Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

4.1.21

Gravedad de las penas del Purgatorio por razón del lugar



Cuestión muy controvertida es entre los teólogos, si el Purgatorio forma o no parte del infierno, es decir, si está situado con mayor o menor división en el infierno de los condenados. Los unos afirman, asegurando que los que van sentenciados al infierno hacen tránsito por el Purgatorio, pues aunque con alguna separación, unos y otros, los del Purgatorio y los del infierno, se ven, se oyen y se abrasan con un mismo fuego. Santo Tomás establece la siguiente disyuntiva: "El Purgatorio está en el mismo lugar del infierno, o al lado de él". No hay revelación alguna en la Sagrada Escritura, ni la Iglesia ha definido nada sobre el punto en cuestión; por lo que si el Purgatorio fuese una parte del infierno, aun admitida toda la separación que se quiera, ¡figúrese el piadoso lector qué cúmulo de males oprimiría a las pobres almas, qué diluvio de calamidades las inundaría! La sola servidumbre de haber de dar paso por el Purgatorio a los condenados que en furioso torbellino son arrebatados por los demonios a los eternos suplicios, es idea que no le cabe a uno en la mente, y su simple reminiscencia hace daño. Sólo el tener que estar oyendo a todas horas el espantoso y ensordecedor estrépito de los castigos con que los espíritus malignos hacen presa en los miserables que han ido a parar a sus manos, habría de causar a las ánimas benditas un dolor intolerable.

Dice David, hablando de aquellos malvados que como rebaño de ovejas son encerrados en el infierno: "Mors depascet eos" ("la muerte los pacerá").




Se dice que la muerte pace al condenado, porque así como los ganados pacen la hierba sin arrancarla del todo, puesto que dejan la raíz para volver a pacerla, de igual modo la muerte pace y se ceba en los precitos; mas como éstos son inmortales, quédales perpetuamente la raíz de la vida para volver a ser pacidos y devorados por la muerte, y esto sin alivio, sin esperanza y sin fin. Véase, pues, cuan horriblemente padecerían las almas del Purgatorio, si este lugar diese vista al infierno, y fuera además camino y paso para entrar en aquel abismo de desesperación y de tormentos eternos.

Pero demos que el Purgatorio sea una morada completamente aparte y diferente del infierno, sin la vista, comunicación ni tránsito del uno al otro lugar, como en efecto es hoy la opinión más autorizada y seguida, y como el mismo Santo Tomás parece haberlo reconocido en la solución segunda del mismo lugar antes citado, diciendo: "El Purgatorio es un lugar inferior unido al infierno - inferno conjunctus -,de suerte que un mismo fuego atormenta a los reprobos y purifica a los justos". Lugar unido al infierno, dice aquel Doctor; luego no está en el mismo infierno. Por nuestra parte no hay dificultad en reconocerlo así, tanto más cuanto que el cardenal Belarmino dice a su vez: "Opinión común es entre los escolásticos, que el Purgatorio está en las entrañas de la tierra, vecino al mismo infierno: 'Inferno ipsi vicinum'". Sentado esto, parécenos que aún así y todo, no deja de ser grandemente aterradora la estancia del Purgatorio, porque además de las otras penas de que hablaremos más adelante, tiene aquella mansión la más perversa y abominable de las vecindades, y es una cárcel angosta sumida en profunda noche de tinieblas.

Tan doloroso es el tener que habitar en paraje donde no penetre el más pequeño rayo de luz, que queriendo dar a entender su gravedad, dijo el Salvador de un hombre a quien había sentenciado al fuego eterno: "Atado de pies y manos, arrojadlo en las tinieblas exteriores". Y el santo Job, que conocía muy bien la angustiosa situación del que vive muriendo privado enteramente de luz en aquellos antros donde se detienen algunas almas antes de subir a la bienaventuranza, decía al Señor: "Déjame que llore un poquito mi dolor, antes que vaya a la tierra tenebrosa y cubierta de obscuridad de muerte, tierra de miseria y de tinieblas".

Sí, cierto: donde tales tinieblas se encuentran es fuerza anticipar el llanto, y prorrumpir en lamentos desgarradores; todo ello es bien poco para tan colosal miseria. Tres días duraron en Egipto las tinieblas, y durante este tiempo quedaron todos como pasmados cual si estuvieran clavados de pies y manos en el suelo, dominados de mortal pavor.

