Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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19.4.18

Confianza: Almas sin confianza, ¿por qué dudamos?


Si nos hubiéramos apegado al Buen Maestro, con confianza tanto mayor cuanto más desesperada pareciese la situación, ningún mal nos sobrevendría... Habríamos caminado tranquilamente sobre las olas; habríamos llegado sin tropiezos al golfo tranquilo y seguro, y en breve habríamos reencontrado la soleada playa iluminada por la claridad celestial.

Los santos lucharon con las mismas dificultades que nosotros; muchos cometieron las mismas faltas. Pero, al menos, ellos no dudaron. Se levantaron sin tardanza, más humildes después de la caída, no contando en adelante sino con los socorros de lo Alto.

Conservaron en sus corazones la certeza absoluta de que, apoyados en Dios, podían todo. ¡Su confianza no los engañó! Transfórmense en almas que confían. Nuestro Señor los invita a ello; y vuestro interés así lo exige. Serán, al mismo tiempo, almas de paz y de luz.

P. Raymond de Thomas de Saint Laurent | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

18.4.18

De las virtudes y de los vicios: Abnegación


La Abnegación es una hermosísima virtud: es hija del Sacrificio y de la Mortificación.

Su apoyo es Jesús, que es a la vez su modelo y su fuerza. Su campo es extensísimo: su misión es constante. Esta virtud es, la mayor parte de las veces oculta a los ojos humanos, recreando los ojos divinos que la contemplan. Pasa generalmente desapercibida por el mundo: se quema en el holocausto del propio dominio, y se embellece en la oscuridad, cumpliendo su misión.

17.4.18

De las virtudes y de los vicios: Mortificación


El Sufrimiento y la mortificación van más al interior del alma. La Penitencia y el padecimiento se refieren más al cuerpo.

La Mortificación es el constante quebrantamiento de todo propio querer. Sólo está incluido en el total sacrificio de la Obediencia: sin embargo, puede el alma actuarse en todas sus operaciones, ya que la virtud de la Mortificación es el incienso del alma.

Esta desconfianza nos es muy perjudicial


La desconfianza, sean cuales fueren sus causas, nos trae perjuicios, privándonos de grandes bienes.

Cuando San Pedro, saltando de la barca, se lanzó al encuentro del Salvador, caminó con firmeza sobre las olas. El viento soplaba con violencia. Las olas ya se levantaban en torbellinos furiosos y socavaban en el mar abismos profundos. La vorágine se abría delante del Apóstol. Pedro tembló; dudó un segundo. Y así comenzó a hundirse... "Hombre de poca Fe, le dijo Jesús, ¿por qué has dudado?".

16.4.18

De las virtudes y de los vicios: Sufrimiento, Sufrimiento Espiritual Perfecto y Padecimiento


La virtud del sufrimiento es una parte esencial del Dolor. El sufrimiento cristiano que se acompaña siempre de la resignación y de la Paciencia, es hijo de mi Corazón, nacido y santificado en El.

En mi Corazón se santificó el Dolor interno, del sufrimiento de mi Corazón tomó su virtud y fortaleza.

14.4.18

A otras almas les falta Fe


A otras almas les falta Fe. Seguramente tienen esa Fe común, sin la cual traicionarían la gracia del bautismo. Creen que Nuestro Señor es todopoderoso, bueno y fiel a sus promesas; pero no saben aplicar esta creencia a sus necesidades particulares.

No están dominadas por la convicción irresistible de que Dios, muy atento a sus pruebas, se vuelve hacia ellas, a fin de socorrerlas.

De las virtudes y de los vicios: Penitencia Espiritual Perfecta


La Penitencia exterior tiene la facultad o virtud de purificar el cuerpo y el alma, pero existe otra clase de penitencia: la penitencia espiritual perfecta.

Esta penitencia es de un valor inmenso, y como lo dice su nombre, toca directamente al espíritu, aunque sus efectos se dejan también sentir en el cuerpo.

Esta purificación no está en manera alguna en la voluntad humana, sino que depende totalmente de la voluntad divina. Esta voluntad divina, o por sí, o valiéndose de otro espíritu, hace pasar al alma por el vivo fuego del crisol de la purificación más intensa y atormentando al alma, la deja capaz para recibir las gracias del cielo. Este es un fuego que en un instante consume hasta las más pequeñas imperfecciones, y acerca al espíritu, así purificado.

13.4.18

De las virtudes y de los vicios: la penitencia


La Penitencia es el fuego que conserva las virtudes y les da savia para su desarrollo.

