[Nota: Se puede rezar este Testamento Espiritual durante la última noche del último día de la Práctica de Preparación para la Muerte.]
Creo en el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo; tres persoans distintas y un sólo Dios verdadero.
Creo en el misterio de la Encarnación del Hijo, en las purísimas entrañas de la siempre Virgen María.
Creo en la sacratísima pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, por cuya virtud fuimos redimidos.
Creo, finalmente, cuanto cree y enseña la santa Iglesia católica, y declaro que quiero acabar mi vida en estas santas creencias.
Declaro así mismo -invocando por testigos a la gloriosa Virgen María del Monte Carmelo y a todos los santos, así como a los celestiales espíritus- que es mi última e irrevocable voluntad: morir por amor de mi divino Redentor, como por amor mío se dignó morir Él, y que teniendo presente la infinita bondad con que me constituyó heredero de todos sus merecimientos, su cuerpo y su sangre, le suplico a mi vez sea servido aceptar todo lo que hay en mí -aunque indignísimo de serle ofrecido- como humilde correspondencia de esta tan pobre cuanto obligada criatura.
¡Sí, mi buen Jesús!, yo os hago mi heredero universal de todo cuanto soy: entregándoos mi alma, mi cuerpo, mi vida, mi muerte, mi corazón, mi espíritu; y espero de vuestra inagotable misericordia habéis de recibirlos benignamente y poseerlo todo de mí perpetuamente.
Amén.