Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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19.1.24

Práctica para prepararse ante la muerte (II)



Día primero.
Apenas abramos los ojos, imaginemos escuchar la sentencia que nos condena a la muerte, y reconociéndola justa, dispongamos el corazón para sufrirla resignados.

Puestos enseguida de rodillas, invocaremos a la Santísima Virgen del Carmen, al ángel de la Guarda, y al glorioso Patriarca San José, a quien los fieles veneran como especial abogado para alcanzar una buena muerte, rogándoles con todo lo íntimo del corazón que nos asistan y amparen.


18.12.23

Oración por las ánimas del Purgatorio, para el día de los fieles difuntos



Ayer, misericordiosísimo Dios, se regocijaba vuestra Iglesia con la felicidad de sus hijos triunfantes, y os rendía gracias por todas las que en ellos os dignásteis derramar con munífica mano.

Hoy llega a vuestras plantas esa Iglesia con plegarias y lágrimas, para imploraros humildemente, ¡oh Juez Soberano!, en favor de sus hijos difuntos que aún expían las culpas de su vida lejos de vuestra presencia adorable.

Yo me uno en general, y en particular, de corazón y de palabra, a todos los fieles que elevan al trono de vuestra Majestad el grito de sus ansias fraternales. Me uno a todos y a cada uno, para rogaros por cuantos necesitan el auxilio de nuestras oraciones y sufragios, y os suplico, Señor, aceptéis benigno nuestros ruegos -sin mirar la indignidad que reconocemos en nosotros-, los cuales ofrecemos en la fe del poderoso nombre de Jesucristo, a cuya cruz nos acojemos todos.

Con la confianza que ese signo sagrado nos inspira os pido, Dios Todopoderoso, asociando mi humilde voz a la de mis hermanos, perdón, gracia y absolución para todos los miembros de la cristiana grey que no habitan ya en la tierra. Mirad las llagas de vuestro divino Hijo, que son otras tantas bocas por las que el amor pide clemencia, y aplacada la justicia con el holocausto de la víctima eterna que se inmoló por nosotros, abrid, ¡Padre celestial!, abrid ya las puertas de la patria a tantas almas que anhelan contemplar entre los resplandores de la gloria que tiene a vuestra diestra, al que reconocieron y adoraron Dios en el establo de Belén y en el suplicio del Gólgota.

Ignorando, Señor, cuántos de los que me dísteis por parientes y amigos se hallarán en el número de esas almas todavía desterradas, os dirijo especialísimos ruegos por los muertos de mi familia, por todos los que me fueron cercanos por vínculos de sangre o de cariño.

Dios bueno, volved las miradas de vuestra misericordia hacia vuestros siervos y siervas, hacia (se puede decir, opcionalmente, el nombre de algunos difuntos), según lo espero de vuestra piedad infinita, y cuando salgamos los que aún vivimos sobre la tierra de este valle de lágrimas donde es tan precaria nuestra pobre existencia, concedednos, Vos que permanecéis eternamente, el perdón que os pedimos hoy para los que nos han precedido, y en nombre de los cuales y en el mío os rindo humildes acciones de gracias, por cuantos beneficios les dispensásteis.

Gracias también, Señor benignísimo, por este día en el que nos permitís dedicar al sufragio de sus almas, y por todas las buenas obras que durante él os dignéis inspirarnos, las cuales os presentamos reverentemente por mano de la bienaventurada Virgen María en su advocación carmelitana, a quien invocamos como abogada, y a quien reconocemos con toda la Iglesia como Consoladora de los afligidos y Refugio de los pecadores.

Amén.


(Ahora se rezan tres padrenuestros y tres Ave María, en honor de la Santísima Trinidad y sufragio de los difuntos, diciendo al final de cada "gloria" las palabras siguientes):

Que por la misericordia de Dios, los méritos de nuestro Señor Jesucristo, y la intercesión de su bendita Madre Nuestra Señora del Carmelo, las almas de los fieles difuntos descansen en paz.

Amén.


9.12.23

María en el Calvario



La Santa Madre del Salvador se halló presente en la crucifixión de su Hijo, y se mantuvo al pie de la cruz durante las tres horas de aquella amarga agonía.


Oración:
Todo fue consumado, ¡Reina de los mártires! Vuestros ojos vieron clavar en la cruz al suspirado por los siglos, al esperado por las naciones... Vuestros oídos oyeron los golpes del martillo caer sobre su santa carne, el crujido de los huesos que se le dislocaban... Vuestro rostro fue salpicado con la nocente sangre de la víctima sagrada.

Henos aquí, en el alma postrados ante ese santo madero, junto al cual os sostuvo de pie vuestra heroica fortaleza. Henos aquí, recibiendo con Vos el divino riego de esa sangre redentora, y rogándoos rendidamente se la presentéis a la justicia eterna como precio de nuestras almas.

Vos suministrásteis tan preciosa sangre a nuestro Redentor, ¡oh, María! Vos tenéis derecho a pedir por ella que no se malogre en estos servidores vuestros -aunque tan indignos de serlo- la inefable virtud de aquel sacrificio augusto. Hacedlo, ¡Madre dolorosísima!, hacedlo según vuestra inmensa caridad, y no solamente en favor de los presentes, sino también por todos los cristianos en todo tiempo y generaciones.

Señora, alcanzad consuelo para los afligidos, de aquel que os vió tan afligida al pie de su cruz.

Señora, rogad por los moribundos al que estuvo moribundo a vuestra vista, causando incomparables angustias a vuestro maternal corazón.

Señora, pedid perdón para los pecadores, al que murió por ellos para obtenerles el perdón

Señora, proteged a los desamparados, cerca del que os dejó tan desamparada en la tierra.

Señora, alcanzad misericordia para las ánimas del purgatorio, de aquel que con su sacrificio nos abrió las puertas celestiales.

Señora, sed la abogada de todos los hombres, pues por todos fue inmolado el Cordero de Dios que borra los pecados del mundo.

Amén.


