Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

Mostrando entradas con la etiqueta juicio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta juicio. Mostrar todas las entradas

4.11.18

De las virtudes y de los vicios: Dureza de Juicio



La Dureza de Juicio es hija del Orgullo y de la Soberbia; el que la lleva consigo da muestras de un espíritu contumaz del cual poco se puede esperar para la vida espiritual.

Es la Dureza de Juicio la antagonista de la Docilidad, ella se opone totalmente a la santa virtud de la Obediencia, y más aún a la perfección de esta virtud, o sea a la Obediencia ciega; y como sin la Obediencia no hay vida espiritual posible, la Dureza de juicio impide al alma entrar en ella.

8.6.17

La existencia de Dios y la evolución


No, tranquilos, no voy a hacer un rabioso arrebato en contra de la evolución, básicamente porque sí creo en ella. Sería de insensatos no ver sus consecuencias, solamente hay que mirarse en un espejo y comprobar cómo los vertebrados partimos todos de un modelo básico, con dos brazos (o alas) y dos piernas, que evolucionó de un ancestro común.

Sé que muchos no creen en eso, pero allá ellos si prefieren creer en cuentos de hadas.

1.6.17

¿Dios puede darnos la espalda? ¿O somos nosotros quienes le damos la espalda a Dios?


Dios es bueno e inmutable y está exento de pasiones. Si se considera como razonable y verdadero que Dios no está sujeto a cambios, no se entiende cómo puede alegrarse con los buenos, despreciar a los malos, encolerizarse con los pecadores, y luego, si se le rinde culto, tornarse propicio. Hay que decir, sin embargo, que Dios ni se alegra ni se enfurece, porque la alegría y la tristeza son pasiones. Es absurdo pensar que la divinidad se siente bien o mal a causa de las acciones humanas.

Dios es bueno y solo obra el bien, no perjudica a nadie y permanece siempre igual. Cuando nosotros somos bondadosos, actuamos en comunión con Él por semejanza a Él y, cuando nos domina el mal, nos separamos de Dios, por desemejanza con Él. Viviendo virtuosamente, somos hijos de Dios; cuando nos domina el mal, nos vemos apartados de Él; pero esto no significa que Él se encolerice con nosotros, sino que nuestros pecados no permiten que Dios resplandezca en nosotros, ya que nos unen a los demonios torturadores. Si con plegarias y obras ganamos la absolución de los pecados, esto no significa que contentamos a Dios y lo cambiamos, sino que mediante estas acciones y nuestra conversión a Dios, al sanar el mal que hay en nosotros volvemos a hacernos capaces de gozar de la divina bondad; por eso, si decimos que Dios se retrae de los malos es como decir que el sol se oculta a quien le falta la vista. Es decir, cuando llevamos una vida justa y recta, vivimos según los mandamientos y nos arrepentimos de infringirlos, entonces nuestra alma se une al Espíritu de Dios y nos sentimos bien.

31.5.17

La corresponsabilidad en el Juicio Final


Cuando Cristo nos recomienda servir y no ser servidos, la pobreza, la humildad, la mansedumbre, la obediencia... No lo está diciendo solamente porque en este mundo tendremos más fácil seguirle de esa forma sino, y además, porque en el día del Juicio éste será menos duro para todos los que hayan llevado ese modelo de vida.

En efecto, el Juicio al que todos debemos enfrentarnos va a ser una prueba terrible, nada parecido al de los hombres, y no habremos visto nada semejante. Aunque sus detalles están ocultos y solo serán revelados en el momento preciso, podemos señalar, a la luz de las Escrituras, varios aspectos que habremos de enfrentar en él.