La oración nos es muy necesaria, porque sin ella, decía nuestro Padre San Francisco, ningún fruto se puede esperar del Religioso. "Verdaderamente - dice San Buenaventura -, el religioso que no frecuenta el ejercicio de la oración, no sólo es inútil y miserable, pues en los ojos de Dios trae un alma muerta en cuerpo vivo" . Y en otra parte dice: "La vida del religioso sin estudio de oración y devoción interior, es como panal seco y sin miel, como muralla sin cal y como manjar sin sal". Y más adelante añade, que sin estudio o ejercicio de oración toda religión es seca e imperfecta, y muy sujeta y cercana a alguna gran caída y despeñadero.
Y el cardenal Cayetano dice, "que no se puede llamar religioso el que, por lo menos una vez al día, no se recoge a meditar los misterios divinos y sus propias faltas y miserias. Porque así - dice -, como no se puede conseguir el efecto sin la causa y el fin sin los medios, ni el puerto sin la navegación, tampoco es posible conseguir el fin de la religión sin el ejercicio de la oración mental". Y lo mismo se ha de entender proporcionalmente de los sacerdotes, aunque sean seculares, porque su estado obliga también a gran perfección. Oración, pues; que no se pase ningún día sin la oración, para que en las tentaciones de la agonía nuestra alma salga indemne de pecado.
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