Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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14.7.18

De las virtudes y de los vicios: Consejo


El Consejo es hijo del Celo y de la Caridad del prójimo, derivada o producida en el alma por el amor de Dios. Cuando el amor de Dios posee a una alma, produce en ella la Caridad del prójimo, y dentro de esta Caridad produce muchas virtudes en favor de las almas. El Celo entonces es como el Padre y esta Caridad la Madre. De este Matrimonio santo proceden todas las Obras de Misericordia corporales y espirituales, descollando en hermosura y valor unas más que otras, aunque todas son dignas de mi aprecio y merecimientos o premios.

El Consejo, pues, es una Obra de Misericordia, además de ser virtud, lo mismo que el Perdón, en todas sus fases.

26.5.23

San Juan de la Cruz, sentencias y consejos (Luz y Amor #2)



Iniciamos desde la página de consejos y pequeñas recomendaciones, un nuevo apartado que dedicaremos a San Juan de la Cruz. Tomando como punto de partida sus sentencias y consejos de Luz y Amor, encontrarás ahora cada poco una pequeña sentencia para tu reflexión.

La de hoy, que supone la segunda de la serie, es muy interesante y aunque inicialmente parece destinada a personas de vida religiosa y consagrada, muy útil le puede ser a cualquier cristiano que, demasiado a menudo, tendemos a veces a pensar en la vida que hemos dejado atrás, antes de conocer la salvación del Señor. En ella, el santo carmelita dice así:

No te contentes ni te entretengas con eso que has dejado, porque por ventura te quedas entonces impedido tanto o más que antes en el nuevo camino que recorres.

Es decir, no debemos detenernos ni buscar los viejos sabores que nos producía nuestra anterior vida, porque no encontraremos otra cosa ni sacaremos nada más de ello que impedimentos y sinsabores para recorrer el camino de conversión en el que ahora estamos inmersos. Sólo dejemos al Señor actuar, fiándonos de sus amorosas manos.

29.8.17

Vivirlo uno mismo


He leído durante mi vida bastantes libros de autoayuda. E intentado poner sus recetas en práctica, cumplir sus consejos... No me han servido de nada. Lo que allí ponía su autor (o autores) que iba a pasar, no pasaba.

He leído también libros del tipo "cómo hacerse millonario", "cómo conseguir la fama", "como triunfar en la vida", etc., etc., etc. Todos ellos estaban plagados de recetas huecas, fórmulas vacías. Consejos vanos. Alguno de ellos he intentado seguir al pie de la letra y solo acabé más desgraciado de lo que ya era.

13.4.21

El número de sufragios. La santa Misa



San Agustín reduce el número de los sufragios a tres solamente, en cambio el Beato Alberto Magno los eleva hasta siete, y si hubiésemos de dar crédito a ciertas revelaciones, aún hay quien se alarga a mayor cifra. Pero el Venerable Beda, San Gregorio el Grande y San Isidoro han estado acordes en fijar el número de cuatro, y éstos son los que definitivamente ha admitido la Iglesia. Tales son: la Misa, la oración, la limosna y el ayuno, y en ellos se comprenden las indulgencias, mortificaciones y demás.

La Misa.
El Concilio de Trento, en el capítulo 2.°, de la sesión XXII, declara que este Sacrificio se ofrece con justa razón no sólo por los pecados de los fieles, mas también, según la tradición de los Apóstoles, por los que han muerto en Cristo sin estar plenamente purificados. Y en el principio de la sesión XXV del mismo Concilio, se define que hay Purgatorio y que las almas allí detenidas reciben alivio con nuestros sufragios, especialmente con el aceptable Sacrificio del Altar, lo que equivale a decir que la enseñanza de que nuestros sufragios aprovechan a las almas es tan cierta como la existencia del Purgatorio.

11.5.21

La muerte es el eco de la vida



Descenderunque vivi in infernum operti humo, et perierunt de medio multitudinis. (Num. XVI, 33).

Y descendieron.vivos al infierno cubiertos de tierra, y perecieron en medio de la multitud.



Coré, Datan y Abitón, he aquí los tres principales caudillos de la sedición contra Moisés y Aarón. El Señor castigó a aquellos tres impíos, porque abriendo la tierra su boca, se los tragó juntamente con sus tiendas y todos sus haberes. Fueron, pues, a parar, según todas las probabilidades, al infierno.

