Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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5.7.18

El combate espiritual: la vanagloria


- De la tentación de vanagloria. -

La tercera tentación es la vanagloria. Nada temas tanto, hija mía, como el dejarte inducir a la menor complacencia de ti misma y de tus obras. No te gloríes jamás sino en el Señor, y reconoce que todo el bien que hay en ti lo debes a los méritos de su vida y de su muerte. Conserva siempre, mientras te dure la vida, un gran odio y menosprecio de ti misma. Humíllate hasta el polvo con la reflexión de tu miseria y nada, y rinde incesantemente a Dios acciones de gracias, como Autor de todas las buenas obras que hubieres hecho. Pídele que te socorra en este peligroso asalto; pero no mires jamás el socorro de su gracia como precio de tus merecimientos, aun cuando hubieres conseguido grandes victorias sobre ti misma. Permanece invariablemente en un temor santo, y confiesa ingenuamente que todos tus cuidados serían inútiles, si Dios, que es toda tu esperanza, no te asistiese y amparase con su protección (Psalm. XVI, 8).

Con estas advertencias, hija mía, si puntualmente las observares, triunfarás fácilmente de todos tus enemigos; y te abrirás el camino para pasar con alegría a la celestial Jerusalén.

Lorenzo Scúpoli C. R. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

4.7.18

El combate espiritual: no caer en la desesperación


- De la tentación de la desesperación, y cómo podremos defendernos de ella. -

La segunda tentación del enemigo de nuestra eterna salud es un vano terror o espanto, que nos infunde con la representación y memoria de nuestras culpas pasadas, para precipitarnos en la desesperación.

Si te hallares hija mía, amenazada de este peligro, ten por regla general que la memoria de tus pecados será un efecto de la gracia, y te será muy saludable si produce en ti sentimientos de humildad, de compunción y de confianza en la divina misericordia; pero si te causare inquietud, desconfianza y pusilanimidad, aunque te parezca que tienes grandes motivos y fundamentos para persuadirte que estás reprobada y que ya no hay para ti esperanza de salud, reconócele luego por sugestión y artificio del demonio, y no pienses entonces sino en humillarte, y en confiar más que nunca en la bondad y misericordia de Dios; que de este modo eludirás todas las estratagemas del enemigo, lo vencerás con sus propias armas, y darás al Señor honor y gloria.

3.7.18

El combate espiritual: de esto serás tentado en la hora de tu muerte


- De cuatro géneros de tentaciones con que nos asalta el demonio a la hora de la muerte; y primeramente de la tentación contra la fe, y el modo de resistirla. -

Con cuatro tentaciones peligrosas suelen principalmente asaltarnos nuestros enemigos en la hora de la muerte.

1- Con dudas sobre las cosas de la fe.

2- Con pensamientos de desesperación.

3- Con pensamientos de vanagloria.

4- Con diversos géneros de ilusiones de que estos espíritus de las tinieblas, transformándose en ángeles de luz, se sirven para engañarnos.

2.7.18

El combate espiritual: prepararse para el último combate


- Del modo de prevenimos contra los enemigos que nos asaltan a la hora de la muerte. -

Aunque toda nuestra vida no es sino una continua guerra (Job. VI, I), es cierto, no obstante, que la principal y más peligrosa batalla será la última, porque de ella depende nuestra vida o nuestra muerte eterna (Eccles. XI).

Para no peligrar, pues, entonces con daño irreparable, procura ejercitarte en este combate ahora que Dios te concede el tiempo y las ocasiones; porque sólo quien combate valerosamente en la vida puede esperar ser victorioso en la muerte por la costumbre que ha adquirido de vencer a sus más formidables enemigos. Además, piensa frecuentemente y con atenta consideración en la muerte, porque de esta suerte, cuando estuviere vecina, te causará menos espanto, y tu espíritu estará más sereno, libre y pronto para la batalla (Eccles. II).

1.7.18

El combate espiritual: cercados por todas partes, pero no vencidos


- Cómo en este combate espiritual debemos perseverar hasta la muerte. -

Entre las cosas que son necesarias en este combate, la más principal es la perseverancia, que es la virtud con que debemos aplicarnos sin interrupción ni descanso a mortificar nuestras pasiones, que nunca llegan a morir mientras vivimos, antes bien, brotan y crecen siempre en nuestro corazón, como en campo fértil de malas hierbas.

Es locura el pensar que podemos dejar de combatir mientras vivimos; porque esta guerra no se acaba sino con la vida, y cualquiera que rehusare la pelea, perderá infaliblemente la libertad o la vida. Tenemos que luchar con enemigos irreconciliables, de los cuales no podemos esperar jamás paz ni tregua, porque es implacable y continuo el odio que nos tienen, y nunca es mayor el peligro de nuestra ruina que cuando nos fiamos de su amistad.

