¡Oh, Eterno Dios!, vedme aquí postrado ante Vuestra infinita Majestad, Os adoro humildemente y Os ofrezco todas mis palabras y acciones de este día;
tengo intención de hacerlo todo por amor Vuestro y por Vuestra gloria, para cumplir Vuestra divina voluntad, para serviros, alabaros y bendeciros, para obtener luz en los misterios de la fe, para asegurar mi salvación y esperar en Vuestra misericordia;
para satisfacer a Vuestra divina justicia por los pecados tan enormes que he cometido;
para alivio de las almas del Purgatorio;
para obtener la gracia de una verdadera conversión a todos los pecadores;
en fin, quiero hacer hoy todas mis acciones en unión con las intenciones purísimas que tuvieron en esta vida Jesús y María, todos los santos que están en el cielo, y los justos de la tierra.
Quisiera poder firmar con mi propia sangre esta intención y repetirla en todos los instantes de mi vida y de la eternidad. Recibid, pues, ¡oh, Dios mío!, mi buena voluntad, y dadme Vuestra santa bendición, con una gracia eficaz para no volver a cometer durante el resto de mi vida ni un solo pecado mortal, y muy particularmente en este día en el que deseo ganar las Indulgencias que yo pueda, y asistir a todas las Misas que se celebren hoy en todo el mundo; deseo aplicarlas por las almas del Purgatorio, para librarlas de sus penas. Amén.
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