Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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17.1.23

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (125)



CAPÍTULO 21.
Se muestra cómo es vanidad poner el gozo de la voluntad en los bienes naturales, y cómo se ha de enderezar hacia Dios por ellos.


1. Por bienes naturales entendemos aquí hermosura, gracia, donaire, complexión corporal y todas las demás dotes corporales; y también en el alma, como buen entendimiento, discreción, con las demás cosas que pertenecen a la razón.
En todo lo cual poner la persona el gozo, simplemente porque ese personaje esté dotado de alguna de esas particularidades o beneficios, y no dar antes gracias a Dios, que las da para ser por ellas más conocido y amado, sino que sólo por eso gozarse de poseer ese bien, es vanidad y engaño, como lo dice Salomón (Pv. 31, 30): "Engañosa es la gracia y vana la hermosura; la que teme a Dios, esa será alabada". En lo cual se nos enseña que antes en estos dones naturales debe la persona sentir recelo, pues por ellos puede el ser humano fácilmente distraerse del amor de Dios y caer en vanidad, atraído de ellos, y ser engañado. Que, por eso, dice que la gracia corporal es engañadora, porque en la vía al hombre engaña y le atrae a lo que no le conviene, por vano gozo y complacencia de sí o del que la tal gracia tiene, y también menciona que "la hermosura es vana", pues que a la persona hace caer de muchas maneras cuando la estima y en ella se goza, ya que sólo se debe gozar en si sirve a Dios en el o en otros por él. Por todo ello antes esa tal persona debe temer y recelarse para que no, incluso, sean causa precisamente esos sus dones y gracias naturales que Dios sea ofendido por ellas, por su vana presunción o por extrema afición poniendo los ojos en ellas.
Por lo cual debe tener recato y vivir con cuidado el que tuviere las tales partes, que no le dé causa a alguno, por su vana ostentación, que llegue a apartarse un punto de Dios su corazón. Porque estas gracias y dones de naturaleza son tan provocativas y ocasionadas, así al que las posee como al que las mira, que apenas hay quien se escape de algún lacillo y liga de su corazón en ellas. Donde, por este temor, hemos visto que muchas personas espirituales, que tenían algunas partes de estos dones, alcanzaron de Dios con oraciones que las desfigurase con el fin de no ser causa y ocasión a sí o a otras personas de alguna afición o gozo vano.

2. Debe, por lo tanto, el espiritual de purgar y oscurecer su voluntad en este vano gozo, advirtiendo que la hermosura y todas las demás partes naturales son tierra, y que de ahí vienen y a la tierra vuelven, y que la gracia y donaire es humo y aire de esa tierra, y que, para no caer en vanidad, lo ha de tener por tal y por tal estimarlo, y en estas cosas enderezar el corazón a Dios en gozo y alegría de que Dios es en sí todas esas hermosuras y gracias eminentísimamente, en infinito sobre todas las demás criaturas y que, como dice David (Sal. 101, 27), todas ellas, como la vestidura, se envejecerán y pasarán, y sólo el Señor permanece inmutable para siempre. Y por eso, si en todas las cosas no enfocara a Dios su gozo, siempre será un gozo falso y con engaño, porque de este tal gozo se entiende en aquel dicho de Salomón (Ecli. 2, 2), que dice hablando sobre el gozo acerca de las criaturas: "Al gozo dije: ¿Por qué te dejas engañar en vano?"; esto es, cuando se deja atraer (o incluso atrapar) de las criaturas el corazón.


21.11.22

La mayor obra de misericordia



Tradicionalmente, en el inicio del mes de noviembre, tenemos los cristianos un serio motivo de reflexión sobre la muerte y de acordarnos de los seres queridos ausentes.

El día 2 de noviembre la Iglesia celebra la conmemoración de los fieles difuntos. Ese día es cuando nos acercamos al cementerio a visitar a los familiares que ya abandonaron este valle de lágrimas.

Sería bueno que esta tradicional visita no sea solamente de cortesía, ni siquiera de cariño y gratitud en el plano humano. Lo más importante es que ese día, y también durante el resto del año, recemos por ellos.

¿Nos hemos parado a pensar sobre la importancia que tiene la oración para los difuntos?

6.11.22

El purgatorio



El Purgatorio es el lugar donde acaban de purificarse las almas que han de entrar en el Cielo, y que aún no han satisfecho la pena temporal acumulada. Esta pena temporal es la que queda por compensar cuando tras cometer un pecado mortal o venial nos arrepentimos y confesamos, quedando nuestra alma limpia, pero con una imperfección que purgar; es como cuando una prenda manchada queda limpia tras ser lavada pero con arrugas que hay que planchar para que desaparezcan. Esta satisfacción puede realizarse en esta vida mediante oraciones, buenas obras, limosnas, sacrificios, etc., pero si la persona muere sin haber purgado totalmente esta pena temporal, aunque su alma esté salvada va al Purgatorio para eliminar toda impureza, pues en el Paraíso no puede entrar nadie imperfecto.

La más pequeña pena del Purgatorio es mayor que la más grande de este mundo.

Nosotros podemos aliviar a esas almas que sufren en el Purgatorio, y tenemos a nuestro alcance medios fáciles y de valor infinito. Una misa que oigas, una pequeña mortificación que hagas, un Padrenuestro que reces, una indulgencia que ganes..., todo esto puede aliviarlas muchísimo, y aún incluso librarlas completamente de aquellas terribles penas y hacerlas entrar enseguida en el Cielo.

30.10.22

Mes de noviembre, mes de ánimas



Iniciamos un nuevo mes de noviembre, el mes dedicado por excelencia a las ánimas del purgatorio. No dejes de ofrecerles tus oraciones, actos de virtud, merecimiento y sacrificio, es una obra de caridad muy necesaria para la Iglesia Purgante.

En la sección del Oratorio del mes de noviembre encontrarás la novena, una corona de difuntos, diversas oraciones y devocionales para ayudarte en tus rezos y tus devociones y, además, el mes de noviembre al completo que puedes empezar ya por el día primero.

6.8.22

Regla del eremetismo independiente



Regla redactada por el padre fray Alberto E. Justo, O.P., para el movimiento eremítico global, publicada originalmente en 1996.

Para los que vivimos en cualquier parte.
En el mundo o fuera de él, más allá de todo mundo y en cualquier tiempo.


