Oh Dios, acude en mi auxilio; oh Señor, apresúrate en socorrerme.
Queden confundidos y temerosos los que buscan mi vida.
Retrocedan y queden avergonzados los que buscan mi mal.
Retrocedan sonrojados los que me insultan y se burlan de mí.
Regocíjense y alégrense en ti todos los que te buscan, y los que aman la salud que de ti viene digan sin cesar: "Alabado sea el Señor".
Yo soy un necesitado y un pobre, oh Dios, ven a ayudarme.
Tú eres mi amparo y mi libertador, Señor, no tardes en socorrerme.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, y gloria al Espíritu Santo,
- como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Salva a tus siervos,
- que esperan en ti, Dios mío.
Sé para nosotros, Señor, torre de fortaleza,
- enfrente del adversario.
Nada pueda contra nosotros el enemigo,
- ni consiga hacernos daño el hijo de iniquidad.
Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados,
- ni nos pagues según nuestras iniquidades.
Roguemos por nuestro pontífice,
- el Señor le conserve y le dé vida, y le haga feliz en la tierra, y no le entregue en poder de sus enemigos.
Roguemos por nuestros bienhechores,
- a todos los que nos hacen bien por tu nombre, dígnate Señor, darles en recompensa la vida eterna. Amén.
Roguemos por los fieles difuntos,
- oh Señor, dales el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua.
Descansen en paz,
- amén.
Por nuestros hermanos ausentes,
- Salva, oh Dios mío, a tus siervos, que esperan en ti.
Envíales, Señor, tu auxilio desde tu santuario,
- y protégeles desde Sión.
Escuchar, Señor, mi oración,
- y mi clamor llegue a ti.
El Señor esté con vosotros.
- Y con tu espíritu.
Oremos:
Oh Dios, de quien es propio tener misericordia y perdonar: escucha nuestra súplica, para que a nosotros y a todos tus siervos, que estamos amarrados con las cadenas de las culpas, nos desate, piadosa, tu clemente misericordia.
Te rogamos, Señor, que escuches nuestras súplicas y perdones los pecados de los que te alabamos, para que tu benignidad nos conceda juntamente el perdón y la paz.
Muéstranos benigno, oh Señor, tu inefable misericordia, para que al mismo tiempo nos despojes de todos nuestros pecados, y nos libres de las penas que por ellos merecemos.
Oh Dios, que te ofendes con el pecado y te aplacas con la misericordia, atiende propicio a los ruegos de tu pueblo suplicante y aparta los castigos de tu justa indignación, que por nuestros pecados tenemos merecidos.
Todopoderoso y sempiterno Dios, apiádate de tu siervo nuestro pontífice, y dirígele conforme a tu clemencia por el camino de la eterna salvación, para que asistiéndole tu gracia, ame lo que te agrada y con esforzado ánimo lo lleve a cabo.
Dios, Padre mío, de quien proceden los deseos santos, los consejos rectos y las obras justas, concede a tus siervos aquella paz que el mundo no puede dar, para que nuestros corazones se ocupen en cumplir tus mandamientos y, ahuyentando el temor de los enemigos, sean por tu protección tranquilos nuestros tiempos.
Abrasa, Señor, en el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestros corazones, para que te sirvamos con cuerpo casto, y te agrademos con puro corazón.
Oh Dios, creador y redentor de todos los fieles, concede el perdón de todos sus pecados a las almas de tus siervos y siervas, para que consigan por estas piadosas súplicas la indulgencia que siempre desearon.
Te rogamos, Señor, que prevengas nuestras acciones inspirándolas, y las prosigas ayudándolas, para que todas nuestras oraciones y operaciones empiecen siempre por ti, y como empezaron, terminen por ti.
Todopoderoso y sempiterno Dios, que dominas lo mismo sobre los vivos que sobre los muertos, y tienes misericordia de cuantos sabes ya que han de ser tuyos por su fe y por sus obras, te pedimos suplicantes que aquellos por quienes hemos tenido intención de rogar, ya los retenga todavía en su carne la presente vida, o ya despojados del cuerpo los haya acogido la venidera, intercediendo todos tus santos por tu piadosa clemencia, consigan el perdón de todos sus pecados.
Por nuestro Señor Jesucristo Hijo tuyo, que como Dios vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos.
- Amén.
El Señor esté con vosotros.
- Y con tu espíritu.
Escúchanos, Señor omnipotente y misericordioso.
- Amén.
Y las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
- Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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