9.11.23

Interesantes libros de religión por descarga directa



En la página de Mensajeros de la Vida, dentro de la sección "publicaciones", se pueden descargar gratuitamente libros de temáticas muy interesantes, incluyendo "El manuscrito del Purgatorio", un interesante libro de cómo actúa el demonio que lleva por título "¿Cómo actúa el demonio? ¿Tenemos un demonio para cada uno?", o libros de prácticas de oración, como el dedicado al Santo Rosario.

En resumen, una interesante colección de libros que pueden ayudarnos en gran manera en estos duros momentos en los que se pone tan a prueba nuestra fe.


2.11.23

Oración a Cristo Crucificado, que libera almas del purgatorio



Con esta oración, hecha después de comulgar, se gana indulgencia plenaria y se libera una ánima del purgatorio. Es conveniente rezar después de ella cinco Padrenuestro, cinco Ave María, y cinco Gloria, en reverencia de las cinco llagas del Redentor, repitiendo después de cada Gloria:

Sea por siempre bendito y alabado el Santísimo Sacramento del Altar.

Con lo cual, además, se liberan cinco almas del purgatorio (Pablo V).

7.10.23

Oración que libera a un ánima del Purgatorio



Con la siguiente oración, estando en gracia, se libera un alma del Purgatorio:

Dios te salve, Hija de Dios Padre; Dios te salve, Madre de Dios Hijo; Dios te salve, Esposa del Espíritu Santo; Dios te salve, templo y sagrario de la Santísima Trinidad.


6.10.23

Jaculatoria indulgenciada



Se hecha, alabada, y eternamente ensalzada la justísima, altísima y amabilísima voluntad de Dios en todas las cosas.

(Por rescripto del Papa Pío VII, de 14 de abril de 1820, esta jaculatoria tiene concedidos perpetuamente cien días de indulgencias, aplicables a vivos y a las ánimas del Purgatorio, cada vez que se diga. Además, indulgencia plenaria cada mes al confesarse y comulgar, para cuantos la reciten durante ese mismo mes diariamente, y otra indulgencia plenaria en el momento de la muerte.)


4.10.23

Oración vespertina de humildad



Yo os adoro humildemente, Señor Dios mío, al acabar este día que os habéis dignado concederme. Os pido perdón con contrito corazón por cuantas acciones, palabras, pensamientos o deseos hayan podido ofenderos, y os suplico me permitáis rendiros las pobres obras mías que fueron de vuestro divino agrado durante este día que ahora termina, uniéndolas a las santísimas obras de Jesucristo, y a todos sus merecimientos inefables, en sufragio de las ánimas del Purgatorio, en satisfacción de mis pecados, y en homenaje de reconocimiento por todos vuestros innumerables beneficios.

Amén.

(Padrenuestro, AveMaría, Gloria).

28.9.23

Acto de súplica matutino



Yo os suplico, ¡oh Padre Omnipotente!, por vuestra infinita misericordia, los méritos de mi Redentor Jesucristo, y la intercesión de su Santa Madre la Virgen del Monte Carmelo, y la de todos mis celestes protectores, os dignéis mirar con paternal amor esta mi casa y a mi familia, preservándonos de toda desgracia, y especialmente de la mayor de ellas, que es ofenderos.

Os ruego asimismo, ¡oh mi Dios!, por la exaltación y santificación de vuestra Iglesia, por la paz y la concordia entre los pueblos y entre los reinos cristianos, la desaparición de las herejías, la conversión de los no creyentes e infieles, la llegada de tu Evangelio a quienes no les han predicado.

También os suplico concedáis la entrada en vuestro reino a las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio, a quienes aplico todas las indulgencias que haya ganado o ganaré en este día, comenzando por las almas que sean de mayor agrado vuestro y obligación mía, y rogándoos humildemente que hagáis extensiva a ellas la divina bendición que os pido. Que así sea, Señor.

(Presignarse diciendo: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén).



4.6.23

El Oratorio Carmelitano cierra sus puertas



Hoy, 04 de junio de 2023, festividad de la Santísima Trinidad, desde el Oratorio Carmelitano damos por concluido este proyecto de difusión y divulgación de la devoción carmelitana. Fue un 1 de abril de 2017, hace ya seis años, cuando decidimos iniciar este oratorio virtual. Aunque siempre con gran esfuerzo, poco a poco íbamos creciendo, llevando adelante grandes proyectos como la traducción de la Biblia Clerus, el "Tratado de las virtudes y de los vicios", de la Beata Concepcion Cabrera de Armida, "El combate espiritual", de Lorenzo Scúpoli, el compendio "Clamores de ultratumba" (trabajo que nos llevó casi un año de esfuerzo), o la más reciente y extenuante actualización de la "Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura del alma" de San Juan de la Cruz, para ofrecéroslo todo gratuitamente.

Sin embargo, la falta de apoyos (ni siquiera hemos recibido un "gracias", aunque ya sabéis que esto lo hacíamos altruistamente por amor a Nuestro Señor Jesucristo, y devoción a Nuestra Señora del Carmelo, y con el fin de divulgar la religión católica y facilitar el crecimiento de los creyentes en ella) casi totales -a pesar de que el coste de esas publicaciones en librería habría sido bastante elevado, mientras que nosotros lo poníamos a vuestra disposición sin que tuviéseis que realizar desembolso alguno-, y la cada vez mayor carencia de medios que nos hacía más duro incluso navegar por la Red, han hecho que decidamos dar por concluido este proyecto.

En el tintero queda nuestro ansiado deseo de crear el oratorio en una capilla física, cosa que a todas luces queda claro ahora que era irrealizable tal como ha ido todo, así como ofrecer un hosting propio donde alojar nuestros archivos desde que Drive cambiara los términos y nos hiciera imposible subir el material allí. Todo eso no ha podido ser, y era ya insoportable continuar así, de manera que con mucho dolor hemos decidido dar hoy este proyecto de Oratorio por concluido.

