerte común del mundo.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librásteis a Noé del diluvio.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librásteis a Abraham de la ciudad de Ur en la Caldea.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Job de sus tribulaciones.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Isaac de ser ofrecido en sacrificio por manos de su padre Abraham.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Lot de los sodomitas y del incendio de aquella ciudad.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Moisés de las manos del faraón, rey de los egipcios.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Daniel del foso de los leones.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a los tres jóvenes del horno del fuego ardiente y de las manos de un rey inicuo.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Susana de un falso testimonio.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a David de las manos del rey Saúl, y de las manos de Goliat.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a San Pedro y a San Pablo de las cárceles.
- Amén.

Y así como librasteis a la virgen y mártir Santa Tecla de tres tormentos muy atroces, así también dignaos librar el alma de este vuestro siervo y haced que goce con Vos de los bienes celestiales.
- Amén.


Oración de encomendación:
Os encomendamos, Señor, el alma de vuestro siervo [se dice el nombre], y os suplicamos, Señor Jesucristo, salvador del mundo, que pues por ella, movido de vuestra misericordia, vinisteis al mundo, no le neguéis la entrada en el lugar de vuestros Patriarcas. Reconoced, Señor, esta obra vuestra, no hecha por dioses extraños, sino por Vos, que sois el sólo Dios vivo y verdadero; porque no hay otro Dios más que Vos, ni que llegue a vuestras obras. Llenad, Señor, de alegría a su alma en vuestra presencia, y olvidad sus pasadas iniquidades y los excesos a que le llevaron el furor y la fiebre de los malos deseos; porque, aunque haya pecado, nunca negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo, antes bien, creyó, tuvo celo de la honra de Dios, y adoró con fidelidad al sólo Dios que hizo todas la cosas.


Oración de súplica:
Os suplicamos, Señor, que olvidéis los delitos de su juventud y sus pecados de ignorancia, y que por vuestra gran miserocordia, os acordéis de él en vuestra clarísima gloria.

Sean abiertos para él los cielos, alégrense con él los Ángeles. Recibid, Señor, en vuestro reino a vuestro siervo. Recíbalo el arcángel de Dios, San Miguel, que mereció el principado del celestial ejército. Salgan a su encuentro los santos Ángeles de Dios para llevarlo a la santa ciudad de la celestial Jerusalén. Recíbale San Pedro Apóstol, a quien Dios entregó las llaves del reino celestial. Sea asistido por San Pablo Apóstol, que mereció ser vaso de elección. Interceda por él San Juan Apóstol, escogido de Dios, a quien fueron revelados los celestiales misterios. Rueguen por él todos los santos Apóstoles, a los cuales dió el Señor el poder de atar y desatar. Pidan por él todos los Santos y escogidos de Dios, los cuales padecieron tormentos en esta vida por el nombre de Jesucristo, para que, libre de los lazos del cuerpo, merezca llegar a la gloria del reino celestial.

Por nuestro Señor Jesucristo, que siendo Dios, vive y reina con el Padre y con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.


Oración a Nuestra Señora:
Que la clementísima Virgen Madre de Dios, María, piadosísima Consoladora de los afligidos, encomiende a su Hijo el alma de este su siervo [se dice el nombre del moribundo] para que, por su maternal intercesión, no tema los terrores de la muerte, sino que acompañada por ella penetre alegre en la deseada mansión de la patria celestial. Amén.


Nota: Si dura la agonía, se dicen otras oraciones del ritual, o se lee la pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan, o se reza el rosario entre los presentes, o se dicen al enfermo sin cansarle algunas jaculatorias, y se le da a besar algunas veces el crucifijo.


Al expirar:
Nota: Procuren todos los presentes de rodillas orar con fervor. Si se puede, el moribundo diga tres veces: "¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!". Y si él no puede, lo puede decir con clara voz el sacerdote o algunas de las personas presentes. También, si se prefiere, se puede decir al oído del enfermo algunas (o todas) de las siguientes súplicas:

- En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

- Señor mío Jesucristo, recibe mi alma.

