Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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18.12.20

Las dos separaciones



La muerte trae consigo dos separaciones; una y otra lastimosas, más de lo que se puede ponderar.

La primera separación es la del cuerpo y del alma, y es tan dolorosa y cruel, que de ley ordinaria antes que se efectúe este apartamiento hay que pasar por las estrecheces y ahogos de la agonía... ¿Y qué es la agonía? Para comprender bien lo que significa esta palabra, preciso es advertir que procede del vocablo latino agon, onis, que quiere decir lucha. Esta lucha o contienda se trababa entre los gladiadores o atletas que reñían cuerpo a cuerpo en el estadio; y a ellos alude San Pablo cuando dice: "El que lidia en el certamen, no será coronado si no peleare legítimamente" (II Timoteo). Es, por consiguiente, esta final lucha o agonía a que los descendientes de Adán estamos todos universalmente condenados, la cosa más angustiosa y terrible que se puede decir ni pensar; en esta guerra y pelea sin cuartel, en este duelo a muerte, puede decirse que hacen el postrer esfuerzo y, si vale la expresión, echan el resto las fuerzas vitales del hombre con la materia, hasta tanto que agotados los recursos de la naturaleza, ésta languidece, desmaya, se rinde, y..., muere.

La otra separación es la que el hombre hace de los bienes de este mundo, los cuales cuánto más los hubiere amado, tanto más sensible y penoso le será el dejarlos.

No sin especial motivo dice el Espíritu Santo: "¡Oh muerte, cuan amarga es tu memoria para el hombre que vive en paz en medio de sus riquezas!" (Eclesiástico, XLI). Pues si la sola memoria de la muerte es tan amarga para los que ponen su corazón en las cosas de este mundo, ¿qué será el experimentar el desabrido trago de la misma muerte?

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5.2.21

Purgatorio común o Purgatorio particular (III)



Nuestro reverendísimo P. Cornejo cuenta otro caso en los precisos términos siguientes:

"Las ceremonias que en los Oficios divinos tiene establecidas la Iglesia, y las que han sobrepuesto las Religiones en las funciones del coro, como dedicadas al mayor culto de Dios, son muy venerables y dignas de estimación, y el descuido o el desprecio es muy culpable y digno de grave pena. Inclínase profundamente todo el coro al decir el versículo del Gloria Patri, etc., y la tibieza o el descuido del que en esta santa ceremonia fuere omiso, tendrá en el siguiente caso aviso y escarmiento".

"Un Religioso poco devoto, llegó con la distracción en el Oficio divino a olvidar casi del todo la ceremonia de inclinarse al Gloria Patri, y aunque se le había advertido varias veces este defecto, era la enmienda poca, porque su distracción y flaqueza de memoria debía de ser mucha. Murió este Religioso, y otro que había en el convento, varón muy austero y contemplativo, haciendo oración por el alivio de su alma, le vio puesto en una columna muy alta, en que estaba haciendo continuamente profundas inclinaciones, en la forma misma que las hacen en el coro los Religiosos al Gloria Patri. En esta confusión estaba, cuando le reveló el Señor que en justa pena de los descuidos que tuvo en esta ceremonia, padecía aquel Religioso con la compensación repetida que miraba, gravísimos tormentos
".

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30.12.20

Un lugar llamado Purgatorio. La razón teológica



"Peccatum mortale privat gloria, veniale retardat". ("El pecado mortal priva de la gloria; el venial, la retarda"). San Lorenzo Justiniano, en el libro de Perfec. grat., cap. I, dice: "El pecado mortal priva de la gloria, el venial la retarda". El primer argumento es, que siendo ciertos pecados solamente veniales, son dignos de pena temporal. Y que hay pecados veniales se prueba, entre otros, por lo que dice el apóstol Santiago: "Cada uno es tentado, arrastrado y halagado de su concupiscencia". Aquí se describe el pecado venial por la imperfección del acto. Después de la tentación de la concupiscencia, que puede darse sin pecado, se sigue éste si no se contraría, pues de la concupiscencia nace la delectación en la parte inferior, que algún pecado es, no empero mortal si no hay consentimiento deliberado; por eso añade: "Y el pecado cuando es consumado, engendra muerte".