30.6.18

El combate espiritual: no detenerse en lo que hayamos conseguido


- Del examen de conciencia. -

Tres cosas debes considerar, hija mía, en el examen de tu conciencia; la primera, las faltas cometidas durante todo el día; la segunda, las ocasiones en que se originaron; la tercera, la disposición en que te hallas de comenzar de nuevo a corregir tus vicios, y adquirir las virtudes contrarias.

En cuanto a las faltas cometidas, observarás lo que dejo advertido en el capítulo XXVI, que contiene todo lo que debemos hacer cuando hubiéremos caído en algún pecado. Por lo que se refiere a las ocasiones de tus caídas, procurarás evitarlas con todo el cuidado y vigilancia posible.

29.6.18

El combate espiritual: razones de la sequedad de espíritu


- De la devoción sensible y del espíritu de sequedad. -

La devoción sensible procede o de la naturaleza, o del demonio, o de la gracia. De los efectos que obrare o produjere en ti, podrás, hija mía, conocer fácilmente su origen; porque si no produce la enmienda y reformación de tu vida, puedes justamente temer que proceda del demonio o de la naturaleza, principalmente si te inclinas y te aficionas con exceso al gusto y dulzura que te causa, y vienes a concebir mejor opinión de ti misma.

Siempre, pues, que sintieres lleno tu corazón de consolaciones y gustos espirituales, no pierdas el tiempo en examinar la causa de donde proceden: procura solamente tener tu nada delante de los ojos; conservando un gran aborrecimiento de ti misma, y desnudándote de toda inclinación o afecto particular a cualquier objeto creado, aunque sea espiritual; no busques sino solamente a Dios, ni desees más que agradarle; porque de este modo, aunque la dulzura o gusto que sientes proceda de un mal principio, mudará de naturaleza y empezará a ser un efecto de la gracia.

28.6.18

El combate espiritual: Cómo ofrecer nuestros sacrificios y ofrendas


- Del ofrecimiento. -

Para que este ofrecimiento sea muy agradable a Dios, se han de observar dos circunstancias: la primera es que ha de unirse y acompañarse con los ofrecimientos que hizo Jesucristo a su eterno Padre en el curso de su vida pasible y mortal; la segunda, que nuestro corazón esté desasido enteramente del amor de las criaturas.

En orden a la primera, has de saber que mientras vivía el Señor en este valle de lágrimas, ofrecía a su Padre celestial, no solamente su persona y sus acciones particulares, sino también las de todos los hombres con sus mismas personas. Conviene, pues, hija mía, que juntemos nuestros ofrecimientos con los suyos, para que con esta unión los suyos santifiquen los nuestros.

27.6.18

El combate espiritual: un Dios bondadoso


- Del modo de dar gracias a Dios. -

Siendo de Dios todo el bien que poseemos (Jacob. I, 17) y obramos, es muy justo que le rindamos continuas acciones de gracias por todas las buenas obras que hacemos, por todas las victorias que alcanzamos de nosotros mismos, y por todos los beneficios comunes y particulares que recibimos de su mano.

Para que podamos satisfacer propia y debidamente esta obligación, hemos de considerar el fin que mueve al Señor derramar con tanta liberalidad sobre nosotros sus bendiciones y gracias; porque este conocimiento nos enseñará de qué modo quiere que le mostremos nuestra gratitud y reconocimiento.

26.6.18

El combate espiritual: forma de comulgar espiritualmente


- De la comunión espiritual. -

Aunque no se puede recibir al Señor sacramentalmente sino una sola vez al día (Nota: por razones especiales se puede recibir la comunión dos veces al día, siempre y cuando la segunda comunión sea una misa especial -por difuntos, una boda...-, y esa segunda comunión no se puede recibir para la intención de uno mismo; por regla general, por lo tanto, solo se puede recibir la comunión una vez al día, ya que es alimento espiritual 'para la jornada'), no obstante se puede recibir espiritualmente, como dije arriba, cada hora y cada momento. Este es un bien, hija mía, de que solamente puede privarnos nuestra negligencia o culpa; y para que comprendas su fruto y excelencia, sabe que algunas veces será más útil al alma y más agradable a Dios esta comunión espiritual, que muchas comuniones sacramentales, si se reciben con tibieza y sin la debida preparación.

Siempre que estuvieres dispuesta, hija mía, para esta especie de Comunión, el Hijo de Dios estará pronto a darse y comunicarse a ti para ser tu alimento.

