Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

1.6.17

¿Dios puede darnos la espalda? ¿O somos nosotros quienes le damos la espalda a Dios?


Dios es bueno e inmutable y está exento de pasiones. Si se considera como razonable y verdadero que Dios no está sujeto a cambios, no se entiende cómo puede alegrarse con los buenos, despreciar a los malos, encolerizarse con los pecadores, y luego, si se le rinde culto, tornarse propicio. Hay que decir, sin embargo, que Dios ni se alegra ni se enfurece, porque la alegría y la tristeza son pasiones. Es absurdo pensar que la divinidad se siente bien o mal a causa de las acciones humanas.

Dios es bueno y solo obra el bien, no perjudica a nadie y permanece siempre igual. Cuando nosotros somos bondadosos, actuamos en comunión con Él por semejanza a Él y, cuando nos domina el mal, nos separamos de Dios, por desemejanza con Él. Viviendo virtuosamente, somos hijos de Dios; cuando nos domina el mal, nos vemos apartados de Él; pero esto no significa que Él se encolerice con nosotros, sino que nuestros pecados no permiten que Dios resplandezca en nosotros, ya que nos unen a los demonios torturadores. Si con plegarias y obras ganamos la absolución de los pecados, esto no significa que contentamos a Dios y lo cambiamos, sino que mediante estas acciones y nuestra conversión a Dios, al sanar el mal que hay en nosotros volvemos a hacernos capaces de gozar de la divina bondad; por eso, si decimos que Dios se retrae de los malos es como decir que el sol se oculta a quien le falta la vista. Es decir, cuando llevamos una vida justa y recta, vivimos según los mandamientos y nos arrepentimos de infringirlos, entonces nuestra alma se une al Espíritu de Dios y nos sentimos bien.




Por eso todas sus descripciones tienen un carácter simbólico y condicional. En la Biblia se utiliza con mucha frecuencia el antropomorfismo, es decir la representación de Dios como hombre. Y lamentablemente, a menudo somos propensos a aceptar las imágenes y analogías de estas descripciones del otro mundo como la realidad misma, de lo que se derivan nociones totalmente distorsionadas no solo del paraíso, el infierno, los ángeles, el purgatorio..., sino también de la vida espiritual, la salvación o el mismo Dios. Estas distorsiones pueden fácilmente inducir al cristiano a error y conducirle al paganismo. ¿Y puede haber algo peor que un cristiano pagano? San Juan Casiano escribía al respecto: "Si debemos entender estos y otros pasajes de las Escrituras de forma literal, en el sentido sensorial más burdo, resultará que Dios duerme, se despierta, se sienta y anda, se dirige a alguien y le da la espalda, se acerca, se aleja y tiene los miembros del cuerpo del hombre: cabeza, ojos, manos, piernas, etc. De igual modo que todo esto no puede darnos una idea, sin cometer excesivo sacrilegio, de Aquel, el cual, según atestiguan las Escrituras, es invisible, indescriptible y omnipresente, tampoco podemos sin blasfemar atribuirle una indignación iracunda y furiosa".

Por eso mismo las realidades de la otra vida son también totalmente distintas. Nada es igual que aquí.

Cuando actuamos contra la consciencia e infringimos los mandamientos, el alma se vuelve semejante a los demonios torturadores porque esa es su naturaleza y, según el grado de nuestra sumisión voluntaria al pecado en la tierra, allá el alma se siente atraída naturalmente hacia ellos y se somete a su cruel poder. En una de sus cartas, el higúmeno ortodoxo Nikon Vorobiév escribía: "Los demonios son soberbios y se adueñan de los soberbios, lo que significa que debemos ser humildes. Los demonios son iracundos, lo que significa que debemos hacernos dóciles para que no se adueñen de nosotros por ser parecidos a ellos en alma. Los demonios son rencorosos y despiadados, lo que significa que debemos perdonar y reconciliarnos con los ofendidos cuanto antes, y ser misericordiosos con todos. Y así en todo lo demás".

Debemos reprimir en nuestra alma las propiedades demoníacas y cultivar las propiedades angélicas indicadas en el Sagrado Evangelio.

Si después de la muerte nuestra alma posee más cualidades demoníacas, los demonios se adueñarán de nosotros. Si por el contrario mientras estamos todavía aquí somos conscientes de nuestras cualidades demoníacas, y pedimos a Dios que nos perdone por ellas y nosotros mismos perdonamos a los demás, el Señor nos perdonará, destruirá en nosotros todo el mal y no dejará que caigamos en manos de los demonios.