Por supuesto, dejaremos este blog -mientras Google no lo borre- accesible para que cualquiera pueda seguir consultándolo, pueda acceder a su contenido (oraciones, reflexiones, materiales diversos...), y también seguirá abierto el Grupo del Oratorio Carmelitano en Google, al cual os animamos a inscribiros -es gratis y muy sencillo- porque puede que algunos archivos que creamos importantes, como material en pdf diverso que caiga en nuestras manos, lo distribuyamos a través de él. También seguiremos si viene el caso añadiendo material en Ánimas del Purgatorio y en Jirones Carmelitanos. Os animamos, asimismo, si lo deseáis, a que os unáis a la Hermandad de los Hermanos Inquisidores.

Mencionar que también seguirá abierta la cuenta de donaciones en Paypal, por si algún día podemos retomar alguno de los mencionados proyectos, o por si alguien quiere dar una limosna. Nosotros, por nuestra parte, damos por concluida esta travesía, rogándole a Nuestra Señora del Carmelo, nuestra Madre y Maestra, nuestra Protectora, que nos siga cobijando y protegiendo bajo su manto. Que ella también os cuide a todos vosotros.

Gracias por habernos acompañado hasta aquí, y que Dios os bendiga.

4.4.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (199)



CAPÍTULO 20
Se muestran los otros cinco grados de amor.


1. El Sexto grado hace correr al alma ágilmente hacia Dios y dar muchos toques en Él, y sin desfallecer corre por la esperanza, ya que aquí el amor que la ha fortificado la hace volar ligero. De este grado también dice el profeta Isaías: "Los santos que esperan en Dios mudarán la fortaleza, tomarán alas como de águila y volarán y no desfallecerán" (Is. 40,31), como hacían en el grado quinto. A este grado pertenece también aquel texto del salmo (41,2): "Así como el ciervo desea las aguas, mi alma desea a ti, Dios", ya que el ciervo en la sed con gran ligereza corre a las aguas. La causa de esta ligereza en amor que tiene el alma en este grado es por estar ya muy avivada la caridad en ella, debido a que está aquí el alma poco menos que purificada del todo, como se dice también en el salmo (58,5), es a saber: "Sine iniquitate cucurri" ("sin iniquidad corrí"); y en otro salmo (118,32): "El camino de tus mandamientos corrí cuando dilataste mi corazón". Y así, de este sexto grado se pasa luego al séptimo, que es el siguiente.

2. El séptimo grado de esta escala hace atreverse al alma con vehemencia. Aquí el amor ni se aprovecha del juicio para esperar, ni usa de consejo para retirarse, ni con vergüenza se puede refrenar, porque el favor, que ya Dios aquí hace al alma, la hace atreverse con vehemencia. De donde se sigue lo que dice el Apóstol (1 Cor. 13, 7), y es: "La caridad todo lo cree, todo lo espera y todo lo puede". De este grado habló Moisés (Ex. 32, 31-32), cuando dijo a Dios que perdonase al pueblo o, de lo contrario, que le borrase a él del libro de la vida en que le había escrito. Estos alcanzan de Dios lo que con gusto le piden. De donde dice David (Sal. 36, 4): "Deléitate en Dios, y darte ha las peticiones de tu corazón". En este grado se atrevió la Esposa (Ct. 1, 1) y dijo: "Osculetur me osculo oris sui" ("me besó con el beso de su boca"). A este grado no le es lícito al alma atreverse, si no sintiere el favor interior del cetro del rey inclinado para ella (Est. 6, 11), porque podría caer en el ascenso hacia los demás grados que hasta este ha subido, en los cuales siempre se ha de conservar en humildad. De esta osadía y determinación, que Dios la da al alma en este séptimo grado para atreverse a Dios con vehemencia de amor, se pasa el octavo grado, que es hacer ella presa en el Amado y unirse con Él, según explicaremos a continuación.

3. El octavo grado de amor hace al alma agarrarse y sujetarse sin soltarse, según la Esposa dice (Ct. 3, 4) de esta forma: "Hallé al que ama mi corazón y ánima, y túvele, y no le soltaré". En este grado de unión satisface el alma su deseo, mas no de continuo, porque algunos llegan a poner el pie y luego lo vuelven a quitar. Y es que si durase esta unión constantemente sería cierta gloria en esta vida, y así por breves momentos se queda el alma en él. Al profeta Daniel (10, 11), por ser varón de deseos, se le mandó de parte de Dios que permaneciese en este grado, diciéndole: "Daniel, está sobre tu grado, porque eres varón de deseos". De este grado se sigue el nono, que es ya el de los perfectos, como veremos a continuación.

4. El nono grado de amor hace arder al alma con suavidad. Este grado es el de los perfectos, los cuales arden ya en Dios suavemente, debido a que el Espíritu Santo les causa este ardor suave y deleitoso por razón de la unión que tienen con Dios. Por esto dice san Gregorio de los Apóstoles que, cuando el Espíritu Santo vino visiblemente sobre ellos, interiormente ardieron por amor suavemente.

De los bienes y riquezas de Dios que el alma goza en este grado no se puede hablar porque, si de ello escribiesen muchos libros, aún quedaría la mayor parte por decir. Del cual, por esto y porque después añadiremos algunas palabras, aquí no profundizo más sino tan sólo baste que de éste se sigue el décimo y el último grado de esta escala de amor, el cual ya no es de esta vida.

5. El décimo y último grado de esta escala secreta de amor hace al alma asimilarse totalmente a Dios, por razón de la clara visión de Dios que a continuación posee inmediatamente el alma que, habiendo llegado en esta vida al nono grado, sale de la carne. Porque éstos -que son muy pocos-, por cuanto ya por el amor están purgadísimos, no entran en el purgatorio. De donde san Mateo (5, 8), dice: "Beati mundo corde, quoniam ipsi Deum videbunt" ("Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"). Y, como decimos, esta visión es la causa de la similitud total del alma con Dios, porque así lo dice san Juan (1 Jn. 3, 2): "Sabemos que seremos semejantes a Él", no porque el alma se haga tan capaz como Dios, porque eso es imposible, sino porque todo lo que ella es se hará semejante a Dios, por lo cual se llamará -y lo será realmente-, Dios por participación.