"El que pone por fundamento madera, leño, paja, ese será salvo; mas así como por fuego". Aquí se describe la parvedad de la materia; los pecados veniales.

"Siete veces caerá el justo y se levantará" (Proverbios). El sentido es, dice el P. Scío en la Vulgata, que aunque muchas veces cayere el justo, no obstante se levantará. Lo cual se entiende de las caídas cotidianas y veniales, de las cuales con la gracia de Dios fácilmente se cura.

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16.2.21

Consuelos de las almas del Purgatorio (IV)



El cuarto consuelo de las almas, es el hacérseles más tolerable su lastimosa situación con el vehementísimo deseo que tienen de agradar a Dios, cueste lo que cueste; porque el amor que le tienen excede con mucho a todo otro sentimiento. Oigamos de nuevo a Santa Catalina: "Si un alma, no estando todavía enteramente purificada, fuese admitida a gozar de Dios, se consideraría gravemente injuriada, y su tormento excedería al de diez Purgatorios, puesto caso que la sería imposible soportar aquella excesiva bondad y exquisita justicia del Rey de los cielos". He aquí la razón del por qué las almas del Purgatorio están tan resignadas en aquel lugar.

Y hablando del amor que las almas tienen a Dios, prosigue diciendo aquella Santa: "Este amor infunde en el alma tal contentamiento, que no hay lengua que lo pueda expresar; contentamiento que no disminuye un ápice de la pena que está sufriendo. ¿Qué digo?, precisamente la tardanza que experimenta el amor en la posesión del Objeto amado, es la que produce semejante sufrimiento, el cual es tanto más terrible, cuanto mayor es la perfección del amor de que Dios le ha hecho capaz. En su consecuencia, las almas en el Purgatorio sienten a la vez el más inefable contentamiento, y el dolor más insufrible, sin que uno y otro lleguen a oponerse entre sí en lo más mínimo".

22.4.21

Consideraciones sacadas de las obras del reverendo Eusebio Níeremberg



Si bien puede ser que alguno haya cometido más pecados que yo, mas le sirve de descargo el haber recibido menos inspiraciones y que sus obligaciones no son tantas como las mías; bien puede ser que se halle otro más avisado y obligado de Dios, pero sírvele de descuento el haber pecado menos y respondido más. Y si acaso ha habido alguna criatura (que no me persuado) que haya ofendido más a Dios y tenido mayor conocimiento de sus obligaciones, todavía no he de confesar que es peor que yo, porque no me parece posible que se halle quien pueda conocer y tener mayores obligaciones, y cuando lo fuera, yo a lo menos no lo entiendo así.

Aunque los pecados del Anticristo sobrepujarán en el número a los míos, no excederá su conocimiento, ilustración y obligación, porque no ha de ser perdonado tantas veces como yo, ni solicitado y favorecido con tan eficaces y continuos beneficios e inspiraciones, ni preservado de las ocasiones de pecar. Lucifer, si bien recibió de Dios mayor luz, pero sólo un pecado le condenó, y no tuvo las obligaciones que yo, ni por él tomó naturaleza de Ángel el Hijo de Dios, ni derramó su sangre. Así y todo, con la confianza, Señor, que me da tu misericordia, quiero ser atrevido y aún importuno a toda la corte celestial, confesando mi vileza y mostrando mis llagas: no cesaré de clamar a todos y a cada uno de los bienaventurados, hasta serles tan molesto, que siquiera por la misma importunación, cuando otro título no pueda alegar, consiga mayor gracia y la misericordia de Jesús, para que no me desampare por el poco caudal que hago de sus gracias.

En su consecuencia pido, acepto y ofrezco en penitencia sacramental de mis pecados, todo el bien que hiciere y mal que padeciere durante mi vida.

12.3.21

Qué podemos hacer para evitar ir al Purgatorio. Testimonio



Veamos ahora un ejemplo, con el cual se confirma lo que antes hemos dicho, de la confusión y vergüenza que sufren las almas a la vista de sus ingratitudes para con el divino Esposo. En las Revelaciones de Santa Gertrudis (libro V, cap. VIII), se dice que dos niñas, nobles por su sangre, pero mucho más nobles por sus virtudes, cuando iniciaban con un fervor angelical el año de su noviciado en la Religión, las llamó a sí el Señor. La primera de ellas, que con feliz y dichosa suerte expiró el día de la Asunción de la Virgen, se apareció a Santa Gertrudis mientras ésta se hallaba haciendo oración por ella.

