Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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1.6.17

¿Dios puede darnos la espalda? ¿O somos nosotros quienes le damos la espalda a Dios?


Dios es bueno e inmutable y está exento de pasiones. Si se considera como razonable y verdadero que Dios no está sujeto a cambios, no se entiende cómo puede alegrarse con los buenos, despreciar a los malos, encolerizarse con los pecadores, y luego, si se le rinde culto, tornarse propicio. Hay que decir, sin embargo, que Dios ni se alegra ni se enfurece, porque la alegría y la tristeza son pasiones. Es absurdo pensar que la divinidad se siente bien o mal a causa de las acciones humanas.

Dios es bueno y solo obra el bien, no perjudica a nadie y permanece siempre igual. Cuando nosotros somos bondadosos, actuamos en comunión con Él por semejanza a Él y, cuando nos domina el mal, nos separamos de Dios, por desemejanza con Él. Viviendo virtuosamente, somos hijos de Dios; cuando nos domina el mal, nos vemos apartados de Él; pero esto no significa que Él se encolerice con nosotros, sino que nuestros pecados no permiten que Dios resplandezca en nosotros, ya que nos unen a los demonios torturadores. Si con plegarias y obras ganamos la absolución de los pecados, esto no significa que contentamos a Dios y lo cambiamos, sino que mediante estas acciones y nuestra conversión a Dios, al sanar el mal que hay en nosotros volvemos a hacernos capaces de gozar de la divina bondad; por eso, si decimos que Dios se retrae de los malos es como decir que el sol se oculta a quien le falta la vista. Es decir, cuando llevamos una vida justa y recta, vivimos según los mandamientos y nos arrepentimos de infringirlos, entonces nuestra alma se une al Espíritu de Dios y nos sentimos bien.

7.5.17

Recuerda que no puedes recibir la Eucaristía si...


Como ya dijimos en otras ocasiones, si la mayoría de los que reciben la Sagrada Comunión lo hicieran como ordena la Santa Iglesia, nuestras parroquias serían un verdadero centro de cristiandad y devoción. Por desgracia, nada hay más lejos de la realidad: muchos toman el cuerpo del Señor por cumplir, por costumbre o incluso porque les parece un acto social. De otra manera, no se explica cómo las filas de fieles que acuden a recibir la Eucaristía sean tan largas, y sin embargo los confesionarios estén vacíos.

En estas semanas donde tantas comuniones y bodas van a celebrarse, conviene que reflexionemos -y hagamos reflexionar- sobre ésto, y sobre la conveniencia de acudir a comulgar o no según la conciencia de cada uno.