Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

Oración para salvar almas del purgatorio


Oración de Santa Gertrudis para salvar a mil almas del Purgatorio

Padre Eterno, os ofrezco la Preciosísima Sangre de Vuestro Divino Hijo Jesús, junto con las misas que se celebren en todo el mundo hoy:
- Por las Santas Almas del Purgatorio.
- Por los pecadores en todas partes.
- Por los pecadores en la Iglesia Universal, los de mi propio hogar, dentro de mi familia, y por mí mismo.

Amén.

Sobre la oración.
En una aparición mística, Jesús aseguró a Santa Gertrudis la Magna, monja cisterciense del monasterio de Helfta en Alemania a finales del siglo XIII, que ésta oración liberaría a 1000 almas del Purgatorio cada vez que se ofreciese, y se extendería también la promesa a la conversión y salvación de las almas que todavía peregrinan en la Tierra.

Se recomienda el rezo diario, pues es incalculable el bien que podemos hacer a las almas si se recita varias veces, y se consigue además la salvación de miles de ellas dentro y fuera de la Iglesia, y en la propia familia.

Festividad.
16 de noviembre, Santa Gertrudis, Virgen.

Oficio de lectura (del libro de las Insinuaciones de la divina piedad, de santa Gertrudis, virgen).

Tuviste sobre mí designios de paz y no de aflicción.
Que mi alma te bendiga, Dios y Señor, mi creador, que mi alma te bendiga y, de lo más íntimo de mi ser, te alabe por tus misericordias, con las que inmerecidamente me ha colmado tu bondad.

Te doy gracias, con todo mi corazón, por tu inmensa misericordia y alabo, al mismo tiempo, tu paciente bondad, la cual puse a prueba durante los años de mi infancia y niñez, de mi adolescencia y juventud, hasta la edad de casi veintiséis años, ya que pasé todo este tiempo ofuscada y demente, pensando, hablando y obrando, siempre que podía, según me venía en gana –ahora me doy cuenta e ello–, sin ningún remordimiento de conciencia, sin tenerte en cuenta a ti, dejándome llevar tan sólo por mi natural detestación del mal y atracción hacia el bien, o por las advertencias de los que me rodeaban, como si fuera una pagana entre paganos, como si nunca hubiera comprendido que tú, Dios mío, premias el bien y castigas el mal; y ello a pesar de que desde mi infancia, concretamente desde la edad de cinco años, me elegiste para entrar a formar parte de tus íntimos en la vida religiosa.

Por todo ello, te ofrezco en reparación, Padre amantísimo, todo lo que sufrió tu Hijo amado, desde el momento en que, reclinado sobre paja en el pesebre, comenzó a llorar, pasando luego por las necesidades de la infancia, las limitaciones de la edad pueril, las dificultades de la adolescencia, los ímpetus juveniles, hasta la hora en que, inclinando la cabeza, entregó su espíritu en la cruz, dando un fuerte grito. También te ofrezco, Padre amantísimo, para suplir todas mis negligencias, la santidad y perfección absoluta con que pensó, habló y obró siempre tu Unigénito, desde el momento en que, enviado desde el trono celestial, hizo su entrada en este mundo hasta el momento en que presentó, ante tu mirada paternal, la gloria de su humanidad vencedora.

Llena de gratitud, me sumerjo en el abismo profundísimo de mi pequeñez y alabo y adoro, junto con tu misericordia, que está por encima de todo, aquella dulcísima benignidad con la que tú, Padre de misericordia, tuviste sobre mí, que vivía tan descarriada, designios de paz y no de aflicción, es decir, la manera como me levantaste con la multitud y magnitud de tus beneficios. Y no te contentaste con esto, sino que me hiciste el don inestimable de tu amistad y familiaridad, abriéndome el arca nobilísima de la divinidad, a saber, tu corazón divino, en el que hallo todas mis delicias.