Se le representó el alma de la niña toda cercada de resplandores, sirviéndole de vestido una luz muy brillante de la cual estaba toda bañada y adornada con variedad hermosa de colores. Así estaba delante del trono imperial y glorioso de su divino Esposo Jesús; pero como esposa vergonzosa procuraba esconder el rostro y no se atrevía a abrir los ojos, y mucho menos a levantarlos para ver la gloria de tan soberana Majestad.

5.5.21

Amor a María Santísima



Et ait Maria: Magníficat anima mea Dominum, ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes. (Luc. I, 46, 48).

Y dijo María: Mi alma engrandece al Señor, pues ya desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.



Dice Nieremberg, tomo 2.° de sus "Obras espirituales", pág. 146 vuelto: "Hasta los mismos precitos deben tener por dicha haber nacido en estos tiempos, que no haya quien no alcance la piedad y clemencia de María; porque a los mismos que se han de condenar les tiene compasión librándoles en esta vida de muchas tribulaciones y trabajos, como compadecida de lo que después han de tener por no haberse querido aprovechar de su misericordia, o les acorta de compasión la vida porque no se condenen con más pecados, y después de caídos en el infierno deben a María que no les castigue Dios tanto como merecen, porque la pena menor con que dicen los teólogos que Dios castiga a los condenados, y el premio mayor con que galardona a los bienaventurados, deuda es y beneficio que se debe ahora a esta Señora. Y si, conforme a San Ildefonso, de alguna pena accidental se alivian los condenados, más razón hay para entender que regocijará en el cielo a los bienaventurados con nuevos premios accidentales. Pues los que van al Purgatorio, ¡cuan largo lo penaban antiguamente, cuando no había María que intercediese por ellos! Mas ahora con su piedad les abrevia aquellas penas, y les consuela en ellas. Para todos son dichosos estos tiempos del reino de María, después que Ella manda en el cielo y en la tierra".

Nuestras culpas, solamente ellas son las que han creado aquellos dos horribles lugares, a saber, el infierno y el Purgatorio. ¡Nuestras culpas! Pero, ¡oh feliz culpa, cantaré con la Iglesia, que nos mereció tener tal Redentor! Sí, por salvarme os hicisteis, Dios mío, Hijo de María. Por mi bien ¡oh María!, os hizo Dios su Madre. Ved, pues, Madre de mi alma, lo que ambos debéis a mis culpas, pues a no haber pecados que remediar, ni Vos, Jesús mío, seríais Hijo de María, ni Vos, Madre mía, fuerais lo que hoy sois, la Madre de Jesús. Luego ambos a dos me sois deudores; al paso que de uno y otro me reconozco con la misma obligación. Si debo, me debéis; si no hubiese de parte mía miserias que remediar, por demás fuera la misericordia, y a no haber pecados que redimir, tampoco tendríamos a Jesús, nuestra vida, por Redentor. "O felix culpa, quae talem ac tantum meruit habere Redemptorem!". Por eso puesto en medio de las dos fuentes de piedad, el Hijo y la Madre, exclamaré: Señor, perdonad al esclavo de vuestra Madre; y a Esta la diré: Madre mía, perdonad al esclavo de vuestro Hijo. Salvador mío, ¿me habéis perdonado? ¿No me enviaréis al Purgatorio? Mirad que de sólo pensar en lo dudoso de mi ulterior destino, me hace perder el juicio. Rey de cielos y tierra, Jesús mío, perdón, perdón. Madre de misericordia, Virgen Purísima, miradme con piedad, compadeceos de mí, y alcanzadme de vuestro Hijo Jesús gracia para morir verdaderamente arrepentido.

16.4.17

No hay acuerdo con el mundo


A los Ejercicios Espirituales, el hombre humilde viene a aprender.

Si no tiene Fe, busca el camino de Dios a través de la belleza de la Verdad impresa en el alma de cada uno.

