Miércoles, 8 de agosto de 1900
Vayamos a esta mañana. Apenas salí del confesionario me vino a la mente el pensamiento de que a mi parecer el Confesor disminuye demasiado mis pecados, cosa que me intranquilizó. Para calmarme se me acercó el Ángel de la Guarda. Estaba en la iglesia, y pronunciaba en voz alta estas palabras.
- Vamos a ver, ¿a quién quieres creer, al Confesor o a tu cabeza? ¿Al Confesor que tiene continuas luces y asistencia, que tiene mucha capacidad, o a ti, que no tienes nada de nada? ¡Soberbia! - Me decía- ¡Quieres hacerte maestra y guía del Confesor!
No pensé más. Hice un acto de contrición y comulgué.
Santa Gemma Galgani | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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