25.6.18

El combate espiritual: preparación para recibir al Señor


- Como debemos prepararnos para la comunión, a fin de excitar en nosotros el amor de Dios. -

Si quieres, hija mía, que el sacramento de la Eucaristía produzca en ti sentimientos y afectos de amor de Dios, acuérdate del íntimo amor que Él te ha tenido; y desde la tarde que precederá a tu comunión, considera atentamente que este Señor, cuya majestad y poder no tienen límites ni medida, no contentándose con haberte creado a su imagen y semejanza, y haber enviado al mundo a su unigénito Hijo para que expiase tus culpas con los trabajos continuos de treinta y tres años, y con una muerte no menos acerba que ignominiosa en una cruz, te lo ha dejado en este divino Sacramento para que sea tu sustento y refugio en todas tus necesidades.

Considera bien, hija, cuán grande, cuán singular, y cuán perfecto es este amor en todas sus circunstancias:

- 1. Si miras y atiendes a su duración, hallarás que es eterno, y que no ha tenido principio; por que así como Dios es eterno en su divinidad, así lo es en el amor con que decretó en su mente divina darnos a su único Hijo de un modo tan admirable.

24.6.18

El combate espiritual: cómo comulgar


- Del modo de recibir el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. -

Por diversos motivos y fines podemos recibir este divino Sacramento; pero para recibirlo con fruto se deben observar algunas cosas, antes de la comunión, cuando estamos para comulgar, y después de haber comulgado.

Antes de la comunión (por cualquier fin o motivo que se reciba), debemos siempre purificar el alma con el Sacramento de la Penitencia, si reconocemos en nosotros algún pecado mortal. Después debemos ofrecernos de todo corazón y sin alguna reserva a Jesucristo, y consagrarle toda el alma con sus potencias, ya que en este Sacramento se da todo entero a nosotros este divino Redentor: su sangre, su carne, su divinidad, con el tesoro infinito de sus merecimientos; y como lo que nosotros le ofrecemos es poco o nada, en comparación de lo que a nosotros nos da, debemos desear tener cuanto le han ofrecido todas las criaturas del cielo y de la tierra, para hacer de todo a su divina Majestad una oblación agradable a sus ojos.

22.6.18

El combate espiritual: recomendación de comulgar espiritualmente a cada momento


- Del Santísimo Sacramento de la Eucaristía. -

Hasta ahora, hija mía, he trabajado en proveerte, como has visto, de cuatro armas espirituales, y enseñarte el modo de servirte de ellas para vencer a los enemigos de tu salud y de tu perfección.

Ahora quiero mostrarte el uso de otra arma, más excelente, que es el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Este augusto Sacramento, así como excede en la dignidad y en la virtud a todos los demás Sacramentos, así de todas las armas espirituales es la más terrible para los demonios. Las cuatro primeras reciben toda su fuerza y virtud de los méritos de Cristo, y de la gracia que nos ha adquirido con el precio de su sangre; pero esta última contiene al mismo Jesucristo, su carne, su sangre, su alma y su divinidad. Con aquellas combatimos a nuestros enemigos con la virtud de Jesucristo; con esta los combatimos con el mismo Jesucristo, y el mismo Jesucristo los combate en nosotros y con nosotros; porque quien come la carne de Cristo y bebe su sangre, está en Cristo y Cristo en él (Joann. VI, 57).

Mas como puede comerse esta carne y beberse esta sangre en dos maneras, esto es, realmente, una vez cada día, y espiritualmente; cada hora y cada momento, que son dos modos de comulgar muy provechosos y santos, usarás del segundo con la mayor frecuencia que pudieres, y del primero todas las veces que te sea dado.

Lorenzo Scúpoli C. R. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

21.6.18

El combate espiritual: imitar las virtudes de Cristo


- De los frutos que podemos sacar de la meditación de Cristo crucificado, y de la imitación de sus virtudes. -

Los frutos que debes sacar, hija mía, de la meditación de Cristo crucificado, son:

- El primero, que te duelas con amargura de tus pecados pasados, y te aflijas de que aún vivan y reinen en ti las pasiones desordenadas, que ocasionaron la dolorosa muerte de tu Señor.

- El segundo, que le pidas perdón de las ofensas que le has hecho, y la gracia de un odio saludable de ti misma para que no lo ofendas más; antes bien lo ames y lo sirvas de todo corazón en reconocimiento de tantos dolores y penas como ha sufrido por tu amor.

- El tercero, que trabajes con continua solicitud en desarraigar de tu corazón todas tus viciosas inclinaciones, por pequeñas y leves que sean.

- El cuarto, que con todo el esfuerzo que pudieres, procures imitar las virtudes de este divino Maestro, que murió no solamente por expiar nuestras culpas, sino también por darnos el ejemplo de una vida santa y perfecta (I Petr. II, 21).

