En cierta ocasión dijo el Señor a Santa Gertrudis, que al alma que sale de este mundo y entra en el Purgatorio con más pecados se le aplican con más limitación los socorros, sufragios y favores que la Iglesia ofrece en común por los fieles difuntos que a aquellas otras que salen de la presente vida con menos reato de culpas.
Y continuó diciéndole Su Majestad: "Has de saber y tener por cosa cierta, que la gravedad del peso que tiene oprimidas a aquellas almas, se va aligerando y aliviando con el transcurso del tiempo, con cualesquiera oraciones, trabajos y sacrificios que me ofrecen sus amigos con pura y sencilla intención por ellas. Por lo cual, según más o menos son favorecidas de sus parientes y amigos, y cuanto las oraciones son más afectuosas y fervorosas, y cuanto las mismas almas lo merecieron más por su particular devoción a las llaves de San Pedro y tesoro de la Iglesia, tanto con mayor presteza son liberadas de las prisiones y cadenas de fuego que las atormentan, y son purificadas con más brevedad de las manchas que las afean, para gozar de la vista hermosa de Dios".
(Revelaciones de Santa Gertrudis, lib. V, cap. XIX)
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