- Santa Madre del Carmelo, ruega por mí María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndeme del enemigo y recógeme en la hora de mi muerte.


Oraciones cuando ya ha expirado:
Bajad, Santos de Dios, salid al paso, Ángeles del Señor,

- para recoger su alma

para presentarla en la presencia del Altísimo.

Cristo te recoja, que te ha llamado y te lleven al seno de Abraham los ángeles,

- para recoger tu alma,

para presentarla en la presencia del Altísimo.

Dale, Señor, el descanso eterno, y brille para él la luz eterna,

- para presentarla en la presencia del Altísimo.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

[ Ahora se reza un Padrenuestro ]

Dale, Señor, el descanso eterno,
- y la luz eterna brille sobre él.

De la puerta del infierno,

- libra, Señor, su alma.

Señor, oye mi oración,

- y llegue a ti mi clamor.

El Señor esté con vosotros,

- y con tu espíritu.


Oración final:
Señor, te encomendamos el alma de tu siervo [se dice el nombre], para que muerto al mundo, viva ya para ti, y los pecados que por fragilidad de la carne humana cometió, límpialos tú con el perdón de tu misericordiosísima piedad. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Descanse en paz.

Amén.

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27.4.21

Creo en la comunión de los Santos



El artículo noveno del Símbolo de los Apóstoles termina de este modo: "Creo en la comunión de los Santos". "Todos los miembros de la Iglesia, así los que están en el cielo como los que se hallan en la tierra y en el Purgatorio, se encuentran unidos entre sí, y con las tres Personas de la Santísima Trinidad, de un modo íntimo, eficaz y permanente". (Gaume, "Catecismo de perseverancia", tom. III, pág. 307).

De aquí se deduce que los bienaventurados que forman parte de esta gran congregación, oran por las ánimas del Purgatorio. La razón de esto es la comunión que hemos dicho existe entre los Santos, tomada de la unidad del cuerpo de la Iglesia. Como ésta forma un cuerpo cuya cabeza es Jesucristo, necesario es que esta comunicación sea no sólo de la cabeza con los miembros, sino también de estos mismos miembros entre sí, pues según el Apóstol: "No ha de haber disensión en el cuerpo, sino que todos los miembros se ocupan entre sí a ayudarse unos a otros" (1 Corintios, XII, 25).

25.3.22

Consejos para enfermos y moribundos y Recomendación del alma



No te pongas en manos de curanderos si caes enfermo, avisa al médico. Si la enfermedad es de notoria índole, avisa también al párroco, o algún sacerdote, para que te dé la bendición de enfermos.

Acude sobre todo a Dios; pídele la salud, y pídele perdón de tus pecados. Dios y el médico te pueden dar la salud. Dios, por lo general, no te la dará sin el concurso de médicos y remedios de tu parte. El médico sólo tampoco puede, si Dios no quiere. Pídele a Dios que le dé acierto y destreza. El obedecer al médico es virtud y prudencia.

19.6.18

El combate espiritual: El modo de recurrir a los santos


- Del modo de meditar y orar valiéndose de los Ángeles y de los Bienaventurados. -

Para merecer la protección de los Ángeles y Santos del cielo, usarás de dos medios.

El primero será levantar tu espíritu al Padre eterno y presentarle las alabanzas que le da toda la corte celestial, y los trabajos, persecuciones y tormentos que han padecido los Santos en la tierra por su amor; y pedirle después, en virtud de las pruebas ilustres de fidelidad, amor y constancia que le dieron estos gloriosos predestinados, que te conceda la gracia que necesitas.

El segundo será invocar a los bienaventurados espíritus, pidiéndoles que te ayuden a corregir tus vicios, y a vencer todos los enemigos de tu salud, particularmente que te asistan en el momento de la muerte.

24.1.20

Adoración al Santísimo Sacramento


-· Introducción ·-

Eterno Padre, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha salvado, aún contra mi propia voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios mío, por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mí. La única recompensa que puedo darte en retribución de todo lo que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria.

Estoy delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y quiero permanecer en tu adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi consagración y entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.

