Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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12.5.19

Oración a Nuestro Señor Jesucristo


(Oración de Santa Gertrudis antes de la comunión, cuya gran eficacia le fue revelada):

Amantísimo Señor Jesús, Os suplico, por el amor de Vuestro dulcísimo Corazón, Os dignéis ofrecer por mí a Dios, Vuestro Padre, aquella perfección con que estaba revestido en la hora de Vuestra Ascensión cuando Os presentasteis a Él para recibir la glorificación que Os estaba reservada.

Por Vuestra muy inocente Humanidad, dignaos hacer pura y libre de todo pecado mi alma, que está llena toda de faltas;

por Vuestra divinidad, dignaos enriquecerla y adornarla de todas las virtudes;

por el amor que ha unido Vuestra Divinidad a vuestra inmaculada Humanidad, dignaos prepararla Vos mismo según Vuestro agrado, colmándola de todos Vuestros dones.

Así sea.

10.5.19

Oración de anhelo a la Sagrada Comunión


Señor, confiado en tu bondad y gran misericordia, vengo yo, enfermo, al Médico; hambriento y sediento, a la Fuente de la vida; pobre, al Rey del cielo; siervo, al Señor; criatura, al Creador; desconsolado, a mi piadoso Consolador.

Mas, ¿de dónde a mí tanto bien, que Tú vengas a mí? ¿Quién soy yo para que te me des a Ti mismo?

¿Cómo se atreve el pecador a aparecer delante de Ti? Y Tú, ¿cómo te dignas venir al pecador?

Tú conoces a tu siervo, y sabes que ningún bien tiene por donde pueda merecer que Tú le hagas este beneficio.

Yo Te confieso, pues, mi vileza, reconozco tu bondad, alabo tu piedad y te doy las gracias por tu extremada caridad.

Pues así te agrada a Ti, y así mandaste que se hiciese, también me agrada a mí que Tú lo hayas tenido por bien: ¡ojalá que no lo impida mi maldad!

Señor, con suma devoción y abrasado amor, con todo el afecto y fervor del corazón, deseo recibirte en la Comunión como lo desearon los santos y personas devotas que te agradaron mucho con la santidad de su vida, y tuvieron devoción ardentísima.

¡Oh Dios mío, amor eterno, todo mi bien, felicidad interminable! Deseo recibirte con el deseo más vehemente, y con la reverencia más digna, cual jamás tuvo ni pudo sentir ninguno de los santos. Y aunque yo sea indigno de tener aquellos sentimientos devotos, te ofrezco todo el afecto de mi corazón, como si yo solo tuviese todos aquellos inflamados deseos, que tanto Os agradan.

Señor Dios mío, Creador y Redentor mío: con tal afecto, reverencia, honor y alabanza; con tal agradecimiento, dignidad y amor; con tal fe, esperanza y fuerza deseo recibirte hoy, como te recibió y deseó tu Santísima Madre la gloriosa Virgen María, cuando al ángel que le anunció el misterio de la Encarnación, respondió humilde y devotamente: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Luc., 1, 38).

Os ofrezco, pues, oh dulcísimo Jesús, las disposiciones del Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen en el día de Vuestra Encarnación. Os ofrezco también todas las preparaciones, devociones, afectos y amor con que esta bienaventurada Madre y todos Vuestros santos Os han recibido en este adorable Sacramento.

Os ofrezco sobre todo Vuestro divino Corazón, y su infinita dignidad, todas las virtudes y gracias de que la Santísima Trinidad le ha colmado con tanta profusión, a fin de llenar de este modo el abismo de mi bajeza e indignidad, y de prepararos en mi alma la morada más digna y más agradable que podáis desear.

Amén

7.5.19

Acto de adoración


Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi;
Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum.


Os adoro, ¡oh Padre Eterno!, y Os doy gracias por el amor infinito, por el cual Os dignasteis enviar a la tierra a Vuestro Hijo único para rescatarme y hacerse alimento de mi alma. Os ofrezco todos los actos de adoración y acción de gracias que os rinden los ángeles y santos en el cielo y las almas justas en la tierra. Os alabo, Os amo y Os doy gracias con todas las alabanzas, todo el amor y acción de gracias, con las cuales Os alaba, bendice y ama Vuestro Hijo mismo en el santísimo Sacramento; y Os pido le hagáis conocer, amar y honrar de todos; que sea bendecido y recibido dignamente en este divino Sacramento.