Estas tinieblas, dicen varios intérpretes, que fueron símbolo de las del Purgatorio, y nuestra Madre la Iglesia alude a esta pena aplicada a las benditas almas, cuando en el Ofertorio de la Misa de difuntos pide el sacerdote a Dios no permita que aquellas esposas suyas caigan en la oscuridad: "Ne cadant in obscurum". En una palabra, la carencia absoluta de luz es aflicción tan temerosa, que el mismo Espíritu Santo ha querido dejarla encarecida con las siguientes palabras: "Llora sobre el muerto, porque le faltó la luz".

"Que sean libres de las penas del infierno y del lago profundo; que las defienda Jesucristo de la boca del león; que no las absorba el tártaro, ni caigan en el obscuro", dice la Iglesia en el citado Ofertorio; luego aquellas almas pueden todavía condenarse. Se niega la consecuencia, porque aquello se dice considerando a las almas en el instante de salir del cuerpo. Así como se dice: "Rorate caeli desuper", representando un misterio hecho en otro tiempo cuyo fruto pedimos que se nos aplique.

Basta: no queremos prolongar más este capítulo para explayar el corazón oprimido y dar libre curso a los sentimientos de tierna y afectuosa compasión que en este momento embargan nuestra alma.

¡Oh quién nos diera el espíritu de Jeremías, para poder expresar con voz plañidera lo sensible y amargo de las penas del Purgatorio! Mas ya que faltos de inspiración no podamos entonar una elegía acompañada con la lira del bardo, nos contentaremos con glosar algunas voces de los Trenos de aquel Profeta.

l. - "¿Cómo está sentada sola la ciudad llena de pueblo?". Sí; sentadas o bien despacio y muy de asiento, sin poder valerse, cambiar de posición ni hacer movimiento alguno, están las almas en las mazmorras del Purgatorio. Y tan solas y olvidadas se ven, que parece no puede caber ya mayor abandono que el suyo.

¿En qué pensamos los que con leves sacrificios podemos limar sus cadenas y enviarlas a la patria?

2. - "Los caminos de Sión están de luto, porque no hay quien venga a la solemnidad". Cierto; entre el vestíbulo y el altar lloran los sacerdotes, como dice Joel, y pocos, muy pocos son los que se llegan a ellos en demanda de sufragios por aquellos difuntos que en ley natural, divina y humana debieran serles tan valiosos.

3. - "¡Oh vosotros, todos los que pasáis por el camino, atended y mirad si hay dolor como mi dolor!". Diríase aquí que las almas elevan sus lamentos a los que peregrinamos por el camino de esta vida, cual si sus lastimeros ecos hubiesen de llegar a nuestros oídos. Mas ¡ay!, que los corazones de los mortales se muestran para ellas duros e insensibles como el mismo bronce. ¡Para desengaños la muerte! Por eso dice el Sabio: "¡Oh muerte, bueno es tu juicio!"; "Llorando lloró en la noche, y las lágrimas corrieron por sus mejillas: no hay quien la consuele entre sus amados, sus amigos todos la despreciaron é hiciéronse sus enemigos".

Verdad es ésta que debiera enrojecer nuestro semblante de vergüenza. Nos consta que las almas lloran inconsolables en el obscuro fondo de profundísimas cavernas, pues por eso se dice que su llanto es en la noche; y sabemos también que entre los deudos y amigos que dejaron en este mundo, muchos de ellos ricos con los bienes que tuvieron la generosidad de legarles, por excepción y contra lo que es común y ordinario, hay solamente algunos que enjugan sus lágrimas y las consuelan, ofreciéndolas el caudal de satisfacciones que necesitan para ir a gozar de Dios.

¡Oh Señor! ¡Quién fuera tan dichoso que lograra hacer brotar de sus ojos dos torrentes de lágrimas, para que en arrebatado curso corrieran por todos los senos del Purgatorio apagando sus llamas! "Hermanos, deudores somos, no a la carne, para que según ella vivamos. Porque, si según la carne viviereis, moriréis; mas si con el espíritu mortificareis los hechos de la carne, viviréis". Esto supuesto, lo que antes era "bonum nature", "bien de la naturaleza", pasa a ser "bonum gratiae", "bien de la gracia", que nos dispone a afrontar todas las dificultades por no perderla.


Citas:
Mat. XXII, 13
Job, X, 21, 22
Eccl. XXII, 10
Eccl. XLI, 3
Rom. VIII, 12,13


| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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