Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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18.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [29]


Sábado / Domingo,18-19 de agosto de 1900
[La Madre María Teresa, acompañada de Jesús y de su Ángel de la Guarda, viene a dar gracias a Gema y vuela al cielo].

Jesús me ha hecho conocer esta mañana en la sagrada Comunión que la Madre María Teresa volará esta noche al paraíso. Nada más por ahora.

Jesús me había prometido darme una señal.

Llega la medianoche, y nada todavía. Dan las doce, tampoco. A las doce y media me pareció que la Virgen venía a avisarme de que se acercaba la hora.

17.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [28]


Viernes 17 de agosto de 1900
¡Qué instantes tan felices se pasan con Jesús! Al quitarle la corona de espinas, Jesús la bendice con mano radiante, derramando sobre ella un cúmulo de gracias. El Ángel le recomienda que sea obediente y dé algunos avisos a su Confesor. Repugnancia que siente en escribir.

Jesús, apenas se ha posado sobre mi lengua (causa tantas veces de muchos pecados), se me ha hecho sentir. Ya no estaba en mí, sino que, dentro de mí, Jesús bajaba a mi seno. (Digo al pecho, porque el corazón ya no lo tengo: se lo ha llevado la Mamá de Jesús). ¡Qué instantes tan felices se pasan con Jesús! ¿Cómo pagar tanto amor? ¿Con qué palabras expresar el amor que manifiesta para con esta pobre criatura? A pesar de todo, ha querido venir a mí. Es verdaderamente imposible, es imposible no amar a Jesús. Me pregunta muchas veces si le amo y le amo de verdad. ¿Y todavía lo dudas, Jesús mío? Él se une cada vez más a mí, me habla, me quiere perfecta, me dice que me ama mucho y que yo le corresponda.

16.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [27]


Jueves, 16 de agosto de 1900
Es jueves. Se apodera de mí la acostumbrada repugnancia; el temor de perder mi alma me asusta; el número de mis pecados y su enormidad, todo se me presentaba delante. ¡Qué agitación! En esos momentos el Ángel de la Guarda me sugirió al oído:

- Pero la misericordia de Dios es infinita-. Me tranquilicé.

15.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [26]


Miércoles, 15 de agosto de 1900
En este estado de aridez y de falta de Jesús he durado hasta hoy miércoles.

Desde el viernes no le he vuelto a sentir. El Confesor me asegura que es en castigo de mis pecados o para ver si puedo pasar sin Jesús y estimularme a amarlo todavía más. He estado siempre sola, quiero decir, sin Jesús. El Ángel de la Guarda no me ha dejado ni siquiera un segundo, y no obstante, ¡cuántos defectos y cuántas faltas en su presencia! ¡Dios mío, tened misericordia de mí! He comulgado todos los días, pero Jesús como si no existiera. ¿Querrá Jesús dejarme también sola en una solemnidad tan grande como es ésta? La Comunión la he hecho con algo más de consuelo, pero sin sentir a Jesús. He rogado mucho durante estos días, porque quiero una gracia de Jesús.

14.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [24 y 25]


Sábado, 11 de agosto de 1900
Es sábado, voy a comulgar; ¿qué haré? De todos modos quiero obedecer. ¡Si pudiera conseguir una visitilla de mi Mamá! Pero no, me acuerdo del pecado que cometí ayer tarde. Es verdad que esta mañana me he confesado en seguida, mas no importa, la Virgen a mí no me perdona tan fácilmente. Me quiere perfecta.

Estamos en la tarde del sábado. ¡Dios mío! ¡Qué castigo! El mayor castigo que puedes darme es privarme de la visita de María Santísima, y es precisamente cuando se acerca el sábado cuando cometo siempre alguna falta......

