Yo simplificaría la vida entera de un cristiano, con todos sus deberes, derechos, virtudes, recursos, alegrías, aciertos y triunfos, en esto sólo: en que su Misa y Comunión de cada día sean el principio y el término de todas sus actividades, y más claro, que cuanto haga, diga o sienta cada día, sea preparación o acción de gracias de su Misa y Comunión.
¿Exageración? Mientras más lo parezca, más razón hay para insistir en la necesidad de instruir al pueblo cristiano en la verdad, simplicidad y belleza de esta doctrina.
Sí, hay que decir de todos los modos a los cristianos y a los piadosos, cualquiera que sea su ocupación, su rango o su ministerio, que el mejor cristiano será el que esté más unido a Cristo-Misa, por dar así a Dios la mayor gloria y a Cristo-Comunión por recibir así de Él la mayor gracia que es Él mismo, Fuente de toda gracia.
Obispo Manuel González †