Perder a Dios es una pena infinita, y perderlo para siempre es lo más insufrible, lo más acerbo, lo más terrible, lo más desesperante que se puede decir ni pensar; tanto, que si se redoblase millares de millares de veces aquel incendio de fuego devorador, no formaría un tormento igual al de la privación de ver a Dios; así como si se redoblasen millares de millares de veces los placeres del paraíso, no formarían un gozo igual al de ver a Dios cara a cara. Y esto de no poder ver a Dios es la pena de daño, que tiene también lugar, aunque sólo temporalmente, en el Purgatorio.

24.1.21

El Purgatorio del deseo. Testimonio II



Cuenta Fr. Juan de Bleda en los "Milagros del Rosario" que hubo dos sacerdotes íntimos amigos, de los cuales el uno enfermó de muerte. Era muy siervo de Dios, y su Majestad le reveló antes de morir su buena suerte, que era la de los predestinados, pero que no dejaría de pasar por el Purgatorio, en donde estaría hasta que dijesen una Misa por él. Quedó consoladísimo con tan alegre nueva, y llamando a su amigo le dio parte de ella, y le dijo: "Pues toda la vida me has sido tan fiel amigo, yo te ruego lo seas también en la muerte, y que, pues, has oído mi suerte y cuánto me importa el santo sacrificio de la Misa, me la digas luego que yo expirare". "Yo te ofrezco" - le respondió -, "de hacerlo así, y de no cesar de ofrecer por ti Misas, sacrificios y oraciones, hasta que tenga prendas de que estás en el cielo".

Le asistió con mucha caridad en aquel último trance, y en expirando, que fue al amanecer, se revistió y dijo Misa por su alma, como lo había ofrecido.

En acabando le apareció en la forma y hábito que vivía, y le dijo:

- ¿Cómo, amigo mío, no me cumpliste la palabra, pues me has dejado padecer veinte años y más en las penas del Purgatorio?

- Maravillosa cosa es que digas eso - respondió -, porque a las seis expiraste y luego dije la Misa; y ahora no son las siete, y tu cuerpo está por enterrar, así que mira si pude cumplir mi palabra más presto.

Oyendo esto el difunto, dijo:

- No sin gran admiración creo lo que me dices, mas la acerbidad de las penas ha sido la causa de parecerme tan largo el espacio de tiempo tan corto. Yo te lo agradezco mucho, y prometo pagarte desde el cielo, a donde parto, por la misericordia infinita de Dios, a gozar de su gloria en compañía de los bienaventurados.

Con esto desapareció, dejando a su compañero consolado y cierto de la grandeza de las penas futuras, y del valor de la Misa para salir de ellas.

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23.12.20

¿Qué ocurre con las culpas veniales cuando se muere?



Entre la infinita variedad de opiniones humanas que militaron en otros tiempos en el campo de las controversias religiosas, descuella una que, si bien hubo de ser barrida y echada fuera de las trincheras de los contendientes por el empuje de los apologistas ortodoxos, no se cree todavía del todo muerta. Negaron algunos que después de esta vida se perdonaran los pecados veniales, suponiendo falsamente que todas y cada una de las culpas leves se remiten en el acto mismo de la muerte, por virtud de la gracia final.

Nunca se enseñó en la Iglesia de Dios semejante doctrina: ni la muerte tiene el privilegio de perdonar el pecado venial "ex opere operato", ni tampoco le es dado al hombre que pueda satisfacer siempre sus débitos con actos positivos de arrepentimiento y penitencia en aquella última hora de su vida.

3.4.21

Las indulgencias. Testimonio



En el libro titulado "La Tercera Orden Seráfica", parte 2a , cap. XIV, debido a la pluma de nuestro gran místico el P. Fr. Antonio Arbiol, leemos lo que sigue:

De un Religioso se escribe que era aficionadísimo a ganar indulgencias; por otra parte no veían en él las asperezas de ayunos y mortificaciones que se observaban en otros. Le llegó la hora de la muerte, y un santo monje vio que su alma subía derecha al cielo sin detención alguna.

27.12.20

Un lugar llamado Purgatorio. El Nuevo Testamento



"Y todo el que dijere palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonada; mas el que la dijere contra el Espíritu Santo, no se lé perdonará ni en este siglo ni en el otro". De aquí infieren los Santos Padres, que ciertos pecados se perdonan en el otro siglo, es decir, en el otro mundo, por las oraciones y sufragios de la Iglesia.

