Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

1.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [15]


Miércoles y jueves, 1 y 2 de agosto de 1900
El miércoles no pude recogerme ni una vez, el jueves tampoco; de vez en cuando mi Ángel me decía alguna cosa, pero siempre estaba despierta.

El miércoles por la tarde me puse a pensar conmigo sola que podía muy bien estar engañada del diablo; pero me tranquilizaba, diciéndome únicamente:

- Obediencia.




Estamos, pues, en esta tarde (jueves). Como de costumbre, me fui, por obedecer, a la cama; me puse a rezar y me recogí enseguida. Hacía rato que me sentía algo mal. Estuve sola, mientras padecía, Jesús no estaba, y sólo sufrí de la cabeza.

Esta mañana (viernes) me ha preguntado el Confesor si había tenido también las señales ([Las señales, o sea las llagas.]); le he respondido que no. Serán también dolorosas esas, pero no tanto como lo de la cabeza.

¡Pobre Jesús! Me dejó estar cerca de una hora sola, pero luego vino, presentándose todo ensangrentado y diciéndome:

- Soy el Jesús del Padre Germán. - No lo creía, ¿por qué? Porque siempre temo. Pronuncié aquellas palabras:

- Bendito Jesús y bendita María ([Palabras que le había enseñado Jesús para distinguir las apariciones diabólicas de las celestiales (véase la carta 6 al P. Germán).]), y entonces comprendí. Me animó un poco, pero yo tenía interiormente miedo, por lo que me dijo:

- No temas, soy el Jesús del Padre Germán. - Me recomendó por sí mismo, sin que yo le dijera nada, que rogase por la Madre María Teresa del Niño Jesús, porque está en el purgatorio y sufre mucho. Me parece que Jesús la quiere pronto consigo.

Santa Gemma Galgani | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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