Jueves, 9 de agosto de 1900
También hoy, después de haber sostenido una gran batalla con el enemigo auxiliada de Dios, ha venido el Ángel de la Guarda, que riñéndome y muy severo me ha dicho:
- Hija, acuérdate de que faltando a la obediencia, sea en lo que fuere, cometes siempre pecado. ¿Por qué eres tan reacia a obedecer al Confesor? Acuérdate también que no hay camino más seguro y breve que el de la obediencia.
¿Y a qué viene hoy todo esto? Pues por mi culpa. Merecería cosas peores, pero Jesús usa siempre conmigo de misericordia.