Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

Mostrando entradas con la etiqueta eucaristia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta eucaristia. Mostrar todas las entradas

6.2.20

El padre Hermann Cohen, carmelita, fundador de la Adoración Nocturna, escribe sobre el Santísimo Sacramento (yII)


¡Oh, Jesús! ¡Oh, Eucaristía, que en el desierto de esta vida me apareciste un día, que me revelaste la luz, la belleza y grandeza que posees! Cambiaste enteramente mi ser, supiste vencer en un instante a todos mis enemigos. Luego, atrayéndome con irresistible encanto, has despertado en mi alma un hambre devoradora por el Pan de vida y en mi corazón has encendido una sed abrasadora por tu Sangre divina.

Y ahora que te poseo y que me has herido en el corazón, ¡ah!, deja que les diga lo que para mi alma eres.

El padre Hermann Cohen, carmelita, fundador de la Adoración Nocturna, escribe sobre el Santísimo Sacramento


Jesús, adorado por mí, que me has conducido a la soledad para hablarme al corazón; por mí, cuyos días y noches se deslizan felizmente en medio de las celestiales conversaciones de tu Presencia adorable, entre los recuerdos de la comunión de hoy y las esperanzas de la comunión de mañana... Yo beso con entusiasmo las paredes de mi celda querida, en la que nada me distrae de mi único pensamiento, en la que no respiro sino para amar tu divino Sacramento.

¡Que vengan, que vengan los que me han conocido en otro tiempo, y que menosprecian a un Dios muerto de amor por ellos! Que vengan, Jesús mío, y sabrán si tú puedes cambiar los corazones. Sí, mundanos, yo os lo digo, de rodillas ante este amor despreciado: si ya no me veis esforzarme sobre vuestras mullidas alfombras para mendigar aplausos y solicitar vanos honores, es porque he hallado la gloria en el humilde tabernáculo de Jesús-Hostia, de Jesús-Dios.

La conversión de Hermann Cohen, fundador de la Adoración Eucarística Nocturna


Nacido en una poderosa familia judía de Hamburgo, Hermann Cohen (1820-1871) es educado en la religiosidad de un judaísmo ilustrado, y en el desprecio de todo lo cristiano: sacerdotes, cruz, sacramentos, etc.

A los cuatro años inicia Hermann su formación musical, y a los once da ya conciertos al piano. Un año después, como discípulo predilecto de Franz Liszt (1811-1886), inicia en París y desarrolla después por toda Europa una carrera muy brillante como pianista, profesor de piano y compositor.

24.1.20

Adoración al Santísimo Sacramento


-· Introducción ·-

Eterno Padre, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha salvado, aún contra mi propia voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios mío, por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mí. La única recompensa que puedo darte en retribución de todo lo que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria.

Estoy delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y quiero permanecer en tu adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi consagración y entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.

Jesús bendito, estoy frente a Ti y quiero arrancar a Tu Divino Corazón innumerables gracias para mí y para todas las almas, para la Santa Iglesia, tus sacerdotes y religiosos. Permite, oh Jesús, que estos momentos sean verdaderamente momentos de intimidad, momentos de amor en los cuales me sea dado recibir todas las gracias que Tu Corazón divino me tiene reservadas.

Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, nuestra Madre carmelitana, me uno a Ti y te suplico me hagas partícipe de los sentimientos de Tu Corazón Inmaculado.

¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

-· Oración de Fátima ·-

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores.

Oración de Santo Tomás de Aquino para visitar el Santísimo Sacramento


¡Oh, Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido!, concededme:

desear ardientemente,
buscar prudentemente,
conocer verdaderamente

y cumplir perfectamente en alabanza, y gloria de vuestro nombre todo lo que os agrada.

Ordenad, ¡oh Dios mío!, el estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí queréis y que lo cumpla como es menester y conviene a mi alma.

Dadme, ¡oh Señor Dios mío!, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me abata.

De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de Vos.

A nadie desee agradar o tema desagradar sino a Vos.

Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas todas las eternas.