Si tiene Fe, busca cómo practicarla, porque la Fe comporta una exigencia moral.

19.5.21

Vía Crucis de San Francisco de Herbón



En cada una de las 14 Estaciones del claustro interior del convento de San Francisco de Herbón, en Galicia, dice así:

Estación 1a.:
Considera, alma perdida,
que en aqueste paso fuerte
dieron sentencia de muerte
al mismo Autor de la vida.

Estación 2a.:
Advierte lo que le cuestas,
ingrato, a tu Creador;
pues por ser tu Redentor
cargó con la cruz a cuestas.

3.5.21

Jesús enamorado de las almas



Fulcite me floribus, stipate me malis; quia amore tangueo. (Cant. II, 5).

Sostenadme con flores, cercadme de manzanas; porque desfallezco de amor.



¿De nuevo, Jesús mío, habéis querido hospedaros en el pobre y humilde pesebre de Belén? ¿De nuevo habéis querido bajar al Calvario, lugar de muertos y malhechores? Porque, ¿qué otra cosa, Señor, es mi corazón, sino un pesebre de bestias, un Calvario poblado de ladrones y asesinos, que os robarán dándoos muerte inhumana, cuantas veces llevado de vuestro amor vendréis a visitarlo? ¡Oh Salvador dulcísimo de mi alma! Perdonadme tantas ofensas como he cometido contra vuestra Majestad.

"Quid retribuam Domino, pro omnibus quae retribuit mihi?" (Ps. CXV, 12) ("¿Que retornaré al Señor, por todas las cosas que me ha dado?"). ¿Qué le he de retornar? Amor, mucho amor; gratitud, mucha gratitud; pues no hay nada en la tierra que se pueda comparar con los dones que he recibido de su liberalísima mano.

15.5.21

Oraciones con indulgencias



Según el decreto "Delatae saepius", de 7 de Marzo de 1678, ciertas indulgencias no se pueden ganar más que una sola vez al día, pero las de la Porciúncula, las de la Corona de los siete gozos, y las de la estación al Santísimo Sacramento, son exceptuadas, y se ganan todas las veces que se hacen o se dicen. (Chron. Serap, t. III, part. I, pag. 286; Seraph. Archiconfr. concess. Summ. indulg. pag. 434, n. XII).

Durante el Jubileo del Año Santo se suspenden todas las indulgencias por los vivos; sólo se pueden aplicar las de los difuntos. Se exceptúan:
- 1.° Las indulgencias concedidas a los fieles en el artículo de la muerte.
- 2.° Las anejas a la recitación del Ángelus Domini.
- 3.° Las concedidas por la visita del Santísimo Sacramento en ocasión de las Cuarenta Horas.
- 4.° Las que se conceden a aquellos que acompañan al Santísimo Sacramento cuando es llevado a los enfermos.
- 5.° Las concedidas por los Cardenales Legados "a latere", y Nuncios de la Santa Sede, y los Obispos en uso o ejercicio de sus Pontificales.

25.12.20

El juicio particular



Cabe aquí desde luego preguntar: Este juicio de cada hombre, ¿cuándo ha de tener lugar, antes o después de separada el alma del cuerpo? Respondemos de un modo perentorio, que después.

Mientras vive el hombre en este mundo le queda tiempo para la penitencia, puede convertirse a Dios y alcanzar perdón de sus culpas; así como por el contrario, puede perder la gracia y condenarse, porque como ser dotado de libre albedrío, en su mano está el inclinarse a lo que es bueno o a lo que es malo. Dice la Escritura: "La justicia del justo no le librará en cualquier día que pecare, así como la impiedad del impío no le dañará en cualquier día que se convirtiere de su impiedad". Nadie, pues, se duerma sobre el blando lecho de sus laureles; ninguno se estacione ni vuelva atrás en el camino del bien, que si abusando de la divina bondad pecare, sus buenas obras anteriores no le librarán, lo mismo que las culpas de que hubiere hecho penitencia tampoco le condenarán, supuesto que para dictar sentencia en este juicio, sólo se atiende al estado presente del alma en el acto mismo en que ésta abandona al cuerpo.

18.2.22

Novena a San Ignacio de Loyola (8)



Por la señal...


- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para todos los días:
Glorioso patriarca San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús, si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma que yo consiga la gracia que os pido en esta novena, alcanzadla del Señor; y si no, ordenad mi petición con todos mis pensamientos, palabras y obras a lo que fue siempre el blasón de vuestras heroicas empresas: a mayor gloria de Dios.

- Oración para el día octavo:
Jesús mío dulcísimo, que desde el instante de vuestra encarnación en el seno purísimo de vuestra madre Virgen, obedecisteis hasta morir inocente en la cruz, os ofrezco los merecimientos del glorioso San Ignacio, y especialmente los de su heroica obediencia con que se sometió a todos sus superiores, singularmente al sumo pontífice de Roma, el Vicario de Cristo en la tierra, consagrado con toda su religión, la Compañía de Jesús, con particular voto a la obedicencia de la Santa Sede.

Os suplico, Señor amantísimo de mi alma, me concedáis una perfectísima obediencia a todos mis superiores, continuada todos los instantes de mi vida, y perfecta en los tres grados de obedecer en cuanto a la ejecución, en cuanto a la voluntad, y en cuanto al entendimiento, y la gracia que os pido en esta novena a mayor gloria de Dios, honor de San Ignacio, y bien de mi alma. Amén.


(Se rezan ahora tres padrenuestros y tres avemarías y tres glorias a la Santísima Trinidad, en obsequio de la devoción que San Ignacio tuvo a este inefable e incomprensible misterio).


- Oración para todos los días:
Santísimo patriarca San Ignacio, a quien Jesús escogió para capitán de su sagrada Compañía, y adornó con todas las virtudes que pedía este supremo cargo. Ángel en la pureza de cuerpo y mente; arcángel encargado de tantos negocios por la mayor gloria de Dios y bien de las almas; principado excelentísimo en la dirección de tantos millares de espíritus felices; potestad podedorísima para echar a los demonios de los cuerpos y de las almas; virtud prodigiosa en tantos y tan estupendos milagros; dominación suprema de la Compañía que formó tan dignos ministros evangélicos, y ahora continúa en formarlos desde el cielo; trono elevadísimo, en quien descansó la mayor gloria de Dios corriendo en vuestra fogosa alma por todas las partes del mundo; sapientísimo querubín, cuya mente ilustrada por el Espíritu Santo, dictó sabiduría celestial a su pluma; serafín fogosísimo, que aspiró en su vida y aspira continuamente desde el cielo a encender todo el mundo en llamas del dividno amor; abreviado paraíso de todas las virtudes y gracias, que a competencia de vuestra gran alma yo, patriarca amantísimo, me gozo de veros tan superior a cuantos elogios puede daros mi balbuciente lengua, y concebir mi tardo entendimiento, aunque inspirado de una voluntad ansiosa de amaros, y de que os amen todos los hombres.

Confiado en vuestra piedades, imploro vuestra benignísima caridad para que me alcancéis que viva yo una vida verdaderamente cristiana, conforme a las obligaciones de mi estado, observando perfectamente la ley santa de Dios y los consejos evangélicos que me pertenecen, y que no buscando en todas mis acciones otra cosa que la mayor gloria de Dios, consiga una muerte dichosa en los brazos de Jesús, en el amparo de su Santísima Madre María, y en vuestra presencia. Espero, San Ignacio dulcísimo y suavísimo, me alcancéis estas gracias tan importantes para mi eterna salvación, y el favor que os pido en esta novena si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro, y provecho de mi alma. Amén.


-Se hace ahora la petición que se desea alcanzar en la novena-.


- Oración final:
¡Oh Dios, infinitamente bueno y misericordioso! Pues he recibido de vuestra Majestad todos los dones naturales y sobrenaturales que tengo, deseoso de ser en alguna manera agradecido a vuestras misericordias, os vuelvo cuanto me habéis dado con esta oferta familiar en el corazón y en los labios del glorioso San Ignacio:

"Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me lo dísteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro. Disponed de todo según vuestra voluntad, y a mí dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".



- Conclusión (en latín):
Similabo eum viro sapienti, qui aedificavit domum suam supra petram.

Amavit cum Dominus et ornavit eum.
R.: Stolam gloriae induit eum.

