Dice nuestra madre Santa Teresa de Jesús en el capítulo 13 de su vida que el único medio para aprovechar y avanzar en el amor de Dios es hacer cuenta como si no existiera en la tierra nada fuera de Dios, y nuestra alma, y esta consideración fue el fundamento de su santidad y amor. Así, para sobrellevar a todo lo que nos enfrentemos, bien el religioso en su monasterio o convento, o el seglar entre el pueblo, debe hacer como si solo Dios y él viviesen en el mundo, al menos en lo que no nos toca a nosotros, sin mezclarse así con habladurías, entretenimientos y mediocridades que nos suponen un atraso para avanzar y nos ensucian la visión del alma hacia Dios.
Mirémonos, pues, a nosotros mismos, llorémonos a nosotros mismos, y apartemos los ojos de censurar a los demás. Porque la gente del mundo está constantemente mirando hacia los otros, y no a sí misma, y así murmuran unos de otros cuando deberíamos estar conociendo y profundizando en nuestra flaqueza y fragilidad, y enmendándonos útilmente a nosotros mismos.