Poco después de la muerte del angélico joven, en memoria de los seis años que vivió con eminente santidad en la Compañía de Jesús, se introdujo en varias partes el ejercicio de la Seisena o devoción de los seis jueves o viernes (por haber muerto el santo en la noche del jueves de la octava del Corpus al viernes), pero muy pronto se escogió definitivamente el domingo como más a propósito y conveniente para la mayor parte de los fieles.
El Papa Clemente XII, por decreto de 11 de diciembre de 1739 y de 7 de enero de 1740, concedió a todos los fieles una indulgencia plenaria en cada uno de los seis domingos, aunque no precedan inmediatamente al 21 de junio (festividad de San Luis), si confesados y comulgados hiciesen algunas consideraciones piadosas, o recitasen algunas preces, o practicasen otros ejercicios de piedad cristiana en obsequio de San Luis Gonzaga.
Adviértase primero no obstante que aunque la confesión puede hacerse en los ocho días antes y la comunión el sábado, las restantes obras piadosas se han de practicar precisamente el domingo. Y se ha de tener en cuenta también que si estos se interrumpen, aunque sea sin nuestra culpa, es preciso comenzarlos de nuevo para poder ganar las seis indulgencias plenarias.
Sin embargo el obsequio a San Luis vale aunque los domingos no sean consecutivos, si bien no se ganan las indulgencias plenarias. Por último, aunque cada cual puede tomar las prácticas, lecturas u oraciones que quiera, a continuación te incluimos estas sencillas que pueden servirte de guía o referencia, o con las que puedes realizar perfectamente la seisena.
Por la señal...
- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.
Amén.
- Inocencia de San Luis.
Oh inocentísimo santo, vos que teniendo tan puras y tan ligeras culpas tanto las llorasteis, alcanzadme a mí contrición y dolor sincero de mis pecados, y propósito firme de no volverlos a cometer jamás.
Máxima:
El que cae en culpa aunque sea ligera, conviértase pronto a Dios, y pídale perdón y gracia para no cometerla en adelante.
Práctica:
Examina un rato, por lo menos durante cinco minutos, el estado de tu alma.
-Se hace ahora la petición que se desea alcanzar en la seisena-.
- Oración final:
¡Oh Luis santo!, adornado de angélicas costumbres; yo, indignísimo devoto vuestro, os encomiendo especialmente la castidad de mi alma y de mi cuerpo, y os pido que por vuestra pureza angélica os dignéis encomendarme al Cordero Inmaculado, Cristo Jesús, y a su purísima Madre, Virgen de vírgenes, guardándome de todo pecado. No permitáis que yo manche mi alma con la menor impureza, antes bien, cuando me viereis en la tentación o peligro de pecar, alejad de mi corazón todos los pensamientos y afectos inmundos, y despertad en mí la memoria de la eternidad y de Jesús crucificado. Imprimid altamente en mi corazón un profundo sentimiento de temor santo de Dios, y abrasadme en su divino amor, para que así, siendo imitador vuestro en la tierra, merezca gozar de Dios en vuesttra compañía. Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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