12.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [23]


Viernes 10 de agosto de 1900
Me dijo la tarde anterior el Ángel de la Guarda que me haría tener la corona de espinas en la cabeza hasta las cinco del viernes. Fue verdad, porque hacia esa hora comencé a recogerme un poquito, me escondí en la iglesia de los Franciscanos y allí vino Jesús a quitármela de nuevo, estuve siempre sola. ¡Qué muestras me dio de cariño! Me animó de nuevo a padecer y me dejó en un mar de consuelos.Tengo que decir, sin embargo, que a las veces, sobre todo el jueves por la tarde, se apodera de mí una tristeza tal, pensando que he cometido tantos pecados, los que todos me vienen a la memoria, que me avergüenzo de mí misma y me aflijo sobremanera. Ayer tarde, pocas horas antes, me sobrevino también esta vergüenza y este disgusto, y sólo puedo hallar un poco de alivio sufriendo eso poquito que Jesús me manda, y ofreciéndolo por los pecadores, en especial por mí, y luego por las almas del purgatorio.

¡Cuántos consuelos me da Jesús! ¡De cuántas maneras me prueba que me quiere! Todas son cosas de mi cabeza, pero si obedezco, Jesús no permitirá que me engañe. El jueves por la tarde me prometió que durante estos días, que faltara la señora Cecilia, haría que no me faltase nunca el Ángel de la Guarda. Me lo dió ayer tarde y no me ha vuelto a dejar ni un solo momento.

11.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [22]


Jueves, 9 de agosto de 1900
También hoy, después de haber sostenido una gran batalla con el enemigo auxiliada de Dios, ha venido el Ángel de la Guarda, que riñéndome y muy severo me ha dicho:

- Hija, acuérdate de que faltando a la obediencia, sea en lo que fuere, cometes siempre pecado. ¿Por qué eres tan reacia a obedecer al Confesor? Acuérdate también que no hay camino más seguro y breve que el de la obediencia.

¿Y a qué viene hoy todo esto? Pues por mi culpa. Merecería cosas peores, pero Jesús usa siempre conmigo de misericordia.

9.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [21]


Miércoles, 8 de agosto de 1900
Vayamos a esta mañana. Apenas salí del confesionario me vino a la mente el pensamiento de que a mi parecer el Confesor disminuye demasiado mis pecados, cosa que me intranquilizó. Para calmarme se me acercó el Ángel de la Guarda. Estaba en la iglesia, y pronunciaba en voz alta estas palabras.

- Vamos a ver, ¿a quién quieres creer, al Confesor o a tu cabeza? ¿Al Confesor que tiene continuas luces y asistencia, que tiene mucha capacidad, o a ti, que no tienes nada de nada? ¡Soberbia! - Me decía- ¡Quieres hacerte maestra y guía del Confesor!

No pensé más. Hice un acto de contrición y comulgué.

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8.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [20]


Martes, 7 de agosto de 1900
Ayer por la mañana el Ángel me prometió que por la tarde podría hablar con el Cohermano Gabriel ([El coloquio habido con el Ángel en el éxtasis 43]). Llego la tarde tan deseada; el sueño quería vencerme, luego me sobrevino una agitación tal, que me llenó de espanto. Pero es que Jesús estaba a punto de darme ese consuelo, y cuando lo hace, antes o después, me da algún dolor. Siempre sea bendito +.

Al sentir esta agitación no veía a nadie, quiero decir, al diablo. Sólo que me sentía mal, la cosa duró poco. Me calmé pronto, me sentí de repente recogida, y en seguida lo de siempre, la cabeza que se me fue y yo me hallé con el Cohermano Gabriel ([De esta aparición habla también la Santa en la carta 10 al P. Germán]).

7.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [19]


Lunes, 6 de agosto de 1900
He llegado al 6 de agosto. Los días pasan, y yo siempre en el abismo de este mundo.

Esta tarde, mientras hacía mis oraciones, el Ángel de la Guarda se me ha acercado y golpeándome en la espalda me ha dicho:

- Gema, ¿cómo tanta desgana para la oración? No le agrada a Jesús.

- No - respondí - no es desgana, hace dos días que no me hallo bien.

