Semana en el Oratorio

Mes de febrero, mes del Amor

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8.12.23

Oración del Papa a María Inmaculada


A ti, Virgen Inmaculada, predestinada por Dios por encima de toda otra criatura como abogada de gracia y modelo de santidad para su pueblo, renuevo hoy de especial manera la confiada entrega de toda la Iglesia.

Sé tú quien guíe a sus hijos en la peregrinación de la fe, haciéndolos cada vez más obedientes y fieles a la Palabra de Dios.

Sé tú quien acompañe a cada cristiano en el camino de la conversión y de la santidad, en la lucha contra el pecado y en la búsqueda de la belleza auténtica, que es siempre impronta y reflejo de la Belleza divina.

Se tú también quien alcance paz y salvación para todas las gentes. Que el eterno Padre, que te quiso Madre Inmaculada del Redentor, renueve también en nuestro tiempo, por mediación tuya, los prodigios de su amor misericordioso. Amén.

5.8.22

Importantes cuestiones sobre cómo debemos orar y los errores más comunes al rezar


La oración correcta ha de ser, sobre todo, atenta. La atención es una condición imprescindible sin la cual, como escribe San Ignacio, cualquier oración "no es oración. ¡Está muerta! Son inútiles palabras huecas que perjudican al alma y ofenden a Dios". El monje Doroteo, asceta ruso del siglo XIX, decía: "Quien reza con los labios y no se preocupa del alma ni cuida el corazón, reza al aire, y no a Dios, y se esfuerza en vano, puesto que Dios atiende al espíritu y al esfuerzo, no a la palabrería". No se refiere a cuando nos esforzamos pero nos distraemos, sino a cuando no nos obligamos a estar atentos y simplemente recitamos una oración de forma mecánica.

La falta de atención es uno de los fenómenos más peligrosos de la vida cristiana. Uno puede acostumbrarse tanto a ella que puede llegar a olvidar la propia oración. El abad Serafín lo expresó admirablemente al decirle a un monje cuyas cuentas (del rosario) centellaban de lo rápido que las pasaba: "Tú no rezas ninguna oración, simplemente te has acostumbrado a sus palabras, como algunos se acostumbran a los improperios". El peligro de tal hábito no radica solo en que el hombre se quede sin oración, sino en que pueda empezar incluso a enorgullecerse de su devoción oracional.

11.4.20

Celebrar el Lucernario Pascual en casa


Lucernario Pascual-Bautismal


En un lugar adecuado de la casa congregados se pone un cirio que se mantiene apagado hasta que la celebración indique su encendido.

INTRODUCCIÓN

Guía: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.


MONICIÓN INICIAL

Lector: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte a la vida, la Iglesia invita a sus hijos a que se reúnan para velar en oración. Si recordamos así la Pascua del Señor, escuchando su palabra, podremos esperar tener parte en su triunfo sobre la muerte y vivir con Él en Dios.


BENDICIÓN Y ENCENDIDO DEL CIRIO

Ahora se coge el cirio y se graba una cruz inscribiendo el año en curso y las letras griegas Alfa y Omega. Después de enciende.

Guía: Te ofrecemos, Señor, la figura de este brillante cirio, encendido con el fuego divino, por el cual tú mandaste, según tu voluntad, que fuese creada toda la materia.

Y al ofrecértelo, lo encendemos con nuestras indignas manos, rogando a tu bondad que, con el soplo de tu Espíritu Santo, que en otro tiempo apareció en figura de fuego brillante y ardiente dando a los corazones de tus Apóstoles el don de lenguas, te dignes bendecirlo y santificarlo.

Y, así como este potente cirio mata con su penetrante luz las tinieblas de la noche, y resplandece ante los ojos de tu devotísimo pueblo, así también nosotros, llenos de la luz de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, brillemos interiormente y borrada la oscuridad de nuestros pecados, persevere en nosotros la luz de la fe sobrenatural.

Todos: Amén.

Todos: La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.


PREGÓN PASCUAL

Guía: Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo, y por la victoria de Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del Rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y, derramando su sangre, canceló el recibo del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche en que, por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia y son agregados a los santos.

Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo.

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo! Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor! Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes.

¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino! En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, este sacrificio vespertino de alabanza que la santa Iglesia te ofrece por medio de sus ministros en la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas.

Te rogarnos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre, arda sin apagarse para destruir la oscuridad de esta noche.

Y, como ofrenda agradable, se asocie a las lumbreras del cielo.

Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso y es Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.


ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS

Lector: Del libro del Génesis. Gn 1, 1. 26-31a

Todos: Demos gracias a Dios.

Lector: Al principio creó Dios el cielo y la tierra. Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra". Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Dios los bendijo; y les dijo Dios: "Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra".

Y dijo Dios: "Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira". Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.

Todos: Amén.

Guía: Oh, Dios, que admirablemente creaste al hombre y de modo más admirable aún lo redimiste: concédenos resistir sabiamente a los atractivos del pecado para alcanzar la eterna alegría.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Lector: Del libro del Éxodo. Ex 14, 15 – 15,1a

Todos: Demos gracias a Dios.

Lector: En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: "¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar, por lo seco. Yo haré que los egipcios se obstinen y entren detrás de vosotros, y me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus jinetes. Así sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón, de sus carros y de sus jinetes".

Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube, que iba delante de ellos, se desplazó y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel. La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran aproximarse el uno al otro.