En el purgatorio la persona ya no está en condiciones de elegir, sino que esta elección viene determinada por la acción natural del espíritu que prevalece sobre ella. La higúmena Arsenia, una de las ascetas más prominentes del siglo XX (+1905), escribía: "Cuando el hombre vive la vida terrenal no puede saber del todo en qué medida su espíritu es esclavo de otro espíritu, porque tiene voluntad, según la cual actúa cómo y cuándo quiere. Pero cuando tras la muerte se le prive de voluntad, el alma verá a qué poderes está sometida. El Espíritu de Dios lleva a los justos a las moradas eternas, y los ilumina y deifica. Del mismo modo, las almas que estén en contacto con el diablo, serán poseídas por él". Este hecho lo corroboran algunos escritos de religiosas cristianas, como por ejemplo el Manuscrito del Purgatorio donde Sor María Gabriela le revela a su hermana en religión que las almas del purgatorio carecen de capacidad de voluntad. San Ignacio escribía lo mismo: "Las mazmorras infernales representan una extraña y terrible destrucción de la vida, mientras la conservas. Ahí cesa totalmente cualquier actividad y solo hay sufrimiento".

¿Qué significa "privar de la voluntad"? Si tomamos como ejemplo a una gran cantidad de personas (y una persona razonable se contará entre ellas en primer lugar), podemos ver cómo la pasión pecadora es capaz de esclavizar a una persona y quitarle la voluntad, entendiendo esta no como una cualidad del alma, sino como la capacidad de decidir cambiar algo. Por desgracia, esta esclavitud no es difícil que se produzca. Cuando no luchamos contra las pequeñas tentaciones y no les hacemos frente, debilitamos poco a poco nuestra voluntad y, al final, la paralizamos.

Podemos observarlo perfectamente y con frecuencia en la vida que nos rodea: miren a los alcohólicos y los drogadictos. Al ver a lo que han llegado, seguramente a muchos de ellos les gustaría volver a llevar una vida normal, pero ya no pueden. Ya que la ley es que cuanto más y con mayor frecuencia complace el hombre cualquier pasión, más flaquean sus fuerzas espirituales. Al final, el hombre se convierte en su esclavo sin voluntad. Y puesto que en el purgatorio ya no hay ninguna circunstancia externa, incluido el mismo cuerpo, que pueda de algún modo contener las acciones de las pasiones, ahora estas afectan al alma con todas sus fuerzas, mil veces más intensas que en condiciones terrenales.


Lo más grave es que, como escribe Antonio el Grande, tras la muerte, el alma se unirá a los demonios torturadores en el mismo grado en que se someta a las pasiones pecadoras. Y esto se da de forma natural tanto en la tierra como allí, puesto que lo semejante siempre se une a lo semejante por una natural ley de atracción. Solo que en la vida terrenal sucede por decirlo así de manera imperceptible (aunque a veces la persona lo nota con claridad), mientras que allí es completamente palpable. Observemos cómo se unen las personas con un mismo espíritu en la vida terrenal. A veces se sorprenden: ¿De dónde ha surgido tal amistad? Después, tras conocerse más a fondo, resulta que tienen el mismo espíritu. Son afines.

Lo mismo sucede con el alma después de la muerte, queda seducida según su grado de inclinación a los demonios torturadores, y, según su estado, o los rechaza o se une a ellos, padeciendo los correspondientes sufrimientos.

El higúmeno Nikon escribía de forma muy instructiva sobre esta cuestión: "Piensa más a menudo en la muerte y en quién te recibirá allí. Pueden recibirte los Ángeles luminosos o rodearte los lúgubres y malignos demonios, ante cuya única visión uno puede volverse loco".

Nuestra salvación consiste en no caer en manos de los demonios, sino deshacernos de ellos y entrar en el Reino de los Cielos, en la infinita e inconcebible alegría y bienaventuranza que reina en él. Merece la pena esforzarse aquí, hay motivo para ello. Los demonios son soberbios y se adueñan de los soberbios, lo que significa que debemos ser humildes. Los demonios son iracundos, lo que significa que debemos hacernos dóciles para que no se adueñen de nosotros por ser en alma parecidos a ellos. Los demonios son rencorosos y despiadados, lo que significa que debemos perdonar y reconciliarnos con los ofendidos cuanto antes, y ser misericordiosos con todos. Y así en todo.