6. Esta es la escala secreta que aquí se muestra sobre el ascenso del alma, aunque ya en estos grados de arriba no es muy secreta para el alma, puesto que se le descubre abundantemente el amor por los grandes efectos que en ella ese amor hace. Mas en este último grado de clara visión, que es lo último de la escala donde estriba Dios -como ya mencionamos hace poco-, ya no hay cosa para el alma encubierta, por razón de la total asimilación. Es por ello que nuestro Salvador (Jn. 16, 23) dice: "En aquel día ninguna cosa me preguntaréis", etc. Pero hasta este día todavía, por mucho que el alma más alta vaya le queda algo encubierto, y tanto cuanto le falte para la asimilación total con la divina esencia.

De esta manera, por esta teología mística y amor secreto, se va el alma saliendo de todas las cosas y de sí misma y subiendo a Dios. Porque el amor es similar al fuego, que siempre sube hacia arriba, con el apetito de atiborrarse en el centro de su esfera (nota del actualizador: es decir, con las energías de la materia que está quemándose y de la que obtiene sus fuerzas).


21.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (185)



CAPÍTULO 12
Se incide algo más sobre cómo esta horrible noche es purgatorio, y cómo en ella ilumina la divina Sabiduría a los hombres en la tierra con la misma iluminación que purga a las almas celestiales e ilumina a los ángeles en el cielo


1. Por lo dicho hasta ahora nos daremos cuenta sobre cómo es esta oscura noche de fuego amoroso, así como de la forma en la que a oscuras va inflamando al alma. Descubriremos también cómo, así como se purgan los espíritus en la otra vida con fuego tenebroso material, en esta vida se purgan y limpian con fuego amoroso tenebroso espiritual, ya que ésta es la diferencia: que allá se limpian con fuego, y acá se limpian e iluminan sólo con amor. El cual amor pidió David (Sal.50,12) cuando dijo: "Cor mundum crea in me, Deus, etc.", ("crea en mí, oh Dios, un corazón puro; y renueva un espíritu correcto dentro de mí"). Porque la limpieza de corazón no es menos que el amor y gracia de Dios, puesto que los limpios de corazón son llamados por nuestro Salvador bienaventurados (Mt. 5, 8), lo cual es tanto como decir "enamorados", pues que la bienaventuranza no se da por menos que amor.

2. Y que se purgue iluminándose el alma con este fuego de sabiduría amorosa (porque nunca da Dios sabiduría mística sin amor, pues el mismo amor la infunde), nos lo muestra bien Jeremías (Lm. 1, 13) donde dice: "Envió fuego en mis huesos y enseñóme". Y David (Sal. 66, 10) dice que la sabiduría de Dios es plata refinada en fuego, esto es, en fuego purgativo de amor. Porque esta oscura contemplación juntamente infunde en el alma amor y sabiduría, a cada uno según su capacidad y necesidad, alumbrando al alma y purgándola, como dice el Sabio (Eclo. 51, 25-26), de sus ignorancias, como dice que lo hizo con él.

3. De aquí también inferiremos que purga estas almas y las ilumina la misma Sabiduría de Dios que purga a los ángeles de sus ignorancias, haciéndoles conocer, alumbrándolos de lo que no sabían, derivándose desde Dios por las jerarquía primeras hasta las postreras, y de ahí a los hombres. Que, por eso, todas las obras que hacen los ángeles e inspiraciones, se dicen con verdad en la Escritura y propiedad hacerlas Dios y hacerlas ellos, ya que de ordinario las deriva por ellos. Y ellos también las realizan de unos en otros sin alguna dilación, así como el rayo del sol comunicado de muchas vidrieras ordenadas entre sí que, aunque es verdad que de suyo el rayo pasa por todas, todavía cada una le envía e infunde en la otra más modificado, conforme al modo de aquella vidriera, algo más abreviada y remísamente, según ella está más o menos cerca del sol.

4. De donde se sigue que los espíritus superiores y los inferiores, cuanto más cercanos están a Dios, más purgados están y clarificados con más general purificación, y que los postreros recibirán esta iluminación mucho más tenue y remota. De esto mismo se sigue que el hombre, que está el postrero -hasta el cual se viene derivando esta contemplación de Dios amorosa cuando Dios se la quiere dar-, el ser humano, decimos, la acaba recibiendo a su modo, es decir de forma muy limitada y penosamente.

Porque la luz de Dios que al ángel ilumina, esclareciéndole y suavizándole en amor por ser puro espíritu y un ser dispuesto para esta tal infusión, al hombre sin embargo por ser impuro y flaco, de forma natural le ilumina -como previamente hemos dicho- oscureciéndole, dándole pena y aprieto, como hace el sol al ojo legañoso y enfermo, y le enamora apasionada y aflictivamente, hasta que este mismo fuego de amor le espiritualice y sutilice, purificándole hasta el momento en el que con la necesaria suavidad pueda recibir la unión de esta amada influencia al modo en la que la reciben los ángeles y ya purgado, como después diremos, mediante la acción del Señor.

Pero, mientras tanto, esa contemplación y comunicación amorosa la recibe con el aprieto y ansia de amor que explicamos aquí.


18.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (182)



CAPÍTULO 10
Se explica, mediante una comparación, la raíz de esta purgación interior.