Moisés extendió su mano sobre el mar y el Señor hizo retirarse el mar con un fuerte viento del este que sopló toda la noche; el mar se secó y se dividieron las aguas. Los hijos de Israel entraron en medio del mar, en lo seco, y las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Los egipcios los persiguieron y entraron tras ellos, en medio del mar: todos los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes. Era ya la vigilia matutina cuando el Señor miró desde la columna de fuego y humo hacia el ejército de los egipcios y sembró el pánico en el ejército egipcio. Trabó las ruedas de sus carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Los egipcios dijeron: "Huyamos ante Israel, porque el Señor lucha por él contra Egipto".

Luego dijo el Señor a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes". Moisés extendió su mano sobre el mar; y al despuntar el día el mar recobró su estado natural, de modo que los egipcios, en su huida, toparon con las aguas. Así precipitó el Señor a los egipcios en medio del mar. Las aguas volvieron y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del faraón, que había entrado en el mar.

Ni uno solo se salvó. Mas los hijos de Israel pasaron en seco por medio del mar, mientras las aguas hacían de muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel del poder de Egipto, e Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Vio, pues, Israel la mano potente que el Señor había desplegado contra los egipcios, y temió el pueblo al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.

Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este canto al Señor:

Todos: "Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar.

Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.

El Señor es un guerrero, su nombre es 'El Señor'.

Los carros del faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.

Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras.

Tu diestra, Señor, es magnífica en poder, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.

Tu gran majestad destruye al adversario, arde tu furor y los devora como paja.

Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas, las corrientes se alzaron como un dique, las olas se cuajaron en el mar.

Decía el enemigo: 'Los perseguiré y alcanzaré, repartiré el botín, se saciará mi codicia, empuñaré la espada, los agarrará mi mano'.

Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar, se hundieron como plomo en las aguas formidables.

¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos, temible por tus proezas, autor de maravillas? Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra; guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado, los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.

Lo oyeron los pueblos y temblaron, el terror se apoderó de los habitantes de Filistea.

Se turbaron los príncipes de Edón, los jefes de Moab se estremecieron, flaquearon todos los habitantes de Canaán.

Espanto y pavor los asaltaron, la grandeza de tu brazo los dejó petrificados, mientras pasaba tu pueblo, Señor, mientras pasaba el pueblo que adquiriste.

Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos.

El Señor reina por siempre jamás".

Guía: También ahora, Señor, vemos brillar tus antiguas maravillas y, lo mismo que en otro tiempo manifestabas tu poder al librar a un solo pueblo de la persecución del Faraón, hoy aseguras la salvación de todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del bautismo; te pedimos que los hombres del mundo entero lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Lector: Del libro del profeta Isaías. Is 55, 1-11

Todos: Demos gracias a Dios.

Lector: Esto dice el Señor: oíd, sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y comprad, sin dinero y de balde, vino y leche. ¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad vuestro oído, venid a mí: escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza perpetua, las misericordias firmes hechas a David: lo hice mi testigo para los pueblos, guía y soberano de naciones.

Tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; porque el Señor tu Dios, el Santo de Israel te glorifica.

Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca. Que el malvado abandone su camino, y el malhechor sus planes; que se convierta al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Porque mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-.

Cuanto dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de los vuestros, y mis planes de vuestros planes. Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo.

Todos: Amén.

Guía: Dios todopoderoso y eterno, esperanza única del mundo, que anunciaste por la voz de tus profetas los misterios de los tiempos presentes, atiende complacido los deseos de tu pueblo, porque ninguno de tus fieles puede progresar en virtud sin la inspiración de tu gracia.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.


CANTO DEL ALELUYA

Guía: Con gozo y alegría entonamos el Aleluya.

Respuesta: Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Lector: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.

Respuesta: Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Lector: La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor.

Respuesta: Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Lector: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.

Respuesta: Aleluya, Aleluya, Aleluya.


EVANGELIO

Lector: Del Evangelio según san Mateo. Mt 28, 1-10

Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos.

El ángel habló a las mujeres: "Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis'. Mirad, os lo he anunciado". Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.

De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos". Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: "No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán".

Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

Se puede hacer ahora un canto de aleluya o gloria.


RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO


Guía: Por el Misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por eso ahora renovemos las promesas bautismales que en otro tiempo hicieron por nosotros nuestros padres y padrinos.

Todos: Renuncio al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios; a todas las seducciones del mal para que no domine en mí el pecado; a Satanás, padre y príncipe del pecado.

Creo en Dios, Padre todopoderoso, creado del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre.

Creo en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna.

Guía: Esta es nuestra fe, la fe de la Iglesia que nos gloriamos en profesar.


PETICIONES

Guía: Por medio de Jesucristo, el Señor, resucitado de la muerte por el poder del Espíritu Santo, dirigimos en esta santa noche nuestras súplicas al Padre.

Lector: - Por todos los que, reunidos en asamblea por todo el mundo, renuevan esta noche su adhesión a Cristo Jesús, roguemos al Señor.

- Por los catecúmenos que, iluminados con la luz de Cristo, se incorporan esta noche a la Iglesia por los sacramentos de la iniciación cristiana, roguemos al Señor.

- Por el Papa, por nuestro Obispo, por todos los obispos, sacerdotes, diáconos y demás ministros de la Iglesia, roguemos al Señor.

