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Mes de noviembre en sufragio de las benditas almas del Purgatorio.
Por la señal de la Santa Cruz...
OFRECIMIENTO:
Altísimo Señor, os ofrezco todas las penas que padeció vuestro amado hijo Jesús en su Pasión y muerte, y las de su Santísima Madre María, en reparación de todas mis culpas y pecados, con el firme propósito de no ofenderos más.
Misericordia, Dios mío, misericordia y perdón.
También os ruego, Dios de bondad, por la conversión de todos los pecadores, y por las almas del Purgatorio, para que pronto gocen de vuestra gloria por toda la eternidad.
DÍA 28 DE NOVIEMBRE: La limosna.
Dice San Juan Crisóstomo. que es más ventajosa hacer limosna por amor de Dios, que recibirla; por eso aquél que ha tenido la dicha de hacerla por amor de Dios, y para aliviar a las almas del Purgatorio, le será de extraordinaria utilidad si da las gracias al pobre que las recibe. El motivo de esta conveniencia es porque por medio de la limosna hecha de esta manera, muy fácilmente se alcanza de Dios muchos bienes de la tierra, y nos enriquecemos con muchos más grados de gloria en el Cielo.
La limosna que se hace para cubrir las necesidades de los pobres, en alivio de las almas del Purgatorio, son lo mismo que los granos de trigo que se extienden y ponen bajo la tierra, que lejos de perderse, se multiplican y dan el ciento por uno.
Con la limosna remediamos las necesidades de los vivos al mismo tiempo que aliviamos a las pobres almas del Purgatorio dándoles la vida eterna. Es imposible saber la gran virtud, el incalculable mérito y la enorme satisfacción que contiene la limosna hecha por amor de Dios, en alivio de las almas del Purgatorio, pero sí que sabemos que son muy saludables sus efectos.
La limosna sustenta al pobre, da grande gloria a Jesucristo y alivia y saca a las almas que están en el Purgatorio. Si toda obra buena merece recompensa, la limosna con mayor motivo la merece duplicada, y como el pobre no puede recompensarla porque no tiene, es Jesús mismo quien tiene que ser el recompensador, porque Él es quien la recibe en la persona del pobre. Él, que dijo que el reino de los cielos pertenece a los pobres; si sabemos socorrerlos a ellos y también a las almas del Purgatorio, tendremos la dicha de oír a la hora de la muerte sus propias palabras: "Venid a gozar el reino que os tengo preparado desde toda la eternidad".
SALUTACIÓN A LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS:
I.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie izquierdo de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, que perdonéis los extravíos con los que tanto os ofendí, y tened compasión de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
II.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie derecho de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis cuantas veces me aparté del cumplimiento de vuestra santa y divina Ley, con las que tanto agravié a Vuestra Majestad, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
III.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano izquierda de nuestro Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis el que tantas veces haya cerrado mis oídos a los clamores de vuestra divina voz, con la que queríais apartarme del camino de la perdición, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
IV.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano derecha de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis mis muchas ingratitudes a tantos beneficios recibidos de vuestra mano, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
V.- Yo os adoro, Santísima Llaga del costado de mi Redentor Jesucristo, y por ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis todas las penas y aflicciones que con mis culpas causé a vuestro amabilísimo Corazón. Dignaos purificar todos los afectos de mi alma, concededme gracia para que os ame siempre, y tened misericordia de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
ORACIÓN FINAL
¡Oh, gloriosa Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Bondad!, compadeceos de las benditas almas detenidas temporalmente en el fuego del Purgatorio, lejos de Dios y de Vos, que sois la Madre de Misericordia. Romped sus cadenas y libradlas del abismo donde gimen, anhelosas de su patria celestial y suspirando por el momento feliz de su unión para siempre con Dios, a quien su corazón desea con vehemencia. Tened piedad de un modo especial de las almas más abandonadas, os ruego por ellas muy particularmente. Oh, Madre de bondad, dignaos aceptar mis ruegos. Os lo suplico, oh María: reunidnos a todos en el Cielo, cerca de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo adorable, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com