Disgústeme, Señor, todo gozo sin Vos, y que no ambicione cosa ninguna fuera de Vos.

Séame deleitoso, Señor, cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos.

Dadme, oh Dios mío, levantar a Vos mi corazón frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a vuestro servicio, hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoción.

Hacedme, oh Jesús, amor mío y mi vida,
obediente sin contradicción,
pobre sin rebajamiento,
casto sin corrupción,
paciente sin disipación,
maduro sin pesadumbre,
diligente sin inconstancia,
temeroso de Vos sin desesperación,
veraz sin doblez.

Haced, Señor Jesucristo,
que practique el bien sin presunción,
que corrija al prójimo sin soberbia,
que le edifique con palabras y obras sin fingimientos.

Dadme, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de Vos;
dadme un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe de Vos;
dadme un corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante;
dadme un corazón libre que ninguna pasión violenta le domine.

Otorgadme, oh Señor Dios mío,
entendimiento que os conozca,
diligencia que os busque,
sabiduría que os halle,
comportamiento que os agrade,
perseverancia que confiadamente os espere,
y esperanza que, finalmente, os abrace.

Dadme que me aflija con vuestras penas aquí por la penitencia, y en el camino de mi vida use de vuestros beneficios por gracia, y en la patria goce de vuestras alegrías por gloria.

Señor que vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos.

Amén.

Preces al Santísimo Sacramento


Señor, ten misericordia de nosotros.
!Oh Cristo! ten misericordia de nosotros.

Señor, ten misericordia de nosotros.
!Oh Cristo!, óyenos.

Señor, ten misericordia de nosotros.
!Oh Cristo!, escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Santísima Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Pan vivo que bajaste del Cielo, ten misericordia de nosotros.

Dios escondido y Salvador, ten misericordia de nosotros.

Comida de los escogidos, ten misericordia de nosotros.

Vino que engendras vírgenes, ten misericordia de nosotros.

Pan substancioso y de los reyes regalo, ten misericordia de nosotros.

Sacrificio continuo, ten misericordia de nosotros.

Ofrenda pura, ten misericordia de nosotros.

Cordero sin mancha, ten misericordia de nosotros.

Mesa purísima, ten misericordia de nosotros.

Comida de los ángeles, ten misericordia de nosotros.

Maná escondido, ten misericordia de nosotros.

Memorial de las maravillas de Dios, ten misericordia de nosotros.

Pan sobresubstancial, ten misericordia de nosotros.

Verbo hecho carne, ten misericordia de nosotros.

Dios con nosotros, ten misericordia de nosotros.

Hostia Santa, ten misericordia de nosotros.

Cáliz de Bendición, ten misericordia de nosotros.

Misterio de fe, ten misericordia de nosotros.

Preexcelxo y venerable Sacramento, ten misericordia de nosotros.

Sacrificio, el más santo de todos, ten misericordia de nosotros.

Verdadero propiciatorio por los vivos y difuntos, ten misericordia de nosotros.

Remedio celestial, con el que nos preservamos de todos los pecados, ten misericordia de nosotros.

Milagro asombroso sobre todos los milagros, ten misericordia de nosotros.

Memoria sacratísima de la Pasión del Señor, ten misericordia de nosotros.

Don que excedes a toda riqueza, ten misericordia de nosotros.

Memorial principal del amor divino, ten misericordia de nosotros.

Abundancia de liberalidad divina, ten misericordia de nosotros.

Sacrosanto y augustísimo misterio, ten misericordia de nosotros.

Medicamento de inmortalidad, ten misericordia de nosotros.

Sacramento vivífico digno de todo respeto, ten misericordia de nosotros.

Pan hecho carne por el Todopoderoso, ten misericordia de nosotros.

Sacrificio incruento, ten misericordia de nosotros.

Comida y fuente de vida, ten misericordia de nosotros.

Convite dulcísimo en el que sirven los ángeles, ten misericordia de nosotros.

Sacramento de piedad, ten misericordia de nosotros.

Vínculo de caridad. ten misericordia de nosotros.