Oratio:
Deus, qui ad maioren tui nominis gloriam propagaudam novo per Beatum Ignatium subsidio militantem Ecclesiam roborasti; concede, ut eirus auxilio et imitationes certantes in terris, coronari cum ipso mereamur in coelis. Per Christum Dominum nostrum. Amen.


- Conclusión (en español):
Le compararé al hombre prudente que edificó su casa sobre piedra.

El señor le amó y le distinguió.
R.: Le vistió vestidura de gloria.

Oración:
Oh Dios, que para propagar la mayor gloria de tu nombre, has fortalecido por medio de San Ignacio a la Iglesia militante con un nuevo auxilio, alcánzanos que con su ayuda y a imitación suya peleemos en la tierra hasta conseguir ser coronados con él en el cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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28.4.17

Guía entre sombras


Letanías de nuestra señora la Virgen del Monte Carmelo:
Guía entre sombras.


La fe es oscuridad y, en muchas ocasiones, oscuridad absoluta. Quien desee ver y palpar las realidades divinas y espirituales con su cuerpo mortal está muy equivocado y erra completamente. La fe es oscuridad, y si esta oscuridad nos asusta y nos aterroriza en la vida presente, podemos imaginarnos lo que nos aterrorizará en el camino hacia la otra vida.

Los sufrimientos de ahora, penas y dolores, son en ocasiones muy graves y profundos, afectan a nuestro bienestar, a nuestra salud, nos turban el espíritu y nos postran en la desesperación.

20.2.21

Gratitud de las almas del Purgatorio. Testimonio (II)



Pedro Damiano había quedado huérfano siendo todavía de muy tierna edad. Uno de sus hermanos hubo de recogerlo, pero lo trataba siempre con sumo desprecio y aspereza. En este estado, he aquí que andando el pobre muchacho cierto día por un camino, se encontró una moneda. Pensad en la alegría que debió apoderarse de él, al creer en su inocencia que había topado con un tesoro. ¿Qué hacer, pues, de aquella riqueza? La necesidad en que se hallaba le sugería ideas propias de un niño de su edad, y niño acosado de la miseria y del hambre.

Por otra parte la lástima que le inspiraban las benditas almas del Purgatorio, y muy especialmente la de aquel que le había dado el ser, le hacía pensar seriamente en su alivio.

Después de muchas reflexiones, tomó la heroica resolución de entregar la moneda a un sacerdote, a quien encargó que celebrase una Misa por el alma de su padre. A partir de este día, su suerte se trocó por completo, siendo acogido por otro hermano de mejor condición que el primero, el cual le amó como a hijo, vistióle convenientemente, y le mandó a la escuela. Después de todo lo cual Pedro llegó a ser un grande hombre: Obispo, Cardenal, Doctor y Santo canonizado. ¡Ved cuánto le valió a aquel dichoso huérfano una Misa aplicada por un alma del Purgatorio!

(Vida de San Pedro Damiano.)

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8.1.21

Pena de sentido. Testimonio



El P. Fr. Marcos de Lisboa, Religioso de gran respetabilidad y cronista insigne de nuestra Seráfica Orden, en el libre XI, capítulo XXIII de la 1.a parte de las "Crónicas Antiguas", refiere en estos términos el siguiente testimonio.

"Hubo en el reino de Portugal un fraile mancebo llamado Fr. Alonso, el cual no obstante ser varón devoto y de muchas lágrimas, menospreciaba a los otros, y era de su natural inclinado a la ira. Llegado este fraile al punto de su muerte, dijo a otro que era amigo suyo, que si Dios se lo permitía, le daba palabra de que se le aparecería después de quince días. Encontrándose Fr. Alonso en el momento de la muerte, hallábase también agonizando otro Religioso, por nombre Fr. Pedro de Estrella, que había sido de muy santa y perfecta vida; de manera que los dos dichos, Fr. Alonso y Fr. Pedro, murieron en un mismo día.

15.2.22

Novena a San Ignacio de Loyola (5)



Por la señal...


- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para todos los días:
Glorioso patriarca San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús, si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma que yo consiga la gracia que os pido en esta novena, alcanzadla del Señor; y si no, ordenad mi petición con todos mis pensamientos, palabras y obras a lo que fue siempre el blasón de vuestras heroicas empresas: a mayor gloria de Dios.