Padrenuestro, Ave María, Gloria.

Os adoro, ¡oh Hijo Eterno!, y Os doy gracias por el infinito amor con que habéis querido encarnar por mí, nacer en un establo, vivir escondido largos años en un taller, sufrir hambre, sed, frío, calor, penas, tedio, desprecios, persecuciones, golpes, espinas, clavos y la muerte en una durísima Cruz. Os doy gracias con la Iglesia militante y triunfante por la infinita caridad con que habéis instituido el santísimo Sacramento para servir de alimento a mi alma. Os adoro en todas las hostias consagradas en todo el mundo; Os bendigo también por todos los que no Os conocen ni Os bendicen. Quisiera poder dar mi vida para haceros conocer, amar y honrar de todos en este Sacramento de amor, y para impedir irreverencias y sacrilegios. Os amo, ¡oh Jesús mío!, y deseo amaros y recibiros con el amor, la pureza y el afecto de la Santísima Virgen Vuestra Madre, y con el amor y la perfección misma de Vuestro purísimo Corazón. Dignaos, ¡oh Esposo amadísimo de mi alma!, obrar en mí, cuando Os reciba en el Santísimo Sacramento, los efectos por los cuales venís a él, y haced que muera, antes que recibiros indignamente.

Padrenuestro, Ave María, Gloria.

Os adoro, ¡oh Espíritu Eterno!, y Os doy gracias por el infinito amor con que habéis obrado el inefable misterio de la Encarnación, y por la caridad infinita con que formasteis el Cuerpo sagrado de Jesús de la purísima sangre de la Virgen María, para darlo luego en el Santísimo Sacramento como alimento de mi alma. Os pido iluminéis mi espíritu, purifiquéis mi corazón y el de todos los hombres, para conocer mejor este gran beneficio de amor y recibir dignamente el Santísimo Sacramento.

Padrenuestro, Ave María, Gloria.

Tantum ergo Sacramentum
Veneremur cernui;
Et antiquum documentum
Novo cedat ritui;
Paestet fides suplementum
Sensuum defectui.
Genitori, Genitoque Laus et jubilatio;
Salus, honor, virtus quoque
Sit et benedictio;
Procedenti ab utroque
Compar sit laudatio.


Amen.

Panem de caelo praestitisti eis.
Omne delectamentum in se habentem.

Oremus:
Deus, qui nobis sub Sacramento mirabili Passionis tuae memoriam reliquisti, tribue, quaesumus, ita nos Corporis et Sanguinis tui Sacra Mysteria venerari, ut Redemptionis tuae fructum in nobis jugiter sentiamus. Qui vivis et regnas in saecula saeculorum. Amen.

[Indulgencia plenaria, el primer jueves de mes, comulgando y visitando en ese día el Santísimo Sacramento, y orando por las intenciones del Papa. 7 años y 7 cuarentenas, los demás jueves del año, con las mismas condiciones. 100 días por una vez al día].

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5.5.19

Aspiración del Santo Cura de Ars a la Santísima Virgen


¡La Comunión! Explicádmela Vos misma, ¡Oh María! Alcanzadme un rayo de Vuestra luz para comprender algo de ella.

- ¡Ah!, pobre hija mía, pide más bien una partícula de mi Corazón para amar y querer. ¿De qué sirve comprender, y de qué serviría aún ver, si no se obra? En el cielo es en donde se verá y se comprenderá. Sobre la tierra basta inmolarse y sufrir.

¡La Comunión!, es unirse con Jesucristo, es recibirle como víctima, es ser víctima con él... Víctima, renunciándose a sí misma, viviendo para Él, muriendo para todo, abrazando la cruz, llevándola, identificándose con ella; esta es la Comunión. Es una extensión de la Encarnación, pues la sagrada Humanidad de Jesús no se ha unido a su divinidad para otro fin, sino para poder sufrir, inmolarse y morir.