Oferente y ofrecido, ten misericordia de nosotros.

Espiritual dulzura gustada en la misma fuente, ten misericordia de nosotros.

Sustento de las almas santas, ten misericordia de nosotros.

Viático de los que mueren en el Señor, ten misericordia de nosotros.

Prenda de la gloria que esperamos, ten misericordia de nosotros.


Sé para nosotros propicio, perdónanos, Señor.

Sé para nosotros propicio, escúchanos, Señor.


De la comunión sacrílega, líbranos, Señor.

De la concupiscencia de la carne, líbranos, Señor.

Del deseo desordenado de los ojos, líbranos Señor.

De las soberbia de la vida, líbranos, Señor.

De toda ocasión de pecar, líbranos , Señor.

Por aquel deseo con que deseaste comer esta pascua con tus discípulos, líbranos, Señor.

Por la encendida caridad con que instituiste este divino Sacramento, líbranos, Señor.

Por tu sangre preciosa, que nos dejaste en el altar, líbranos, Señor.

Por las cinco llagas de tu cuerpo sacratísimo, que por nosotros recibiste, líbranos, Señor.


Nosotros pecadores, te rogamos óyenos.

Que te dignes aumentar y conservar en nosotros la fe, reverencia y devoción de este admirable Sacramento, te rogamos óyenos.

Que te dignes guiarnos por la verdadera confesión de los pecados, a la frecuente comunión, te rogamos, óyenos.

Que te dignes librarnos de toda herejía, infidelidad y ceguedad de corazón, te rogamos óyenos.

Que te dignes hacernos participantes de los frutos preciosos y celestiales de este Santísimo Sacramento, te rogamos óyenos.

Que te dignes confortarnos y fortalecernos en la hora de nuestra muerte con este Viático celestial, te rogamos óyenos.


!Oh Hijo de Dios! te rogamos óyenos.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.

!Oh Cristo, óyenos!

!Oh Cristo, escúchanos!

!Señor, ten misericordia de nosotros!

!Señor, ten misericordia de nosotros!

(Padre nuestro, Avemaría, Gloria).

v/ El pan del cielo les has dado.
r/ Que contiene en sí todo el deleite.

v/ Bendito eres, Señor, en los Cielos.
r/ Digno de todas las alabanzas, y de ser exaltado y glorificado en todos los siglos.

v/ Señor, oye gustoso mi súplica.
r/ Y llegue a tu oído mi clamor.

v/ El Señor esté con vosotros.
r/ Y con tu espíritu.

Oración:
Oh Dios, que nos dejaste la memoria de tu Pasión en este admirable Sacramento, concédenos que de tal suerte veneremos los sagrados misterios de tu cuerpo y sangre, que experimentemos continuamente en nosotros el fruto de nuestra redención. Tú que vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Alabanzas de desagravio


Bendito sea Dios.

Bendito sea su Santo Nombre.

Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.

Bendito sea el Nombre de Jesús.

Bendito sea su Sacratísimo Corazón.

Bendita sea su Preciosísima Sangre.

Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.

Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.

Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.

Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.

Bendita sea su Gloriosa Asunción.

Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.

Bendito sea San José, su castísimo Esposo.

Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Amén.

Alabad al Señor todas las naciones, alabadle todos los pueblos. Porque su misericordia ha sido confirmada sobre nosotros y la verdad del Señor permanece para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Latín:

Laudáte Dóminum omnes gentes, laudáte eum, omnes pópuli, quóniam confirmáta est super nos misericórdia eius, et véritas Dómini manet in aetérnum.

Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto; sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in saecula saeculórum. Amen.

Pange, língua


1. Canta, lengua, el misterio del cuerpo glorioso y de la sangre preciosa que el Rey de las naciones, fruto de un vientre generoso, derramó como rescate del mundo.

2. Nos fue dado, nos nació de una Virgen sin mancilla; y después de pasar su vida en el mundo, una vez esparcida la semilla de su palabra, terminó el tiempo de su destierro dando una admirable disposición.

