Yo os adoro humildemente, Señor Dios mío, al acabar este día que os habéis dignado concederme. Os pido perdón con contrito corazón por cuantas acciones, palabras, pensamientos o deseos hayan podido ofenderos, y os suplico me permitáis rendiros las pobres obras mías que fueron de vuestro divino agrado durante este día que ahora termina, uniéndolas a las santísimas obras de Jesucristo, y a todos sus merecimientos inefables, en sufragio de las ánimas del Purgatorio, en satisfacción de mis pecados, y en homenaje de reconocimiento por todos vuestros innumerables beneficios.
Amén.
(Padrenuestro, AveMaría, Gloria).
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