Tras la Novena por las ánimas del Purgatorio, durante el mes de noviembre en el Oratorio Carmelitano tendremos una programación muy especial. Es un mes dedicado a las ánimas del purgatorio y, como devotos de Nuestra Señora del Monte Carmelo, no podíamos dejar pasar esta oportunidad para ayudar cuanto podamos a las ánimas benditas de nuestros queridos hermanos que sufren en el más allá, a la espera de entrar "en el Reino Eterno de su Señor".
Por lo tanto, os animamos a que todos oremos por ellas, porque la oración en comunidad (y en comunión) es muy poderosa ante el Señor, en este mes de oración.
Durante todo el mes de noviembre publicaremos, pues, una oración diaria por las almas del Purgatorio, llevando así una práctica muy devota en la iglesia de oración constante en este mes o, al menos, de oración diaria, que añadir a nuestras oraciones cotidianas por las almas purgantes.
Serán, por tanto, treinta días de oración divididos en otras tantas preces, invocando a Dios Padre en ayuda de los santos que esperan en el Purgatorio para así alcanzar la santidad absoluta, la purificación de sus pecados y, con ello y por tanto, la Vida Eterna en el Reino de Dios. No solo es esta intercesión por ellos una obra de caridad y misericordia, gracias a la comunión de los santos, sino una obligación moral y edificante para todo cristiano que quiera vivir de acuerdo a la fe que profesa, puesto que son nuestros hermanos y hermanas los que esperan con ansiedad y gran anhelo nuestro consuelo, para alivio de su sufrimiento, bien de sus almas, y gloria del Señor.
Acompáñanos, pues, en este tiempo de oración tan importante que iniciamos hoy en el Oratorio. No faltes ni un día y, si por necesidad u obligación te saltas algún día sin querer, puedes rezar el día anterior y actual a la vez. Sea como fuere, que tus oraciones nos acompañen también, para así hacer mas eficiente, y agradable ante nuestro Señor Jesucristo, esta iniciativa.
Mes de noviembre en sufragio de las benditas almas del Purgatorio.
Por la señal de la Santa Cruz...
OFRECIMIENTO:
Altísimo Señor, os ofrezco todas las penas que padeció vuestro amado hijo Jesús en su Pasión y muerte, y las de su Santísima Madre María, en reparación de todas mis culpas y pecados, con el firme propósito de no ofenderos más.
Misericordia, Dios mío, misericordia y perdón.
También os ruego, Dios de bondad, por la conversión de todos los pecadores, y por las almas del Purgatorio, para que pronto gocen de vuestra gloria por toda la eternidad.
DÍA 1 DE NOVIEMBRE: Existencia del Purgatorio.
La existencia del Purgatorio es un dogma de fe. En la Sagrada Escritura aparece en el caso de Judas Macabeo, que mandó al templo de Jerusalén doce mil dracmas de plata para que se ofrecieran sacrificios por los que habían muerto en el combate, confiando en la gran misericordia de Dios. No se ofrecieron aquellos sacrificios por los que estaban en el seno de Abraham, porque no tenían necesidad de ellos, por serles inútiles ya; se ofrecieron por las almas de los que sin haberse condenado no habían alcanzado aún la felicidad eterna: por los que estaban en el Purgatorio.
Es de fe la existencia del Cielo y la del Infierno. El alma perfecta, limpia de pecado y libre de pena, va a disfrutar inmediatamente de la Gloria que Dios tiene preparada a sus escogidos. El alma afeada por el pecado mortal es lanzada al Infierno donde experimenta por toda la eternidad la justicia de Dios. Otras almas hay que no son dignas de ser admitidas inmediatamente en la gloria, por no estar purificadas de sus faltas, y tampoco merecen las penas del infierno por no tener la gravedad de la culpa mortal. Estas almas van al Purgatorio, lugar temporal donde con los grandes sufrimientos pagarán la deuda de sus pecados antes de entrar en las mansiones eternas del Reino de los Cielos, lugar al que no se entra mientras se está manchado de pecado.
SALUTACIÓN A LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS:
I.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie izquierdo de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, que perdonéis los extravíos con los que tanto os ofendí, y tened compasión de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
II.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie derecho de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis cuantas veces me aparté del cumplimiento de vuestra santa y divina Ley, con las que tanto agravié a Vuestra Majestad, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
III.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano izquierda de nuestro Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis el que tantas veces haya cerrado mis oídos a los clamores de vuestra divina voz, con la que queríais apartarme del camino de la perdición, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
IV.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano derecha de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis mis muchas ingratitudes a tantos beneficios recibidos de vuestra mano, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
V.- Yo os adoro, Santísima Llaga del costado de mi Redentor Jesucristo, y por ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis todas las penas y aflicciones que con mis culpas causé a vuestro amabilísimo Corazón. Dignaos purificar todos los afectos de mi alma, concededme gracia para que os ame siempre, y tened misericordia de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
ORACIÓN FINAL
¡Oh, gloriosa Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Bondad!, compadeceos de las benditas almas detenidas temporalmente en el fuego del Purgatorio, lejos de Dios y de Vos, que sois la Madre de Misericordia. Romped sus cadenas y libradlas del abismo donde gimen, anhelosas de su patria celestial y suspirando por el momento feliz de su unión para siempre con Dios, a quien su corazón desea con vehemencia. Tened piedad de un modo especial de las almas más abandonadas, os ruego por ellas muy particularmente. Oh, Madre de bondad, dignaos aceptar mis ruegos. Os lo suplico, oh María: reunidnos a todos en el Cielo, cerca de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo adorable, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com