De ella nace el propio desprecio; de ella se produce el ansia de padecer; el hambre de crucifixión.

La humildad produce esta grande virtud, conserva sus actos; mas la desarrolla el amor divino.

La Penitencia es muy agradable a Dios y tiene muchos visos, y alcanza diversas gracias para las almas y para la misma alma que la practica.

La Penitencia atrae a la ternura y el Corazón de Dios y tiene las cualidades de expiar y merecer.

La Penitencia brota de la humildad.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

12.4.18

De las virtudes y de los vicios: pobreza espiritual perfecta


La Pobreza espiritual perfecta está alabada por Mí mismo en la primera Bienaventuranza e indico el premio a que es acreedora el alma que la posee.

El reino de los cielos es más de los pobres de espíritu y mil veces más que de los pobres del cuerpo. Los pobres de espíritu son los que devuelven los dones al Dador de ellos, los que es renuncian totalmente: los que mueren a su propia voluntad, para vivir tan sólo de la Mía.

De todos éstos es el Reino de los cielos. También es el Reino de los cielos de los obedientes, porque los Obedientes triunfarán desde el momento que se doblegan.

11.4.18

De las virtudes y de los vicios: Virtudes de sacrificio


1. Sacrificio.
El Sacrificio y el Dolor nacen sólo del AMOR de DIOS; y en él viven, y dentro de el crecen y fructifican, llenando el alma de inmensos bienes.

2. Pobreza.
La Pobreza es muy semejante a la Santa Obediencia y a la hermosa humildad.

El despojo total de la Pobreza se efectúa en no tener, el cual es hermano del no pertenecerse.

Muchas almas tienen miedo de Dios


Pocos cristianos, incluso entre los más fervorosos, poseen esta confianza que excluye toda ansiedad y toda hesitación. Son varias las causas de esta deficiencia.

El Evangelio narra que la pesca milagrosa dejó estupefacto a San Pedro. Con su impetuosidad habitual, él midió de un golpe de vista la distancia infinita que separaba la grandeza del Maestro de su propia pequeñez. Tembló de terror sagrado y prosternándose, rostro en tierra, exclamó: "Señor, apártate de mí, que soy hombre pecador".

10.4.18

De las virtudes y de los vicios: introducción al estudio de las virtudes


Verdaderamente es el Señor admirable en sus obras, pero en este campo infinito del espíritu no hay palabras con que expresar su Poder, su Sabiduría, su ternura y su Amor! Existe una perfecta unión en todas las virtudes, que como en una cadena, se van uniendo sus eslabones sin romperse, hasta llegar al cielo.

¡Bendito mil veces el Señor que en este campo interno en el cual, como en todas las cosas (aunque ahí de una manera particular) da la vida y se comunica, fundándose siempre con el soplo divino de su Santo Espíritu! CC 13, 5.

8.4.18

De las virtudes y de los vicios: mundo, demonio y carne


El Mundo es uno de los enemigos capitales del alma, que lleva consigo a muchos y muy grandes vicios.

El Mundo, el Demonio y la Carne, tienen monopolizados, diré, a todos los vicios, tentaciones y pecados con que se me ofende; y, aunque Satanás es el jefe de estos enemigos, tiene dividido el campo del alma como en secciones, dándole su parte al Mundo y a la Carne.

El que maneja el Demonio, también tiene sus estratagemas, traiciones y emboscadas, para dirigirlas, hacia ahí, por ser el más odioso y aquilatado en malicia de los tres, el campo de la Carne o Impureza.

Nuestro Señor Jesucristo nos llama a la confianza


Voz de Cristo, voz misteriosa de la gracia que resuenas en el silencio de los corazones, tú murmuras en lo más hondo de nuestras conciencias palabras de dulzura y de paz. A nuestras presentes miserias repites aquella palabra que el Maestro pronunciaba tan frecuentemente durante su vida mortal: "¡Confianza, confianza!".

Al alma culpable, oprimida bajo el peso de sus faltas, Jesús decía: "Confía, hijo, tus pecados te son perdonados". "Confianza", decía también a la enferma abandonada que sólo de Él esperaba la cura, "tu Fe te ha salvado". Cuando los Apóstoles temblaban de pavor viéndole caminar en medio de la oscuridad sobre el lago de Genesaret, Él los tranquilizaba con esta expresión que les restablecía la paz: "Tened confianza, soy Yo, no temáis". Y en la noche de la Cena, conociendo los frutos infinitos de su Sacrificio, Él profería, al partir hacia la muerte, ese grito de triunfo: "¡Confiad! ¡Confiad! ¡Yo he vencido al mundo!".