20.6.18

El combate espiritual: meditar profundamente en la pasión del Señor


- De los diversos sentimientos afectuosos que se pueden sacar de la meditación de la pasión de Jesucristo. -

Todo lo que he dicho arriba en orden al modo de orar y meditar sobre la pasión del Señor, no se dirige sino a pedir favores y gracias; ahora, hija mía, quiero enseñarte el modo de sacar de la misma pasión diversos afectos.

Por ejemplo, si te propones por objeto de tu meditación la crucifixión de Jesucristo, podrás, entre otras maravillosas circunstancias de este misterio, considerar las siguientes:

1. El modo inhumano con que en el monte Calvario lo desnudaron de sus vestiduras las impías y crueles manos de los judíos, que le arrebataron con tanto furor la túnica, que por hallarse pegada a las llagas, se produjo un nuevo y muy acerbo dolor a su sacratísimo Cuerpo.

19.6.18

El combate espiritual: El modo de recurrir a los santos


- Del modo de meditar y orar valiéndose de los Ángeles y de los Bienaventurados. -

Para merecer la protección de los Ángeles y Santos del cielo, usarás de dos medios.

El primero será levantar tu espíritu al Padre eterno y presentarle las alabanzas que le da toda la corte celestial, y los trabajos, persecuciones y tormentos que han padecido los Santos en la tierra por su amor; y pedirle después, en virtud de las pruebas ilustres de fidelidad, amor y constancia que le dieron estos gloriosos predestinados, que te conceda la gracia que necesitas.

El segundo será invocar a los bienaventurados espíritus, pidiéndoles que te ayuden a corregir tus vicios, y a vencer todos los enemigos de tu salud, particularmente que te asistan en el momento de la muerte.

18.6.18

El combate espiritual: Confiar en Nuestra Señora


- Algunas consideraciones para acudir con fe y seguridad al patrocinio de la Virgen María. -

Si deseas recurrir con seguridad y confianza en cualquiera necesidad o trabajo a la protección de la Virgen María, podrás servirte de los motivos y consideraciones siguientes:

- 1. La experiencia muestra que un vaso que ha tenido dentro de sí algún licor aromático y precioso, conserva su fragancia (aunque se haya sacado el licor del vaso), principalmente si lo ha tenido dentro de sí por mucho tiempo, y si ha quedado en el vaso alguna parte del licor precioso.

Asimismo, el que ha estado cerca de un gran fuego conserva por mucho tiempo el calor después de haberse retirado de él.

17.6.18

El combate espiritual: cómo orar con ayuda de Nuestra Señora


- De un modo de orar fundado en la intención de María santísima, nuestra Señora. -

Aparte de lo que ya hemos dicho anteriormente hay otro modo de orar y meditar, que se dirige particularmente a María santísima, levantando el espíritu primeramente a Dios, después al dulcísimo Jesús, y últimamente a su gloriosísima Madre.

Levantando el espíritu a Dios considerarás dos cosas: la primera, el singular amor que tuvo ab aeterno a esta purísima Virgen, desde antes de haberla sacado de la nada.

La segunda, la eminente santidad de esta Señora, y las heroicas obras que ejercitó desde el instante de su concepción hasta el de su muerte.

16.6.18

El combate espiritual: otras dos consideraciones para meditar


- Otro modo de orar por vía de meditación. -

También podrás orar y meditar de esta otra manera: después que hubieres considerado atentamente las penas de tu divino Salvador, y la alegría con que las toleraba, pasarás de la consideración de sus dolores y de su paciencia a otras dos consideraciones no menos necesarias.

Una será la de sus méritos infinitos, y la otra del contento y gloria que recibió su eterno Padre por la puntual y perfectísima obediencia con que puso en ejecución sus divinos decretos.

Ambas cosas presentarás humildemente a su divina Majestad, como dos razones poderosas para obtener la gracia que deseas.

Esto mismo podrás practicar, no solamente en todos los misterios de la pasión del Señor, sino también en todos los actos interiores o exteriores que su Majestad hacía en cada misterio.

Lorenzo Scúpoli C. R. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

15.6.18

El combate espiritual: Meditar sobre la Pasión del Señor


- De la oración por vía de meditación. -

Si quieres detenerte por algún tiempo en este santo ejercicio de la oración, como por media hora o por una hora entera, añadirás la meditación de la vida y pasión de Jesucristo, aplicando siempre sus santísimas acciones a la virtud que deseas adquirir.

Por ejemplo, si deseares obtener la virtud de la paciencia, medita algunos puntos del misterio de los azotes.

El primero, cómo después de haber dado Pilato la sentencia, fue el Señor arrebatado con violencia por aquellos ministros de iniquidad, llevado con gritos y baldones al lugar destinado para la flagelación.