Es un lugar, dice Mansi, en las entrañas de la tierra, destinado por la divina justicia a castigar las almas de los fieles difuntos, constituidos en gracia, pero que no han satisfecho plenamente por sus culpas; y esto tiene lugar por medio del fuego y otras penas, hasta que paguen el último cuadrante. O bien es un lugar o receptáculo subterráneo en el cual satisfacen las almas de los difuntos por los pecados que no han sido remitidos en cuanto a la pena. O como dice San Anselmo: "Consiste el Purgatorio, en un nimio calor de fuego, o gran rigor de frío, o bien otros tormentos, de los cuales el menor es mayor de cuantos se pueden sufrir en la presente vida". O ya como dice San Bernardino de Sena: "Es el Purgatorio un lugar en el cual primeramente son privadas las almas de la consolación divina. Y en segundo lugar se padecen penas semejantes a las del infierno; semejantes digo, porque a diferencia de aquel lugar, que son eternas, estas del Purgatorio son temporales".
He aquí, dice la "Biblioteca de Religión", cómo podría expresarse sobre este punto un orador filósofo y cristiano: "El alma de ese hombre que acaba de morir en la tierra, es citada ante el tribunal de Dios; sus obras y sus virtudes deponen en su favor, y dan de él un favorable testimonio; la ley que ha observado santamente, se levanta en su defensa y pide sea coronada entre los Santos. Una falta ligera, una debilidad casi imperceptible, un pequeño yerro casi inseparable de la humanidad, se presenta en medio de tantos méritos... Tú, que reconoces un Dios justo, que adoras a un Dios misericordioso, pero enemigo al mismo tiempo de toda culpa, incapaz por su esencia y por su naturaleza de dejar entrar en su reino cosa alguna infecta del contagio del pecado, dime pues, ¿cuál será el destino de esta alma justa, empañada con esa ligera mancha? ¿De esta alma, aunque santa, marcada con una leve falta contra la santidad; de esta alma amiga de Dios, pero que no tiene en su seno alguna cosa contraria a El? ¿Su pecado será entronizado con sus virtudes, coronada su debilidad con su fortaleza heroica, las obras santas confundidas con las de la fragilidad humana? No osarás creerlo así, y ni aún los adversarios del dogma del Purgatorio se han atrevido a decirlo.