Tened piedad, oh buen Jesús, de las almas que están en el Purgatorio, por cuya salvación os habéis revestido de nuestra naturaleza, y sufrido la muerte más amarga. Tened piedad de sus gemidos, y de las lágrimas que derraman en Vuestra presencia, y por los méritos de Vuestra pasión, dignaos perdonarles las penas debidas a sus pecados.
Que Vuestra sangre, oh buen Jesús, descienda sobre el Purgatorio, que purifique y consuele a los pobres cautivos y afligidos que allí están detenidos. Tendedles vuestra mano, y conducidles al lugar del refrigerio, de la luz y de la paz. Así sea.
Santa Gertrudis.