- Por el rey, por el gobierno de nuestro país, por los gobernantes de todos los pueblos y naciones, roguemos al Señor.

- Por toda la humanidad que, rescatada en Cristo de la muerte, todavía sufre en la espera de su plena liberación, roguemos al Señor.

- Por nosotros que, renacidos del agua y del Espíritu, nos disponemos a participar en el banquete de la Pascua y queremos vivir en plenitud el misterio pascual, roguemos al Señor.

Se puede añadir alguna petición más que se desee.

Todos: Padre Nuestro…


ORACIÓN FINAL

Guía: Oh, Dios, que has iluminado esta noche santísima con la gloria de la resurrección del Señor, aviva en tu Iglesia el espíritu de la adopción filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.


CONCLUSIÓN

Guía: Que os bendiga Dios todopoderoso en la solemnidad pascual que hoy celebramos y, compasivo, os defienda de toda asechanza del pecado. ¡Aleluya!, ¡Aleluya!

Todos: Demos gracias a Dios.

¡Aleluya!, ¡Aleluya!

25.3.20

Envía a tu ángel a escuchar la Santa Misa por ti


Oración para enviar a tu ángel de la guarda cuando no puedas ir a la Santa Misa:



Oh Santo ángel que estás a mi lado, acude a la Santa Misa por mí.

Arrodíllate en mi lugar, que tu presencia ocupe el sitio que yo quisiera ocupar frente al sagrario.

En el ofertorio, toma todo lo que soy y tengo y colócalo como un sacrificio sobre el trono del altar.

En la sagrada consagración, adora con amor seráfico al Señor escondido bajo las especies del vino y del pan, bajado desde el cielo por nuestro amor.

Ora por aquellos que me aman entrañablemente, y por los que me causan dolor, que la sangre de Jesús pueda limpiar todos los corazones que sufren, dé alivio a las almas, y consuelo a las ánimas del Purgatorio.

Cuando el sacerdote tome la Comunión tráeme a mi Señor, para que su dulce corazón pueda estar en el mío y yo ser su templo.

Ora para que el divino sacrificio borre todos mis pecados, me una cada día más a Dios, y cumpla siempre y en todo su Santa Voluntad.

Luego tráeme a casa la bendición de Jesús y su paz, y suplícale sepa yo aprovechar todas sus gracias.

Te agradezco, finalmente, el servicio prestado, así como tu compañía durante todos los días de mi vida, hasta hoy y desde hoy. Ayúdame a ser dócil, paciente y humilde, para que no te desagrade nunca y pueda así adorar y alabar a la Santísima Trinidad en tu compañía por toda la eternidad.

Santo ángel de mi guarda, vigila mis pasos y guárdame bajo el abrigo de tus alas.

Amén


20.3.20

Yo me quedo en casa, la oración del confinamiento


¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y caigo en la cuenta de que, también esto, me lo enseñaste Tú viviendo, obediente al Padre, durante treinta años en la casa de Nazaret esperando la gran misión.

¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y en la carpintería de José, tu custodio y el mío, aprendo a trabajar, a obedecer, para lijar las asperezas de mi vida y preparar una obra de arte para Ti.

¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y sé que no estoy solo porque María, como cada madre, está ahí detrás haciendo las tareas de casa y preparando la comida para nosotros, todos familia de Dios.

¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y responsablemente lo hago por mi bien, por la salud de mi ciudad, de mis seres queridos, y por el bien de mi hermano, el que Tú has puesto a mi lado pidiéndome que vele por él en el jardín de la vida.

¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y, en el silencio de Nazaret, trato de orar, de leer, de estudiar, de meditar, y ser útil con pequeños trabajos para hacer más bella y acogedora nuestra casa.

¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y por la mañana Te doy gracias por el nuevo día que me concedes, tratando de no estropearlo, de acogerlo con asombro como un regalo y una sorpresa de Pascua.

¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y a mediodía recibiré de nuevo el saludo del Ángel, me haré siervo por amor, en comunión Contigo que te hiciste carne para habitar en medio de nosotros; y, cansado por el viaje, Te encontraré sediento junto al pozo de Jacob, y ávido de amor sobre la Cruz.

¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y si al atardecer me atenaza un poco de melancolía, te invocaré como los discípulos de Emaús: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída".

¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y en la noche, en comunión orante con tantos enfermos y personas solas, esperaré la aurora para volver a cantar tu misericordia y decir a todos que, en las tempestades, Tú eres mi refugio.

¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y no me siento solo ni abandonado, porque Tú me dijiste: Yo estoy con vosotros todos los días.

Sí, y sobre todo en estos días de desamparo, Señor, en los que, si mi presencia no es necesaria, alcanzaré a todos con las únicas alas de la plegaria.

Amén.

Traducido al español de la oración original en italiano realizada por monseñor Giuseppe Giudice, obispo de Nocera Inferiore (Italia).

15.3.20

Los Siete Domingos a San José. Séptimo y último domingo


- Esta práctica de los Siete Domingos debe hacerse confesando y comulgando -.

La práctica de los Siete Domingos a San José se puede hacer en cualquier época del año, pero es tradición hacerla los siete domingos antes del día de San José (19 de marzo).

Los santos padres han concedido indulgencias a quien realice esta práctica estos domingos.

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Antífona:
Tenía Jesús al comenzar su vida pública unos treinta años, hijo, según se pensaba, de José.

