Hay un lugar llamado Purgatorio, donde ciertas almas padecen temporalmente después de esta vida.
Para demostrar que hay Purgatorio, además de las muchas apariciones de almas, tenemos:
- 1. Las Escrituras del Antiguo Testamento.
- 2. Las Escrituras del Nuevo Testamento.
- 3 Los Concilios.
- 4 Los Padres de la Iglesia.
- 5 La razón teológica.
Las Escrituras del Antiguo Testamento
"La limosna libra de todo pecado y de la muerte, y no permitirá que el alma vaya a las tinieblas". Es decir, al infierno.
David lloró y ayunó por la muerte de Saúl y Jonatás, y lo mismo hizo por Abner. Y aunque esto parece que lo hacía por una señal de duelo y tristeza, pero es creíble que principalmente lo hiciera para ayudar a las almas de los difuntos, según lo expone Beda al final de los comentarios al libro primero de los Reyes.
"Señor, no me reprendas en tn furor, ni me castigues en tu ira". San Agustín, Beda, Dionisio Cartujano y otros, lo interpretan diciendo, que reprender con furor es lo mismo que condenar al fuego eterno, y castigar con ira, al Purgatorio.
"Pasamos por el fuego y por el agua, y nos sacaste a refrigerio". Orígenes y San Ambrosio dicen, que el pasar por el agua indica el Bautismo, y por fuego, el Purgatorio: por agua para que se lave la mancha del pecado, y por fuego para que se queme.
"Tú también por la sangre de tu Testamento hiciste salir tus cautivos del lago en que no hay agua". Dice San Agustín, epist. 99 a Evodio, y libro XII del Génesis, cap. XXXIII, que Cristo no sólo libertó a los que se hallaban en el Limbo, sino también a muchos del Purgatorio.
"No te huelgues, enemiga mía, sobre mí porque caí; me levantaré cuando estuviere sentado en tinieblas; el Señor es mi luz". Este lugar lo trae San Jerónimo en la glosa ordinaria del capítulo último de Isaías, por el Purgatorio.
"Y se sentará para derretir, y para limpiar la plata, y purificará a los hijos de Leví, y los afinará como oro y como plata". Lo exponen como lugar del Purgatorio, Orígenes, San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo y otros.
Citas: Tobías; IV. II Reyes 1 y 3; Salmos XXVII y LXV; Zacarías IX, 11; Miqueas VII, 8; Malaquías III, 3.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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