"El será salvo; mas así como por fuego". Con esto se establecen por los católicos contra los herejes, dos dogmas: el del Purgatorio, y los pecados veniales.

4.5.21

Bondad de Dios



"Oblicioni datas sum, tamquam mortuus a corde". (Psalm. XXX, 13).

Fui borrado de su corazón, y puesto en olvido como un muerto.



Dice Dios: "No quiero la muerte del impío, sino que se convierta de sus caminos y viva" (Ezequiel, XVIII, 23; XXXIII, 11).

"Seré tu muerte, oh muerte; seré tu mordedura, oh infierno". (Oseae, XIII, 14).

El Señor con su muerte, triunfó de la muerte y del infierno; de la muerte, resucitando glorioso; del infierno, sacando del seno de Abrahán las almas de los santos Padres.

7.6.17

¿Es el escapulario de la Virgen del Carmen algo "físico"?


Desde muy antiguo siempre hubo una gran controversia sobre si la Virgen Carmelitana entregó a San Simón Stock un escapulario real o solo era una representación. Parece ser que el acto de entrega en la visión del monje era más bien una especie de muestra de vivir una vida santa.

Recordemos que el escapulario era una prenda de uso habitual del monje, pero no era una prenda que se ponían todo el tiempo, sino cuando iban a realizar alguna labor. Por ello, hacerle la entrega de un escapulario simbólico a San Simón era como indicarle que hicieran obras de caridad y devoción hacia ella, y a cambio la Madre del Señor los reconocería a su vez, para librarlos del purgatorio. No tendría ningún sentido de otro modo darles una prenda para salvar a los monjes, que éstos no usaban todo el tiempo. Así, la representatividad del escapulario era como una especie de indicación del "ora et labora", o sea: oración y obras buenas.

29.3.21

Orden que conviene guardar en la aplicación de los sufragios



Como punto de partida para dilucidar la presente cuestión, importa mucho clasificar el grado de pobreza que padecen las almas del Purgatorio, a fin de cotejarlo con los géneros de indigencia que puede haber en esta mortal vida.

A cuatro reducen algunos los grados de pobreza que suele experimentarse en este mundo:

-1.° El de los que carecen de bienes.

-2.° El de los que careciendo de bienes, contraen deudas.

- 3.° El de los que teniendo deudas, carecen de bienes y no pueden ganarlos.

- 4.° El de los que teniendo deudas, carecen de bienes y no pueden ganarlos ni tampoco pedirlos.

15.2.21

Consuelos de las almas del Purgatorio (III)



El tercer consuelo lo enseña de admirable modo Santa Catalina de Genova, en su Tratado del Purgatorio.

Dice así: "En cuanto a las almas del Purgatorio, siendo su voluntad enteramente conforme a la santa voluntad de Dios, gozan de una dulce tranquilidad. Este Dios comunicativo, se complace también en hacerlas participantes de su inefable bondad, porque estando libres de la culpa del pecado, y habiendo vuelto a la pureza primitiva, nada más hay en ellas que se le oponga. Digo que son puras de todo pecado, porque habiéndolos confesado con una contrición sincera antes de dejar la vida, Dios les perdonó generosamente la culpa, de modo que no les queda más que la mancha, o la marca, que ha de ser devorada por el fuego".

"Estando, pues" - continúa -, "exentas de toda culpa y unidas a la santa voluntad de Dios, lo contemplan más o menos claramente, según la luz que El les da; y si no disfrutan todavía de la visión intuitiva, ni el gozo que ella causa, a lo menos conocen el precio de aquel inestimable beneficio. Además, estas almas, a causa de la conveniencia que tienen con Dios, son muy aptas para la unión divina para la cual han sido criadas, y el instinto natural que Dios les da las lleva hacia El con tanta fuerza, que yo no sabría encontrar ni comparación, ni ejemplo, ni modo, para hacer entender su impetuosidad como mi espíritu la concibe".

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25.3.22

Consejos para enfermos y moribundos y Recomendación del alma



No te pongas en manos de curanderos si caes enfermo, avisa al médico. Si la enfermedad es de notoria índole, avisa también al párroco, o algún sacerdote, para que te dé la bendición de enfermos.