Adora, pues, a tu Salvador en la Eucaristía. Aniquila tu propio ser para que Él le cambie en el suyo. No busques dulzura alguna ni consolación sensible, ni pidas más que la fuerza y la voluntad para subir también al Calvario, y subir con el peso de la cruz. Y si cada comunión te hace adelantar un paso en el estrecho sendero, bendice la Voluntad Divina por el favor que te concede.

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2.5.19

Preparación para la Sagrada Comunión


Señor, cuando pienso en Vuestra dignidad y mi vileza, tengo gran temblor, y me hallo confuso, porque si no me llego a Vos, huyo de la vida, y si indignamente me atrevo, incurro en Vuestra ofensa. ¿Pues qué haré, Dios mío, ayudador mío, consejero mío, en mis necesidades?

Enseñadme Vos el camino recto, proponedme algún ejercicio conveniente para la sagrada Comunión. Porque es útil saber de qué modo debo yo preparar mi corazón devotamente y con reverencia, para recibir saludablemente tu Sacramento, o para celebrar tan grande y divino sacrificio.

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7.4.19

Comunión espiritual


¡Señor mío y Dios mío!, consciente y agradecido de Vuestra real presencia en la santa Eucaristía, y no pudiendo recibiros ahora sacramentalmente, vengo a solicitar la gracia de hacerlo espiritualmente, el menos en mi corazón. Mi alma os desea ardientemente, como el ciervo sediento ansía las fuentes de aguas vivas.

Para suplir mi insuficiencia, Os ofrezco la detestación de los pecados infinitamente perfecta, que Vuestro divino Corazón concibió de los míos en el Huerto de los olivos y en la Cruz. Os ofrezco las disposiciones del Corazón Inmaculado de María en el día de la Encarnación. Venid, pues, Señor, a mí. Venid a habitar en mi pobre corazón, que quiere ser todo Vuestro; pero que reconoce su impotencia, si Vos no sostenéis su voluntad tan débil. Venid para que pueda decir con Santa Margarita María: "Dios mío, mi único y mi todo, Vos lo sois todo para mí, y yo soy toda Vuestra".

- Durante unos instantes, adoremos a Jesús Cristo en nuestro corazón -.

Ahora, dulce Jesús, uno mi alma a la Vuestra, mi corazón y mi espíritu, mi vida y mis intenciones a las Vuestras, y así unidas me presento a Vuestro Padre.

Recibidme, Padre Eterno, por los méritos de Vuestro divino Hijo, no me miréis de otro modo sino escondido en sus llagas, cubierto por su sangre y adornado con sus méritos. Así es como me presento a Vos, a fin de que no me apartéis de Vuestra presencia, sino que me recibáis en los brazos de Vuestra paternal bondad y me concedáis la gracia de salvarme.

Amén.

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3.4.19

Invocaciones de San Ignacio


Alma de Cristo, santifícame.
Cuerdo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, purifícame,
Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús, óyeme!,
dentro de tus llagas, escóndeme,
no permitas que me aparte de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme,
en la hora de mi muerte, llámame,
y mándame ir a Ti,
para que con tus ángeles y tus santos te alabe por los siglos de los siglos.

Amén.

(300 días de indulgencia por cada vez que se rece; 7 años una vez al día a los sacerdotes que la digan después de la Misa, y a todos los fieles que la recen después de la Comunión. Indulgencia plenaria una vez al mes si se dice diariamente y se visita el Santísimo).

18.9.18

Cómo comulgar correctamente


Parece ser que un gran número de los asistentes a la Santa Misa, desconoce o ignora las normas de conducta que se han de seguir durante la comunión, si nos fijamos en lo que habitualmente se ve en nuestras iglesias. Pero antes de entrar en ese tema, conviene aclarar algo importante antes: la manera en la que debemos rendir culto al Señor en la consagración, o mientras el sacerdote realiza ésta.

Porque toda esta serie de ritos y gestos no son así sin más, sino que intentan introducirnos, y sumergirnos, en una mayor devoción al Señor y una mejor disposición para recibirle pero, además, nos quieren hacer patente la realidad del importante acto al que estamos asistiendo, ni más ni menos que participar de la celebración de la Eucaristía.