PREÁMBULO
Tienes la oportunidad de dejar este mundo y de seguir al Señor. No dudes un instante. No permanezcas observando lo que queda atrás, en el camino, ni sueñes con tu fantasía, gestando fantasmas en un futuro que no es y que, seguramente, nunca será. Deja. Aventúrate, en cambio, por las sendas de la Eternidad, que ya están a tu disposición. No sólo no están lejos sino que en este mismo instante se abren para ti.

Tal vez pensabas que alcanzarías una vida mejor mudando de lugar o escapándote del tiempo. Nada de eso. Aquí hallarás una pequeña senda para horadar el instante y el lugar en que te encuentras y pasar del otro lado. Más allá. No te turbe tu pasado. No te angustie el mañana. Simplemente estás aquí y ahora con el Señor. Es Él quien te llama. Y no quieras saber otra cosa. No te pierdas en vericuetos ni te distraigas en tu propio laberinto. No te justifiques buscando razones para escapar de la senda del Señor. Que no te deslumbren los espejismos de un mundo que perece. Aquí intentamos no caer en el precipicio de la muerte. Aquí pedimos al Señor la Salvación… No pretendemos dar lecciones sino aprender a abrir las puertas de par en par al Salvador. Abre estas páginas y reconoce, en ellas, una insinuación. Una suerte de invitación a subir mucho más alto. Solo son un punto de partida.

5.8.22

Importantes cuestiones sobre cómo debemos orar y los errores más comunes al rezar


La oración correcta ha de ser, sobre todo, atenta. La atención es una condición imprescindible sin la cual, como escribe San Ignacio, cualquier oración "no es oración. ¡Está muerta! Son inútiles palabras huecas que perjudican al alma y ofenden a Dios". El monje Doroteo, asceta ruso del siglo XIX, decía: "Quien reza con los labios y no se preocupa del alma ni cuida el corazón, reza al aire, y no a Dios, y se esfuerza en vano, puesto que Dios atiende al espíritu y al esfuerzo, no a la palabrería". No se refiere a cuando nos esforzamos pero nos distraemos, sino a cuando no nos obligamos a estar atentos y simplemente recitamos una oración de forma mecánica.

La falta de atención es uno de los fenómenos más peligrosos de la vida cristiana. Uno puede acostumbrarse tanto a ella que puede llegar a olvidar la propia oración. El abad Serafín lo expresó admirablemente al decirle a un monje cuyas cuentas (del rosario) centellaban de lo rápido que las pasaba: "Tú no rezas ninguna oración, simplemente te has acostumbrado a sus palabras, como algunos se acostumbran a los improperios". El peligro de tal hábito no radica solo en que el hombre se quede sin oración, sino en que pueda empezar incluso a enorgullecerse de su devoción oracional.

2.7.22

Mes de julio, mes de Nuestra Señora del Carmelo



Este mes es un mes muy especial para todos los carmelitas, ya que celebramos el mes de la festividad de Nuestra Señora del Carmelo que es, como bien sabéis, el día 16. Además, este año será sábado, el día por excelencia dedicado a nuestra Madre.

Recuerda que, desde el Oratorio, puedes acceder a la novena, oraciones diversas y la oración especial para este mes, desde éste enlace. ¡No dejes de recordar cada día, y más y especialmente éste mes, a Nuestra Señora del Carmelo y solicitar constantemente su poderosa protección e intercesión ante su Hijo Jesucristo!

| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

18.6.22

A los santos ángeles custodios



Ángel santo de la guarda,
compañero de mi vida,
tú que nunca me abandonas
ni de noche ni de día.

Aunque espíritu invisible,
sé que te hallas a mi lado,
escuchas mi oraciones
y cuentas todos mis pasos.

Ángel de Dios, que yo escuche tu mensaje y lo siga,
que vaya siempre contigo hacia Dios, que te envía.

Testigo de lo invisible,
presencia del cielo amiga,
gracias por tu fiel custodia,
gracias por tu compañía.

En presencia de los ángeles
suba al cielo nuestro canto:
gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo.


Bernardo Velado Graña

1.6.22

Mes de junio dedicado al Sagrado Corazón de Jesús



Durante el mes de junio desde el Oratorio Carmelitano te invitamos a que realices diariamente, si te resulta posible, estas oraciones en honor al Sagrado Corazón de Jesús y, en el momento de rezar el rosario, si lo haces a solas o en familia, realicéis las letanías específicas de este mes que también encontrarás en esa misma entrada de esta publicación, a la que puedes acceder a través de este link.

Recuerda asimismo que también tienes a tu disposición la Corona al Sagrado Corazón de Jesús, la novena de los padres dehonianos, las letanías en latín, la salutación (y la misma de Santa Matilde), el Acto de Desagravio, y muchas otras oraciones relacionadas.

22.5.22

Ya disponible el Devocionario del Devoto Cristiano



Ya tienes a tu disposición una nueva edición del "Devocionario del Devoto Cristiano: Oraciones y devociones para la oración, la meditación y la formación". Se trata de un compendio de los últimos posts y oraciones que hemos ido publicando, a partir del devocionario publicado en los años veinte, convenientemente revisado y actualizado.

Lo puedes descargar gratuitamente (formato pdf, 1,36 MB y 336 páginas) desde el Grupo del Oratorio Carmelitano.

8.5.22

Mes de mayo en honor a Nuestra Señora



Cada día, sol@ o en familia, reza las oraciones que puedes encontrar a continuación. Venimos de Dios, que nos ha creado, y vamos a Dios. Y el camino que más rectamente nos hace ir y conocer a Dios es María. Por esto los santos dicen: quien no tiene a María por Madre, no tiene a Dios por Padre.

Introducción:
Yo confieso ante Dios Todopoderoso que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María Madre de Dios, a los ángeles y a los santos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.

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10.4.22

Los nueve primeros viernes de mes



La gran promesa:
Entre las muchas y ricas promesas que Jesucristo hizo a los que fuesen devotos de su Sagrado Corazón, siempre ha llamado y llama la atención la que hizo a los que comulgasen en honra suya nueve primeros viernes de mes seguidos. Es tal, que todos la conocen con el nombre de "la gran promesa".

He aquí cómo la refiere santa Margarita de Alacoque:

"Un viernes, después de la Sagrada Comunión, mi Divino Maestro dijo a esta su indigna esclava lo siguiente: 'Yo te prometo en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros vienes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final, que no morirán en mi desgracia ni sin recibir los Sacramentos, sirviéndoles mi Corazón de asilo seguro en aquella última hora'".