Jesús bendito, estoy frente a Ti y quiero arrancar a Tu Divino Corazón innumerables gracias para mí y para todas las almas, para la Santa Iglesia, tus sacerdotes y religiosos. Permite, oh Jesús, que estos momentos sean verdaderamente momentos de intimidad, momentos de amor en los cuales me sea dado recibir todas las gracias que Tu Corazón divino me tiene reservadas.

Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, nuestra Madre carmelitana, me uno a Ti y te suplico me hagas partícipe de los sentimientos de Tu Corazón Inmaculado.

¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

-· Oración de Fátima ·-

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores.

2.4.21

Las indulgencias



Indulgencia es la remisión de la pena temporal debida por el pecado, después que éste ha sido perdonado en cuanto a la culpa y a la pena eterna por la absolución sacramental. Las indulgencias constituyen un tesoro espiritual, formado de las satisfacciones de nuestro Señor Jesucristo y las de sus Santos, y de este tesoro podemos nosotros tomar a manos llenas, por decirlo así, de las arcas que la Iglesia tiene siempre abiertas para sus hijos.

Los Santos después de haber satisfecho plenamente a la divina justicia, siguieron acrecentando más y más sus méritos y satisfacciones con penitencias voluntarias, enfermedades, persecuciones y otras penalidades, de tal manera que llegaron al fin de su vida con un gran caudal de satisfacciones, de las cuales no teniendo ellos necesidad, fueron a parar al erario común de la Iglesia. Las satisfacciones de Jesucristo son infinitas, y a muchísimos de los Santos les sobraron, como hemos dicho, con gran exceso, sobre todo a la Reina del cielo, que no habiendo jamás manchado su purísima alma, no tuvo nada que satisfacer.

3.10.23

Letanía corta matutina



Letanía para rezar por la mañana:

Dios Padre celestial,
tened piedad de nosotros.

Dios Hijo Redentor,
tened piedad de nosotros.

Dios Espíritu Santo,
tened piedad de nosotros.

Santísima Trinidad, un sólo Dios,
tened piedad de nosotros.


- Santa Virgen Madre, nuestra Señora del Carmelo,
rogad por nosotros.
- Glorioso patriarca San José,
rogad por nosotros.
- Santos Ángeles de nuestra guarda,
rogad por nosotros.
- Santos y santas de nuestros nombres,
rogad por nosotros.
- Santos Apóstoles y Evangelistas,
rogad por nosotros.
- Santos de la Orden Carmelita,
rogad por nosotros.
- Santos de quienes se hace conmemoración este día,
rogad por nosotros.
- Todos los Coros Angélicos y todos los Santos.
rogad por nosotros.

5.8.22

Importantes cuestiones sobre cómo debemos orar y los errores más comunes al rezar


La oración correcta ha de ser, sobre todo, atenta. La atención es una condición imprescindible sin la cual, como escribe San Ignacio, cualquier oración "no es oración. ¡Está muerta! Son inútiles palabras huecas que perjudican al alma y ofenden a Dios". El monje Doroteo, asceta ruso del siglo XIX, decía: "Quien reza con los labios y no se preocupa del alma ni cuida el corazón, reza al aire, y no a Dios, y se esfuerza en vano, puesto que Dios atiende al espíritu y al esfuerzo, no a la palabrería". No se refiere a cuando nos esforzamos pero nos distraemos, sino a cuando no nos obligamos a estar atentos y simplemente recitamos una oración de forma mecánica.

La falta de atención es uno de los fenómenos más peligrosos de la vida cristiana. Uno puede acostumbrarse tanto a ella que puede llegar a olvidar la propia oración. El abad Serafín lo expresó admirablemente al decirle a un monje cuyas cuentas (del rosario) centellaban de lo rápido que las pasaba: "Tú no rezas ninguna oración, simplemente te has acostumbrado a sus palabras, como algunos se acostumbran a los improperios". El peligro de tal hábito no radica solo en que el hombre se quede sin oración, sino en que pueda empezar incluso a enorgullecerse de su devoción oracional.

