Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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2.2.24

Oración a Jesús Crucificado



Oración muy propicia para rezar después del Vía Crucis, o bien en los viernes de Cuaresma.


Oración:
Víctima Santa, cargada -por vuestra caridad sin límites- con el enorme peso de las iniquidades del mundo. Postrado ante vuestra cruz, os rindo humildes gracias por mí y por todos los hombres, que tan inmenso beneficio os debemos y tan pobres somos para poder corresponderos. Os rindo gracias por todos, y por todos os pido perdón de las ingratitudes cometidas, hasta tal punto que quisiera llorar en presencia vuestra con lágrimas de sangre del corazón.

¡Oh mi dulce Redentor! Por vuestras humillaciones y amarguras, por todos los dolores que padecieron vuestra alma y vuestro cuerpo durante las tres horas del bárbaro suplicio, y durante todo el proceso que os condenó a muerte tan cruenta, dignaos lavar de una vez para siempre con vuestra preciosa sangre las manchas de nuestras culpas, renovando con vuestra gracia las almas redimidas por Vos.

31.1.24

Oración universal para pedir por nuestra salvación



Dios mío, yo creo en Vos, pero fortificad mi fe. Dios mío, yo espero en Vos, pero asegurad mi esperanza. Dios mío, yo os amo, pero redoblad mi amor. Dios mío, yo me arrepiento de haberos ofendido, pero aumentad mi arrepentimiento.

Os adoro como a mi primer principio, os deseo como mi último fin, os doy gracias como mi bienhechor perpetuo, os invoco como mi soberano defensor.

Dios mío: dignaos adornarme con vuestra sabiduría, contenerme con vuestra justicia, consolarme con vuestra misericordia, y protegerme con vuestro poder.

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras, mis acciones, mis sufrimientos, así como todos mis actos y voluntades, a fin de que no piense en adelante más que en Vos, que no hable más que de Vos, que no obre sino según Vos, y que no sufra más que por Vos.

28.1.24

Oración a la bienaventurada Virgen María, y a nuestro ángel de la Guarda



Gloriosa Virgen María, que conservásteis y considerásteis continuamente en vuestro corazón las maravillas de la Gracia -la cual nos llegó a nosotros por vuestra fecundidad divina-, enseñadme a contemplar estos misterios y ayudadme en mis meditaciones, para que comprenda y sienta los beneficios de esa misma gracia y la enorme vileza de mis ingratitudes.

Y vos, ¡mi buen ángel de la guarda!, inspiradme y alcanzadme espíritu de devoción verdadera.

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Nota: también podemos aprovechar para encomendarnos a continuación a los santos y/o patronos de nuestra particular devoción.



27.1.24

Oración preparatoria para disponerse a estar en la presencia de Dios



Dios mío, creo firmemente que todo lo llenáis con vuestra presencia, y por consiguiente que estáis aquí, que me veis y me escucháis.

Me humillo ante Vos con profunda adoración, reconociéndome indignísimo de la honra de hablaros, y aún más de que os dignéis hablarle a mi alma -manchada por tantas culpas-. Pero, lleno de esperanza en vuestra misericordia infinita, os pido perdón de ellas pesándome el haberlas cometido, y clamando vuestro socorro para conseguir no volver a ofenderos más.

Yo os amo, mi Dios, pero aumentad en mí la fe y el amor hacia Vos, y suplid con vuestra bondad cuanto falte a mis disposiciones, a fin de que, por medio de la meditación y de la oración, aprenda a conocer vuestra voluntad, cumplir con mis deberes, satisfacer vuestros deseos en mí, y reparar mis culpas.

Estas gracias os pido por Jesucristo mi Redendor.

Amén.


Se concluye con la invocación al Espíritu Santo, para pedir su auxilio:

Venid, ¡oh Espíritu Santo! Encended mi corazón en vuestro santo fuego, y alumbrad mi entendimiento con la luz de vuestra verdad.



Nota: Esta oración es muy útil y recomendable para la práctica de la oración mental, diciéndola al inicio de la misma, en la fase de Preparación.