Lo que se compromete en esta promesa:
En esta promesa se promete el favor de morir en gracia de Dios. Sea que reciba los sacramentos en la última hora, sea que los haya recibido antes y no haya perdido la gracia después, sea que haga un acto de contrición equivalente al sacramento de la penitencia, según esta promesa, el que comulgue seguidos nueve primeros viernes morirá con los sacramentos, y en gracia y amistad de Dios.

Lo que es necesario hacer para obtener esta gracia:
Comulgar nueve primeros viernes de mes seguidos en gracia de Dios, con intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús. Esto es lo necesario y nada más, ni confesión, ni oraciones, ni otras prácticas de otro tipo.

Lo que conviene hacer para obtener esta gracia:
Además de esto, para celebrar bien los primeros viernes en honra del Corazón de Jesús, conviene, aunque no es necesario, honrar al Corazón divino con algunas devociones, ora solemnes, como suelen usarse en algunos Apostolados, o bien privadas, según la devoción y posibilidades de cada uno.

Culto solemne el primer viernes.
Por la mañana se puede tener comunión general a buena hora, y a la tarde una función más o menos breve y solemne al Corazón de Jesús, exponiendo al Santísimo, explicando o leyendo la Intención del mes o algunas palabras acerca de ella, rezando las letanías y algún acto de desagravio o de consagración. Caso de no poderse hacer esto a la tarde, se puede hacer todo ello en la misma mañana durante la misa de comunión.

Culto privado el primer viernes:
Cuando no hay culto público o no se puede asistir a él, se puede hacer de forma particular. Por ello, se puede realizar la oración siguiente, además de las letanías al Sagrado Corazón de Jesús, o algún acto de desagravio, o de consagración. También se puede acompañar de una novena, coincidiendo con los nueve primeros viernes de los nueve meses.


Oración para el culto privado, que puede hacerse después de cada una de las comuniones de los nueve primeros viernes de mes:
Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y bondadosísima misericordia prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos, acordaos de esta promesa y a mí, indigno siervo vuestro, que acabo de recibiros sacramentado con este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en Vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén.

Jaculatorias:
Corazón de Jesús, Casa de Dios y Puerta del cielo, tened piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, rico con todos los que os invocan, tened piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, esperanza de los que mueren en Vos, tened piedad de nosotros.


Letanías al Sagrado Corazón de Jesús:
Señor, ten piedad de nosotros..
- Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad de nosotros...
- Cristo, ten piedad
Señor: ten piedad de nosotros...
- Señor, ten piedad

Jesucristo, óyenos...
- Cristo, óyenos
Jesucristo, escúchanos...
- Cristo, escúchanos

Oh Dios, Padre Celestial...
- Tened misericordia de nosotros

Dios Hijo, Redentor del mundo...
- Tened misericordia de nosotros

Dios Espíritu Santo...
- Tened misericordia de nosotros

Santísima Trinidad, un solo Dios...
- Tened misericordia de nosotros

Corazón de Jesús, Hijo Eterno del Padre...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, de majestad infinita...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, templo santo de Dios...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, sagrario del Dios Altísimo...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, fuego inagotable de caridad...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, donde se encierra toda justicia y todo amor...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, pleno de bondad y de amor...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, ilimitado en todas las virtudes...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, dignisimo de toda alabanza...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, en quien existen todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, en quien habita la plenitud de la divinidad...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, en quien el Padre Celestial se ha complacido plenamente...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos nos enriquecemos...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, deseado de todas las naciones...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, paciente y de gran misericordia...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, rico y generoso con todos los que te invocan...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, propicio a perdonar nuestros pecados...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, saturado por los oprobios de la gente...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, quebrantado por nuestros pecados...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, obediente hasta la muerte...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, atravesado por una lanza...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, víctima de los pecadores...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, delicia de todos los santos...
- Ten piedad de nosotros

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo...
- Perdónanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo...
- Escúchanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo...
- Ten misericordia de nosotros

¡Jesús, manso y humilde de corazón...,
- haced nuestro corazón semejante al vuestro!

Oración de las letanías:
Omnipotente y sempiterno Dios, mira al Corazón de tu amantísimo Hijo y a las alabanzas y satisfacciones que te dió en nombre de los pecadores, y concede propicio el perdón a los que imploramos tu misericordia, en nombre de tu mismo Hijo Jesucristo, que contigo vive y reina en unión con el Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.


Consagración al Sagrado Corazón de Jesús:
Rendido a vuestros pies, ¡oh, Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro amabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros, como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesucristo, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy inculto, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas para que sean luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los abatidos, y caigo a cada paso y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sé tú todo para mí, Sagrado Corazón, socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda mi necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón: Vos lo alentasteis, cuando con tiernos acentos dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: "Venid a Mí..., Aprended de Mí..., Pedid..., Llamad...,". A las puertas de vuestro Corazón vengo, pues, hoy, y llamo, y espero. Del mío os hago, ¡oh mi Señor!, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo todo Vos, tomad Vos todo cuanto soy y tengo, y dadme, en cambio, lo que sabéis me ha de hacer agradable para Vos y dichoso en la eternidad. Me pongo enteramente a vuestro servicio, tomadme como Vos queráis: esclavo, siervo, servidor tuyo, con tal de que permanezca siempre fiel a Vos, y no os defraude jamás. Amén.

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8.4.22

Itinerario (oraciones para antes de emprender un viaje)



Antífona:
Por caminos de paz y prosperidad nos dirija nuestro Dios Omnipotente, Señor misericordioso; sea nuestro compañero en el viaje el ángel San Rafael, para que en paz y con salud y alegría podamos volver a nuestra casa.


Cántico de Zacarías:
Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitando una fortaleza de salvación en la casa de David, su siervo,
como lo había anunciado por los labios de sus santos profetas, que existen desde tiempos antiguos,
para salvarnos de nuestros enemigos y de todos los que nos odian,
para ejercer la misericordia con nuestros padres,
acordándose de su santa alianza,
y del juramento que juró a nuestro padre Abraham,
que nos concedería la gracia de servirle sin temor,
salvos de nuestros enemigos.

Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo,
porque irás delante de Él preparando su camino,
para dar a su pueblo el conocimietno de su salvación
con la remisión de sus pecados,
por la entrañable misericordia de nuestro Dios
con que nos ha visitado como oriente que viene del cielo,
a iluminar a los que están sentados en tinieblas y sombras de muerte
y dirigir nuestros pasos por el camino de la paz.


Antífona:
Por caminos de paz y prosperidad nos dirija nuestro Dios Omnipotente, Señor misericordioso; sea nuestro compañero en el viaje el ángel San Rafael, para que en paz y con salud y alegría podamos volver a nuestra casa.


Señor, ten piedad,
- Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad,
- Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad,
- Señor, ten piedad.

Padrenuestro...

No nos dejes caer en la tentación, Señor,
- mas líbranos del mal.

Salva a tus siervos,
- que esperan, oh Dios mío, en ti.

Envíanos, Señor, auxilio desde tu santuario,
- y desde Sión defiéndenos.

Sé para nosotros, oh Señor, torre de fortaleza,
- ante los ataques del enemigo.

Nada pueda el enemigo contra nosotros,
- y no logre dañarnos el hijo de la maldad.

Bendito sea el Señor todos los días,
- haga próspero nuestro viaje Dios nuestro salvador.

Enséñanos, oh Señor, tus caminos,
- e intrúyenos en tus senderos.

Ojalá se dirijan todos nuestros pasos,
- a la guarda de tus mandamientos.

Rectifíquese lo torcido,
- y lo áspero se convierta en camino llano.

A sus ángeles dió el Señor encargo de ti,
- para que te guarden en todos tus caminos.

Escucha, Señor, mi oración,
- y mi clamor llegue hasta ti.


Oración:
Oh Dios, que hiciste caminar a los hijos de Israel por medio del mar a pie enjuto, y que por medio de una estrella mostraste su camino a los tres Magos, te rogamos nos concedas un viaje próspero y tiempo tranquilo, para que acompañados de tu santo ángel podamos llegar felizmente a nuestro destino, y después de nuestro tránsito por este mundo, al puerto de la eterna salvación.

Oh Dios, que habiendo sacado a tu siervo Abraham de la tierra de Ur de los Caldeos, le guardaste ileso por todos los caminos de su peregrinación, te rogamos que nos guardes a nosotros, siervos tuyos. Sé para nosotros, oh Señor, auxilio al emprender el viaje, alivio al proseguirlo, sombra en el calor, abrigo en la lluvia y en el frío, sostén en el cansancio, defensa en las adversidades, báculo en los resbaladeros, puerto en el naufragio, para que, guiándonos Tú, lleguemos felizmente a destino y, finalmente, incólumes a nuestros hogares.

Atiende, te rogamos, oh Señor, a nuestras súplicas, y ordena prósperamente para nuestra salvación el camino de tus siervos, para que en todas las peripecias de esta nuestra vida y peregrinación seamos siempre protegidos por tu poderoso auxilio.

Concede, te rogamos, Omnipotente Dios, que esta tu familia camine siempre por los senderos de la salvación, y que siguiendo las enseñanzas de tu bienaventurado precursos San Juan Bautista, llegue con toda seguridad a aquel a quien él anunció, a Nuestro Señor Jesucristo, Hijo tuyo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Caminemos en paz,
- en el nombre del Señor.



Conclusión y oración al arcángel San Rafael:
Este santo Arcángel es protector de los caminantes, de los viajeros, y también médico de los dolientes.

Rafael significa "medicina de Dios" o "médico enviado de Dios". Él guió a Tobías el hijo, y le dió medicina para sanar a Tobías, su padre.


Oración a San Rafael:
Oh Dios, que a tu siervo Tobías diste por compañero de su viaje al bienaventurado Arcángel Rafael, concédenos a tus siervos que seamos siempre protegidos por su custodia y fortificados por su auxilio. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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6.4.22

Oración de súplica con el salmo 69 para tiempos de angustia y necesidad



Oh Dios, acude en mi auxilio; oh Señor, apresúrate en socorrerme.

Queden confundidos y temerosos los que buscan mi vida.

Retrocedan y queden avergonzados los que buscan mi mal.

Retrocedan sonrojados los que me insultan y se burlan de mí.

Regocíjense y alégrense en ti todos los que te buscan, y los que aman la salud que de ti viene digan sin cesar: "Alabado sea el Señor".

Yo soy un necesitado y un pobre, oh Dios, ven a ayudarme.

Tú eres mi amparo y mi libertador, Señor, no tardes en socorrerme.

Gloria al Padre, gloria al Hijo, y gloria al Espíritu Santo,
- como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Salva a tus siervos,
- que esperan en ti, Dios mío.

Sé para nosotros, Señor, torre de fortaleza,
- enfrente del adversario.

Nada pueda contra nosotros el enemigo,
- ni consiga hacernos daño el hijo de iniquidad.

Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados,
- ni nos pagues según nuestras iniquidades.

Roguemos por nuestro pontífice,
- el Señor le conserve y le dé vida, y le haga feliz en la tierra, y no le entregue en poder de sus enemigos.

Roguemos por nuestros bienhechores,
- a todos los que nos hacen bien por tu nombre, dígnate Señor, darles en recompensa la vida eterna. Amén.

Roguemos por los fieles difuntos,
- oh Señor, dales el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua.

Descansen en paz,
- amén.

Por nuestros hermanos ausentes,
- Salva, oh Dios mío, a tus siervos, que esperan en ti.

Envíales, Señor, tu auxilio desde tu santuario,
- y protégeles desde Sión.

Escuchar, Señor, mi oración,
- y mi clamor llegue a ti.

El Señor esté con vosotros.
- Y con tu espíritu.


Oremos:
Oh Dios, de quien es propio tener misericordia y perdonar: escucha nuestra súplica, para que a nosotros y a todos tus siervos, que estamos amarrados con las cadenas de las culpas, nos desate, piadosa, tu clemente misericordia.

Te rogamos, Señor, que escuches nuestras súplicas y perdones los pecados de los que te alabamos, para que tu benignidad nos conceda juntamente el perdón y la paz.

Muéstranos benigno, oh Señor, tu inefable misericordia, para que al mismo tiempo nos despojes de todos nuestros pecados, y nos libres de las penas que por ellos merecemos.

Oh Dios, que te ofendes con el pecado y te aplacas con la misericordia, atiende propicio a los ruegos de tu pueblo suplicante y aparta los castigos de tu justa indignación, que por nuestros pecados tenemos merecidos.