- Oración para el día quinto:
Jesús mío dulcísimo, que nos encomendasteis la paciencia en los trabajos de esta vida como la senda de la perfección y el camino real de la gloria, os ofrezco los merecimientos del glorioso San Ignacio, y especialmente los de su paciencia invicta con que sufrió desprecios, calumnias, cárceles y cadenas con un espíritu tan constante y alegre en los trabajos, que decía no haber en el mundo tantos grillos y cadenas como deseaba padecer por Jesús. Os suplico, Señor amantísimo de mi alma, fortalezcáis la fragilidad de mi espíritu para que con invencible paciencia resista a los trabajos, penas y angustias de esta miserable vida, pobreza, dolores y afrentas, fabricando de ellas escala para subir a la gloria, así como la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honor del Santo, y bien de mi alma. Amén.


(Se rezan ahora tres padrenuestros y tres avemarías y tres glorias a la Santísima Trinidad, en obsequio de la devoción que San Ignacio tuvo a este inefable e incomprensible misterio).


- Oración para todos los días:
Santísimo patriarca San Ignacio, a quien Jesús escogió para capitán de su sagrada Compañía, y adornó con todas las virtudes que pedía este supremo cargo. Ángel en la pureza de cuerpo y mente; arcángel encargado de tantos negocios por la mayor gloria de Dios y bien de las almas; principado excelentísimo en la dirección de tantos millares de espíritus felices; potestad podedorísima para echar a los demonios de los cuerpos y de las almas; virtud prodigiosa en tantos y tan estupendos milagros; dominación suprema de la Compañía que formó tan dignos ministros evangélicos, y ahora continúa en formarlos desde el cielo; trono elevadísimo, en quien descansó la mayor gloria de Dios corriendo en vuestra fogosa alma por todas las partes del mundo; sapientísimo querubín, cuya mente ilustrada por el Espíritu Santo, dictó sabiduría celestial a su pluma; serafín fogosísimo, que aspiró en su vida y aspira continuamente desde el cielo a encender todo el mundo en llamas del dividno amor; abreviado paraíso de todas las virtudes y gracias, que a competencia de vuestra gran alma yo, patriarca amantísimo, me gozo de veros tan superior a cuantos elogios puede daros mi balbuciente lengua, y concebir mi tardo entendimiento, aunque inspirado de una voluntad ansiosa de amaros, y de que os amen todos los hombres.

Confiado en vuestra piedades, imploro vuestra benignísima caridad para que me alcancéis que viva yo una vida verdaderamente cristiana, conforme a las obligaciones de mi estado, observando perfectamente la ley santa de Dios y los consejos evangélicos que me pertenecen, y que no buscando en todas mis acciones otra cosa que la mayor gloria de Dios, consiga una muerte dichosa en los brazos de Jesús, en el amparo de su Santísima Madre María, y en vuestra presencia. Espero, San Ignacio dulcísimo y suavísimo, me alcancéis estas gracias tan importantes para mi eterna salvación, y el favor que os pido en esta novena si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro, y provecho de mi alma. Amén.


-Se hace ahora la petición que se desea alcanzar en la novena-.


- Oración final:
¡Oh Dios, infinitamente bueno y misericordioso! Pues he recibido de vuestra Majestad todos los dones naturales y sobrenaturales que tengo, deseoso de ser en alguna manera agradecido a vuestras misericordias, os vuelvo cuanto me habéis dado con esta oferta familiar en el corazón y en los labios del glorioso San Ignacio:

"Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me lo dísteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro. Disponed de todo según vuestra voluntad, y a mí dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".



- Conclusión (en latín):
Similabo eum viro sapienti, qui aedificavit domum suam supra petram.

Amavit cum Dominus et ornavit eum.
R.: Stolam gloriae induit eum.

Oratio:
Deus, qui ad maioren tui nominis gloriam propagaudam novo per Beatum Ignatium subsidio militantem Ecclesiam roborasti; concede, ut eirus auxilio et imitationes certantes in terris, coronari cum ipso mereamur in coelis. Per Christum Dominum nostrum. Amen.