26.1.24

Método resumido sobre la forma de realizar la oración mental



La oración mental es una elevación y aplicación del espíritu y del corazón hacia Dios. Consta de tres partes:

- Preparación.
- Meditación.
- Conclusión.

Preparación.
La Preparación consiste en disponerse interiormente para el gran acto de la oración, por medio de algunos instantes de recogimiento.

Luego hay que ponerse en la presencia de Dios por un acto de fe, y rogarle se digne aceptarnos ante su divina majestad, supliendo con su misericordia lo que falte a nuestras disposiciones.

Se invoca fervorosamente al Espíritu Santo; se pide su asistente a la bienaventurada Virgen María, y después se lee detenidamente el asunto sobre el cual se quiere meditar.

No es, empero, de absoluta necesidad el realizar dicha lectura, pues aún sin el auxilio de un libro o de un texto puede uno escoger su asunto y representárselo vivamente. Por ejemplo: queriendo meditar sobre la muerte, me imagino hallarme ya en la última enfermedad, próximo al temible trance de la partida. O si me propongo que la meditación sea sobre la crucifixión del Señor, procuro transportarme con el pensamiento al monte Calvario, para formarme un cuadro de lo que allí pasó. Me represento al divino Redentor tendido sobre la cruz, a los verdugos inhumanos que se disponen a clavarlo en ella, a la santa Madre presenciando el sangriento espectáculo, a los soldados y el populacho burlándose, etc. etc.

23.1.24

Testamento espiritual



[Nota: Se puede rezar este Testamento Espiritual durante la última noche del último día de la Práctica de Preparación para la Muerte.]

Creo en el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo; tres persoans distintas y un sólo Dios verdadero.

Creo en el misterio de la Encarnación del Hijo, en las purísimas entrañas de la siempre Virgen María.

Creo en la sacratísima pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, por cuya virtud fuimos redimidos.

Creo, finalmente, cuanto cree y enseña la santa Iglesia católica, y declaro que quiero acabar mi vida en estas santas creencias.

Declaro así mismo -invocando por testigos a la gloriosa Virgen María del Monte Carmelo y a todos los santos, así como a los celestiales espíritus- que es mi última e irrevocable voluntad: morir por amor de mi divino Redentor, como por amor mío se dignó morir Él, y que teniendo presente la infinita bondad con que me constituyó heredero de todos sus merecimientos, su cuerpo y su sangre, le suplico a mi vez sea servido aceptar todo lo que hay en mí -aunque indignísimo de serle ofrecido- como humilde correspondencia de esta tan pobre cuanto obligada criatura.

¡Sí, mi buen Jesús!, yo os hago mi heredero universal de todo cuanto soy: entregándoos mi alma, mi cuerpo, mi vida, mi muerte, mi corazón, mi espíritu; y espero de vuestra inagotable misericordia habéis de recibirlos benignamente y poseerlo todo de mí perpetuamente.

Amén.




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21.1.24

Práctica para prepararse ante la muerte (yIV)



Día tercero.
En este último día oiremos misa, y después tendremos una meditación de una hora o de media hora, sobre la muerte.

Procuraremos visitar a uno o más pobres enfermos, o bien a un hopital, llevando socorros según nuestras facultades, y por supuesto consuelos y consejos cristianos.

Sin embargo, si esto no es posible, convendría en la propia morada o donde podamos, repartir limosna a cierto número de indigentes.

Por la noche, después de nuestras oraciones de costumbre, realizaremos la Práctica de Oración que encontraremos al final de estas líneas.


20.1.24

Práctica para prepararse ante la muerte (III)



Día segundo.
Cual si fuera la última vez, confesaremos, comulgaremos, oiremos misa (no omitiendo nunca nuestras oraciones de costumbre, pero aplicándolas por nuestra propia alma).

Después, visitaremos a nuestro Señor sacramentado. En donde se halle el Jubileo de las Cuarenta Horas, y en dicha santa visita en cualquier caso, dirigiremos al Redentor la Oración de la Preparación que se encuentra al final de este texto, después de adorarle.

