Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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11.9.17

Venid, benditos, a la Ciudad de Dios


"Venite Benedicti Patris mei, possidete paratum vobis Regnum a constitutione mundi", Matth, 2,5 ("Venid Benditos de mi Padre, a gozar del Reino que os está preparado desde el principio del mundo"). ¡Oh, alma!, oye con presteza la voz de Cristo con que te llama a imitar su vida, para que seas después digna de oír esta dulce frase, con que te llamará a recibir la corona.

¿Cuál será el consuelo del alma dichosa, que merecerá tan feliz llamada, oyéndola de aquella celestial voz? ¡Oh, corazón humano!, si tu fe se alarga a creer esta verdad, dime, ¿cómo puedes vivir olvidado de semejante bienaventuranza? Si confiesas esta fe con tu boca, a cada paso con tus obras la estás negando, es tal la vida que llevas: aviva, pues esta fe, despertándola, y merecerás la llamada del Salvador, y oirás de su boca: "¡oh, buen siervo y fiel amigo, que diste tan buena cuenta de lo poco!, yo te ensalzaré sobre lo mucho, entra en el gozo de tu Señor".

1.9.17

Por los bienes temporales, perder los eternos


"Sordet telus cum caelum aspicio", se puede ver en el encabezado de esta antigua lámina del siglo XVII. En ella, en una cinta central, un lema destaca y nos llama la atención, advirtiéndonos: "No se da Cielo sin memoria de Cielo". Es decir, "no se da el Cielo sin la memoria del Cielo", indicándonos que muy difícil alcanzará el Reino de los Cielos aquél que nunca piense en él, ni se preocupe por él.

En la parte baja de la lámina, como pie de foto, se puede leer: "Por los bienes temporales, pierdes los eternos", junto con una cita de Hebreos 13 que es lapidaria: "Non enim habemus hic manentem civitatem" ("no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la venidera").