Todopoderoso y sempiterno Dios, apiádate de tu siervo nuestro pontífice, y dirígele conforme a tu clemencia por el camino de la eterna salvación, para que asistiéndole tu gracia, ame lo que te agrada y con esforzado ánimo lo lleve a cabo.

Dios, Padre mío, de quien proceden los deseos santos, los consejos rectos y las obras justas, concede a tus siervos aquella paz que el mundo no puede dar, para que nuestros corazones se ocupen en cumplir tus mandamientos y, ahuyentando el temor de los enemigos, sean por tu protección tranquilos nuestros tiempos.

Abrasa, Señor, en el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestros corazones, para que te sirvamos con cuerpo casto, y te agrademos con puro corazón.

Oh Dios, creador y redentor de todos los fieles, concede el perdón de todos sus pecados a las almas de tus siervos y siervas, para que consigan por estas piadosas súplicas la indulgencia que siempre desearon.

Te rogamos, Señor, que prevengas nuestras acciones inspirándolas, y las prosigas ayudándolas, para que todas nuestras oraciones y operaciones empiecen siempre por ti, y como empezaron, terminen por ti.

Todopoderoso y sempiterno Dios, que dominas lo mismo sobre los vivos que sobre los muertos, y tienes misericordia de cuantos sabes ya que han de ser tuyos por su fe y por sus obras, te pedimos suplicantes que aquellos por quienes hemos tenido intención de rogar, ya los retenga todavía en su carne la presente vida, o ya despojados del cuerpo los haya acogido la venidera, intercediendo todos tus santos por tu piadosa clemencia, consigan el perdón de todos sus pecados.

Por nuestro Señor Jesucristo Hijo tuyo, que como Dios vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos.
- Amén.

El Señor esté con vosotros.
- Y con tu espíritu.

Escúchanos, Señor omnipotente y misericordioso.
- Amén.

Y las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
- Amén.

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29.3.22

Recomendación de un alma antes de expirar



RECOMENDACIÓN DEL ALMA

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

Santa María.
- Ruega por nosotros.

Todos los Santos Ángeles y Arcángeles,
- rogad por nosotros.

San Abel,
- ruega por nosotros.

Todos los coros de los justos,
- rogad por nosotros.

San Abraham,
- ruega por nosotros.

San Juan Bautista,
- ruega por nosotros.

San José,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Patriarcas y Profetas,
- rogad por nosotros.

San Pedro,
- ruega por nosotros.

San Pablo,
- ruega por nosotros.

San Andrés,
- ruega por nosotros.

San Juan,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Apóstoles y Evangelistas,
- rogad por nosotros.

Todos los Santos Discípulos del Señor,
- rogad por nosotros.

Todos los Santos Inocentes,
- rogad por nosotros.

San Esteban,
- ruega por nosotros.

San Lorenzo,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Mártires,
- rogad por nosotros.

San Silvestre,
- ruega por nosotros.

San Gregorio,
- ruega por nosotros.

San Agustín,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Pontífices y Confesores,
- rogad por nosotros.

San Benito,
- ruega por nosotros.

San Francisco,
- ruega por nosotros.

San Camilo,
- ruega por nosotros.

San Juan,
- ruega por nosotros.

Todos los Santos Monjes y Ermitaños,
- rogad por nosotros.

Santa María Magdalena,
- ruega por nosotros.

Santa Lucía,
- ruega por nosotros.

Todas las Santas Vírgenes y Viudas,
- rogad por nosotros

Todos los Santos y Santas de Dios
- interceded por él.

Sedle propicio,
- perdónale, Señor.

Sedle propicio,
- óyele, Señor.

Sedle propicio,
- líbrale, Señor.

De tu ira,
- líbrale, Señor.

De los peligros de la muerte,
- líbrale, Señor.

De una mala muerte,
- líbrale, Señor.

De las penas del infierno,
- líbrale, Señor.

De todo mal,
- líbrale, Señor.

Del poder del demonio,
- líbrale, Señor.

Por tu natividad,
- líbrale, Señor.

Por tu cruz y pasión,
- líbrale, Señor.

Por tu muerte y sepultura,
- líbrale, Señor.

Por tu gloriosa resurrección,
- líbrale, Señor.

Por tu admirable ascensión,
- líbrale, Señor.

Por la gracia del Espíritu Santo consolador,
- líbrale, Señor.

En el día del juicio,
- líbrale, Señor.

Nosotros, pecadores,
- te rogamos que nos oigas.

Que le perdones,
- te rogamos que nos oigas.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.


Oración:
Sal, alma cristiana, de este mundo en nombre de Dios Padre omnipotente que te creó; en nombre de Jesucristo Hijo de Dios vivo, que por ti padeció; en nombre del Espíritu Santo, cuya gracia se derramó sobre ti; en nombre de la gloriosa y santa Virgen y Madre de Dios, María;

en nombre de los Ángeles y Arcángeles;

en nombre de los Tronos y Dominaciones;

en nombre de los Principados y Potestades;

en nombre de los Querubines y Serafines;

en nombre de los Patriarcas y Profetas,

en nombre de los Santos Apóstoles y Evangelistas;

en nombre de los santos Mártires y Confesores;

en nombre de los santos Monjes y Ermitaños;

en nombre de las santas Vírgenes y de todos los Santos y Santas de Dios;

descansa hoy en paz y habita en la Santa Sión. Amén.


Oración:
Dios Misericordiosísimo, Dios clemente, Dios que por vuestra gran misericordia borráis los pecados de los penitentes y perdonáis las culpas de los delitos pasados, mirad con benignidad a este vuestro siervo [o sierva, se dice el nombre del moribundo], y oíd sus súplicas, con las cuales confesándoos de todo corazón, os pide el perdón de todos sus pecados. Renovad en él, Padre piadosísimo, todo lo que esté corrompido por terrena fragilidad, o todo lo que esté violado por engaño diabólico, y como miembro que es de vuestra redención, unidlo con el cuerpo de vuestra Iglesia, Señor; tened piedad de sus gemidos, tened misericordia de sus lágrimas, y como no tiene más confianza que en vuestra misericordia, admitidlo en vuestra santa reconciliación.

Por Cristo nuestro Señor. Amén.