29.3.19

Ofrecimiento del santo Sacrificio


¡Padre eterno!, os ofrezco el sacrificio que de sí mismo hizo Vuestro amado Hijo Jesús en el árbol de la Cruz, y que hoy renueva sobre nuestros altares; Os lo ofrezco en nombre de todas las criaturas, con las misas que se han celebrado y celebrarán en todo el mundo hoy, para adoraros y tributaros el honor que merecéis, para daros gracias por tantos beneficios como nos dispensáis sin merecerlos, para aplacar Vuestra cólera justamente irritada por nuestros pecados, para daros digna satisfacción de ellos y, en fin, para alcanzar nuevas gracias, para la Iglesia, para el mundo entero, para las almas del Purgatorio, y para mí.

Uno a este tesoro infinito todas las virtudes y gracias de la Bienaventurada Virgen María y de todos los santos; todas las buenas obras de todos los hombres, y el tesoro entero de la santa Iglesia.

Os hago también la misma ofrenda para aumentar la alegría y gloria de la Humanidad santísima de Nuestro Señor Jesucristo, el culto y veneración de los fieles hacia todos los misterios de su vida y muerte, para aumentar, en fin, la gloria y bienaventuranza de la santísima Virgen María, de todos los santos, sobre todo de mis santos patronos y abogados y santos de mi devoción, y de los santos que hoy se conmemoran.

(Esta oración rezada durante la Misa, tiene concedidas tres años de indulgencia).

10.5.18

El camino correcto a la santidad


Cuando veo gente a mi alrededor que es tan santa y perfecta, mucho más que yo a pesar de todas mis misas, mis oraciones, mis rosarios... No puedo menos que constatar que la santidad es más cercana y alcanzable de lo que nos podemos imaginar. Lo que ocurre es que tendemos a pensar que es algo imposible, y ese es un engaño del Enemigo puesto que, pensando que no llegaremos nunca a santos, muchas veces nos dejamos llevar hacia el pecado o la ofensa a Dios por comodidad. Pero no es así: la santidad está mas cerca de nosotros de lo que nos imaginamos, y solo tenemos que extender un poquito la mano y cogerla, porque es una gracia divina. Dios nos la pone al alcance de cada uno. De otra manera, ¿qué Dios sería?

Otro error es que muchos queremos hacernos santos según nuestras ideas, nuestra concepción de santidad, y ese es otro gran fallo, ¡si esperamos ser santos siguiendo nuestros erráticos caminos, nunca lo seremos! Debemos dejarnos guiar por el Señor.

1.2.23

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (139)



CAPÍTULO 35.
Se abordan los bienes espirituales más provechosos que directamente pueden incidir en la voluntad, mostrando sus distintas formas.


1. A cuatro géneros de bienes podemos reducir todos los que directamente pueden dar gozo a la voluntad, conviene a saber: motivos (de moción), provocativos (que provocan), directivos (que dirigen) y perfectivos (que perfeccionan), de los cuales iremos diciendo por su orden, y primero, de los motivos, que son: imágenes y estampas de santos, oratorios y ceremonias.

2. Y cuanto a lo que toca a las imágenes y demás ilustraciones de santos, puede haber mucha vanidad y gozo vano, porque siendo ellas tan importantes para el culto divino y tan necesarias para mover la voluntad a devoción, como la aprobación y uso que tiene de ellas nuestra Madre la Iglesia muestra (por lo cual siempre conviene que nos aprovechemos de ellas para desempolvarnos de nuestra tibieza), hay muchas personas que ponen su gozo más en la pintura y ornato de ellas que no en lo que representan.