1. Por ello, y para mayor claridad de lo explicado y de lo que se va también a explicar, conviene aquí notar que esta purgativa y amorosa noticia o luz divina a la que nos estamos refiriendo de la misma manera se da en el alma, purgándola y disponiéndola para unirla consigo perfectamente, que se da en el madero al ser sometido a fuego para transformarle en el mismo fuego. Porque el fuego material, en aplicándose al madero, lo primero que hace es comenzar a secarlo, echándole la humedad fuera y haciéndole llorar el agua que en sí tiene. A continuación le va poniendo negro, oscuro y feo, y aún de mal olor y, yéndole secando poco a poco, le va sacando a luz y echando afuera todos los accidentes feos y oscuros que tiene contrarios a las propiedades del fuego. Finalmente, comenzándole a inflamar por el exterior y a calentarle, viene a transformarlo en sí y ponerlo tan hermoso como el mismo fuego, con su misma lumbre y luz. Llegado ese momento ya de parte del madero ninguna pasión hay ni acción propia, salvo la gravedad y materia más espesa que la del fuego, porque tiene en sí las propiedades del fuego y acciones: debido a que está seco, él seca; debido a que está caliente, calienta; y debido a que está claro y esclarece, además de estar mucho más ligero que antes, obrando el fuego en él estas propiedades y efectos.

2. A este mismo modo, pues, hemos de meditar respecto de este divino fuego de amor de contemplación el cual, antes que fusione y transforme el alma en sí, primero la purga de todos sus elementos contrarios, la hace expulsar sus fealdades y la pone negra y oscura, y así parece peor que antes y más fea y abominable que solía ser. Porque, como esta divina purga se encuentra removiendo todas las malas y viciosas inclinaciones, que por estar ellas muy arraigadas y asentadas en el alma no los alcanzaba esa misma alma a ver -y con ello no entendía que tenía dentro de sí tanto mal- ahora, para echarlas fuera y aniquilarlas se las ponen a la vista y se da cuenta de ellas tan claramente alumbrada por esta oscura luz de divina contemplación (aunque no es peor que antes, ni en sí ni para con Dios), hasta el punto que ve en sí lo que antes no veía, pareciéndole entonces de manera muy patente lo mal que se encuentra, hasta tal punto que no está solo para que Dios no la vea, sino incluso más bien para que la aborrezca, y de hecho se considera que ya la tiene aborrecida. De esta comparación podemos ahora entender muchas cosas acerca de lo que vamos diciendo y pensamos decir.

3. Lo primero, podemos entender cómo la misma luz y sabiduría amorosa que se ha de unir y transformar en el alma es la misma que al principio la purga y dispone, así como el mismo fuego que transforma en sí al madero incorporándose en él, es el que primero le estuvo disponiendo para el mismo efecto.

4. Lo segundo, podremos darnos cuenta cómo estas penalidades no las siente el alma de parte de la dicha sabiduría pues, como dice el Sabio (Sab. 7, 11), todos los bienes juntos le vienen al alma con ella, sino de parte de la flaqueza e imperfección que tiene el alma al no poder recibir sin esta purgación su luz divina, su suavidad y deleite (así como el madero, que no puede una vez le sea aplicado el fuego ser transformado hasta que sea dispuesto para ello), y por eso sufre tanto. Lo cual el Eclesiástico (51, 29) aprueba bien, diciendo lo que él padeció para venir a unirse con ella y gozarla, diciendo así: "Mi ánima agonizó en ella, y mis entrañas se enturbiaron en adquirirla; por eso poseeré buena posesión".

5. Lo tercero, podemos sacar de aquí de paso la manera de sufrir de los habitantes del purgatorio. Porque el fuego no tendría en ellos poder, aunque se les aplicase, si ellos no tuviesen imperfecciones en las que padecer, que son la materia en que allí puede incidir el fuego y actuar. Acabada dicha materia de imperfección no hay más que arder, lo mismo que aquí, acabadas las imperfecciones, se acaba el penar del alma y queda el gozar.


14.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (178)



4. Mas para lograrse alcanzar la meta, aunque sean fuertes estos sufrimientos no por ello son más rápidos, porque duran algunos años. Entretando se superponen en medio ciertos altibajos y alivios, en que por dispensación de Dios, dejando esta contemplación oscura de embestir en forma y modo purgativo, embiste iluminativa y amorosamente y en esos instantes el alma, como si le hubieran dado salida de tales mazmorras y tales prisiones y la hubiesen puesto en recreación de esplendor y libertad, siente y gusta gran suavidad de paz y cercanía amorosa con Dios, con abundancia de una fácil comunicación espiritual.

Lo cual es al alma indicio de la salud que va en ella obrando la dicha purgación y pre-anuncio de la abundancia que la espera. Y aún esto se da en tal grado a veces, que le parece al alma que ya han concluido sus trabajos. Porque de esta cualidad son las cosas espirituales en el alma, cuando son más puramente espirituales, en donde las cuales, cuando son trabajos, le parece al alma que nunca ha de salir de ellos y que se le acabaron ya los bienes, como se ha visto por las escrituras alegadas. Y a su vez, cuando son bienes espirituales también le parece al alma que ya se acabaron sus males, y que no le faltarán ya los bienes, como David (Sal. 29, 7), viéndose en ellos, lo confesó diciendo: "Yo dije en mi abundancia: No me moveré para siempre".

5. Y esto ocurre debido a que la posesión actual de un contrario en el espíritu de suyo remueve la actual posesión y sentimiento del otro contrario, lo cual no sucede así en la parte sensitiva del alma, por ser débil de aprensión. Mas, como quiera que el espíritu aún no está aquí bien purgado y limpio de las afecciones que de la parte inferior tiene contraídas, aunque en cuanto espíritu no se mude, en cuanto está afectado con ellas se podrá mudar en penas, como vemos que después se mudó David (Sal. 29, 7), sintiendo muchos males y penas, aunque en el tiempo de su abundancia le había parecido y dicho que no se había de mover jamás. Así el alma, como entonces se ve actuada con aquella abundancia de bienes espirituales, no echando de ver la raíz de imperfección e impureza que todavía le queda piensa que ya se acabaron sus trabajos.