Oración de tránsito:
Te encomiendo, carísimo hermano, a Dios omnipotente; te entrego al mismo que te creó, para que después que hayas pagado con la muerte la deuda común de los hombres, vuelvas a tu Creador, que te formó del barro de la tierra. Cuando tu alma se separe del cuerpo,

salgan a su encuentro las espléndidas jerarquías de los Ángeles;

vengan a encontrarte el senado de los Apóstoles, nuestros jueces;

salga a recibirte el triunfante ejército de los generosos Mártires;

se ponga alrededor de ti la florida multitud de los Confesores;

te reciba el jubiloso coro de las Vírgenes;

y en el seno del feliz descanso, te abracen estrechamente los Patriarcas.

La Santa Madre de Dios, nuestra Señora del Carmelo, vuelva benigna a ti sus ojos. Benigno y placentero también te sea manifestado el rostro de nuestro amado Señor Jesucristo, que mande colocarte en el número de los que continuamente asisten en su presencia. Nada experimentes de cuanto horroriza en las tinieblas, de cuanto rechina en las llamas, ni de cuanto aflige en los tormentos. Retírase y sea rendido el ferocísimo Satanás con sus ministros; a tu llegada al juicio, viéndote acompañado de los Ángeles, estremézcase y huya al horrible caos de la noche eterna. Levántese Dios, y sean disipados sus enemigos, huyendo de sus persencia los que le aborrecieron. Desvanézcanse como el humo, como la cera se derrite al fuego, así perezcan los pecadores a la vista de Dios Eterno, y los justos se alegren como en un convite en la presencia de Dios.

Sean, pues, confundidas y avergonzadas todas las legiones infernales, y los ministros de Satanás no se atrevan a impedirte tu camino hacia la gloria celestial. Jesucristo te libre de la muerte eterna, que se dignó morir por ti. Te lleve Nuestro Señor Jesucristo, hijo de Dios vivo, a los vergeles siempre amenos del paraíso, y como verdadero pastor, te reconozca entre sus ovejas. Él te absuelva de todos tus pecados, y te coloque a su diestra en la suerte de los escogidos. Veas cara a cara a tu Redentor, y estando siempre en su presencia, mires con dichosos ojos la verdad manifiesta. Establecido entre el ejército de los Bienaventurados, goces de la dulzura de la contemplación divina por los siglos de los siglos. Amén.


Preces:
Recibid, Señor, a vuestro siervo en estado de poder esperar su salvación de vuestra misericordia.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo de todos los peligros del infierno, y de los lazos de las penas, y de todas las tribulaciones.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librásteis a Henoc y a Elías de la muerte común del mundo.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librásteis a Noé del diluvio.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librásteis a Abraham de la ciudad de Ur en la Caldea.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Job de sus tribulaciones.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Isaac de ser ofrecido en sacrificio por manos de su padre Abraham.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Lot de los sodomitas y del incendio de aquella ciudad.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Moisés de las manos del faraón, rey de los egipcios.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Daniel del foso de los leones.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a los tres jóvenes del horno del fuego ardiente y de las manos de un rey inicuo.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a Susana de un falso testimonio.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a David de las manos del rey Saúl, y de las manos de Goliat.
- Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como librasteis a San Pedro y a San Pablo de las cárceles.
- Amén.

Y así como librasteis a la virgen y mártir Santa Tecla de tres tormentos muy atroces, así también dignaos librar el alma de este vuestro siervo y haced que goce con Vos de los bienes celestiales.
- Amén.


Oración de encomendación:
Os encomendamos, Señor, el alma de vuestro siervo [se dice el nombre], y os suplicamos, Señor Jesucristo, salvador del mundo, que pues por ella, movido de vuestra misericordia, vinisteis al mundo, no le neguéis la entrada en el lugar de vuestros Patriarcas. Reconoced, Señor, esta obra vuestra, no hecha por dioses extraños, sino por Vos, que sois el sólo Dios vivo y verdadero; porque no hay otro Dios más que Vos, ni que llegue a vuestras obras. Llenad, Señor, de alegría a su alma en vuestra presencia, y olvidad sus pasadas iniquidades y los excesos a que le llevaron el furor y la fiebre de los malos deseos; porque, aunque haya pecado, nunca negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo, antes bien, creyó, tuvo celo de la honra de Dios, y adoró con fidelidad al sólo Dios que hizo todas la cosas.


Oración de súplica:
Os suplicamos, Señor, que olvidéis los delitos de su juventud y sus pecados de ignorancia, y que por vuestra gran miserocordia, os acordéis de él en vuestra clarísima gloria.

Sean abiertos para él los cielos, alégrense con él los Ángeles. Recibid, Señor, en vuestro reino a vuestro siervo. Recíbalo el arcángel de Dios, San Miguel, que mereció el principado del celestial ejército. Salgan a su encuentro los santos Ángeles de Dios para llevarlo a la santa ciudad de la celestial Jerusalén. Recíbale San Pedro Apóstol, a quien Dios entregó las llaves del reino celestial. Sea asistido por San Pablo Apóstol, que mereció ser vaso de elección. Interceda por él San Juan Apóstol, escogido de Dios, a quien fueron revelados los celestiales misterios. Rueguen por él todos los santos Apóstoles, a los cuales dió el Señor el poder de atar y desatar. Pidan por él todos los Santos y escogidos de Dios, los cuales padecieron tormentos en esta vida por el nombre de Jesucristo, para que, libre de los lazos del cuerpo, merezca llegar a la gloria del reino celestial.

Por nuestro Señor Jesucristo, que siendo Dios, vive y reina con el Padre y con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.


Oración a Nuestra Señora:
Que la clementísima Virgen Madre de Dios, María, piadosísima Consoladora de los afligidos, encomiende a su Hijo el alma de este su siervo [se dice el nombre del moribundo] para que, por su maternal intercesión, no tema los terrores de la muerte, sino que acompañada por ella penetre alegre en la deseada mansión de la patria celestial. Amén.


Nota: Si dura la agonía, se dicen otras oraciones del ritual, o se lee la pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan, o se reza el rosario entre los presentes, o se dicen al enfermo sin cansarle algunas jaculatorias, y se le da a besar algunas veces el crucifijo.


Al expirar:
Nota: Procuren todos los presentes de rodillas orar con fervor. Si se puede, el moribundo diga tres veces: "¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!". Y si él no puede, lo puede decir con clara voz el sacerdote o algunas de las personas presentes. También, si se prefiere, se puede decir al oído del enfermo algunas (o todas) de las siguientes súplicas:

- En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

- Señor mío Jesucristo, recibe mi alma.