Rogad por nosotros, San José.
Respuesta: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

- Séptimo domingo. Séptimo dolor y gozo.

Oh modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta que lleno de gozo le encontrasteis en el templo, en medio de los doctores.

Por este dolor y gozo os suplicamos, con palabras salidas del corazón, intercedáis en nuestro favor, para que no nos suceda jamás el perder a Jesucristo por algún pecado grave. Mas si por desgracia le perdiésemos, haced que le busquemos inmediatamente con tal dolor, que no nos deje reposar hasta encontrarle favorable, sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el Cielo y cantar eternamente con Vos sus divinas misericordias.

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

- Oraciones finales:
Acordaos, oh purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío San José, que jamás se oyó decir que haya dejado de ser consolado uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro auxilio. Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas piadosamente. Amén.

Rogad por nosotros San José.
R.: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos:
Oh Dios, que por providencia inefable os dignásteis escoger al bienaventurado José para esposo de vuestra Santísima Madre, os suplicamos nos concedáis la gracia de que, venerándole en la tierra como a nuestro protector, merezcamos tenerle por intercesor en los cielos. Amén.

Rezar ahora un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria por las intenciones del Papa..

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

8.3.20

Los Siete Domingos a San José. Sexto domingo


- Esta práctica de los Siete Domingos debe hacerse confesando y comulgando -.

La práctica de los Siete Domingos a San José se puede hacer en cualquier época del año, pero es tradición hacerla los siete domingos antes del día de San José (19 de marzo).

Los santos padres han concedido indulgencias a quien realice esta práctica estos domingos.

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Antífona:
Tenía Jesús al comenzar su vida pública unos treinta años, hijo, según se pensaba, de José.

Rogad por nosotros, San José.
Respuesta: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

- Sexto domingo. Sexto dolor y gozo.

Oh ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar al Rey de los Cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos: aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor de Arquelao, sin embargo tranquilizado luego por el ángel vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.

Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo, de poseer la paz de la conciencia, de vivir seguros con Jesucristo y María, y de morir también asistidos por ellos y por Vos.

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

- Oraciones finales:
Acordaos, oh purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío San José, que jamás se oyó decir que haya dejado de ser consolado uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro auxilio. Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas piadosamente. Amén.

Rogad por nosotros San José.
R.: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos:
Oh Dios, que por providencia inefable os dignásteis escoger al bienaventurado José para esposo de vuestra Santísima Madre, os suplicamos nos concedáis la gracia de que, venerándole en la tierra como a nuestro protector, merezcamos tenerle por intercesor en los cielos. Amén.

Rezar ahora un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria por las intenciones del Papa..

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1.3.20

Los Siete Domingos a San José. Quinto domingo


- Esta práctica de los Siete Domingos debe hacerse confesando y comulgando -.

La práctica de los Siete Domingos a San José se puede hacer en cualquier época del año, pero es tradición hacerla los siete domingos antes del día de San José (19 de marzo).

Los santos padres han concedido indulgencias a quien realice esta práctica estos domingos.

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Antífona:
Tenía Jesús al comenzar su vida pública unos treinta años, hijo, según se pensaba, de José.

Rogad por nosotros, San José.
Respuesta: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

- Quinto domingo. Quinto dolor y gozo.

Oh custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José: cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo del Altísimo, particularmente en vuestra huida a Egipto, pero cuán grande fue también vuestra alegría teniendo siempre con Vos al mismo Dios, y viendo derribados los ídolos de Egipto.

Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al tirano enemigo infernal, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que, ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor.

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

- Oraciones finales:
Acordaos, oh purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío San José, que jamás se oyó decir que haya dejado de ser consolado uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro auxilio. Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas piadosamente. Amén.

Rogad por nosotros San José.
R.: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos:
Oh Dios, que por providencia inefable os dignásteis escoger al bienaventurado José para esposo de vuestra Santísima Madre, os suplicamos nos concedáis la gracia de que, venerándole en la tierra como a nuestro protector, merezcamos tenerle por intercesor en los cielos. Amén.

Rezar ahora un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria por las intenciones del Papa..

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23.2.20

Los Siete Domingos a San José. Cuarto domingo


- Esta práctica de los Siete Domingos debe hacerse confesando y comulgando -.

La práctica de los Siete Domingos a San José se puede hacer en cualquier época del año, pero es tradición hacerla los siete domingos antes del día de San José (19 de marzo).

Los santos padres han concedido indulgencias a quien realice esta práctica estos domingos.

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Antífona:
Tenía Jesús al comenzar su vida pública unos treinta años, hijo, según se pensaba, de José.

Rogad por nosotros, San José.
Respuesta: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

- Cuarto domingo. Cuarto dolor y gozo.

Oh santo fidelísimo, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra redención, glorioso San José: aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían pasar Jesús y María os causó dolor de muerte, sin embargo os llenó también de alegría, anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa, que de ahí se seguiría para un gran número de almas.

Por ese dolor y por ese gozo, conseguidnos ser del número de los que por los méritos de Jesús y por la intercesión de la bienaventurada Virgen María han de resucitar gloriosamente.

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

- Oraciones finales:
Acordaos, oh purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío San José, que jamás se oyó decir que haya dejado de ser consolado uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro auxilio. Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas piadosamente. Amén.

