Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

27.4.21

Creo en la comunión de los Santos



El artículo noveno del Símbolo de los Apóstoles termina de este modo: "Creo en la comunión de los Santos". "Todos los miembros de la Iglesia, así los que están en el cielo como los que se hallan en la tierra y en el Purgatorio, se encuentran unidos entre sí, y con las tres Personas de la Santísima Trinidad, de un modo íntimo, eficaz y permanente". (Gaume, "Catecismo de perseverancia", tom. III, pág. 307).

De aquí se deduce que los bienaventurados que forman parte de esta gran congregación, oran por las ánimas del Purgatorio. La razón de esto es la comunión que hemos dicho existe entre los Santos, tomada de la unidad del cuerpo de la Iglesia. Como ésta forma un cuerpo cuya cabeza es Jesucristo, necesario es que esta comunicación sea no sólo de la cabeza con los miembros, sino también de estos mismos miembros entre sí, pues según el Apóstol: "No ha de haber disensión en el cuerpo, sino que todos los miembros se ocupan entre sí a ayudarse unos a otros" (1 Corintios, XII, 25).




Dice Jesucristo: "Y Yo os digo: que os ganéis amigos de las riquezas de iniquidad, para que cuando falleciereis os reciban en las eternas moradas". Y escribe el P. Scío en las notas: "Riquezas no injustamente adquiridas, porque éstas deben ser restituidas a sus dueños, sino falsas y engañosas, o que sirven de instrumento a la injusticia por el mal uso que se hace de ellas". Y ganarse amigos que nos reciban en las moradas eternas, es lo mismo que decir: Y ganarse amigos de entre los bienaventurados que están en el cielo.

La misma Iglesia implora en sus oraciones por los difuntos, la protección de los Angeles y de los Santos. En el momento de espirar el moribundo, se dice: "Interceded por él (o por ella), Santos de Dios; salid a su encuentro, Angeles del Señor, recibiendo su alma, y presentándola delante del Altísimo. Te admita Cristo que te llamó, y te lleven los Angeles al seno de Abrahán. Dadle, Señor, el descanso eterno y brille para él (o para ella) la luz perpetua".

Y entre otras oraciones tenemos las siguientes:

Por los difuntos hermanos, parientes y bienhechores

Oh Dios, perdonador y amador de la salvación humana; rogamos a vuestra clemencia, que por la intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, y de todos vuestros Santos, concedáis ser partícipes de la eterna bienaventuranza a los hermanos de nuestra Congregación, parientes y bienhechores que salieron de este siglo.

Por el padre y la madre

Oh Dios, que nos mandasteis honrar al padre y a la madre, apiadaos clemente de las almas de mi padre y de mi madre, perdonad sus pecados, y haced que los vea en el gozo de la eterna claridad.


Digo, pues, que los Angeles y Santos que reinan con Cristo en la gloria, conocen las preces que les dirigimos. Desde luego tenemos al ángel San Rafael, que le dice a Tobías: "Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que asistimos delante del Señor". Y esto se lo dijo después de haberle colmado de bienes, y restituido la vista que había perdido.

"Y subió el humo de los perfumes de los Santos, de mano del Ángel delante de Dios". Los perfumes son las oraciones de los Santos, que el Ángel presenta ante el divino acatamiento. Y dice el P. Scío: "Los perfumes son las oraciones de los Santos, o de los fieles, que viven sobre la tierra". Lo que hace ver evidentemente, que los bienaventurados en el cielo oyen sus ruegos, y los presentan a Dios; y por consiguiente, que es una práctica muy útil y muy buena invocarlos para conseguir por su intercesión y por los méritos de Jesucristo todas las gracias que solicitamos. (V. el Concilio Tridentino, Sesión XXV, al fin).

Y dice la Escritura: "Si el madero cayere hacia el Austro o hacia el Aquilón, en cualquier lugar que cayere, allí quedará". San Agustín, epístola CXX, "ad Honorat". cap. XII, entiende por el Austro o Mediodía, el lugar de los escogidos y justos; por el Aquilón o el Norte, el de los reprobos. Y dice el P. Scío en la nota correspondiente: "Por estas palabras no se excluye el Purgatorio, a donde van las almas de los que mueren en gracia y no están del todo purificadas; pero están allí de paso, y con la seguridad de ir a parar a la bienaventuranza, y así también pertenecen al Austro". Esto lo decimos por el abuso que hacen de este texto de la Escritura tantos desdichados.

Lo que importa es que agradamos a Dios nuestro Señor, y después de mirar por nosotros mismos nos acordemos de las pobrecitas almas del Purgatorio, que tanto necesitan de nuestros sufragios. Dice Jesucristo hablando de la penitencia del pecador : "Así os digo, que habrá gozo delante de los Angeles de Dios por un pecador que hace penitencia". Pues demos gozo a los Angeles, no lo retardemos, que en nuestra mano está.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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