- Santa Madre del Carmelo, ruega por mí María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndeme del enemigo y recógeme en la hora de mi muerte.


Oraciones cuando ya ha expirado:
Bajad, Santos de Dios, salid al paso, Ángeles del Señor,

- para recoger su alma

para presentarla en la presencia del Altísimo.

Cristo te recoja, que te ha llamado y te lleven al seno de Abraham los ángeles,

- para recoger tu alma,

para presentarla en la presencia del Altísimo.

Dale, Señor, el descanso eterno, y brille para él la luz eterna,

- para presentarla en la presencia del Altísimo.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.

[ Ahora se reza un Padrenuestro ]

Dale, Señor, el descanso eterno,
- y la luz eterna brille sobre él.

De la puerta del infierno,

- libra, Señor, su alma.

Señor, oye mi oración,

- y llegue a ti mi clamor.

El Señor esté con vosotros,

- y con tu espíritu.


Oración final:
Señor, te encomendamos el alma de tu siervo [se dice el nombre], para que muerto al mundo, viva ya para ti, y los pecados que por fragilidad de la carne humana cometió, límpialos tú con el perdón de tu misericordiosísima piedad. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Descanse en paz.

Amén.

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25.3.22

Consejos para enfermos y moribundos y Recomendación del alma



No te pongas en manos de curanderos si caes enfermo, avisa al médico. Si la enfermedad es de notoria índole, avisa también al párroco, o algún sacerdote, para que te dé la bendición de enfermos.

Acude sobre todo a Dios; pídele la salud, y pídele perdón de tus pecados. Dios y el médico te pueden dar la salud. Dios, por lo general, no te la dará sin el concurso de médicos y remedios de tu parte. El médico sólo tampoco puede, si Dios no quiere. Pídele a Dios que le dé acierto y destreza. El obedecer al médico es virtud y prudencia.

12.3.22

Novena por las ánimas del Purgatorio. Día segundo



Por la señal...


- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para el segundo día -

Señor mío Jesucristo, que eres cabeza de todos tus fieles cristianos y en ti nos unimos como miembros de un mismo cuerpo, que es la Iglesia. Te suplicamos nos unas más contigo, y que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras aprovechen a las ánimas de nuestros hermanos del purgatorio, para que lleguen pronto a unirse a sus hermanos en el cielo. Amén.

- Oración final para todos los días -

Oh Virgen María del Monte Carmelo, Madre de misericordia, acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio, y presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que se les perdone sus deudas y sean liberados de aquellas tinieblas a la admirable luz de la gloria de Nuestro Señor, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

- Responsorio para terminar cada día -

No te acuerdes, Señor, de mis pecados,
- cuando vengas a purificar al mundo en el fuego.

Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos,
- cuando vengas a purificar al mundo en el fuego.

Dales, Señor, el descanso eterno, y luzca para ellos la luz eterna,
- cuando vengas a purificar al mundo en el fuego.

Kyrie eleison,
- Christe eleison,
Kyrie, eleison.

- Padrenuestro, Avemaría, Gloria-.

De la puerta del infierno,
- saca, Señor, sus almas.

Descansen en paz,
- amén.

- Oremos:
Oh Dios mío y Padre mío, de quien es propio compadecerse y perdonar, te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el Purgatorio, sino que mandes que tus Santos Ángeles las tomen y las lleven a la patria del Paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos.

Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Dadles, Señor, el descanso eterno,
y luzca para ellos la luz perpetua.

Descansen en paz.
Amén.

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8.3.22

Devoción de los Trece Martes en honor a San Antonio de Padua



Para promover la devoción a San Antonio de Padua, el Papa León XIII concedió una indulgencia plenaria cada martes o domingo a todos los fieles que durante trece martes o domingos consecutivos se confesasen, comulguen, y hagan alguna piadosa meditación u oración vocal, o bien ejercicio piadoso, en honor de Dios y de San Antonio de Padua, con tal que visiten alguna iglesia y recen en ella por las intenciones del Papa.

Con el fin de realizar este ejercicio, podemos hacer uso de las siguientes oraciones cada martes o domingo:

Por la señal...


- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración a nuestro Señor:
Altísimo y Sapientísimo Señor mío Jesucristo, dueño y señor de cielos y tierra, que todo lo conoces y todo lo gobiernas suave y fuertemente; excelentísimo creador de cielos y tierra, que muestras la grandeza y perfección de tu poder en todas las cosas. Vigilantísimo gobernador del universo, sin cuya anuencia no cae ni un cabello de nuestra cabeza, ni una hoja de los árboles. Bondadosísimo dueño que vistes de espléndidas galas a las hierbas del campo y das de comer a las aves del cielo. Hijo amantísimo del Padre, que para que los ricos den de su pan a los pobres, los estimulas con tus palabras, los amenazas con tus enemistades, y les premias sus caridades con innumerables favores, unas veces advertidos, otras de forma inadvertida.

Te suplicamos que atiendas los ruegos que te dirigimos por medio de tu siervo San Antonio, para que tengas providencia de nosotros para nuestro bien, nos concedas todas las gracias temporales que nos convengan a nuestro estado, y sobre todo ordenes nuestra vida conforme a toda caridad contigo y con tus pobres, para salvación y santificación de nuestras almas. Amén.


-Padrenuestro, Avemaría, Gloria-.



- Oración a San Antonio de Padua:
¡Oh glorioso San Antonio, a quien Dios ha elegido como intercesor nuestros en los apuros y pérdidas de la vida material, y como protector de los pobres ante los ricos! Protégenos con tu favor en todas las necesidades y enredos de nuestra vida, danos sincero amor hacia los pobres, mucha confianza en Dios, y alto aprecio de la vida eterna, a la cual se ordena toda la vida temporal.

Especialmente suplicamos tu intercesión en este favor que te pedimos.


-Se hace ahora la petición que se desea alcanzar-.



Propósito: Ofrecer dar algo por los pobres, o hacer algún acto de caridad, pequeño o grande, según las facultades de cada uno.

Máxima: Al que da algo por Dios, Dios le dará el ciento por uno en esta vida, y la posesión de la vida eterna.

- Conclusión:
Récese por las intenciones del Romano Pontífice, y por las ánimas del Purgatorio, un Padrenuestro de conclusión.