Rogad por nosotros San José.
R.: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos:
Oh Dios, que por providencia inefable os dignásteis escoger al bienaventurado José para esposo de vuestra Santísima Madre, os suplicamos nos concedáis la gracia de que, venerándole en la tierra como a nuestro protector, merezcamos tenerle por intercesor en los cielos. Amén.

Rezar ahora un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria por las intenciones del Papa..

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19.2.20

Novena a Santa Bernadette Soubirous, vidente de Lourdes


Biografía breve
Santa Bernadette (7 de enero de 1844 - 16 de abril de 1879), nació en el seno de una familia pobre en la ciudad de Lourdes, en el sur de Francia. Entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, cuando tenía 14 años, relató 18 apariciones de "una pequeña dama". A pesar del escepticismo inicial, las apariciones finalmente fueron reconocidas después de una investigación canónica. Tras las apariciones se retiró a un convento, llevando una vida escondida y humilde. Con una salud frágil por el asma que padecía desde joven, contrajo tuberculosis ósea y murió con 35 años. Su cuerpo, exhumado muchos años después, se descubrió incorrupto y en la actualidad está expuesto en la capilla de Santa Bernardita, en Nevers (Borgoña, Francia). El 8 de diciembre de 1933 fue canonizada como santa y su fiesta se celebra el 16 de abril.

- Festividad: 16 de abril (18 febrero en Francia).
- Fecha beatificación: 14 de junio de 1925.
- Fecha canonización: 8 de diciembre de 1933.
- Nacionalidad: francesa.
- Patrona: enfermedades del cuerpo, enfermos, Lourdes (Francia), personas ridiculizadas por su piedad, pobres y pastores.

17.2.20

Santa Bernadette Soubirous, la vidente de Lourdes


Vida y mensaje

Bernardita era una niña cuando le sucedió algo que cambiaría su vida y la de otras muchas personas para siempre, dejemos que ella misma nos lo cuente:



Mi historia comienza en Lourdes (Francia) nací el 7 de enero de 1844. Mi papa es molinero y yo soy la mayor de mis hermanos.

Vivíamos felices en el molino de Boly, pero cuando tenía 14 años lo perdimos todo y entonces me coloqué como sirvienta en Bartrés en una granja cuidando corderos. Pero mi gran deseo de ir a catequesis para conocer mejor a Jesús y recibir la Primera Comunión hizo que regresara a Lourdes.

La mañana del jueves 11 de febrero de 1858, no teníamos leña en casa para cocinar y mi mamá nos mandó a mis hermanas y a mí a recoger leña, llegamos frente a una gruta, cuando de repente, oigo un fuerte golpe de viento. Luego veo una luz justo encima de la gruta. Siento un poco de miedo, pero de pronto veo en la claridad a una jovencita que me sonríe. Ella abre los brazos para acogerme. En ese momento experimento una gran alegría. No sé quién es, ni me dice su nombre, yo le llamo "aquero" que significa "aquello" en mi lengua local.

La Señora se me aparece 18 veces y se arma un gran revuelo, pues mucha gente no me cree y piensan que estoy enferma o loca. La policía me interroga y quieren prohibirme que acuda a la gruta. Pero lo cierto es que allí se producen cosas maravillosas: un día tenía una vela en la mano, la vela se deslizó pero la llama no me quemó. Otro día la Señora me pidió sacar agua de un lugar concreto, rasqué en la tierra de aquel lugar y surgió una fuente.

Pero sobre todo la Señora me pedía que rezáramos para que los pecadores cambiaran su corazón y me pidió también que dijera a los sacerdotes que construyeran allí una capilla.

El mayor y más bello de los mensajes es cuando me dijo su nombre, ella dijo "yo soy la Inmaculada Concepción", yo no sabía que significaba pero fui corriendo a decírselo al sacerdote y cuando él lo oyó las lagrimas llenaron sus ojos ¡Ella es la Virgen María, la Madre de Jesús!

Las apariciones acabaron, pero mi vida siempre estuvo unida a la Señora de la gruta, sobre todo cuándo, como hice con Ella en la gruta, repaso las cuentas de mi rosario pronunciando su nombre. Después me hice monja y me fui a Nevers, lejos de Lourdes, necesitaba paz y deseaba ayudar a los demás y así me dediqué a cuidar enfermos. Lourdes, mi pueblo, es ahora un gran centro de peregrinación para muchas personas, especialmente enfermos, que buscan el amparo de la Virgen María y que quieren también convertir su corazón.


16.2.20

Oración a Santa Bernadette Soubirous


¡Oh bienaventurada Santa Bernadette!

Acuérdate que la Virgen te dijo en la Gruta: "ruega por los pecadores", para que se conviertan y hagan penitencia.

Ruega por mí, pecador, para que Dios perdone mis pecados.

Ruega por mí a María Inmaculada, pues confío en que te concederá cuanto la pidas, porque fuiste su confidente en la Gruta de Lourdes.

Así como Ella te prometió "hacerte feliz en el otro mundo", te concederá que hagas felices a los que devotamente acudan a ti.

A ti, pues, acudo humildemente, suplicándote no me dejes ni me abandones hasta verme contigo en el cielo.

Amén.

Los Siete Domingos a San José. Tercer domingo


- Esta práctica de los Siete Domingos debe hacerse confesando y comulgando -.