6. Mas este pensamiento ocurre las menos de las veces porque, hasta que está terminada de hacer la purificación espiritual, muy raras veces suele ser la comunicación suave tan abundante que le cubra la raíz que queda, de manera que deje el alma de sentir allá en el interior un no sé qué sobre lo que le falta o lo que está aún por hacer, que no le deja cumplidamente gozar de aquel alivio, sintiendo ella dentro como un enemigo suyo que, aunque está como sosegado y dormido, se recela que volverá a revivir y hacer de las suyas. Y así es que, cuando más segura está y menos se da cuenta, vuelve a tragar y absorber el alma en otro grado peor y más duro, oscuro y lastimero que el pasado, el cual dura otra temporada, por ventura más larga que la primera. Y aquí el alma otra vez viene a creer que todos los bienes están acabados para siempre, que no le basta la experiencia que tuvo del bien pasado que gozó después del primer trabajo en que también pensaba que ya no había más que penar, para dejar de creer en este segundo grado de aprieto que ya todo está acabado y que no volverá a gozar como la vez pasada. Porque, como digo, esta creencia tan confirmada se causa en el alma de la actual aprensión del espíritu, que aniquila en él todo lo que a ella es contrario.

7. Esta es la causa por la que los que yacen en el purgatorio padecen grandes dudas de que han de salir de allí jamás y de que se han de acabar sus penas. Porque, aunque habitualmente tienen las tres virtudes teologales, que son fe, esperanza y caridad, la actualidad que tienen del sentimiento de las penas y privación de Dios no les deja gozar del bien actual y consuelo de estas virtudes. Porque, aunque ellos echan de ver que quieren bien a Dios, no les consuela esto dado que les parece que no les quiere Dios a ellos ni que de tal cosa son dignos. Por contra, como se ven privados de Él y puestos en sus miserias, les parece que con lógica y mucha razón tienen por qué ser aborrecidos y desechados de Dios para siempre.

Y así, el alma situada en esta purgación, aunque ella ve que quiere bien a Dios y que daría mil vidas por Él (como es así la verdad, porque en estos trabajos aman con mucha veracidad estas almas a su Dios), con todo no les es alivio esto, antes les causa más pena. Y es que, queriéndole ellas tanto hasta el punto en que no tienen otra cosa que les dé cuidado ni les preocupe, como se ven tan miserables no pudiendo creer que Dios las quiera a ellas ni que tienen ni tendrán jamás motivos por qué quererlas, sino antes encuentran muchos motivos y muestras de por qué ser aborrecidas no sólo de Él, sino de toda criatura para siempre, se duelen de ver en sí tantas causas por las cuales merezcan ser desechadas de quien ellas tanto quieren, anhelan y desean.


12.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (176)



CAPÍTULO 6
Sobre otras formas de pena que el alma padece en esta noche oscura.


1. La tercera forma de pasión y pena que el alma aquí padece es a causa de otros dos extremos, conviene a saber: divino y humano, que aquí se juntan.

El divino es esta contemplación purgativa, y el humano es el alma del sujeto. Y puesto que el divino incide a fin de renovarla para hacerla divina, desnudándola de las afecciones habituales y propiedades del hombre viejo con las cuales el alma está muy unida, conglutinada y conformada, de tal manera la desarma y la reordena en su sustancia espiritual, absorbiéndola en una profunda y honda tiniebla, que el alma se siente estar deshaciendo y derritiendo con la muestra y la vista de sus miserias en una muerte cruel de espíritu. Es como si hubiese sido tragada de una bestia y en su vientre tenebroso se sintiese estar digiriéndose, padeciendo estas angustias como Jonás (2, 1) en el vientre de aquella marina bestia. Porque en este sepulcro de oscura muerte la conviene estar para la espiritual resurrección que espera.

2. La manera de esta pasión y pena, aunque de verdad ella es extrema, la describe David (Sal. 17, 5-7) diciendo: "Me cercaron los gemidos de la muerte, los dolores del infierno me rodearon, en mi tribulación clamé".

Pero lo que esta doliente alma aquí más siente es el parecerle claro que Dios la ha desechado y, aborreciéndola, la ha arrojado en las tinieblas, que para ella es grave y lastimera pena creer que la ha dejado Dios. Esta experiencia también David, sintiéndola mucho en este caso, dice (Sal. 87, 6-8): "De la manera que los llagados están muertos en los sepulcros, dejados ya de tu mano, de los que no te acuerdas más, así me pusieron a mí en el lago más hondo e inferior en tenebrosidades y sombra de muerte, y está sobre mí confirmado tu furor, y todas tus olas descargaste sobre mí". Porque verdaderamente, cuando esta contemplación purgativa aprieta, sombra de muerte y gemidos de muerte y dolores de infierno siente el alma muy vivamente, los cuales consisten en sentirse sin Dios y castigada y arrojada e indigna de Él, y que está enojado. Todo ello se siente en este punto y aún más, hasta el extremo que le parece que ya es un penar para siempre.

3. Y el mismo desamparo siente de todas las criaturas y desprecio procedente de ellas, particularmente de los amigos. Que por eso prosigue luego David (Sal. 87, 9), diciendo: "Alejaste de mí mis amigos y conocidos, me tuvieron por abominación". Todo lo cual, como quien tan bien lo experimentó en el vientre de la bestia corporal y espiritualmente, el mismo Jonás (2, 4-7), lo testifica así: "Me arrojaste al profundo en el corazón de la mar, y la corriente me cercó; todos sus golfos y olas pasaron sobre mí y dije: arrojado estoy de la presencia de tus ojos; pero otra vez veré tu santo templo" - lo cual dice porque aquí purifica Dios al alma para ver al Señor - "me cercaron las aguas hasta el alma, el abismo me ciñó, el piélago me cubrió mi cabeza, a los extremos de los montes descendí; los cerrojos de la tierra me encerraron para siempre". Estos "cerrojos" se entienden aquí a este propósito por las imperfecciones del alma, que la impiden el gozar de esta sabrosa contemplación [La comparación de Jonás con el abandono y encarcelamiento del alma (nn. 1 y 3) y su referencia secreta a la cárcel toledana sufrida por el Santo (cf. carta 1ª), confirma que el simbolismo básico de la noche arranca genéticamente de la situación vivida por el Santo en Toledo, pero transportada espiritualmente a la secreta escala disfrazada del alma].