Mas aún, atrajiste mi alma con tales promesas, referentes a los beneficios que quieres hacerme en la muerte y después de la muerte, que, aunque fuese éste el único don recibido de ti, sería suficiente para que mi corazón te anhelara constantemente con una viva esperanza.

Oración:
Oh Dios, que hiciste del corazón de tu virgen santa Gertrudis una gozosa morada para ti, por su oración y sus méritos, ilumina las tinieblas de nuestro corazón y concédenos experimentar con alegría tu presencia y acción entre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.

Breve biografía.
Santa Gertrudis la Grande (1256-1301/2). Religiosa benedictina alemana, de gran cultura filosófica y literaria, que destacó por su don de contemplación. Una de los primeros apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús.

Nació el 6 de enero de 1256 en Eisleben (Turingia). A los cinco años de edad, fue enviada a estudiar al monasterio benedictino de Helfta donde su maestra, Santa Matilde, era su hermana de sangre y abadesa. Las dos santas eran muy unidas en el amor al Señor. Gertrudis era muy atractiva e inteligente. Con el tiempo tomó el hábito en el mismo convento. Era amiga de Santa Mechtilde of Hackeborn +1298, quien era de la misma comunidad y también tenía una especial devoción al Corazón de Jesús.

Aun antes que Nuestro Señor se apareciera a Santa Margarita María, Santa Gertrudis la Grande tuvo una experiencia mística del Sagrado Corazón de Jesús.

Santa Gertrudis se adelantó a su tiempo en ciertos puntos, como la comunión frecuente, la devoción a San José y la devoción al Sagrado Corazón. Con frecuencia hablaba del Sagrado Corazón con Santa Matilde y se cuenta que en dos visiones diferentes reclino la cabeza sobre el pecho del Señor y oyó los latidos de su corazón.

Murió el 17 de Noviembre del 1301.

Se discute si Santa Gertrudis fue benedictina o cisterciense ya que ambas órdenes reclaman la pertenencia de su convento en aquella época y ambas veneran a Santa Gertrudis.

- Revelaciones de Santa Gertrudis.
Alrededor de sus veintiséis años, Santa Gertrudis tuvo la primera de sus revelaciones. Cuando iba a acostarse, le pareció ver al Señor en forma de joven.

"Aunque sabía yo que me hallaba en el dormitorio, me parecía que me encontraba en el rincón del coro donde solía hacer mis tibias oraciones y oí estas palabras 'yo te salvaré y te libraré. No Temas'. Cuando el Señor dijo esto, extendió su mano fina y delicada hasta tocar la mía, como para confirmar su promesa y prosiguió: 'Has mordido el polvo con mis enemigos y has tratado de extraer miel de las espinas. Vuélvete ahora a Mí, y mis delicias divinas serán para ti como vino'." Entonces se interpuso un seto de espinos entre los dos. Pero Gertrudis se sintió como arrebatada por los aires y se encontró al lado del Señor: "Entonces vi en la mano que poco antes se me había dado como prenda, las joyas radiantes que anularon la pena de muerte que se cernía sobre nosotros".

Tal fue la experiencia de Gertrudis que podría llamarse su "conversión", a pesar de que se trataba del alma más pura e inocente. A partir de entonces, se entregó con plena conciencia y toda deliberación a la conquista de la perfección y de la unión con Dios. Hasta entonces, los estudios profanos habían sido sus delicias; en adelante, se dedicó a estudiar la Biblia y los escritos de los Padres, sobre todo de San Agustín y de San Bernardo, quien había muerto no hacía mucho tiempo. En otras palabras, del estudio de la gramática pasó al de la teología"; y sus escritos muestran claramente la influencia de la liturgia y de sus lecturas privadas.