3. El uso de las imágenes lo ordenó la Iglesia para dos principales fines, es a saber: para reverenciar a los santos en ellas, y para mover la voluntad y despertar la devoción por ellas hacia esos mismos santos, y cuanto sirven de esto son provechosas y el uso de ellas necesario. Y, por eso, las que más a este propio principio evocan y más mueven la voluntad a devoción son las que se han de escoger, poniendo los ojos en esto más que en el valor y curiosidad de la hechura y su ornato. Porque hay, como digo, algunas personas que miran más en la curiosidad de la imagen y valor de ella que en lo que representa, y entonces la devoción interior (que espiritualmente han de dirigir hacia el santo invisible que la imagen representa, olvidando luego la imagen, que no sirve más que de motivo e inspiración), la emplean en el ornato y curiosidad exterior, de manera que se agrade y deleite el sentido y se quede el amor y gozo de la voluntad tan sólo en lo sensible. Lo cual impide totalmente al verdadero espíritu, que requiere aniquilación del afecto en todas las cosas materiales.

4. Esto se verá bien por el uso abominable que en estos nuestros tiempos usan algunas personas que, no teniendo ellas aborrecido el traje vano del mundo, adornan a las imágenes con el traje que la gente vana que la moda va inventando para el cumplimiento de sus pasatiempos y vanidades, y con el traje que en ellas es reprendido por la falta de modestia y demás, lo usan incluso para vestir las imágenes, cosa que al santo que la imagen representa resultó tan aborrecible (y obviamente todavía le resulta), procurando empujar a esto el demonio y ellos en el canonizar sus vanidades, poniendolas en los santos, no sin agraviarles mucho. Y de esta manera, la honesta e importante devoción del alma, que de sí echa y arroja toda vanidad y rastro de ella, ya se les queda en poco más que en ornato de muñecas, no sirviendose algunos de las imágenes más que de unos ídolos en que tienen puesto su gozo. Y así, vereis algunas personas que no se hartan de añadir imagen a imagen, y que no sea sino de tal y tal suerte y hechura, y que no esten puestas sino de tal o tal manera, de manera que quien se deleite sea el sentido, mientras que la devoción del corazón es muy poca. Y algunos tienen tanto asimiento en esto que se parecen a Micas en sus ídolos o como Labán, que el uno salió de su casa dando voces porque se los llevaban (Jue. 18, 24), y el otro, habiendo ido mucho camino y muy enojado por ellos, removió todas las alhajas de Jacob, buscándolos (Gn. 31, 34).

5. La persona realmente devota pone su devoción principalmente en lo invisible, y pocas imágenes necesita y de pocas usa, y de entre esas pocas solo aquellas que más se conforman con lo divino que con lo humano, conformándolas a ellas y a sí en ellas con el traje del otro siglo y su condición, y no con ropajes modernos, porque no solamente no le mueve el apetito la figura de este siglo, sino que aún ni siquiera se acuerda por esa figura de la forma de vestir actual, ya que delante de los ojos la imagen no posee cosa que a la moda se le parezca. Ni en esas figuras de las que usa tiene asido el corazón porque, si se las quitan, se pena muy poco ya que la viva imagen busca dentro de sí, que es Cristo crucificado, en el cual antes gusta de que todo se lo quiten y que todo le falte.
Hasta los motivos y medios que llegan más a Dios, quitándoselos, queda impasible. Porque mayor perfección del alma es estar con tranquilidad y gozo en la privación de estos motivos que en la posesión con apetito y asimiento de ellos. Que, aunque es bueno gustar de tener aquellas imágenes que ayuden al alma a más devoción (por lo cual se ha de escoger la que más mueve a este fin), no es perfección estar una persona tan asida a ellas que con propiedad las posea hasta el punto de que, si se las quitaren, se entristezca.

6. Tenga por cierto el alma que, cuanto más asida con propiedad estuviere a la imagen o motivo, tanto menos subirá a Dios su devoción y oración, aunque es verdad que, por estar unas más al propio que otras y excitar más la devoción unas que otras, conviene aficionarse más a unas que a otras por esta causa sólo y no con la propiedad y asimiento que hemos mencionado. Debe evitarse por tanto que, lo que debería de llevar el espíritu volando por medio de la imagen a Dios, olvidando luego esa imagen y todo lo demás, se quede solo en el sentido, estando todo engolfado en el gozo de los instrumentos que, habiendo de servir sólo para ayuda de esto, por mi imperfección me sirva sin embargo para estorbo, y a veces incluso no menos que el asimiento y propiedad de otra cualquiera cosa material.