Por último, dedicaremos también otra hora, o media, a la oración mental, que en este día podrá centrarse sobre los beneficios de Dios.


19.1.24

Práctica para prepararse ante la muerte (II)



Día primero.
Apenas abramos los ojos, imaginemos escuchar la sentencia que nos condena a la muerte, y reconociéndola justa, dispongamos el corazón para sufrirla resignados.

Puestos enseguida de rodillas, invocaremos a la Santísima Virgen del Carmen, al ángel de la Guarda, y al glorioso Patriarca San José, a quien los fieles veneran como especial abogado para alcanzar una buena muerte, rogándoles con todo lo íntimo del corazón que nos asistan y amparen.


17.1.24

Canto de un corazón que se eleva en agradecimiento a Dios nuestro Padre



¿No es delirio, Señor?, Tú, el absoluto en belleza, poder, inteligencia;
Tú, de quien es la perfección esencia
y la felicidad santo atributo;

Tú, a mí -que nazco y muero como el bruto-,
Tú, a mí -que el mal recibo por herencia-,
Tú, a mí -precario ser, cuya impotencia sólo estéril dolor tiene por fruto...-.

¿Tú me buscas, ¡oh Dios!, Tú, el amor amío
te dignas aceptar como victoria
ganada por tu amor a mi albedrío?

¡Si!, ¡no es delirio que a la humilde escoria
digno es de tu infinito poderío
hacer capaz de acrecentar tu gloria!


12.1.24

Oración a la bienaventurada Virgen María, por habernos socorrido en medio de conflictos



Asimismo, también es muy propia esta oración para encomendar a Nuestra Señora -poniéndola bajo su protección-, la familia que nos ha dado el cielo.

El olor de tus perfumes
me atrae, ¡oh Mística rosa!,
y aspirarlos fervorosa
quisiera mi alma a tus pies,
pues ellos la embalsamaron
cicatrizando su herida,
y hoy pretende agradecida
que algo que darte le dés.

Tú eres Estrella del alba,
haz brotar, pues, con tus albores
de devoción santas flores
que rendir pueda en tu altar,
cual rasgando sombras tristes
durante mi noche oscura
supiste con tu luz pura
mi corazón alumbrar.

¡Causa de nuestra alegría!,
santificarla te toca
pues que la Iglesia te invoca
Puerta del Cielo también,
y que probarme te plugo
al escuchar mis gemidos
que eres Madre de afligidos
y de los flacos sostén.

Nada tengo, nada darte puedo,
¡oh Reina de los Santos!
aunque de favores tantos
deudor confieso ser,
pero pues Madre de gracia
te nombra el orbe cristiano
vengo a implorar de tu mano
lo que te anhelo ofrecer.

Y es, Señora, amor tan grande
por el Hijo que es tu gloria
que de mis culpas la historia
consiga borrar al fin,
y al dejar la tierra mísera
en que hoy gime desterrada
mi alma te halle en la morada
donde te canta el serafín.

¡Santa Reina de los ángeles!,
por tu dicha y honra inmensa
te ruego me dés defensa
del mundo en la áspera lid,
para que el fiero enemigo
que nos persigue tirano
pruebe que no eres en vano
Fuerte torre de David.

¡Refugio de pecadores!,
no deseches mi esperanza
y pues que a todos alcanza
tu tierna solicitud,
sé siempre la protectora
de la familia que amo
y por la cual hoy te aclamo
de los enfermos salud.

¡Oh auxilio de los cristianos!,
tu patrocinio nos valga
cuando el espíritu salga
de esta cárcel terrenal;
y en aquella patria eterna
que nos conquistó tu Hijo
entremos con regocijo
bajo tu manto real.

A cuantos amo te entrego,
no los rechaces, María,
mi pecho te los confía
Madre santa del Carmelo,
y tu poder sin medida
bendiga por doquier el hombre
cuando con gozo te nombre
Gloriosa Madre de Dios.