- Conclusión (en español):
Le compararé al hombre prudente que edificó su casa sobre piedra.

El señor le amó y le distinguió.
R.: Le vistió vestidura de gloria.

Oración:
Oh Dios, que para propagar la mayor gloria de tu nombre, has fortalecido por medio de San Ignacio a la Iglesia militante con un nuevo auxilio, alcánzanos que con su ayuda y a imitación suya peleemos en la tierra hasta conseguir ser coronados con él en el cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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2.5.21

Vanidad de vanidades



Vidi cuncta quae fiunt sub fole, et ecce universa vanitas, et afflictio spiritus. (Eccles. I, 14).

Vi todo lo que se hace debajo del sol, y he aquí que todo es vanidad y aflicción de espíritu.



Vanos son, caducos y pasajeros todos los gustos de la tierra. Vanos los deseos, los cuidados, los pensamientos de los hombres. Vanidad de vanidades todo. Desdichado de aquel que, confiando en las vanas promesas de este mundo, vive entre tanto separado de Dios. Nada hay tan frágil y voluble como las cosas de la tierra. ¿Quién pensara que se habían de acabar tan presto aquellos grandes imperios de la antigüedad? ¿El de un Nabucodonosor, tan colosal a los ojos humanos, que parecía que el tiempo no había de tener jurisdicción sobre él? Y sin embargo, aquel Rey que presumía ser un dios, y que queriendo hacerse adorar como tal, mandó que lo representaran en una estatua de forma colosal, cuya cabeza era de oro, pero tenía una parte de los pies de hierro y la otra de barro, y con una piedrecita, que simbolizaba a Jesucristo, desprendida de lo alto de un monte, dio en tierra con la estatua, la cual quedó enteramente desmenuzada.

Poco tiempo después de lo dicho, Nabucodonosor perdida la razón se retiró a un monte solitario, donde por espacio de siete años estuvo comiendo heno, como un buey, mientras que su cuerpo era bañado con el rocío de lo alto, hasta que alzó los ojos al cielo, y bendiciendo al Altísimo le fue restituido el juicio y con él el trono.

1.1.21

¿Qué es el Purgatorio? Testimonio



San Cirilo habla de tres muertos resucitados por San Jerónimo; y andando el Santo yendo a visitar uno de ellos, dice que lo encontró llorando amargamente, y le dijo: "Si tú supieras los acerbísimos tormentos que yo he visto y sentido en el Purgatorio, no podrías dejar de llorar conmigo día y noche". Y continuó diciendo: "Si todas las penas de fuego, todos los tormentos y martirios que hay en este mundo se ponen en parangón con los del Purgatorio, los de acá parecerán diversiones y deleites. No hay hombre alguno, el cual si conociese por experiencia cuan tremendas son aquellas penas, que no eligiera más bien el ser sacrificado aquí sin refrigerio alguno hasta el fin del mundo con todos los suplicios que hay y ha habido en la tierra, antes que padecer una sola hora el fuego del Purgatorio".

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8.6.17

Jesús, el técnico de ordenadores


Un día soñé que se había ido la luz y que Jesucristo, que estaba ante un ordenador, procedía a repararlo. No me preguntéis cómo llegué a tener ese extraño sueño, pero no viene al caso, de todos modos. Lo que importa es ver al mismo Hijo de Dios, Cristo Jesús, reparando un ordenador. Y me resultó llamativo porque Él, siendo Dios, podría haberle ordenado a la computadora que volviese a funcionar, pero no lo hizo.

Resulta curioso el hecho de que en los momentos cruciales de la vida de Jesús, éste podría haber hecho muchos prodigios. Pero decidió no alterar el destino a su antojo, sino someterse a Dios Padre. Así, tenemos el caso de los fariseos, reclamándole una señal "para creer en él" (Mc. 8,11), o de uno de sus discípulos, enfrentándose con su espada a los soldados y recriminándole el Señor tal gesto porque, si quisiera, llamaría a legiones de ángeles que acudiesen en su ayuda (Mt. 24,53). Y sin embargo el Señor pasó como uno de tantos, simplemente (que no es poco) "haciendo el bien" (Hechos 10,38) .