3. En la noche de la última cena, recostado a la mesa con los hermanos, después de observar plenamente la ley sobre la comida legal, se da con sus propias manos como alimento para los Doce.

4. El Verbo hecho carne convierte con su palabra el pan verdadero en su carne, y el vino puro se convierte en la sangre de Cristo. Y aunque fallan los sentidos, basta la sola fe para confirmar al corazón recto en esa verdad.

5. Veneremos, pues, inclinados tan gran Sacramento; y la antigua figura ceda el puesto al nuevo rito; la fe supla la incapacidad de los sentidos.

6. Al Padre y al Hijo sean dadas alabanza y júbilo, salud, honor, poder y bendición; una gloria igual sea dada al que de uno y de otro procede. Amén.

Les diste el pan del cielo.
- Que contiene en sí todo deleite.

Oremos:

Oh Dios, que en este admirable Sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.



Pange, língua (latín):

1. Pange, língua, gloriósi Córporis mystérium, Sanguinísque pretiósi, quem in mundi prétium, fructus ventris generósi Rex effúdit géntium.

2. Nobis datus, nobis natus ex intácta Vírgine, et in mundo conversátus, sparso verbi sémine, sui moras incolátus miro cláusit órdine.

3. In suprémæ nocte cœnæ, recúmbens cum frátribus, observáta lege plene, cibis in legálibus, cibum turbæ duodénæ se dat suis mánibus.

4. Verbum caro, panem verum, Verbo carnem éfficit, fitque sanguis Christi merum, et, si sensus déficit, ad firmándum cor sincérum, sola fides súfficit.

5. Tantum ergo Sacraméntum venerémur cérnui; et antíquum documéntum novo cedat rítui; præstet fides suppleméntum sénsuum deféctui.

6. Genitóri, Genitóque laus et iubilátio, salus, honor, virtus quoque sit et benedíctio; procedénti ab utróque compar sit laudátio. Amen.

Panem de cælo præstitísti eis.
- Omne delectaméntum in se habéntem.

Orémus:

Deus, qui nobis sub sacramento mirábili, passionis tuæ memóriam reliquísti: tríbue, quæsumus, ita nos córporis et sánguinis tui sacra mystéria venerári, ut redemptiónis tuæ fructum in nobis iúgiter sentiámus. Qui vivis et regnas in sæcula sæculórum.

Amén

Adóro te devóte


1. Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.

2. Al juzgar de ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta con el oído para creer con firmeza. Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta palabra de verdad.

3. En la Cruz se escondía sólo la divinidad, pero aquí también se esconde la humanidad. Creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió el ladrón arrepentido.

4. No veo las llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios. Haz que yo crea más y más en ti, que en ti espere, que te ame.

5. ¡Oh memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que da la vida al hombre. Concédele a mi alma que de ti viva, y que siempre saboree tu dulzura.

6. Señor Jesús, bondadoso pelícano, límpiame, a mí, inmundo, con tu sangre: de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.

7. Jesús, a quien ahora veo escondido, te ruego que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro ya no oculto, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.



Adóro te devóte (latín)

1. Adóro te devóte, latens Déitas, quæ sub his figúris vere látitas. Tibi se cor meum totum súbiicit, quia, te contémplans, totum déficit.

2. Visus, tactus, gustus in te fállitur, sed audítu solo tuto créditur. Credo quidquid dixit Dei Fílius: nil hoc verbo veritátis vérius.

3. In Cruce latébat sola Déitas; at hic latet simul et humánitas. Ambo tamen credens atque cónfitens, peto quod petívit latro pœnitens.

4. Plagas, sicut Thomas, non intúeor; Deum tamen meum te confíteor. Fac me tibi semper magis crédere, in te spem habére, te dilígere.

5. O memoriále mortis Dómini! Panis vivus vitam præstans hómini, præsta meæ menti de te vívere, et te illi semper dulce sápere.

6. Pie pellicáne, Iesu Dómine, me immúndum munda tuo sánguine: cuius una stilla salvum fácere totum mundum quit ab omni scélere.