11.1.24

Copla a Jesucristo, en momentos en que nos sintamos dañados por otros



Versos de un alma arrepentida tras haber sentido impulsos de venganza, odio y enojo, por un daño recibido.


Dulce Jesús, buen Maestro,
cuyos preceptos divinos
son perdonar las ofensas
bendiciendo al que nos las hizo.

Vos, que en la Cruz del Calvario,
sufriendo infame suplicio
rogábais al Padre Eterno
por los verdugos impíos,

mirad postrarse ante Vos
mi corazón intranquilo,
porque preceptos y ejemplos
puso culpable en olvido
tumultuosas pasiones
que aún quieren alzar sus gritos,
y con sus impulsos tiranos
turbaron mi pecho mísero.

A vuestros pies lo deploro
contemplando hoy el abismo
del que me habéis apartado
por vuestro amor infinito.

Gracias os doy, y perdono
-según mandato divino-
a cuantos mal me hayan hecho
o hacérmelo hayan querido.

Hacednos misericordia
a ellos y a mí, Juez benigno,
pues todos somos hermanos
por vuestra cruz redimidos.

Mas libradme siempre Vos
del verdadero enemigo,
del que solo temer debo
y del que sólo abomino.

Libradme, sí, buen Jesús,
del espíritu maligno,
y que todo en gloria sea
de vuestro nombre santísimo.

Amén.


8.1.24

Plegaria para cuando se asista a una agonía



Del sufriente que agoniza tened, Jesús, compasión, y perdonadle las culpas que pueda tener y con las que ciegamente os ofendió. No permitáis que descargue la muerte su horrible hoz, sin que antes su alma experimente una saludable contricción.

Que la luz de vuestra gracia brille triunfante ¡oh mi Dios!, disipando las tinieblas y el horror de esta hora.

Por vuestros padecimientos en la cruz os pido que no despreciéis mi oración, ni miréis mi indignidad que reconozco y confieso, y por la cual me duelo. Sino, más bien, ved solamente esas llagas que vuestro amor os ha impreso, las cuales claman misericordia mucho más alto que mi oración.

Misericordia, pues, Jesús, misericordia, mi Señor, para esa alma que del mundo parte llamada por Vos.

En su auxilio también humildemente invoco con todo mi corazón a la Reina de los Santos, nuestra Señora del Carmelo, refugio de los pecadores y auxiliadora en las angustias.

Que toda la corte celestial acuda también veloz, rogando ante Dios misericordia; clamando misericordia ante Ti, Señor.

Amén.


Nota: Se acompaña de un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. Si las circunstancias del momento lo permiten, es conveniente recitar también las Letanías de los Santos, diciendo: "tened piedad de su alma" y "rogad por su alma", en lugar de "tened piedad de nosotros" y "rogad por nosotros".


2.1.24

Oración ante alguna desgracia o hecho desafortunado



Oh buen Jesús, que hoy me veis llegar triste a vuestros pies; compadeced mi flaqueza y dad consuelo a mis ansias.

Vos sois mi Rey y mi dueño, Vos el esposo de mi alma y el salvador de mi vida; Vos sois el amigo que más me ama. ¿A qué otro, pues, recurrir pudiera con confianza mi indefenso corazón, cuando las inquietudes y los pesares le asaltan?

Vos, que en su fondo leéis y escucháis cómo os clama, venid Señor en su auxilio. Venid, Señor, sin tardanza.

30.12.23

Preces en poética, para acción de gracias



Mi corazón, ¡oh Dios!, en tu presencia, bendice a tu Providencia por los dones que recibe de tu mano, reconociendo tus favores, mientras te rindo gracias de rodillas.

¡Oh, cuántas maravillas sabes obrar, Señor! ¡Cómo en provecho del hombre, lo enalteces o lo humillas, dándole júbilo o aflicción!

