A otras almas les falta Fe. Seguramente tienen esa Fe común, sin la cual traicionarían la gracia del bautismo. Creen que Nuestro Señor es todopoderoso, bueno y fiel a sus promesas; pero no saben aplicar esta creencia a sus necesidades particulares.
No están dominadas por la convicción irresistible de que Dios, muy atento a sus pruebas, se vuelve hacia ellas, a fin de socorrerlas.
Sin embargo, Jesucristo nos pide esta fe especial y concreta. Él la exigía otrora como condición indispensable para sus milagros; y también la espera de nosotros, para concedernos sus beneficios.
"Si puedes creer, todo es posible al que cree", decía al padre del niño poseso. Y en el convento de Paray-le-Monial, empleando casi los mismos términos, repetía a santa Margarita María: "Si puedes creer, verás el poder de mi Corazón en la magnificencia de mi amor...". ¿Pueden creer? ¿Pueden llegar a esa certeza tan fuerte que nada la altera, tan clara que equivale a la evidencia? Allí se encuentra todo. Cuando lleguen a ese grado de confianza, verán maravillas realizarse en ustedes.
Pidan, pues, al Divino Maestro que aumente su fe. Repítanle con frecuencia la oración del Evangelio: "¡Creo, Señor, pero ayudadme en mi incredulidad!".
P. Raymond de Thomas de Saint Laurent | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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