7. Iesu, quem velátum nunc aspício, oro, fiat illud quod tam sítio; ut te reveláta cernens fácie, visu sim beátus tuæ glóriæ. Amen.

Oraciones eucarísticas para visitar a Jesús Sacramentado




ACTOS DE ADORACIÓN

Vengo, Jesús mío, a visitarte.
Te adoro en el sacramento de tu amor.
Te adoro en todos los Sagrarios del mundo.
Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado y eres más ofendido.
Te ofrezco todos los actos de adoración que has recibido desde la institución de este Sacramento y recibirás hasta el fin de los siglos.
Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu Santa Madre, de San Juan tu discípulo amado, y de las almas más enamoradas de la Eucaristía.

Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre todos los Sagrarios del mundo. Dile a Jesús cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí.




ORATORIO CARMELITANO





ACTO DE FE

Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo que has venido a salvarnos.
Creo que estás presente en el augusto Sacramento del Altar.
Creo que estás, por mi amor, en el Sagrario noche y día.
Creo que has de permanecer con nosotros hasta que se acabe el mundo.
Creo que bendices a los que te visitan, y que atiendes los ruegos de tus adoradores.
Creo que eres el viático de los moribundos que te aman para llevarlos al cielo.
Creo en Ti, y creo por los que no creen.




ORATORIO CARMELITANO





ACTO DE ESPERANZA

Espero en Ti, Jesús mío, porque eres mi Dios y me has creado para el cielo.
Espero en Ti, porque eres mi Padre. Todo lo he recibido de tu bondad. Sólo lo malo es mío.
Espero en Ti, porque eres mi Redentor.
Espero en Ti, porque eres mi Hermano y me has comunicado tu filiación divina.
Espero en Ti, porque eres mi Abogado que me defiendes ante el Padre.
Espero en Ti, porque eres mi Intercesor constante en la Eucaristía.
Espero en Ti, porque has conquistado el cielo con tu Pasión y muerte.
Espero en Ti, porque reparas mis deudas.
Espero en Ti, porque eres el verdadero Tesoro de las almas.
Espero en Ti, porque eres tan bueno que me mandas que confíe en Ti para no sufrir la pena de condenación eterna.
Espero en Ti, porque siempre me atiendes, y me consuelas, y nunca has defraudado mi esperanza.

¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío!




ORATORIO CARMELITANO





ACTO DE CARIDAD

Te amo, Jesús mío, y te ruego me ayudes a amarte con todo lo que soy y tengo, con todas mis fuerzas, y como a nadie.

Porque Tú me has amado infinitamente.
Porque Tú me has amado desde la eternidad.
Porque Tú has muerto para salvarme
Porque Tú no has podido amar más.
Porque Tú me has hecho participante de tu divinidad y quieres que lo sea de tu gloria.
Porque Tú te entregas del todo a mí en la Comunión.
Porque Tú me das en manjar tu Cuerpo y en bebida tu Sangre.
Porque Tú estás siempre por mi amor en la Santa Eucaristía.
Porque Tú me recibes siempre en audiencia sin hacerme esperar.
Porque Tú eres mi mayor Amigo.
Porque Tú me llenas de tus dones.
Porque Tú me tratas siempre muy bien, a pesar de mis pecados e ingratitudes.
Porque Tú me has enseñado que Dios es Padre que me ama mucho.
Porque Tú me has dado por Madre a tu misma Madre.

¡Dulce Corazón de Jesús, haz que te ame cada día más y más!
Dulce Corazón de Jesús, sé mi amor.

Te amo por los que no te aman.
Te amo por los que nunca piensan en Ti.
Te amo por los que no te visitan.
Te amo por los que te ofenden e injurian. ¡Que pena por esto!

Te amo y te digo con aquel tu siervo:
¡Oh Jesús, yo me entrego a Ti para unirme al amor eterno, inmenso e infinito, que tienes hacia tu Padre celestial! ¡Oh Padre adorable! Te ofrezco el amor eterno, inmenso e infinito de tu amado Hijo Jesús, como mío que es. Te amo cuanto tu Hijo te ama. (S. Juan Eudes).