13.2.18

La actitud ante la comunión


Tengo que decir que me disgusta cómo algunos se acercan a comulgar y cómo vuelven a sus asientos los que han recibido el Cuerpo del Señor. No sé qué sucede, pero, llegado ese momento de la Comunión, hay una especie de desconcierto en el Templo, con lo que da la impresión de que algunos de los presentes no son conscientes de lo que está sucediendo en ellos, para ellos y también para todos los que participan en la Misa. Parece que se olvidan de lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo une a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo. En el Bautismo fuimos llamados a no formar más que un solo cuerpo (cf 1 Co 12,13)".

En lo que se refiere al modo de comulgar, sin que me atreva a juzgar las actitudes interiores, en el modo de poner sus manos o su boca se refleja que aparentemente no valoran adecuadamente la presencia real y sacramental de Jesús en el Pan Eucarístico. No siempre en las manos que reciben al Señor se percibe aquello de que "la mano izquierda ha de ser un trono para la mano derecha, puesto que ésta debe recibir al Rey", como dijo San Juan Crisóstomo. Entiendo que había que educar con cierta frecuencia, sobre cómo se ha de recibir el Cuerpo de Cristo. Es evidente que lo que importan son las actitudes espirituales que adoptamos; pero las formas son también importantes y hay que orientarlas; sobre todo cuando se perciben hábitos muy poco correctos y además da la impresión de que muy arraigados. Para tratar al Señor hemos de poner lo mejor de nosotros mismos.

7.5.17

Recuerda que no puedes recibir la Eucaristía si...


Como ya dijimos en otras ocasiones, si la mayoría de los que reciben la Sagrada Comunión lo hicieran como ordena la Santa Iglesia, nuestras parroquias serían un verdadero centro de cristiandad y devoción. Por desgracia, nada hay más lejos de la realidad: muchos toman el cuerpo del Señor por cumplir, por costumbre o incluso porque les parece un acto social. De otra manera, no se explica cómo las filas de fieles que acuden a recibir la Eucaristía sean tan largas, y sin embargo los confesionarios estén vacíos.

En estas semanas donde tantas comuniones y bodas van a celebrarse, conviene que reflexionemos -y hagamos reflexionar- sobre ésto, y sobre la conveniencia de acudir a comulgar o no según la conciencia de cada uno.

3.5.17

Visita espiritual al Santísimo


Visitar al Santísimo Sacramento en una iglesia nos llena de paz y refresca nuestro espíritu pero, en ocasiones, por ocupaciones, lejanía de nuestra parroquia, o por impedimentos físicos o vejez, no podemos hacerlo. Para tales casos podemos hacer una visita "espiritual", es decir, "mentalmente", mostrando nuestro recogimiento y nuestro amor hacia el Señor. Un buen momento para aprovechar, además, a realizar una comunión espiritual (San Maximiliano Kolbe hacía una comunión espiritual cada quince minutos, y decía que hecha con devoción en ocasiones podía traernos tantos beneficios como la sacramental).

A este fin hemos dispuesto en la sección de "comunión espiritual" una imagen del Santísimo que siempre estará en exposición para que, mentalmente, ayude a todas las personas que nos visiten desde sus casas o desde el lugar en el que estén, a recordarlo.

17.4.17

¿Es más aconsejable comulgar en la boca que en la mano?


Este es un debate prácticamente constante dentro de los fieles cristianos, y ante el cual existen opiniones de lo más diversas, tanto en favor de una postura, como de otra.

Los más tradicionalistas y retrógrados defienden que el Cuerpo de Cristo solo y únicamente lo debe tocar el ministerio sacerdotal, es decir los presbíteros, además de diáconos, etc., y en ningún caso los simples "laicos". Ellos toman la postura incluso de recibir la comunión arrodillados, en un gesto de humildad pero que puede derivar fácilmente en simples adornos externos que tanto denunciaba Nuestro Señor con los escribas y fariseos, llamándoles "hipócritas" por servir a Dios simplemente con ritos externos.

11.4.17

Los verdaderos ricos


"Más honra a Dios una sola Misa que todas las demás obras de los ángeles y los hombres, por fervorosas que sean". (Beato P. La Colombiere).

"El que oye devotamente la Santa Misa y está exento de pecado mortal, merece más que si fuese en peregrinación por todo el mundo y diese todos sus bienes a los pobres". (San Bernardo).