Acude sobre todo a Dios; pídele la salud, y pídele perdón de tus pecados. Dios y el médico te pueden dar la salud. Dios, por lo general, no te la dará sin el concurso de médicos y remedios de tu parte. El médico sólo tampoco puede, si Dios no quiere. Pídele a Dios que le dé acierto y destreza. El obedecer al médico es virtud y prudencia.

29.12.20

Un lugar llamado Purgatorio. Los Padres de la Iglesia



Pondremos uno de cada siglo por no hacer interminable esta narración.

SIGLO I. - En el siglo primero tenemos a San Dionisio Areopagita en su "Eclesiastica hierarchia", cap. VII, parte 3.a, en la cual dice: "Llegándose el Obispo, ora sobre el difunto a fin de que Dios le perdone los pecados cometidos por humana flaqueza, y lo coloque en las esferas de la luz, y en la región de los vivientes".

SIGLO II. - San Clemente Alejandrino dice, que por medio de un castigo de fuego purificador después de la muerte, deberán expiar las almas hasta la más leve mancha, antes de poder recibir el premio que les está destinado.

SIGLO III. "Celebramos aniversarios por los difuntos", dice Tertuliano.

SIGLO IV. - "Todas las penas, tormentos y aflicciones que pueden imaginarse en el mundo, si se comparan con la menor de las que se padecen en el Purgatorio, son como un consuelo" (San Cirilo de Jerusalén).

SIGLO V. - "Es preciso socorrer a los muertos, no con lágrimas, sino con oraciones, limosnas y oblaciones" (San Gregorio).

SIGLO VI. - "Sé que después de esta vida serán algunos purgados con el fuego del Purgatorio" (San Gregorio).

SIGLO VII. - Tratando San Julián, arzobispo de Toledo, de las sepulturas que se hacían en la Iglesia, dice, que pueden ayudar ocasionalmente a los difuntos, excitando a los fieles que concurran a ellas a ofrecer a Dios sufragios por sus almas.

SIGLO VIII. - San Juan Damasceno escribió todo un libro sobre el Purgatorio, del cual no haremos más que citar el título, que es como sigue: "De aquellos que murieron en la fe, y del modo que pueden ser socorridos por medio de Misas, limosnas y otras buenas obras".

SIGLO IX. - Rábano Mauro dice en el libro de "Clericorum instituione", al cap. XLIV: "Ofrecer el Sacrificio por el eterno descanso de los fieles difuntos, o bien el orar por ellos, como es práctica extendida por todo el orbe, creemos que viene de tradición apostólica".

SIGLO X. - San Odilón, abad de Cluny, instituyó en el año de 998, la conmemoración general de todos los fieles difuntos en los monasterios de su Orden para el 2 de Noviembre, cuyo piadoso pensamiento fue después adoptado por toda la Iglesia occidental.

SIGLO XI. - "La menor de las penas del Purgatorio, es mayor que todo lo que en esta vida se puede pensar" (San Anselmo).

SIGLO XII. - "Sabed que después de esta vida, se pagará centuplicado en el Purgatorio hasta el último céntimo, por las negligencias cometidas en este mundo" (San Bernardo).

SIGLO XIII. - "Las almas del Purgatorio no pueden merecer por sí; pueden, sin embargo, recibir nuestros auxilios" (San Buenaventura).

SIGLO XIV. - "El sacerdote puede aplicar por las almas del Purgatorio el fruto de las Misas, y aliviar sus penas" (Dr. Escoto).

SIGLO XV. - "La Virgen María tiene también dominio en el reino del Purgatorio" (San Bernardino de Sena).

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9.5.21

Medios útiles tanto para uno, como para las almas del Purgatorio



1º. Haz la voluntad de otro antes que la tuya, y jamás te creerás ofendido.

2°. Procura cuanto esté de tu parte tener menos que más, y no tendrás que quejarte de nadie.,

3°. Escoge siempre el lugar inferior, y sujetarte, a todos, y apenas sabrás lo que es tristeza.

4°. Desea padecer y sufrir algo por Jesús, y a nadie hallarás pesado.

6.3.21

Apariciones



Aunque nuestro principal y casi único objeto es hablar de las almas que emigran de este mundo para pasar al Purgatorio, con todo tratándose de la materia que enuncia el epígrafe del presente capítulo, parece conveniente digamos también algo de las almas que van al cielo, al limbo y al infierno.