Yo lo confieso: siempre encontré tu patente bondad en los diversos sucesos de mi vida, y hoy que se siente mi alma fortalecida, y un nuevo beneficio viene a colmar su gratitud profunda, tu nombre glorioso me atrevo a celebrar, tributándole el gozo que me inunda.

¡Oh, quién tuviera en tan dichoso día las voces de los cielos y la tierra, para cantar en himnos, de alegría, los sentimientos que mi pecho encierra!

¡Quién pudiera, Señor, de tus piedades glorificar la mística dulzura, y difundir por todas las edades del fuego de tu amor la llama pura!

Pero no alcanza, ¡Bienhechor Divino!, no alcanza de mi pecho el pobre aliento (por más que agote su poder mezquino y le preste su afán atrevimiento) ni a balbucear tu nombre sacrosanto.

Permite, pues, que diga mi silencio lo que no puede decir el canto; y mientras tu alta gloria reverencio con muda admiración y tierno llanto, por mí te alaben los celestes coros, que envueltos de tu luz en resplandores, pulsan las liras de oro, donde eternamente suenan tus loores.

Concédeme además que, en el instante de abandonar el mundo, conforte tu bondad mi pecho amante, y te bendiga mi labio moribundo.

Concédeme, Señor, como corona de todas tus mercedes, el que -por aquella Divina Sangre que me colma y a quien negar ninguna gracia puedes-, después de la presente y frágil vida, en la eterna que guardas a tus hijos te cante mi alma agradecida, entre celestiales y amorosos regocijos.

Así sea.


29.12.23

Letanías del Dulce Nombre de Jesús



Dios Padre celestial,
R.: ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Santísima Trinidad, un solo Dios,
R.: ten misericordia de nosotros.


Jesús, escúchame.
R.: Jesús, escúchame.


Jesús, Verbo encarnado,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, esplendor del Padre,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Rey de la Gloria,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Sol de Justicia,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Hijo de la Virgen María,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús amable,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús admirable,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús Salvador fuerte,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, padre del siglo futuro,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Ángel del gran consejo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, vencedor de la muerte,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús poderosísimo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús pacientísimo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús obedientísimo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, dulce y humilde de corazón,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, amante de la castidad,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, que nos honráis con vuestro amor,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Dios de paz,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, autor de la vida,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, modelo de las virtudes,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, celador de las almas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestro Redentor,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestro refugio,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestra esperanza,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestro Pontífice,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, padre de los pobres,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, tesoro de los fieles,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, buen Pastor,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, verdadera luz,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, sabiduría eterna,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, bondad infinita,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestra vía y nuestra vida,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, felicidad de los ángeles,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, rey de los patriarcas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, inspirador de los profetas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Maestro de los apóstoles,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, doctor de los Evangelistas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, fuerza de los mártires,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, luz de los Confesores,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, pureza de las Vírgenes,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, corona de todos los Santos,
R.: ten misericordia de nosotros.


Sea tu favor con nosotros,
R.: Jesús, perdonadme.

Sea tu favor con nosotros,
R.: Jesús, escuchadme.

De mis pecados,
R.: libradme, Jesús.

De los espíritus de tinieblas,
R.: libradme, Jesús.

De los ataques del enemigo,
R.: libradme, Jesús.

De la impenitencia final,
R.: libradme, Jesús.

De la muerte eterna,
R.: libradme, Jesús.


Por el misterio de vuestra Encarnación,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra Natividad,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra infancia tierna,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra vida purísima,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestros trabajos y predicaciones,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra oración en el huerto,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra pasión cruelísima,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra cruz,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra agonía,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra muerte y sepultura,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra Resurrección triunfante,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra Ascensión gloriosa,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestras alegrías eternas,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra gloria infinita,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestro dulce y poderoso nombre,
R.: libradme, Jesús.


Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R.: perdonadme, Jesús.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R.: escuchadme, Jesús.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R.: ten piedad de mi alma, Jesús.


Jesús, escúchame.
R.: Jesús, escúchame.


Santa Virgen María del Carmelo,
R.: rogad por mí a Jesús.


