Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

27.12.20

Un lugar llamado Purgatorio. El Nuevo Testamento



"Y todo el que dijere palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonada; mas el que la dijere contra el Espíritu Santo, no se lé perdonará ni en este siglo ni en el otro". De aquí infieren los Santos Padres, que ciertos pecados se perdonan en el otro siglo, es decir, en el otro mundo, por las oraciones y sufragios de la Iglesia.

"El será salvo; mas así como por fuego". Con esto se establecen por los católicos contra los herejes, dos dogmas: el del Purgatorio, y los pecados veniales.




"¿Qué harán los que se bautizan por los muertos, si de ningún modo resucitan? Pues, ¿por qué se bautizan por ellos?". Es decir, pregunta el Apóstol: ¿Qué harán los que se bautizan, esto es, los que oran, ayunan, gimen, lloran y dan limosnas por los muertos, si éstos no resucitan? Como si dijera: se afligen, no para que resuciten, sino para que sean libres de las penas que padecen.

"Acomódate luego con tu contrario, mientras que estás con él en el camino; no sea que te entregue al Juez, y éste te entregue al ministro, y seas echado en la cárcel. En verdad te digo, que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante". Luego aquel que paga toda la deuda, saldrá de la cárcel del Purgatorio; luego el pecado venial, y aun el mortal verdaderamente confesado, o arrepentido caso de no poder confesarlo, son remisibles.

"Aquel que se enoja con su hermano, obligado será a juicio. Y quien dijere a su hermano raca, que es palabra injuriosa, como llamarle a uno vano, o sin juicio, obligado será a concilio. Y quien dijere insensato, quedará obligado a la gehenna del fuego". Lo primero es, un arranque de cólera, pero sin producirla fuera. Lo segundo es, decir alguna palabra de desprecio, que manifieste la alteración y movimiento interior. El tercero, cuando ciegos ya de la ira, prorrumpimos en palabras injuriosas contra nuestros hermanos. El primero es en el juicio, en donde aún queda lugar al reo para defenderse.

El segundo en el concilio, en el que se delibera solamente del género de castigo que se ha de dar al delincuente. El tercero tiene ya cierta la condenación, y determinado el castigo, y sin apelación, puesto que el culpado es condenado al fuego del infierno.

"Y yo os digo: que os ganéis amigos de las riquezas de iniquidad, para que cuando falleciereis os reciban en las eternas moradas". Con esto se nos quiere dar a entender, que nos conviene ser muy devotos de los Santos, para que cuando muramos no tengamos que entrar en el Purgatorio, o salgamos presto de allí.

"Y ninguno podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro, ni mirarlo". Por los que están en el cielo, se entienden los Angeles; por los de la tierra, los hombres justos, y por los que están debajo de la tierra, no pueden entenderse más que las almas del Purgatorio, porque del infierno es imposible entender esto, y del seno de Abrahán ya entonces habían sido libertados.


Citas: San Mateo XII, 32; San Agustín, "de Civitate Dei"; 1 Corintios, III, 15; I Corintios, XV, 29; San Mateo 25, 26 y San Lucas XII, 58-59. Vida de San Agustín.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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