ORATORIO CARMELITANO





ACTO DE CONTRICIÓN

¡Jesús mío, misericordia!

Jesús mío; te pido perdón por los muchos pecados que he cometido durante mi vida.
Por los de mi niñez y adolescencia.
Por los de mi juventud.
Por los de mi edad adulta.
Por los que conozco y no conozco.
Por lo mucho que te he disgustado con ellos.
Por lo mal que me he portado contigo.
Siento mucho haberte ofendido.

¡Perdóname, perdóname, perdóname!

Perdóname según tu gran misericordia.
Perdóname por lo ingrato que he sido para Ti.
Perdóname y no quieras ya acordarte de mis pecados.
Perdóname y limpia mi alma de toda basura e infidelidad.
Perdóname y ten misericordia de este pobre pecador.
Perdóname, porque estoy muy arrepentido.
Perdóname, que quiero ser bueno en adelante con tu divina gracia.
Perdóname y aparta tu rostro de mis ingratitudes.
Perdóname, que me causan mucho miedo mis pecados.
Perdóname, porque me reconozco pecador y reo.
Perdóname, porque no obstante Tú sabes que te quiero mucho.

Jesús, sé todo para mí Jesús.

Madre mía, intercede por mí ante tu divino Hijo Jesús.

¡Dulce Corazón de María, sé mi salvación!




ORATORIO CARMELITANO





ACTOS DE GRATITUD

Oh Jesús, te doy rendidas gracias por los beneficios que me has dado.
Yo no sabré nunca contarlos sino en el cielo, y allí te los agradeceré eternamente.
Padre Celestial, te los agradezco por tu Santísimo Hijo Jesús.

Espíritu Santo que me inspiráis estos sentimientos, a Ti sea dado todo honor y toda gloria.

Jesús mío, te doy gracias sobre todo por haberme redimido.
Por haberme hecho cristiano mediante el Bautismo, cuyas promesas renuevo.
Por haberme dado por Madre a tu misma Madre.
Por haberme dado un gran amor a tan tierna Madre.
Por haberme dado por Protector a San José, tu Padre adoptivo.
Por haberme dado al Ángel de mi Guarda.
Por haberme conservado hasta ahora la vida para hacer penitencia.
Por tener estos deseos de amarte y de vivir y morir en tu gracia.




ORATORIO CARMELITANO





ACTO DE SÚPLICA

Te ruego, Jesús mío, que no me dejes, porque me perderé.
Que persevere siempre en tu amor.
Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté en peligro de pecar, y en la hora de mi muerte.
Que no permitas que jamás me aparte de Ti.
Que sepa padecer con resignación por Ti.
Que no me preocupe sino de amarte.
Que ame también a mis prójimos.
Que ame mucho a los pecadores.
Que ame mucho a los pobres y a los enfermos.
Que ame mucho a las almas del Purgatorio. Que saque muchas almas del Purgatorio con mis obras, que te las ofrezco a este fin.
Que ampares a tu Iglesia.
Al romano Pontífice, tu Vicario visible en la tierra.
A los Prelados y a los Sacerdotes.
A los Religiosos y Religiosas.
A los que mandan en tu nombre.
A los que gobiernan nuestra nación.
A nuestra patria.
A mis amados parientes y allegados.
Que pagues a mis bienhechores
Que favorezcas a los que ruegan por mí.
Que bendigas a los que me miren con indiferencia y no me quieran.
Que trabaje mucho por Ti hasta la muerte.
Que me concedas una muerte santa.
Que diga al morir: ¡Jesús, Jesús, Jesús!
Que me lleves al cielo cuando muera.
Amén.




ORATORIO CARMELITANO





ORACIÓN FINAL

Jesús mío, dame tu bendición antes de salir, y que el recuerdo de esta visita, que acabo de hacerte, persevere en mi memoria y me anime a amarte más y más. Haz que cuando vuelva a visitarte, vuelva más santo. Aquí te dejo mi corazón para que te adore constantemente y lo hagas más agradable a tus divinos ojos.