Bendito y alabado sea el dulcísimo nombre de Jesús, y que en el instante de la muerte Él nos endulce la agonía.

Amén.


28.12.23

Soneto al Dulce Nombre de Jesús



Es grata al caminante en noche fría
la alegre llama del hogar caliente,
grata al que corre bajo sol ardiente
la fresca sombra de arboleda umbría.

Grato, como dulcísima armonía,
para el sediento el ruido de la fuente,
y grato respirar en libre ambiente
para quien sale de mazmorra impía.

Es grata, en fin, la lluvia al campesino,
grata al guerrero la belicosa fama,
y grato el natal suelo al peregrino.

Pero más que aire, sombra, fuente y llama,
más que lluvia, patria, laurel... ¡Jesús Divino!,
tu nombre es grato al corazón que te ama.



24.12.23

Práctica y homenaje para Nochebuena



¿Cuál es el cristiano que no haya sentido, cualesquiera que sean las circunstancias de su vida, la íntima y religiosa alegría que trae consigo cada año el santo aniversario del nacimiento de Cristo?

En medio de las brumas y de la melancólica desnudez del invierno, cuando el firmamento aparece como enlutado, cuando los campos sin verdor ni flores se cubren solamente con la monótona blancura de la escarcha y la nieve, cuando en vez de áuras balsámicas, que suspiren amorosamente, sólo se escuchan los silbadores vientos septentrionales... En medio, en fin, de toda la tristeza de la estación más rigurosa, ¿por qué divino encanto siempre es plácida y bella, para las almas creyentes, la larga noche del veinte y cuatro de diciembre?

Oración a San Roque (abogado contra las pestes y epidemias)



Bienaventurado San Roque, yo os saludo, os felicito y os imploro, como glorioso e importante en el feliz reino de las eternas delicias. Sed servido de aceptar mis respetos y mis súplicas, preservando -por vuestra intercesión- a mi cuerpo de los peligros de la peste, y más aún a mi alma del contagio de los vicios.

Sí, bendito del Señor: alcanzadnos la salubridad del aire, pero también la pureza del corazón a fin que, haciendo santo uso de la salud, logremos gozar con vos la inmortal felicidad que con vuestras virtudes merecísteis, y por la cual bendigo humildemente y rindo mil acciones de gracias (que os ruego le presentéis vos mismo) al soberano dispensador de todo bien perfecto.

Amén.


22.12.23

Oración para el día de San Juan Bautista (24 de junio -solsticio de verano-)



Oración inicial:
Glorificado sea el Señor, que se dignó santificar al bienaventurado Precursor del Mesías desde antes que, saliendo del claustro materno, comenzara ante la luz del mundo su austera e ilustre vida. Amén.


Oración:
¡Oh vos, que según palabras de la Verdad misma, fuisteis en la tierra el más grande de sus servidores, y a quien nos complacemos en considerar en los cielos grande también, por el poder y la gloria que se os han otorgado! Recibid, bienaventurado Juan Bautista, los honores y las felicitacioens que os rinde mi corazón, asociándose a la Santa Iglesia, que hace de vos este día conmemoración respetuosa.

Vos que clamáis en el desierto (Isaías 40:3) para dirigir a los pecadores por los caminos del Señor, haceos oír también de nuestras almas y enderezad nuestros pasos, con vuestra asistencia, por la senda de la virtud que con tanta constancia practicásteis.

Vos, que vinísteis a la tierra para dar testimonio de la luz (S. Juan 1:6-34), alcanzad que esa divina luz nos ilumine, y que rindamos con nuestras obras testimonio de ella.

Vos, que merecísteis la honra de ser feliz precursor del Autor divino de la gracia, haced que este día sea también, mediante vuestros ruegos poderosos, precursor fausto para nosotros del día eterno que esperamos de esa misma gracia, para que os acompañemos en la felicidad de bendecir y ensalzar perpetuamente el supremo poder y la misericordia infinita, de Aquel que hace y recompensa a los santos.

Amén.