Van, hemos dicho; y dijéramos tal vez mejor son llevadas o acompañadas, porque en primer lugar es muy probable que los demonios arrebatan al infierno a aquellas almas que Jesucristo maldice y condena al fuego eterno.

6.4.21

Efectos de las indulgencias sobre los difuntos. Testimonio



San Agustín, notando que Jesucristo oró tres veces en el huerto de los Olivos hasta sudar sangre la tercera vez, observa que lo primero rogó por los pecadores, segunda vez por la perseverancia de los justos, y la tercera por las ánimas del Purgatorio. (Tit. I, De cura pro mort.).

No hay cosa, podemos decir, que sea más eficaz para el reposo de las almas atormentadas, como la oferta de la Pasión y muerte del Redentor, y especialmente el sacrificio de la Misa. Santa Verónica de Juliani obtenía luego la libertad de las pobres almas ofreciendo al Eterno Padre el precio que su divino Hijo había desembolsado para rescatarlas. Santa María Magdalena invocaba á menudo la sangre derramada por Jesús, clamando: "¡Oh piedad! ¡Oh misericordia! ¡Oh sangre preciosísima de Jesucristo! descended ¡Ay!, descended con vuestra divina virtud, y librad las pobres almas tan afligidas!". Le fue revelado que al momento obtenían la gloria.

Santa Gertrudis y Santa Matilde dicen que les apareció Jesucristo y les mandó que rezasen cinco Pater, Ave y Réquiem, adorando la llaga del sagrado costado, y las almas serían libres de sus penas. Al Beato Enrique Susón le fue revelado que la meditación y oferta de la Pasión y muerte del Salvador, libraban al punto del Purgatorio. Cesario refiere, que un Prior vio subir al cielo el alma de un lego, el cual confesó que salía tan presto del Purgatorio, porque cada vez que pasaba por delante de una imagen de Nuestro Señor crucificado hacía esta oración: "Señor mío Jesucristo, por aquella amargura que toleraste y por aquella sangre que derramaste por mí en la cruz, especialmente cuando el alma salió de vuestro bendito cuerpo, tened piedad de la mía, y de las demás que penan en el Purgatorio, y salvadnos".

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13.2.22

Novena a San Ignacio de Loyola (3)



Por la señal...


- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para todos los días:
Glorioso patriarca San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús, si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma que yo consiga la gracia que os pido en esta novena, alcanzadla del Señor; y si no, ordenad mi petición con todos mis pensamientos, palabras y obras a lo que fue siempre el blasón de vuestras heroicas empresas: a mayor gloria de Dios.

- Oración para el día tercero:
Jesús mío dulcísimo, que tanto deseasteis el amor de vuestras criaturas, que nos intimasteis como máximo y principal precepto amar a nuestro Señor Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas; os ofrezco los merecimientos de mi glorioso San Ignacio, y singularmente aquel inflamadísimo amor con el cual, abrasado en un serafín humano, respiraba sólo llamas de amor divino, refiriendo todas sus obras, palabras y pensamientos a la mayor gloria de Dios, y deseando por premio de su amor más y más amor, posponiento la certeza de su eterna felicidad a la gloria de servir a Dios.

Os suplico pues, Señor amantísimo de mi alma, me concedáis siquiera una centella de ese fuego sagrado del seráfico San Ignacio, y la gracia que os pido en esta novena a mayor gloria de Dios Padre, honor de san Ignacio, y provecho de mi alma. Amén.


(Se rezan ahora tres padrenuestros y tres avemarías y tres glorias a la Santísima Trinidad, en obsequio de la devoción que San Ignacio tuvo a este inefable e incomprensible misterio).


