Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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24.10.19

Unión con el Salvador inmolado


Después de haberse entregado enteramente a Jesús, las almas víctimas por el acto de oblación propio de ellas, deben éstas permanecer tranquilamente en manos del divino sacrificador, y no admirarse de los cotidianos sacrificios que encontrarán en el camino de la vida.

Todos los días, al subir al altar santo, necesita el sacerdote una Hostia; así Jesucristo necesita cada día de sus queridas almas víctimas y continúa en ellas y por ellas místicamente la oblación de la Cruz, las ofrece a su eterno Padre unidas a su mismo sacrificio por la salvación y del mundo, y de alguna forma, ellas completan en sí los sufrimientos de la Pasión.

22.10.19

La práctica de la preciosísima Ofrenda a Dios


Nuestro Divino Salvador, poniendo en las manos de sus fieles la Herida de su santísimo Corazón, confía a su celo la misión de derramar sobre el mundo culpable la copiosa redención por la cual la tierra será purificada, regenerada, salvada.

Una sola gota de esta sangre divina basta para redimir mil mundos más culpables que el nuestro. ¿Qué no hará la efusión de toda entera?

20.10.19

Santificación de la Hora de Guardia (presencial y a distancia)


La "hora de Guardia", u "hora de adoración", se resume en un culto de amor y reparación, que cada uno practica, según su devoción particular, o según el grado de intimidad que tiene con Nuestro Señor.

No solamente los hijos nobles y generosos tienen mil medios de consolar a su padre afligido, sino los pequeños de la familia pueden también hacerlo. ¡Qué impresión no harán en su corazón de padre angustiado, las caricias de sus más pequeñuelos! Lo mismo pueden en el Corazón de Jesús, con los consuelos que le ofrecen los benjamines de la familia católica.

3.4.19

Invocaciones de San Ignacio


Alma de Cristo, santifícame.
Cuerdo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, purifícame,
Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús, óyeme!,
dentro de tus llagas, escóndeme,
no permitas que me aparte de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme,
en la hora de mi muerte, llámame,
y mándame ir a Ti,
para que con tus ángeles y tus santos te alabe por los siglos de los siglos.

Amén.

(300 días de indulgencia por cada vez que se rece; 7 años una vez al día a los sacerdotes que la digan después de la Misa, y a todos los fieles que la recen después de la Comunión. Indulgencia plenaria una vez al mes si se dice diariamente y se visita el Santísimo).

2.4.19

Piadosos afectos de San Bernardo


¡Oh pasión extrema! ¡Oh profundas llagas! ¡Oh sangre derramada con tanta abundancia! ¡Oh dulzura inefable! ¡Oh muerte amarguísima!..., dadnos la vida eterna.

(San Bernardo).

31.3.19

Acto de unión a los sentimientos del Sagrado Corazón


Acto de unión a los sentimientos del Sagrado Corazón en el Santísimo Sacramento:

Jesucristo, Señor y Dios mío, a quien creo verdadera y realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar, recibid este acto de adoración profundísima, para suplir el deseo que tengo de adoraros sin cesar; recibidlo también en acción de gracias por los sentimientos de amor que a todos los hombres tiene Vuestro Sagrado Corazón.

No podría yo agradecerlos ni corresponder a ellos de otra manera mejor, que ofreciéndoos todos los actos de resignación, paciencia y amor de Vuestro divino Corazón durante su vida mortal y los que está haciendo aún y hará eternamente en el cielo. Con ellos quiero amaros, alabaros y adoraros tanto como me fuere posible. Me uno, Jesús mío, a esta ofrenda divina que hacéis a Vuestro eterno Padre, y Os consagro todo mi ser rogándoos destruyáis en mí el pecado, y no permitáis esté separado de Vos en la eternidad.

Amén.

(Santa Margarita María de Alacoque).

23.2.19

Acto de Adoración reparadora


¡Jesús, Dios mío amadísimo, mi Todo! ¡Rey solitario y abandonado de los corazones, me abismo a Vuestros pies en el silencio, la adoración y el amor!

Soy nada delante de Vos, pero esta nada os ama, y quisiera, ¡oh, Jesús mío!, que Os amaran todos los corazones.

Desde ese trono de misericordia donde resplandece vuestra ternura, dignaos derramar Vuestras fecundas bendiciones sobre la Iglesia, sobre nuestra Patria, sobre la sociedad entera. Que Vuestro cetro de amor se extienda sobre las almas que por derecho Os pertenecen; sobre las naciones que son Vuestra heredad y que el infierno se esfuerza en arrebataros. Encadenan a los pies de Vuestro torno a todos los corazones. ¡Ah!, serviros, ¡oh Jesús!, es reinar.

17.2.19

Ofrecimiento de la Hora de adoración


Divino Jesús, dulcísimo Salvador mío, yo os ofrezco esta Hora de adoración, durante la cual, en unión con -nombrar los patronos de la hora o santos de devoción- deseo muy particularmente amaros, glorificaros y, sobre todo, consolar a vuestro adorado Corazón con mi amor. ¡Acercad a esta intención mis pensamientos, mis palabras, mis obras y también mis penas! Recibid, sobre todo, mi corazón, que os entrego sin reserva, suplicándoos le consumas con el fuego de vuestro purísimo amor.

Corazón de María, mi amor, proteged a todos los adoradores.

15.2.19

Oración para la Hora de Guardia u Hora de Adoración


¡Oh misericordiosísimo Jesús, abrasado en ardiente amor de las almas!, yo os suplico, por la agonía de vuestro Sacratísimo Corazón y por los dolores de vuestra Inmaculada Madre, que purifiquéis con vuestra preciosísima Sangre a todos los pecadores de la tierra, y en particular, aquel por cuya salvación yo hago esta Hora. Sumergidnos a todos, oh Jesús, en el océano de vuestra misericordia.

Padre Santo, recibid en sacrificio de propiciación por las necesidades de la iglesia, en reparación de los pecados de los hombres, y por la conversión de - puede decirse un nombre -, la preciosísima Sangre y Agua salidas de la Herida del divino Corazón de Jesús, y tener misericordia de nosotros.

13.2.19

Intercesión perpetua por los vivos y los muertos


"Orad los unos por los otros para que seáis salvos, porque la oración continua del justo es poderosa cerca de Dios" (Santiago, V, 16).

Es una práctica grata a todos los amantes del Corazón de Jesús, el reunirse en espíritu en ciertos días y a ciertas horas junto a este Corazón Sagrado, para rendirle los homenajes de adoración, de amor, de reparación. Y suele ser tan grande el sabor de devoción que se siente en estas piadosas reuniones, que se quisiera poder multiplicarlas y prolongarlas para imitar de alguna manera en la tierra, el cántico de los Ángeles, que no cesa jamás en el cielo.

Hay almas que nos gritan desde la cárcel del Purgatorio: "Miseremini, miseremini!", ¡Piedad, piedad, venid en nuestra ayuda, vosotros, nuestros amigos y hermanos nuestros! No nos hagamos, pues, sordos a su llamamiento: su aflicción, los lazos que las unen con nosotros, su calidad de esposas amadísimas de Jesús, todo las hace dignas de nuestra compasión.

11.2.19

La adoración reparadora


El Verbo encarnado, Jesucristo Nuestro Señor, es el solo adorador verdadero.

Sólo Él ha comprendido todos los derechos de Dios, todos los deberes de la criatura; sólo Él ha reconocido dignamente los primeros, y llenado los segundos por la adoración en espíritu y en verdad, tal como el Padre la quiere (Juan, IV, 23); tal como la adorabilísima Santísima Trinidad la merece.