La práctica de los Siete Domingos a San José se puede hacer en cualquier época del año, pero es tradición hacerla los siete domingos antes del día de San José (19 de marzo).

Los santos padres han concedido indulgencias a quien realice esta práctica estos domingos.

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Antífona:
Tenía Jesús al comenzar su vida pública unos treinta años, hijo, según se pensaba, de José.

Rogad por nosotros, San José.
Respuesta: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

- Tercer domingo. Tercer dolor y gozo.

Oh ejecutor obedientísimo de las leyes divinas, glorioso San José: la Sangre Preciosísima que el Redentor derramó en su circuncisión os traspasó el corazón, pero el nombre de Jesús, que entonces se le impuso, os confortó llenándoos de alegría.

Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos con el santísimo nombre de Jesucristo en el corazón y en los labios.

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

- Oraciones finales:
Acordaos, oh purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío San José, que jamás se oyó decir que haya dejado de ser consolado uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro auxilio. Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas piadosamente. Amén.

Rogad por nosotros San José.
R.: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos:
Oh Dios, que por providencia inefable os dignásteis escoger al bienaventurado José para esposo de vuestra Santísima Madre, os suplicamos nos concedáis la gracia de que, venerándole en la tierra como a nuestro protector, merezcamos tenerle por intercesor en los cielos. Amén.

Rezar ahora un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria por las intenciones del Papa..

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12.2.20

Corona al Sagrado Corazón de Jesús


Para rezar esta Corona, se utiliza un rosario común de cinco decenas de la siguiente forma:

1- Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

2- En la cuenta grande correspondiente al Padre Nuestro se reza una sola vez esta oración:

Te bendecimos, Corazón de Jesús, te glorificamos unidos a la alabanza perenne del cielo, te damos gracias con todos los ángeles y santos, te amamos junto con Santa María del Carmelo y San José, su esposo. Te ofrecemos nuestros corazón. Dígnate acogerlo, llenarlo de tu amor y hacerlo contigo ofrenda agradable al Padre. Inflámanos con tu Espíritu Santo para que podamos alabar dignamente tu nombre y anunciar tu salvación a las gentes. En un prodigio de amor, nos has redimido con tu sangre preciosa. Corazón de Jesús, nos confiamos a tu perenne misericordia. En ti nuestra esperanza: no seamos confundidos para siempre.

3- Se enuncia cada misterio y en las cuentas pequeñas correspondientes al Ave María (diez veces) se dice la invocación al Corazón de Jesús que corresponda.

4- Al finalizar las cinco decenas de la Corona se reza esta oración final:

Señor Jesús, acoge la ofrenda de nosotros mismos y preséntanos al Padre en unión a tu oblación de amor, en reparación de nuestros pecados y de los de todo el mundo, y por las benditas ánimas del purgatorio. Concédenos tener en nosotros los sentimientos de tu Corazón, imitar sus virtudes y recibir sus gracias. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

9.2.20

Los Siete Domingos a San José. Segundo domingo


- Esta práctica de los Siete Domingos debe hacerse confesando y comulgando -.

La práctica de los Siete Domingos a San José se puede hacer en cualquier época del año, pero es tradición hacerla los siete domingos antes del día de San José (19 de marzo).

Los santos padres han concedido indulgencias a quien realice esta práctica estos domingos.

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Antífona:
Tenía Jesús al comenzar su vida pública unos treinta años, hijo, según se pensaba, de José.

Rogad por nosotros, San José.
Respuesta: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

- Segundo domingo. Segundo dolor y gozo.

Oh bienaventurado patriarca, glorioso San José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre: el dolor que sentisteis viendo nacer al Niño Jesús en una pobreza tan grande, se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles, y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.

Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos que después del camino de esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles, y a gozar de los resplandores de la gloria celestial.

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

- Oraciones finales:
Acordaos, oh purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío San José, que jamás se oyó decir que haya dejado de ser consolado uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro auxilio. Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas piadosamente. Amén.

Rogad por nosotros San José.
R.: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos:
Oh Dios, que por providencia inefable os dignásteis escoger al bienaventurado José para esposo de vuestra Santísima Madre, os suplicamos nos concedáis la gracia de que, venerándole en la tierra como a nuestro protector, merezcamos tenerle por intercesor en los cielos. Amén.

Rezar ahora un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria por las intenciones del Papa..

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2.2.20

Los Siete Domingos a San José. Primer domingo


- Esta práctica de los Siete Domingos debe hacerse confesando y comulgando -.

La práctica de los Siete Domingos a San José se puede hacer en cualquier época del año, pero es tradición hacerla los siete domingos antes del día de San José (19 de marzo).

Los santos padres han concedido indulgencias a quien realice esta práctica estos domingos.

- Acto de contrición:

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Antífona:
Tenía Jesús al comenzar su vida pública unos treinta años, hijo, según se pensaba, de José.

Rogad por nosotros, San José.
Respuesta: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

- Primer domingo. Primer dolor y gozo.
Oh castísimo esposo de María, glorioso San José: qué aflicción y angustia la de vuestro corazón en la perplejidad en que estabais, sin saber si debíais abandonar o no a vuestra esposa sin mancilla.

Pero cuál no fue también vuestra alegría, cuando el ángel te reveló el gran misterio de la Encarnación.