7. Pero para quien en esto de las imágenes tenga todavía alguna objección, por no tener una bien entendida la desnudez y pobreza del espíritu que requiere la perfección, a lo menos no se debería tener en la imperfección que comúnmente se tiene en los rosarios, pues apenas se hallará quien no tenga alguna flaqueza en ellos queriendo que sea de esta hechura más que de aquella, o de este color y metal más que de aquel, o de este ornato o con otros detalles, cuando realmente no importa más el uno que el otro para que Dios oiga mejor lo que se reza por este que por aquel. Lo que realmente importa es más bien aquella oración que va con sencillo y verdadero corazón, no mirando más que a agradar a Dios no dándose nada más por este rosario que por aquel, si no fuese de indulgencias.

8. Es nuestra vana codicia de suerte y condición, que en todas las cosas quiere hacer asiento; es como la carcoma, que roe lo sano, y en las cosas buenas y malas hace su oficio y daño. Porque ¿qué otra cosa es gustar tú de traer el rosario adornado y querer que sea antes de esta manera que de aquella, sino tener puesto tu gozo en el instrumento? ¿Y qué sentido tiene querer escoger antes esta imagen que la otra, no mirando si te despertará más el amor, sino en si es más preciosa y curiosa? Si tú empleases el apetito y gozo sólo en amar a Dios, te daría lo mismo lo uno que lo otro. Y es de lástima ver algunas personas espirituales tan asidas al modo y hechura de estos instrumentos, que se encuentran prisioneras teniendo en este tipo de imágenes y elementos el mismo asimiento y propiedad que en cuales quiera otras alhajas temporales.


28.6.17

Acto de desagravio a Jesús Sacramentado


Divino Salvador de las almas: cubiertos de confusión nuestros rostros, nos prosternamos en vuestra presencia soberana; y dirigiendo nuestra vista al solitario Tabernáculo donde gemís cautivo de nuestro amor, pártense nuestros corazones de pena al ver el olvido en que os tienen los redimidos, al veros abandonado tras haber derramado por nosotros vuestra sangre, al ver tan despreciados vuestros sacrificios y tan escarnecido vuestro amor. Pero ya que con infinita condescendencia permitís que unamos en esta hora nuestros gemidos a los vuestros, nuestras lágrimas a las que brotaron por nuestra causa de vuestros santísimos ojos, a las lágrimas de sangre que vertió vuestro divino Corazón, os rogamos, dulce Jesús, por los que no ruegan, os bendecimos por los que os ignoran u os blasfeman, y os adoramos por los que, despiadados, os ultrajan, y con toda la energía de nuestras almas deseamos bendeciros y alabaros en todos los instantes de nuestra vida y en todos los Sagrarios de la tierra y con los valiosos afectos de vuestro amante corazón.

Suba, Señor, hasta Vos, el doloroso grito de expiación y arrepentimiento que el pesar arranca de nuestros contritos corazones.

V. Por nuestros pecados, por los de nuestros padres, hermanos y amigos, por los del mundo entero.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por las infidelidades y sacrilegios, por los odios y rencores.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por las blasfemias, por la profanación de los días santos.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por las impurezas y los escándalos.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por los hurtos e injusticias, por las debilidades y respetos humanos.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por la desobediencia a la Santa Iglesia, por la violación del ayuno.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por los crímenes de los esposos, por las negligencias de los padres, por las faltas de los hijos.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por los atentados cometidos contra el Romano Pontífice, obispos, y demás fieles y ministros de Cristo.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por las persecuciones levantadas contra los obispos, sacerdotes, religiosos y sagradas vírgenes.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por los insultos hechos a vuestras imágenes, la profanación de los templos, el abuso de los Sacramentos y los ultrajes al augusto Tabernáculo.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por los crímenes de los medios de comunicación impíos y blasfemos, por las horrendas maquinaciones de tenebrosas sectas.
R. Perdón, Señor, perdón.

V. Por los justos que vacilan, por los pecadores que resisten a la gracia y por todos los que sufren.
R. Piedad, Señor, piedad.