Jesús mío y Dios míos, yo sé que Tú nunca te separas de mí, no permitas que nunca yo me separe de Ti. Que siempre te tenga presente en todos mis actos y pensamientos y a lo largo de toda mi vida en esta tierra, para adorarte un día en el cielo por toda la eternidad. Amén.

22.12.19

Piedad Hosticéntrica


Yo simplificaría la vida entera de un cristiano, con todos sus deberes, derechos, virtudes, recursos, alegrías, aciertos y triunfos, en esto sólo: en que su Misa y Comunión de cada día sean el principio y el término de todas sus actividades, y más claro, que cuanto haga, diga o sienta cada día, sea preparación o acción de gracias de su Misa y Comunión.

¿Exageración? Mientras más lo parezca, más razón hay para insistir en la necesidad de instruir al pueblo cristiano en la verdad, simplicidad y belleza de esta doctrina.

Sí, hay que decir de todos los modos a los cristianos y a los piadosos, cualquiera que sea su ocupación, su rango o su ministerio, que el mejor cristiano será el que esté más unido a Cristo-Misa, por dar así a Dios la mayor gloria y a Cristo-Comunión por recibir así de Él la mayor gracia que es Él mismo, Fuente de toda gracia.

Obispo Manuel González †

17.2.19

Ofrecimiento de la Hora de adoración


Divino Jesús, dulcísimo Salvador mío, yo os ofrezco esta Hora de adoración, durante la cual, en unión con -nombrar los patronos de la hora o santos de devoción- deseo muy particularmente amaros, glorificaros y, sobre todo, consolar a vuestro adorado Corazón con mi amor. ¡Acercad a esta intención mis pensamientos, mis palabras, mis obras y también mis penas! Recibid, sobre todo, mi corazón, que os entrego sin reserva, suplicándoos le consumas con el fuego de vuestro purísimo amor.

Corazón de María, mi amor, proteged a todos los adoradores.

15.2.19

Oración para la Hora de Guardia u Hora de Adoración


¡Oh misericordiosísimo Jesús, abrasado en ardiente amor de las almas!, yo os suplico, por la agonía de vuestro Sacratísimo Corazón y por los dolores de vuestra Inmaculada Madre, que purifiquéis con vuestra preciosísima Sangre a todos los pecadores de la tierra, y en particular, aquel por cuya salvación yo hago esta Hora. Sumergidnos a todos, oh Jesús, en el océano de vuestra misericordia.

Padre Santo, recibid en sacrificio de propiciación por las necesidades de la iglesia, en reparación de los pecados de los hombres, y por la conversión de - puede decirse un nombre -, la preciosísima Sangre y Agua salidas de la Herida del divino Corazón de Jesús, y tener misericordia de nosotros.

13.2.19

Intercesión perpetua por los vivos y los muertos


"Orad los unos por los otros para que seáis salvos, porque la oración continua del justo es poderosa cerca de Dios" (Santiago, V, 16).

Es una práctica grata a todos los amantes del Corazón de Jesús, el reunirse en espíritu en ciertos días y a ciertas horas junto a este Corazón Sagrado, para rendirle los homenajes de adoración, de amor, de reparación. Y suele ser tan grande el sabor de devoción que se siente en estas piadosas reuniones, que se quisiera poder multiplicarlas y prolongarlas para imitar de alguna manera en la tierra, el cántico de los Ángeles, que no cesa jamás en el cielo.

Hay almas que nos gritan desde la cárcel del Purgatorio: "Miseremini, miseremini!", ¡Piedad, piedad, venid en nuestra ayuda, vosotros, nuestros amigos y hermanos nuestros! No nos hagamos, pues, sordos a su llamamiento: su aflicción, los lazos que las unen con nosotros, su calidad de esposas amadísimas de Jesús, todo las hace dignas de nuestra compasión.

11.2.19

La adoración reparadora


El Verbo encarnado, Jesucristo Nuestro Señor, es el solo adorador verdadero.