Por ese dolor y gozo, os pido consoléis nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría de una justa y de una santa muerte, semejante a la vuestra, asistidos por Jesús, por María y por vos.

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

- Oraciones finales:

Acordaos, oh purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío San José, que jamás se oyó decir que haya dejado de ser consolado uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro auxilio. Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas piadosamente. Amén.

Rogad por nosotros San José.
R.: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos:
Oh Dios, que por providencia inefable os dignásteis escoger al bienaventurado José para esposo de vuestra Santísima Madre, os suplicamos nos concedáis la gracia de que, venerándole en la tierra como a nuestro protector, merezcamos tenerle por intercesor en los cielos. Amén.

Rezar ahora un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria por las intenciones del Papa..

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25.1.20

Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos 2020. Día 8


Generosidad: Recibir y dar.

Hechos 28, 8-10

"Se daba la circunstancia de que el padre de Publio estaba en cama aquejado por unas fiebres y disentería. Pablo fue a visitarlo y, después de orar, le impuso las manos y lo curó. A la vista de esto, acudieron también los demás enfermos de la isla, y Pablo los curó. Fueron muchas las muestras de aprecio que nos dispensaron los isleños que, al hacernos de nuevo a la mar, nos suministraron todo lo necesario".

Reflexión:

Esta historia está llena de dar y recibir. Pablo recibe una solicitud poco común de parte de los isleños; Pablo ofrece curación al padre de Publio y a otros; habiendo perdido todo en la tempestad, los 276 reciben abundantes provisiones al hacerse de nuevo a la mar. Como cristianos estamos llamados a una solicitud poco común. Pero para poder dar tenemos que aprender primero a recibir -de Cristo y de los demás-. Más frecuentemente de lo que pensamos, somos receptores de actos de cariño de personas que son diferentes de nosotros. Estos actos apuntan hacia la generosidad y la sanación de nuestro Señor. Los que hemos sido sanados por el Señor somos responsables de transmitir lo que hemos recibido.

Oración:


Dios, dador de vida,
te damos gracias por el don de tu amor compasivo
que nos alivia y nos fortalece.

Pedimos que nuestras Iglesias
estén siempre abiertas para recibir tus dones de las demás.

Concédenos un espíritu de generosidad hacia todos
mientras caminamos juntos por la senda de la unidad de los cristianos.

Pedimos esto en el nombre de tu Hijo,
que reina contigo y el Espíritu Santo. Amén.

24.1.20

Adoración al Santísimo Sacramento


-· Introducción ·-

Eterno Padre, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha salvado, aún contra mi propia voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios mío, por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mí. La única recompensa que puedo darte en retribución de todo lo que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria.

Estoy delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y quiero permanecer en tu adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi consagración y entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.

Jesús bendito, estoy frente a Ti y quiero arrancar a Tu Divino Corazón innumerables gracias para mí y para todas las almas, para la Santa Iglesia, tus sacerdotes y religiosos. Permite, oh Jesús, que estos momentos sean verdaderamente momentos de intimidad, momentos de amor en los cuales me sea dado recibir todas las gracias que Tu Corazón divino me tiene reservadas.

Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, nuestra Madre carmelitana, me uno a Ti y te suplico me hagas partícipe de los sentimientos de Tu Corazón Inmaculado.

¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

-· Oración de Fátima ·-

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores.

Oración de Santo Tomás de Aquino para visitar el Santísimo Sacramento


¡Oh, Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido!, concededme:

desear ardientemente,
buscar prudentemente,
conocer verdaderamente

y cumplir perfectamente en alabanza, y gloria de vuestro nombre todo lo que os agrada.

Ordenad, ¡oh Dios mío!, el estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí queréis y que lo cumpla como es menester y conviene a mi alma.

Dadme, ¡oh Señor Dios mío!, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me abata.

De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de Vos.

A nadie desee agradar o tema desagradar sino a Vos.

Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas todas las eternas.

Disgústeme, Señor, todo gozo sin Vos, y que no ambicione cosa ninguna fuera de Vos.

Séame deleitoso, Señor, cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos.

Dadme, oh Dios mío, levantar a Vos mi corazón frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a vuestro servicio, hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoción.

Hacedme, oh Jesús, amor mío y mi vida,
obediente sin contradicción,
pobre sin rebajamiento,
casto sin corrupción,
paciente sin disipación,
maduro sin pesadumbre,
diligente sin inconstancia,
temeroso de Vos sin desesperación,
veraz sin doblez.

Haced, Señor Jesucristo,
que practique el bien sin presunción,
que corrija al prójimo sin soberbia,
que le edifique con palabras y obras sin fingimientos.

Dadme, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de Vos;
dadme un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe de Vos;
dadme un corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante;
dadme un corazón libre que ninguna pasión violenta le domine.

Otorgadme, oh Señor Dios mío,
entendimiento que os conozca,
diligencia que os busque,
sabiduría que os halle,
comportamiento que os agrade,
perseverancia que confiadamente os espere,
y esperanza que, finalmente, os abrace.

Dadme que me aflija con vuestras penas aquí por la penitencia, y en el camino de mi vida use de vuestros beneficios por gracia, y en la patria goce de vuestras alegrías por gloria.

Señor que vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos.

Amén.

Preces al Santísimo Sacramento


Señor, ten misericordia de nosotros.
!Oh Cristo! ten misericordia de nosotros.