5.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [18]


Domingo, 5 de agosto de 1900
Hoy domingo he suplicado al Ángel tuviese la bondad de decir a Jesús que no podría hacer la meditación sobre la Pasión, porque no me sentía bien, que ya vería el hacerla por la tarde. Llegada la tarde, me encontraba sin ganas; me fui a la cama, hice la preparación y quedé recogida, sólo interiormente. He de decir que la meditación de los domingos suele ser siempre sobre la Resurrección o bien el paraíso; pero Jesús me da a entender que no quiere todavía de mí esta meditación, pues la mente vuela en seguida a algún punto de la Pasión. Hágase su voluntad.

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3.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [17]


Sábado, 4 de agosto 1900
Hemos llegado al sábado: es el día destinado para ver a mi Mamá, pero ¿qué debo esperar?

Al fin he llegado a esta tarde ([También aquí Gema comienza a escribir el sábado por la tarde, para continuar el domingo siguiente]). Me he puesto a rezar el rosario de los Dolores. En principio estaba resignada, quiero decir, que me había conformado con el querer divino de pasar aquel sábado sin ver a Nuestra Señora de los Dolores; pero a Jesús le bastó mi intención y me contentó. No sé a qué punto del rezo me sentí recogida interiormente: al recogimiento, como de ordinario, sucedió bien pronto la pérdida de la cabeza, y sin darme cuenta me hallé en presencia (según a mí me pareció) de Nuestra Señora de los Dolores.

2.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [16]


Viernes, 3 de agosto de 1900
+ Hoy he dormido un poco ([Se trata aquí del sueño natural, como aparece por lo que sigue.]), luego me he sentido recoger interiormente; pasado el recogimiento noté que se me iba la cabeza, estaba con Jesús. ¡Qué contenta estaba! He sufrido mucho, sí, de la cabeza; me he quejado un poquito, porque me dejaba sola. Le he pedido también que me haga saber cuándo la Madre María Teresa estará en el cielo. Me ha dicho:

- Aun no, sigue sufriendo

Encomendé a mi pobre pecador, me dio la bendición a mí y a todos los miembros del sagrado Colegio y me dejó muy satisfecha.

1.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [15]


Miércoles y jueves, 1 y 2 de agosto de 1900
El miércoles no pude recogerme ni una vez, el jueves tampoco; de vez en cuando mi Ángel me decía alguna cosa, pero siempre estaba despierta.

El miércoles por la tarde me puse a pensar conmigo sola que podía muy bien estar engañada del diablo; pero me tranquilizaba, diciéndome únicamente:

- Obediencia.

30.4.18

Diario de Santa Gemma Galgani [14]


Martes, 31 de julio de 1900
Es martes: voy a recibir la Comunión, ¡pero en qué estado!

He prometido a Jesús ser buena y mudar de vida; se lo he dicho, pero Él no me ha respondido nada; también le he dicho que me mande a su Madre y mía, a lo que ha dicho:

- ¿Eres digna? - Quedé avergonzada y no supe qué más decir. Al fin, añadió: -Sé buena y vendrá pronto con el Cohermano Gabriel.

29.4.18

Diario de Santa Gemma Galgani [13]


Lunes, 30 de julio de 1900
Esta mañana, lunes, 30 ([Por error, Gema escribe 29]) de julio, he ido a recibir la sagrada Comunión. No la quería recibir, me remordía la conciencia, he titubeado hasta las nueve si debía o no hacerlo, pero al fin venció Jesús, y la hice, pero ¿cómo? ¡Con qué frialdad! A Jesús no le he sentido para nada.

Hoy no he podido recogerme en todo el día; he sido mala, me he impacientado, aunque a solas, sin que nadie se diera cuenta, he llorado mucho, porque mi hermana no quería salir de la habitación... Ayer, domingo, por la tarde, estuvo por despecho en mi habitación hasta las once, diciendo, para burlarse de mí, que quería verme caer en éxtasis; hoy ha hecho otro tanto. Ayer escribió una carta a Baños de San Julián ([El hermano Guido, farmacéutico en Baños de San Julián (Luca)]) y hablaba mucho de mí y de mis cosas. Estas cosas, que debería recibir bien, dando gracias a Jesús, me causan mucho disgusto y hay momentos en que me desespero.

