la alegre llama del hogar caliente,
grata al que corre bajo sol ardiente
la fresca sombra de arboleda umbría.
Grato, como dulcísima armonía,
para el sediento el ruido de la fuente,
y grato respirar en libre ambiente
para quien sale de mazmorra impía.
Es grata, en fin, la lluvia al campesino,
grata al guerrero la belicosa fama,
y grato el natal suelo al peregrino.
Pero más que aire, sombra, fuente y llama,
más que lluvia, patria, laurel... ¡Jesús Divino!,
tu nombre es grato al corazón que te ama.
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