- Oración para todos los días:
Santísimo patriarca San Ignacio, a quien Jesús escogió para capitán de su sagrada Compañía, y adornó con todas las virtudes que pedía este supremo cargo. Ángel en la pureza de cuerpo y mente; arcángel encargado de tantos negocios por la mayor gloria de Dios y bien de las almas; principado excelentísimo en la dirección de tantos millares de espíritus felices; potestad podedorísima para echar a los demonios de los cuerpos y de las almas; virtud prodigiosa en tantos y tan estupendos milagros; dominación suprema de la Compañía que formó tan dignos ministros evangélicos, y ahora continúa en formarlos desde el cielo; trono elevadísimo, en quien descansó la mayor gloria de Dios corriendo en vuestra fogosa alma por todas las partes del mundo; sapientísimo querubín, cuya mente ilustrada por el Espíritu Santo, dictó sabiduría celestial a su pluma; serafín fogosísimo, que aspiró en su vida y aspira continuamente desde el cielo a encender todo el mundo en llamas del dividno amor; abreviado paraíso de todas las virtudes y gracias, que a competencia de vuestra gran alma yo, patriarca amantísimo, me gozo de veros tan superior a cuantos elogios puede daros mi balbuciente lengua, y concebir mi tardo entendimiento, aunque inspirado de una voluntad ansiosa de amaros, y de que os amen todos los hombres.

Confiado en vuestra piedades, imploro vuestra benignísima caridad para que me alcancéis que viva yo una vida verdaderamente cristiana, conforme a las obligaciones de mi estado, observando perfectamente la ley santa de Dios y los consejos evangélicos que me pertenecen, y que no buscando en todas mis acciones otra cosa que la mayor gloria de Dios, consiga una muerte dichosa en los brazos de Jesús, en el amparo de su Santísima Madre María, y en vuestra presencia. Espero, San Ignacio dulcísimo y suavísimo, me alcancéis estas gracias tan importantes para mi eterna salvación, y el favor que os pido en esta novena si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro, y provecho de mi alma. Amén.


-Se hace ahora la petición que se desea alcanzar en la novena-.


- Oración final:
¡Oh Dios, infinitamente bueno y misericordioso! Pues he recibido de vuestra Majestad todos los dones naturales y sobrenaturales que tengo, deseoso de ser en alguna manera agradecido a vuestras misericordias, os vuelvo cuanto me habéis dado con esta oferta familiar en el corazón y en los labios del glorioso San Ignacio:

"Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me lo dísteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro. Disponed de todo según vuestra voluntad, y a mí dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".



- Conclusión (en latín):
Similabo eum viro sapienti, qui aedificavit domum suam supra petram.

Amavit cum Dominus et ornavit eum.
R.: Stolam gloriae induit eum.

Oratio:
Deus, qui ad maioren tui nominis gloriam propagaudam novo per Beatum Ignatium subsidio militantem Ecclesiam roborasti; concede, ut eirus auxilio et imitationes certantes in terris, coronari cum ipso mereamur in coelis. Per Christum Dominum nostrum. Amen.


- Conclusión (en español):
Le compararé al hombre prudente que edificó su casa sobre piedra.

El señor le amó y le distinguió.
R.: Le vistió vestidura de gloria.

Oración:
Oh Dios, que para propagar la mayor gloria de tu nombre, has fortalecido por medio de San Ignacio a la Iglesia militante con un nuevo auxilio, alcánzanos que con su ayuda y a imitación suya peleemos en la tierra hasta conseguir ser coronados con él en el cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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15.12.20

Necesidad de la oración en la agonía



La oración nos es muy necesaria, porque sin ella, decía nuestro Padre San Francisco, ningún fruto se puede esperar del Religioso. "Verdaderamente - dice San Buenaventura -, el religioso que no frecuenta el ejercicio de la oración, no sólo es inútil y miserable, pues en los ojos de Dios trae un alma muerta en cuerpo vivo" . Y en otra parte dice: "La vida del religioso sin estudio de oración y devoción interior, es como panal seco y sin miel, como muralla sin cal y como manjar sin sal". Y más adelante añade, que sin estudio o ejercicio de oración toda religión es seca e imperfecta, y muy sujeta y cercana a alguna gran caída y despeñadero.

Y el cardenal Cayetano dice, "que no se puede llamar religioso el que, por lo menos una vez al día, no se recoge a meditar los misterios divinos y sus propias faltas y miserias. Porque así - dice -, como no se puede conseguir el efecto sin la causa y el fin sin los medios, ni el puerto sin la navegación, tampoco es posible conseguir el fin de la religión sin el ejercicio de la oración mental". Y lo mismo se ha de entender proporcionalmente de los sacerdotes, aunque sean seculares, porque su estado obliga también a gran perfección. Oración, pues; que no se pase ningún día sin la oración, para que en las tentaciones de la agonía nuestra alma salga indemne de pecado.

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