Sólo Él ha comprendido todos los derechos de Dios, todos los deberes de la criatura; sólo Él ha reconocido dignamente los primeros, y llenado los segundos por la adoración en espíritu y en verdad, tal como el Padre la quiere (Juan, IV, 23); tal como la adorabilísima Santísima Trinidad la merece.

20.9.18

La gran gracia de una misa


A veces parece que la Eucaristía sea una obligación, no pocos acuden a misa por desgana, "por cumplir", "para quitarla de en medio". En el pueblo era común oír recomendar a la gente ir a misa temprano, a la de la primera hora, y así "se tenía el resto del día libre". ¡Ir a misa por ir! ¡Qué desconocimiento! ¡Qué gran ignorancia!

No vamos a extendernos aquí sobre el valor de una Santa Misa tanto como lo ha hecho el santo Cura de Ars en su hermoso sermón sobre la eucaristía (el cual recomendamos a nuestros lectores y visitantes, encarecidamente, repasar), pero sí que vamos a dar unos pequeños bosquejos sobre lo que una misa significa, al menos en parte, porque daría para un voluminoso libro analizar lo que es la misa un poco en profundidad.

4.1.18

Oración eucarística


Divino Jesús: te agradezco el don de la Eucaristía, por el cual te das a todos los hombres y vienes a mi alma.

Quiero que compartas conmigo este día. Te consagro mis pensamientos, palabras y obras. Te amo, Señor, por aquellos que no te aman; te reconozco y adoro como a Dios y Señor de cielos y tierra, por aquellos que no te reconocen ni te adoran.

Dios mío, me ofrezco a Ti en reparación de mis pecados y de todos los pecados de los hombres.

Envía, Señor, tu Espíritu sobre los corazones endurecidos, para que cambie la faz de la tierra y todos los hombres se salven, como es tu divina voluntad. Amén.

(Con licencias eclesiásticas).

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

1.7.17

Qué es la misa dominical


No estaría de más repasar algunas claves de lo que nos debería suponer la misa dominical, y lo importante que es para la vida de todo cristiano. Son solo algunos retazos, pero confiamos en que os puedan servir de una práctica ayuda si os tenéis que enfrentar a esa tibieza que, por desgracia, es tan común en los católicos de hoy día.

Porque la misa dominial es...

- Es un lugar de reunión donde venimos a sacudirnos el polvo y las telarañas que acumulamos durante la semana y que amenazan con debilitar nuestra fe.
- Es un lugar donde vamos a escuchar la palabra de Dios, a renovar nuestro compromiso de cristianos y a dar muestra pública de nuestra fe. Para muchos es la única formación religiosa y el único contacto que tendrán con Cristo durante toda la semana.
- Es un acontecimiento donde se nos recuerda la temporalidad de nuestra existencia y la necesidad de decidirnos por la vida eterna, abandonando los vicios y el pecado.
- Es un lugar donde Cristo se hace presencia palpable, y nos muestra que no seguimos a un sueño, una ilusión ni una ideología, sino a una persona real y a un Dios hecho carne por nosotros y para nuestra salvación. Nunca agradeceremos lo suficiente el milagro de la eucaristía.

7.5.17

Recuerda que no puedes recibir la Eucaristía si...


Como ya dijimos en otras ocasiones, si la mayoría de los que reciben la Sagrada Comunión lo hicieran como ordena la Santa Iglesia, nuestras parroquias serían un verdadero centro de cristiandad y devoción. Por desgracia, nada hay más lejos de la realidad: muchos toman el cuerpo del Señor por cumplir, por costumbre o incluso porque les parece un acto social. De otra manera, no se explica cómo las filas de fieles que acuden a recibir la Eucaristía sean tan largas, y sin embargo los confesionarios estén vacíos.

En estas semanas donde tantas comuniones y bodas van a celebrarse, conviene que reflexionemos -y hagamos reflexionar- sobre ésto, y sobre la conveniencia de acudir a comulgar o no según la conciencia de cada uno.