V. Perdón, Señor, y piedad por nosotros, los más necesitados de vuestra gracia; que la luz de vuestros divinos ojos no se aparte jamás de nosotros; encadenad a la puerta del Tabernáculo nuestros inconstantes corazones; hacedles allí sentir los incendios del amor divino, y a la vista de las propias ingratitudes y rebeldías, que se deshagan de pena, que lloren lágrimas de sangre, que vivan muriendo de amor.
R. Amén.

24.4.17

¿Existe el Purgatorio?


Sí, menuda pregunta, ¿verdad? ¿Quién la es capaz de responder? "Sí", "no", "sí existe en parte", "no existe pero existe algo parecido"... Nadie actualmente se aclara a este respecto, sea cualquiera la confesión religiosa o cristiana que sea, no hay tema en el que no haya más confrontación, dudas, interrogantes, e incluso abierta incoherencia.

Y más aún últimamente, donde ha cobrado fuerza una corriente de opinión que niega la existencia del purgatorio, e incluso niega el mismo infierno. Esa creencia ha partido de influencias evangélicas, que rechazan el purgatorio, y ha cobrado gran fuerza por el apoyo de algunos papas. De hecho, Benedicto XVI ha llegado a negar el mismo infierno, afirmando que tanto el purgatorio como el infierno son simplemente "estados del alma". Ahora bien, ¿cómo se ha llegado a semejante disparate? Para entenderlo hay que entender qué es en lo que creen (más bien, en lo que no creen) los evangélicos y luteranos, que es de donde parte la raíz de todo esto embrollo.

25.4.17

La Iglesia, congregación de mártires


"El recuerdo de estos heroicos testimonios antiguos y recientes nos confirma en la conciencia que la Iglesia es una Iglesia de mártires. Ellos han tenido la gracia de confesar a Jesús hasta el final, hasta la muerte. Ellos sufren, ellos donan la vida, y nosotros recibimos la bendición de Dios por su testimonio". Lo ha recordado el Santo Padre Francisco durante la Liturgia de la Palabra en memoria de los "Nuevos Mártires" del siglo XX y XXI, que ha presidido en la tarde del sábado 22 de abril en la Basílica de San Bartolomé en la Isla Tiberina, de Roma, confiada a la Comunidad de San Egidio, y que se ha convertido en el lugar memorial de los "Nuevos Mártires", en la que se encuentran custodiadas varias reliquias.

El papa ha recordado que "existen también tantos mártires escondidos, esos hombres y esas mujeres fieles a la fuerza humilde del amor, a la voz del Espíritu Santo, que en la vida de cada día buscan ayudar a los hermanos y de amar a Dios sin reservas". La causa de toda persecución hay que buscarla en el odio: "del príncipe de este mundo hacia cuantos han sido salvados y redimidos por Jesús con su muerte y con su resurrección".

15.12.23

Oración para las festividades de los Santos Apóstoles



A lo largo del año, los Apóstoles tienen diferentes días para su solemnidad (San Pedro y San Pablo es el 29 de junio, el 27 de diciembre es San Juan Evangelista, San Judas Tadeo es el 28 de octubre...). En esos días el Oratorio Carmelitano os invita a hacer el siguiente homenaje:


Oración:
Glorificado sea el Señor Todopoderoso, que se dignó extender la luz del Evangelio por la palabra de los Santos Apóstoles, escogidos no entre los sabios y poderosos del mundo, sino entre los sencillos y humildes.

Dígnese el mismo Dios, cuyo soberano nombre bendecimos, aumentar nuestra fe y hacerla fecunda en buenas obras, mediante la intercesión que invocamos de aquellos bienaventurados ministros de su Verbo encarnado, para salud del mundo, y les sean gratos los homenajes que les tributamos, honrándoles como a testigos de la verdad.

Amén.