27.4.18

Diario de Santa Gemma Galgani [12]


Domingo, 29 de julio de 1900
En este estado lo pasé hasta ayer mañana, domingo, sin poder recogerme. El Ángel de mi Guarda, sin embargo, no me fallaba; me anima, y debo decir que ese mismo domingo no tenía ganas de comer, y él me obligó a hacerlo, lo mismo ha hecho también esta mañana. No deja ninguna tarde de bendecirme y aun de reñirme y castigarme.

Hoy, domingo ([La Santa había escrito "lunes", pero luego corrigió, queriendo seguir hablando del domingo; usa, sin embargo, del tiempo presente y dice "hoy", como si escribiera el mismo domingo]), siento gran necesidad de Jesús, pero, es ya tarde y no abrigo esperanza alguna de verlo; esperaré a ver esta noche, cuando esté sola y libre.

26.4.18

Diario de Santa Gemma Galgani [11]


Sábado, 28 de julio de 1900
La noche la pasé muy bien; por la mañana vino el Ángel de la Guarda, estaba muy contento, me dijo que tomase papel y escribiera lo que él me dictara.

He aquí todo:
"Recuerda, hija mía, que quien ama a Jesús habla poco y sufre mucho".

"Te mando de parte de Jesús que no digas nunca tu parecer, si no eres preguntada, y que no sostengas nunca tu parecer, sino que cedas en seguida".

"Obedece puntualmente al Confesor y a quien él quiera, sin replicar; en las cosas que es debido, conténtate con una réplica sola y sé sincera con todos".

"Cuando hayas cometido alguna falta, acúsate en seguida, sin esperar que te lo pidan".

"Acuérdate finalmente de mortificar los ojos, y piensa que el ojo mortificado verá la hermosura del cielo".

25.4.18

Diario de Santa Gemma Galgani [10]


Viernes, 27 de julio de 1900
Este viernes sufrí bastante más, porque me vi obligada a trajinar, y a cada movimiento me creía morir.

Una de las tías ([Tía paterna. La Santa no estaba todavía habitualmente en casa Gíannini]) me había mandado subir agua; me costó mucho, me parecía (era imaginación mía) que las espinas se me clavaban en el cerebro, y una gota de sangre me corrió por la sien. Me limpié en seguida y poco vio. Me preguntó si me había caído y herido en la cabeza; le dije que me había arañado con la cadena del pozo. Luego me fui con las monjas ([Con las monjas Manteladas, llamadas en Luca Hermanitas [Suorine], con las que Gema pasaba el día cuando estaba ausente de Luca la señora Cecilia.]); eran las diez y estuve con ellas hasta las cinco: después regresé a casa, pero Jesús me la había quitado ya.

Santa Gemma Galgani | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

24.4.18

Diario de Santa Gemma Galgani [9]


Jueves, 26 de julio de 1900
Llegó la mañana siguiente, y al fin vino el Ángel de la Guarda, que me volvió a reñir mucho y me dejó luego sola y afligida. Recibí la sagrada Comunión, pero, ¡oh, Dios, en qué estado! Jesús no se dejó sentir. Cuando, pasado un rato, pude estar sola, comencé a desahogarme: soy culpable, me doy cuenta; pero, si he de decirlo todo, hay disgustos que a ciertas personas yo no se los querría dar nunca, pero es tan fuerte mi mala inclinación al mal, que a menudo caigo en estas cosas. Jesús me hizo estar en este estado por más de una hora; yo lloraba y me afligía. Al fin, Jesús se compadeció de mí y vino; me acarició, me hizo prometer que no lo volvería a hacer y me bendijo.

Debo decir que en el suceso de ayer dije tres mentiras, tuve pensamientos contrarios a la mansedumbre e ideé vengarme de quien había hecho el oficio de espía, pero Jesús me prohibió en absoluto hablar de esto con el Hermano Fabián u otros. Pronto recobré la paz, y para estar más tranquila corrí a confesarme.