La Penitencia es el fuego que conserva las virtudes y les da savia para su desarrollo.
De ella nace el propio desprecio; de ella se produce el ansia de padecer; el hambre de crucifixión.
La humildad produce esta grande virtud, conserva sus actos; mas la desarrolla el amor divino.
La Penitencia es muy agradable a Dios y tiene muchos visos, y alcanza diversas gracias para las almas y para la misma alma que la practica.
La Penitencia atrae a la ternura y el Corazón de Dios y tiene las cualidades de expiar y merecer.
La Penitencia brota de la humildad.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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