- Comentarios sobre la muerte.
Exteriormente, la vida de Santa Gertrudis fue como la de tantas otras contemplativas, es decir, poco pintoresca. Sabemos que solía copiar pasajes de la Sagrada Escritura y componer pequeños comentarios para sus hermanas en religión, y que se distinguía por su caridad para con los difuntos y por su libertad de espíritu. El mejor ejemplo de esto último es su reacción ante las muertes súbitas e inesperadas. "Deseo con toda el alma tener el consuelo de recibir los últimos sacramentos, que dan la salud; sin embargo, la mejor preparación para la muerte es tener presente que Dios escoge la hora. Estoy absolutamente cierta de que, ya sea que tenga una muerte súbita o prevista, no me faltará la misericordia del Señor, sin la cual no podría salvarme en ninguno de los dos casos".

- Continúa la presencia del Señor y las revelaciones.
Después de la primera revelación, Gertrudis siguió viendo al Señor "veladamente", a la hora de la comunión, hasta la víspera de la Anunciación. Ese día, el Señor la visitó en la capilla durante los oficios de la mañana y, "desde entonces, me concedió un conocimiento más claro de El, de suerte que empecé a corregirme de mis faltas mucho más por la dulzura de Su amor que por temor de su justa cólera". Los cinco libros del "Heraldo de la a bondad de Dios" (Comúnmente llamados "Revelaciones de Santa Gertrudis"), de los que la santa sólo escribió el segundo, contienen una serie de visiones, comunicaciones y experiencias místicas, que han sido ratificadas por muchos místicos y teólogos distinguidos.

La santa habla de un rayo de luz, como una flecha, que procedía de la herida del costado de un crucifijo. Cuenta también que su alma, derretida como la cera, se aplicó al pecho del Señor como para recibir la impresión de un sello y alude a un matrimonio espiritual en que su alma fue como absorbida por el corazón de Jesús. Pero "la adversidad es el anillo espiritual que sella los esponsales con Dios".

- Recuesta la cabeza en el costado de Jesús.
En la fiesta de San Juan Evangelista, Santa Gertrudis tuvo una visión de Nuestro Señor, quién le permitió descansar su cabeza en la Llaga de Su costado. Al escuchar el palpitar de Su Corazón, ella se tornó hacia San Juan, quién estaba también presente. Le preguntó si había escuchado lo mismo en la Ultima Cena, cuando se reclinó sobre el pecho del Señor y de haberlo escuchado, por qué no lo relató en su Evangelio. San Juan contestó que la revelación del Sagrado Corazón de Jesús estaba reservada para tiempos posteriores cuando el mundo, aumentando en frialdad, necesitaría ser reavivado en el amor.

- Obras.
A la santa se le atribuyen cinco libros que componen el "Heraldo de la amorosa bondad de Dios" (Comúnmente llamados "Revelaciones de Santa Gertrudis"). El primero fue escrito por amigos íntimos de la santa después de su muerte, el segundo fue escrito por la santa y los restantes fueron compuestos bajo su dirección.

Sus escritos relatan visiones, comunicaciones y experiencias místicas. Habla de un rayo de luz, como una flecha, que procedía de la herida del costado de un crucifijo. Cuenta también que su alma, derretida como la cera, se aplicó al pecho del Señor como para recibir la impresión de un sello y alude a un matrimonio espiritual en el que su alma fue como absorbida por el corazón de Jesús. Enseña al mismo tiempo que "la adversidad es le anillo espiritual que sella los esponsales con Dios".

Se le atribuyen además ciertas oraciones del siglo XVII aunque no son de ella.

- Muerte.
Santa Gertrudis sufrió diez años de penosas enfermedades y murió el 17 de Noviembre de 1301 o 1302. Tenía alrededor de los cuarenta y cinco años.

Ni Santa Gertrudis ni su hermana fueron canonizadas formalmente, pero Inocencio XI introdujo el nombre de Gertrudis en el Martirologio Romano en 1677. Clemente XII ordenó que se celebrase su fiesta en toda la Iglesia de occidente.