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3.3.22

Seisena de San Luis Gonzaga. Domingo segundo



Poco después de la muerte del angélico joven, en memoria de los seis años que vivió con eminente santidad en la Compañía de Jesús, se introdujo en varias partes el ejercicio de la Seisena o devoción de los seis jueves o viernes (por haber muerto el santo en la noche del jueves de la octava del Corpus al viernes), pero muy pronto se escogió definitivamente el domingo como más a propósito y conveniente para la mayor parte de los fieles.

El Papa Clemente XII, por decreto de 11 de diciembre de 1739 y de 7 de enero de 1740, concedió a todos los fieles una indulgencia plenaria en cada uno de los seis domingos, aunque no precedan inmediatamente al 21 de junio (festividad de San Luis), si confesados y comulgados hiciesen algunas consideraciones piadosas, o recitasen algunas preces, o practicasen otros ejercicios de piedad cristiana en obsequio de San Luis Gonzaga.

Adviértase primero no obstante que aunque la confesión puede hacerse en los ocho días antes y la comunión el sábado, las restantes obras piadosas se han de practicar precisamente el domingo. Y se ha de tener en cuenta también que si estos se interrumpen, aunque sea sin nuestra culpa, es preciso comenzarlos de nuevo para poder ganar las seis indulgencias plenarias.

Sin embargo el obsequio a San Luis vale aunque los domingos no sean consecutivos, si bien no se ganan las indulgencias plenarias. Por último, aunque cada cual puede tomar las prácticas, lecturas u oraciones que quiera, a continuación te incluimos estas sencillas que pueden servirte de guía o referencia, o con las que puedes realizar perfectamente la seisena.

Por la señal...


- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.


____DOMINGO SEGUNDO____


- Penitencia de San Luis.
Oh inocentísimo y penitentísimo santo, vos que teniendo tan poco que pagar, tanta penitencia hicisteis, alcanzadme espíritu de penitencia cristiana para que pague por mis pecados, mortifique mis apetitos carnales, y sujete mis peligrosas inclinaciones.

Máxima:
Las voluntarias penitencias del cuerpo no deben diferirse para la vejez, cuando, caso que se llegue, no lo permitirán las fuerzas.

Práctica:
Haz hoy alguna penitencia o mortificación corporal de tus sentidos.


-Se hace ahora la petición que se desea alcanzar en la seisena-.


- Oración final:
¡Oh Luis santo!, adornado de angélicas costumbres; yo, indignísimo devoto vuestro, os encomiendo especialmente la castidad de mi alma y de mi cuerpo, y os pido que por vuestra pureza angélica os dignéis encomendarme al Cordero Inmaculado, Cristo Jesús, y a su purísima Madre, Virgen de vírgenes, guardándome de todo pecado. No permitáis que yo manche mi alma con la menor impureza, antes bien, cuando me viereis en la tentación o peligro de pecar, alejad de mi corazón todos los pensamientos y afectos inmundos, y despertad en mí la memoria de la eternidad y de Jesús crucificado. Imprimid altamente en mi corazón un profundo sentimiento de temor santo de Dios, y abrasadme en su divino amor, para que así, siendo imitador vuestro en la tierra, merezca gozar de Dios en vuesttra compañía. Amén.

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2.3.22

Seisena de San Luis Gonzaga



Poco después de la muerte del angélico joven, en memoria de los seis años que vivió con eminente santidad en la Compañía de Jesús, se introdujo en varias partes el ejercicio de la Seisena o devoción de los seis jueves o viernes (por haber muerto el santo en la noche del jueves de la octava del Corpus al viernes), pero muy pronto se escogió definitivamente el domingo como más a propósito y conveniente para la mayor parte de los fieles.

El Papa Clemente XII, por decreto de 11 de diciembre de 1739 y de 7 de enero de 1740, concedió a todos los fieles una indulgencia plenaria en cada uno de los seis domingos, aunque no precedan inmediatamente al 21 de junio (festividad de San Luis), si confesados y comulgados hiciesen algunas consideraciones piadosas, o recitasen algunas preces, o practicasen otros ejercicios de piedad cristiana en obsequio de San Luis Gonzaga.

Adviértase primero no obstante que aunque la confesión puede hacerse en los ocho días antes y la comunión el sábado, las restantes obras piadosas se han de practicar precisamente el domingo. Y se ha de tener en cuenta también que si estos se interrumpen, aunque sea sin nuestra culpa, es preciso comenzarlos de nuevo para poder ganar las seis indulgencias plenarias.

Sin embargo el obsequio a San Luis vale aunque los domingos no sean consecutivos, si bien no se ganan las indulgencias plenarias. Por último, aunque cada cual puede tomar las prácticas, lecturas u oraciones que quiera, a continuación te incluimos estas sencillas que pueden servirte de guía o referencia, o con las que puedes realizar perfectamente la seisena.

Por la señal...


- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.


____DOMINGO PRIMERO____


- Inocencia de San Luis.
Oh inocentísimo santo, vos que teniendo tan puras y tan ligeras culpas tanto las llorasteis, alcanzadme a mí contrición y dolor sincero de mis pecados, y propósito firme de no volverlos a cometer jamás.

Máxima:
El que cae en culpa aunque sea ligera, conviértase pronto a Dios, y pídale perdón y gracia para no cometerla en adelante.

Práctica:
Examina un rato, por lo menos durante cinco minutos, el estado de tu alma.


-Se hace ahora la petición que se desea alcanzar en la seisena-.


- Oración final:
¡Oh Luis santo!, adornado de angélicas costumbres; yo, indignísimo devoto vuestro, os encomiendo especialmente la castidad de mi alma y de mi cuerpo, y os pido que por vuestra pureza angélica os dignéis encomendarme al Cordero Inmaculado, Cristo Jesús, y a su purísima Madre, Virgen de vírgenes, guardándome de todo pecado. No permitáis que yo manche mi alma con la menor impureza, antes bien, cuando me viereis en la tentación o peligro de pecar, alejad de mi corazón todos los pensamientos y afectos inmundos, y despertad en mí la memoria de la eternidad y de Jesús crucificado. Imprimid altamente en mi corazón un profundo sentimiento de temor santo de Dios, y abrasadme en su divino amor, para que así, siendo imitador vuestro en la tierra, merezca gozar de Dios en vuesttra compañía. Amén.

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