4. La cuarta forma de pena causa en el alma otra excelencia de esta oscura contemplación, que es a su vez la majestad y grandeza de ella. Y es que hace sentir en el alma otro extremo que hay en ella de íntima pobreza y miseria, siendo esta una de las principales penas que se padecen en esta purgación. Porque siente en sí un profundo vacío y pobreza de tres maneras de bienes que se ordenan al gusto del alma, que son temporal, natural y espiritual, viéndose puesta en los males contrarios, conviene a saber: miserias de imperfecciones, sequedades y vacíos de las aprensiones de las potencias y desamparo del espíritu en tiniebla. Que, por cuanto aquí purga Dios al alma según la sustancia sensitiva y espiritual y según las potencias interiores y exteriores, conviene que el alma sea puesta en vacío y pobreza y desamparo de todas estas partes, dejándola seca, vacía y en tinieblas, con el fin de que la parte sensitiva sea purificada en sequedad, y las potencias en su vacío de sus propias aprensiones, y el espíritu en tiniebla oscura.

5. Todo lo dicho hace Dios por medio de esta oscura contemplación, en la cual no sólo padece el alma el vacío y suspensión de estos apoyos naturales y aprensiones, que es un padecer muy tormentoso como si a uno le suspendiesen o detuviesen el aire dejándole sin respirar, mas también está purgando el alma, aniquilando y vaciando o consumiendo en ella, así como hace el fuego al orín y moho del metal, todas las afecciones y hábitos imperfectos que ha contraído durante toda la vida. Y puesto que por estar estos hábitos muy arraigados en la sustancia del alma, sobrepadece grave deshacimiento y tormento interior, además de la dicha pobreza y vacío natural y espiritual, con lo que se hace patente aquí lo escrito en Ezequiel: "Juntaré los huesos, y los encenderé en el fuego, se consumirán las carnes y toda la composición se cocerá, y se desharán los huesos" (Ez. 24, 10). En lo cual se entiende la pena que padece en el vacío y pobreza de la sustancia del alma sensitiva y espiritual. Y sobre esto dice luego (24, 11): "Ponedla también así vacía sobre las ascuas, para que se caliente y se derrita su metal, y se deshaga en medio de ella su inmundicia y sea consumido su moho". En lo cual se da a entender la grave pasión que el alma aquí padece en la purgación del fuego de esta contemplación, pues dice el profeta que para que se purifiquen y deshagan las impurezas de las afecciones que están en medio del alma es menester en cierta manera que ella misma se aniquile y se deshaga, según estén en ella de naturalizadas estas pasiones e imperfecciones.

6. De todo ello, para que en esta fragua se purique el alma como el oro en el crisol, según el Sabio dice (Sab. 3,6), siente este gran desmenuzamiento en la misma sustancia del alma, con extremada pobreza, en cuyo proceso se siente como acabando, como se puede ver por lo que a este propósito dijo David (Sal. 68,2-4) por estas palabras, clamando a Dios: "Sálvame, Señor, porque han entrado las aguas hasta el alma mía; fijado estoy en el limo del profundo, y no hay donde me sustente; vine hasta el profundo del mar, y la tempestad me anegó; trabajé clamando, se enronquecieron mis gargantas, desfallecieron mis ojos en tanto que espero en mi Dios".

En este proceso Dios humilla mucho al alma para ensalzarla mucho también después y, si Él no ordenase que estos sentimientos, cuando se avivan en el alma, se adormeciesen presto, el alma moriría muy en breves días. Sin embargo son intercalados los ratos en que se siente su íntima viveza. Lo cual algunas veces se siente tan a lo vivo, que le parece al alma que ve abierto el infierno y la perdición. Porque de éstos son los que de veras descienden al infierno viviendo (Sal. 54,16), pues aquí se purgan a la manera que allí, puesto que al fin y al cabo esta purgación es la que allí se había de hacer (nota del actualizador: según las experiencias del Purgatorio, aquí podría también sustituirse el término "infierno" por "purgatorio", dado que en el primero las penas no tienen final, como sí lo tienen en el purgatorio y, obviamente, también en esta noche contemplativa. En la siguiente frase se nos aclara mejor este punto, ya que vemos cómo el Santo se refiere al purgatorio, ya que del infierno no se sale una vez que el alma condenada entre en él, tal y como nos enseña la Iglesia). Y así el alma que por aquí pasa, o no entra en aquel lugar, o se detiene allí muy poco, porque aprovecha más una hora aquí que muchas allí.


21.11.22

La mayor obra de misericordia



Tradicionalmente, en el inicio del mes de noviembre, tenemos los cristianos un serio motivo de reflexión sobre la muerte y de acordarnos de los seres queridos ausentes.

El día 2 de noviembre la Iglesia celebra la conmemoración de los fieles difuntos. Ese día es cuando nos acercamos al cementerio a visitar a los familiares que ya abandonaron este valle de lágrimas.

Sería bueno que esta tradicional visita no sea solamente de cortesía, ni siquiera de cariño y gratitud en el plano humano. Lo más importante es que ese día, y también durante el resto del año, recemos por ellos.

¿Nos hemos parado a pensar sobre la importancia que tiene la oración para los difuntos?

6.11.22

El purgatorio



El Purgatorio es el lugar donde acaban de purificarse las almas que han de entrar en el Cielo, y que aún no han satisfecho la pena temporal acumulada. Esta pena temporal es la que queda por compensar cuando tras cometer un pecado mortal o venial nos arrepentimos y confesamos, quedando nuestra alma limpia, pero con una imperfección que purgar; es como cuando una prenda manchada queda limpia tras ser lavada pero con arrugas que hay que planchar para que desaparezcan. Esta satisfacción puede realizarse en esta vida mediante oraciones, buenas obras, limosnas, sacrificios, etc., pero si la persona muere sin haber purgado totalmente esta pena temporal, aunque su alma esté salvada va al Purgatorio para eliminar toda impureza, pues en el Paraíso no puede entrar nadie imperfecto.