Señor, ten misericordia de nosotros.
!Oh Cristo!, óyenos.

Señor, ten misericordia de nosotros.
!Oh Cristo!, escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Santísima Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Pan vivo que bajaste del Cielo, ten misericordia de nosotros.

Dios escondido y Salvador, ten misericordia de nosotros.

Comida de los escogidos, ten misericordia de nosotros.

Vino que engendras vírgenes, ten misericordia de nosotros.

Pan substancioso y de los reyes regalo, ten misericordia de nosotros.

Sacrificio continuo, ten misericordia de nosotros.

Ofrenda pura, ten misericordia de nosotros.

Cordero sin mancha, ten misericordia de nosotros.

Mesa purísima, ten misericordia de nosotros.

Comida de los ángeles, ten misericordia de nosotros.

Maná escondido, ten misericordia de nosotros.

Memorial de las maravillas de Dios, ten misericordia de nosotros.

Pan sobresubstancial, ten misericordia de nosotros.

Verbo hecho carne, ten misericordia de nosotros.

Dios con nosotros, ten misericordia de nosotros.

Hostia Santa, ten misericordia de nosotros.

Cáliz de Bendición, ten misericordia de nosotros.

Misterio de fe, ten misericordia de nosotros.

Preexcelxo y venerable Sacramento, ten misericordia de nosotros.

Sacrificio, el más santo de todos, ten misericordia de nosotros.

Verdadero propiciatorio por los vivos y difuntos, ten misericordia de nosotros.

Remedio celestial, con el que nos preservamos de todos los pecados, ten misericordia de nosotros.

Milagro asombroso sobre todos los milagros, ten misericordia de nosotros.

Memoria sacratísima de la Pasión del Señor, ten misericordia de nosotros.

Don que excedes a toda riqueza, ten misericordia de nosotros.

Memorial principal del amor divino, ten misericordia de nosotros.

Abundancia de liberalidad divina, ten misericordia de nosotros.

Sacrosanto y augustísimo misterio, ten misericordia de nosotros.

Medicamento de inmortalidad, ten misericordia de nosotros.

Sacramento vivífico digno de todo respeto, ten misericordia de nosotros.

Pan hecho carne por el Todopoderoso, ten misericordia de nosotros.

Sacrificio incruento, ten misericordia de nosotros.

Comida y fuente de vida, ten misericordia de nosotros.

Convite dulcísimo en el que sirven los ángeles, ten misericordia de nosotros.

Sacramento de piedad, ten misericordia de nosotros.

Vínculo de caridad. ten misericordia de nosotros.

Oferente y ofrecido, ten misericordia de nosotros.

Espiritual dulzura gustada en la misma fuente, ten misericordia de nosotros.

Sustento de las almas santas, ten misericordia de nosotros.

Viático de los que mueren en el Señor, ten misericordia de nosotros.

Prenda de la gloria que esperamos, ten misericordia de nosotros.


Sé para nosotros propicio, perdónanos, Señor.

Sé para nosotros propicio, escúchanos, Señor.


De la comunión sacrílega, líbranos, Señor.

De la concupiscencia de la carne, líbranos, Señor.

Del deseo desordenado de los ojos, líbranos Señor.

De las soberbia de la vida, líbranos, Señor.

De toda ocasión de pecar, líbranos , Señor.

Por aquel deseo con que deseaste comer esta pascua con tus discípulos, líbranos, Señor.

Por la encendida caridad con que instituiste este divino Sacramento, líbranos, Señor.

Por tu sangre preciosa, que nos dejaste en el altar, líbranos, Señor.

Por las cinco llagas de tu cuerpo sacratísimo, que por nosotros recibiste, líbranos, Señor.


Nosotros pecadores, te rogamos óyenos.

Que te dignes aumentar y conservar en nosotros la fe, reverencia y devoción de este admirable Sacramento, te rogamos óyenos.

Que te dignes guiarnos por la verdadera confesión de los pecados, a la frecuente comunión, te rogamos, óyenos.

Que te dignes librarnos de toda herejía, infidelidad y ceguedad de corazón, te rogamos óyenos.

Que te dignes hacernos participantes de los frutos preciosos y celestiales de este Santísimo Sacramento, te rogamos óyenos.

Que te dignes confortarnos y fortalecernos en la hora de nuestra muerte con este Viático celestial, te rogamos óyenos.


!Oh Hijo de Dios! te rogamos óyenos.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.

!Oh Cristo, óyenos!

!Oh Cristo, escúchanos!

!Señor, ten misericordia de nosotros!

!Señor, ten misericordia de nosotros!

(Padre nuestro, Avemaría, Gloria).

v/ El pan del cielo les has dado.
r/ Que contiene en sí todo el deleite.

v/ Bendito eres, Señor, en los Cielos.
r/ Digno de todas las alabanzas, y de ser exaltado y glorificado en todos los siglos.

v/ Señor, oye gustoso mi súplica.
r/ Y llegue a tu oído mi clamor.

v/ El Señor esté con vosotros.
r/ Y con tu espíritu.

Oración:
Oh Dios, que nos dejaste la memoria de tu Pasión en este admirable Sacramento, concédenos que de tal suerte veneremos los sagrados misterios de tu cuerpo y sangre, que experimentemos continuamente en nosotros el fruto de nuestra redención. Tú que vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.