Oración al apóstol del día:
Santo Apóstol (o Santos Apóstoles, según convenga) cuya venerable memoria celebra este día la católica Iglesia. Nosotros nos asociamos a todos los honores que os dedican los pueblos cristianos en general, y en particular también venimos reverentes a los pies del divino Maestro, que os escogió por ministros de su Santo Evangelio (nota: si es la fiesta de San Pedro, se dirá: "que os escogió por cabeza de su Santa Iglesia"), para darle gracias por esa elección, que os es tan gloriosa, y por la cual os felicitamos efusivamente.

Sí, bienaventurado San (dígase el nombre del Apóstol del día), recibid nuestros respetos, nuestros honores, nuestros sentimientos afectuosos, y presentando al Salvador los humildes homenajes de nuestro reconocimiento, rogadle nos conceda la fe, la esperanza, la ardiente caridad con que tanto os enriqueció al llenaros de su Espíritu Santo, y enseñadnos desde el Cielo -como enseñásteis en la tierra- la manera de cooperar a la gran obra de nuestra salvación.

¡Cuántas veces vuestras enseñanzas alumbraron nuestro camino! ¡Cuántas vuestro auxilio nos ha consolado! Vuestra alma vive siempre entre nosotros, en los ejemplos de una vida laboriosa consagrada a la caridad (y, si es escritor sagrado, se añade: "y en la enseñanza de vuestros escritos que dictó la verdad").

Permitid, pues, que os agradezcamos cuanto reconocemos deberos, y -aunque sea mezquina la ofrenda- servíos aceptar estos recuerdos casi filiales con que os saludamos en el día de vuestra fiesta, gozándonos en la interminable recompensa que alcanza vuestros trabajos.

Amén.


Cántico final:
Honor al Santo Apóstol (o "Santos Apóstoles", en su caso)
que hoy la cristiana Iglesia
con esperanza invoca
con gratitud recuerda.

Colme el Señor su dicha,
y en la mansión eterna
preséntele él glorioso
las bendiciones nuestras.

Amén.


2.1.21

¿En qué lugar está el Purgatorio?



Primeramente se ha de saber qué significa el nombre infierno. Infierno es voz genérica cuya etimología se deriva de la dicción latina "infernus", que equivale a lugar ínfimo, inferior o debajo; entendiéndose estos tres vocablos, no precisamente con relación a nosotros, sino en sí mismos, "simpliciter", implícitos, y en su rigurosa acepción propia y natural.

Es, pues, el infierno, genéricamente considerado, un receptáculo que está en el interior de la tierra; y en este sentido llamamos indistintamente infierno a aquellas cavidades que creemos se hallan debajo de la tierra habitadas por las almas que salen de este mundo.

26.9.17

Así es la muerte del hombre justo


Pretiosa in conspectu Domini mors sanctorum eius.
Es preciosa en la presencia de Dios la muerte de sus Santos. (Ps., 115, 15).


La muerte, mirada a la luz de este mundo, nos espanta e inspira temor; pero con la luz de la fe es deseable y consoladora. Horrible parece a los pecadores, mas a los justos se muestra preciosa y amable. "Preciosa -dice San Bernardo- como fin de los trabajos, corona de la victoria, puerta de la vida" (Pretiosa tamquam finis laborum, victoriae consummatio, vitae ianua. (Trans. Malach.)).

Y en verdad, la muerte es término de penas y trabajos. El hombre nacido de mujer, vive corto tiempo y está colmado de muchas miserias (Jb., 14, 1).

12.1.21

Sobre la pena de daño



Dos suertes de penas se padecen en el Purgatorio: la de daño y la de sentido. Consiste la pena de daño en la privación de ver a Dios, y la de sentido en los demás tormentos con que en aquel lugar se purifican las almas. Estas dos penas andan siempre juntas, y no puede haber Purgatorio sin que una y otra se experimenten a la par, y en acabándose la una, concluye también la otra; y así luego que cesa la pena de sentido, cesa la de daño, y en el mismo instante que esto sucede, es llevada el alma a gozar de Dios.

La pena de daño produce en las almas muy grande aflicción y tristeza, porque les dilata aquello por lo que ellas suspiran con insaciable deseo, que es la visión beatífica y fruición de la divina esencia, pues como dice el Sabio: "La esperanza que se dilata, aflige al alma".