La más pequeña pena del Purgatorio es mayor que la más grande de este mundo.

Nosotros podemos aliviar a esas almas que sufren en el Purgatorio, y tenemos a nuestro alcance medios fáciles y de valor infinito. Una misa que oigas, una pequeña mortificación que hagas, un Padrenuestro que reces, una indulgencia que ganes..., todo esto puede aliviarlas muchísimo, y aún incluso librarlas completamente de aquellas terribles penas y hacerlas entrar enseguida en el Cielo.

30.10.22

Mes de noviembre, mes de ánimas



Iniciamos un nuevo mes de noviembre, el mes dedicado por excelencia a las ánimas del purgatorio. No dejes de ofrecerles tus oraciones, actos de virtud, merecimiento y sacrificio, es una obra de caridad muy necesaria para la Iglesia Purgante.

En la sección del Oratorio del mes de noviembre encontrarás la novena, una corona de difuntos, diversas oraciones y devocionales para ayudarte en tus rezos y tus devociones y, además, el mes de noviembre al completo que puedes empezar ya por el día primero.

1.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (17)



CAPÍTULO 4.
En este capítulo se trata sobre lo necesario que es para el alma pasar a través de esta noche oscura del sentido, donde se mortifica el apetito, para así poder caminar hacia la unión con Dios.

1. La razón de que le sea necesario al alma, para llegar a la divina unión de Dios, pasar esta noche oscura de mortificación de apetitos y negación de los gustos en todas las cosas, es porque todas las aficiones que tiene en las criaturas son delante de Dios puras tinieblas, de las cuales estando el alma vestida, no tiene capacidad para ser ilustrada y poseída de la pura y sencilla luz de Dios si primero no las desecha de sí, porque no pueden convivir la luz con las tinieblas. Como dice San Juan (1, 5): "Las tinieblas no pudieron recibir la luz".

2. La razón es porque dos contrarios, según nos enseña la filosofía, no pueden habitar en un sujeto. Y porque las tinieblas, que son las afecciones en las criaturas, y la luz, que es Dios, son contrarios y ninguna semejanza ni conveniencia tienen entre sí, según a los Corintios enseña san Pablo (2 Cor. 6, 14), donde dice: "¿Que conveniencia se podrá dar entre la luz y las tinieblas?"; de aquí es que en el alma no se puede asentar la luz de la divina unión si primero no se ahuyentan las afecciones en esa alma.

3. Para que probemos mejor lo dicho, es de saber que la afición y arraigo que el alma tiene a la criatura iguala a la misma alma con esa criatura, y cuanto mayor es la afición, tanto más la iguala y hace semejante, porque el amor hace semejanza entre lo que ama y es amado. Por eso dijo David (Sal. 113, 8), hablando de los que ponían su afición en los ídolos: "Sean semejantes a ellos los que ponen su corazón en ellos". Y así, el que ama una criatura, tan bajo se queda como aquella criatura y, en alguna manera, más bajo todavía, porque el amor no sólo iguala, sino que incluso sujeta al amante a lo que ama. Y de aquí se desprende que, por el mismo caso que el alma ama algo, se hace incapaz de la pura unión de Dios y su transformación; porque mucho menos es comparable la bajeza de la criatura de la alteza del Creador, que las mismas tinieblas lo son de la luz. Esto es así ya que todas las cosas de la tierra y del cielo, comparadas con Dios, nada son, como dice Jeremías (4, 23) por estas palabras: "Miré a la tierra y estaba vacía, y ella nada era; y a los cielos, y vi que no tenían luz". Diciendo que vio la tierra vacía da a entender que todas las criaturas que estaban en ella eran nada, y que la tierra era como nada también. Y diciendo que miró a los cielos y no vio luz en ellos, se refiere a que todas las lumbreras del cielo, comparadas con Dios, son puras tinieblas. De manera que todas las criaturas en esta manera nada son, y las aficiones que tenemos hacia ellas son impedimento y privación de la transformación en Dios; así como las tinieblas nada son y menos que nada, pues son privación de la luz. Por lo tanto, como no contiene la luz el que tiene tinieblas, así no podrá contener a Dios el alma que en criaturas pone su afición; de la cual hasta que se purgue -en este mundo, o en el otro a través del purgatorio-, ni aquí podrá poseer por transformación pura de amor, ni allá por clara visión. Y para aclarar más este aspecto ya hablaremos más concretamente sobre él.


5.8.22

Importantes cuestiones sobre cómo debemos orar y los errores más comunes al rezar


La oración correcta ha de ser, sobre todo, atenta. La atención es una condición imprescindible sin la cual, como escribe San Ignacio, cualquier oración "no es oración. ¡Está muerta! Son inútiles palabras huecas que perjudican al alma y ofenden a Dios". El monje Doroteo, asceta ruso del siglo XIX, decía: "Quien reza con los labios y no se preocupa del alma ni cuida el corazón, reza al aire, y no a Dios, y se esfuerza en vano, puesto que Dios atiende al espíritu y al esfuerzo, no a la palabrería". No se refiere a cuando nos esforzamos pero nos distraemos, sino a cuando no nos obligamos a estar atentos y simplemente recitamos una oración de forma mecánica.

La falta de atención es uno de los fenómenos más peligrosos de la vida cristiana. Uno puede acostumbrarse tanto a ella que puede llegar a olvidar la propia oración. El abad Serafín lo expresó admirablemente al decirle a un monje cuyas cuentas (del rosario) centellaban de lo rápido que las pasaba: "Tú no rezas ninguna oración, simplemente te has acostumbrado a sus palabras, como algunos se acostumbran a los improperios". El peligro de tal hábito no radica solo en que el hombre se quede sin oración, sino en que pueda empezar incluso a enorgullecerse de su devoción oracional.