Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

7.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [19]


Lunes, 6 de agosto de 1900
He llegado al 6 de agosto. Los días pasan, y yo siempre en el abismo de este mundo.

Esta tarde, mientras hacía mis oraciones, el Ángel de la Guarda se me ha acercado y golpeándome en la espalda me ha dicho:

- Gema, ¿cómo tanta desgana para la oración? No le agrada a Jesús.

- No - respondí - no es desgana, hace dos días que no me hallo bien.




Él añadió: - Cumple con diligencia tu deber, y ya verás cómo Jesús te ama más todavía.

Se calló unos momentos, y luego me preguntó:

- ¿Y el Cohermano Gabriel?

- No sé.

- ¿Cuánto tiempo hace que no le ves?

- Hace mucho.

- Esta noche te lo mandará Jesús.

- ¿Cómo? Esta noche no quiero, desobedecería: el Confesor no quiere que venga de noche.

¡Oh, con qué gusto le hubiera recibido! Le rogué que me lo enviase de día y pronto, para poder escribir aquella carta al Padre Germán. Supliqué al Ángel que fuese a Jesús y le pidiese para pasar la noche a mi lado. Desapareció en seguida.

Terminadas mis oraciones, me fui a la cama. Cuando hubo recibido el permiso de Jesús, volvió; me preguntó:

- ¿Cuánto tiempo hace que no ruegas por las almas del purgatorio? Hija mía, ¡piensas tan poco! La Madre María Teresa sufre mucho, ¿sabes?

Desde la, mañana no había rogado nada por ellas. Me dijo que le agradaría que todo, por pequeño que fuese, tratándose de dolores, lo ofreciera por las almas del purgatorio. Toda pena, por pequeña que sea, las consuela mucho; aun eso poquito que podías haberlas ofrecido ayer y hoy.

Le respondí maravillada:

- ¡Si eran dolores del cuerpo!, ¿también estos dolores alivian a las almas del purgatorio?

-Sí - me dijo - sí, hija mía, todo padecimiento, por mínimo que sea las alivia.

Entonces le prometí que en adelante todo lo ofrecería por las almas del purgatorio.

Añadió: - ¡Cuánto sufren esas almas! ¿Quieres hacer algo esta noche por ellas? ¿Quieres sufrir?.

- ¿Qué? - Le dije -. ¿Es lo mismo que sufre Jesús los viernes?

- No - respondió. - No es lo de Jesús, son dolores corporales.

Le dije que no, porque Jesús no quiere que sufra fuera del jueves y el viernes. Pero como las almas del purgatorio, y en especial la Madre María Teresa, me son muy queridas, le dije que una hora sufriría de buena gana.

Le bastaron estas palabras, pues bien veía que, haciéndolo, habría desobedecido; me dejó dormir. Esta mañana, al despertarme, continuaba a mi lado; me bendijo y se marchó.

Santa Gemma Galgani | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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