Debemos reprimir en nuestra alma las propiedades demoníacas y cultivar las propiedades angélicas indicadas en el Sagrado Evangelio.

Si después de la muerte nuestra alma posee más cualidades demoníacas, los demonios se adueñarán de nosotros. Si por el contrario mientras estamos todavía aquí somos conscientes de nuestras cualidades demoníacas, y pedimos a Dios que nos perdone por ellas y nosotros mismos perdonamos a los demás, el Señor nos perdonará, destruirá en nosotros todo el mal y no dejará que caigamos en manos de los demonios. Si aquí no juzgamos a nadie, el Señor tampoco nos juzgará. Y así en todo.

Viviremos en paz perdonándonos los unos a los otros, reconciliándonos los unos con los otros; nos arrepentiremos de todo ante Dios y pediremos Su misericordia y que nos libre de los demonios y los tormentos eternos, ahora que aún estamos a tiempo. No nos jugaremos el destino eterno.

Estos sufrimientos también tienen otra faceta. El otro mundo es el mundo de la luz verdadera, donde ante toda la gente y los ángeles se descubrirán nuestros actos, pensamientos y sentimientos. Por ejemplo, imagínense el siguiente escenario: que de repente se revelasen ante todos nuestros amigos, conocidos y familiares todos nuestros actos maliciosos, viles y deshonestos. ¡Qué horror y qué vergüenza! ¡¿Acaso eso no es el infierno?! Por eso la Iglesia invita a todos con tanta fuerza e insistencia al rápido arrepentimiento. El arrepentimiento -en griego metanoia- es el cambio de la mente, del modo de pensar, es decir el rechazo de toda impureza, el odio al pecado. Es un gran remedio para la purificación del alma, un remedio perfecto para la salvación de la futura deshonra, del miedo, de los demonios torturadores y de la inextinguible llama de las pasiones. Como escribía el profeta Isaías: "Venid, pues, y disputemos -dice Yahveh-: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán." (Isaías 1,18).

Y así lo expresa admirablemente San Isaac de Nínive: "Como Dios sabía con su conocimiento misericordioso que si de la gente se requiriese la rectitud absoluta, solo se encontraría a uno de diez mil que pudiese entrar en el Reino de los Cielos, les dio la medicina más adecuada para cada uno, el arrepentimiento, para que así, cada día y en cada momento tuviesen un medio accesible de reparación gracias al poder de esta medicina y para que a través de la contrición se purificasen a sí mismos en cualquier momento de toda mancha y se renovasen cada día a través de él".


¿Cómo funciona el verdadero arrepentimiento? Por no hablar de los asombrosos hechos recogidos en el Evangelio sobre un publicano, una pecadora y un ladrón, recordemos a Raskólnikov, el protagonista de Crimen y Castigo, de Dostoievski. Estaba dispuesto a ir a presidio incluso con alegría, con tal de expiar el crimen cometido, limpiarse de la sangre vertida, purificarse. Y todos sabemos cuánto cambió al arrepentirse de sus crímenes. Dostoievski mostró de forma espléndida tanto el crimen y el castigo interno, como el gran poder purificador del arrepentimiento. Mucha gente ha pasado por este tipo de transformación. ¡Esto es el arrepentimiento! Es la verdadera salvación del alma que literalmente regenera al hombre. Dios siempre acepta el arrepentimiento sincero por el que se vierten lágrimas, que atestigua nuestra determinación de luchar contra el pecado hasta el final. Y esta lágrima, esta gota, o como decía San Barsanufio el Grande, esta "pequeña moneda de cobre" que parece tan insignificante se convierte en la garantía de que el Señor se une al alma y erradica el mal que vive en ella. Por eso, si el hombre posee aunque sea un pequeño germen de esta lucha, si se fuerza a vivir según el Evangelio en la medida de sus posibilidades, si existe arrepentimiento, el Señor mismo completará lo que falta y nos liberará allí de caer en manos de los demonios torturadores. Verdadera palabra de Dios: "(...) en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor", (Mateo 25,23).

Esta es la gran transcendencia que tiene el arrepentimiento sincero en nuestra vida. Nosotros, los cristianos, debemos estar infinitamente agradecidos a Dios por habernos revelado con antelación el misterio de las pruebas después de la muerte y habernos dado un gran remedio -el arrepentimiento y la confesión- para evitar caer en todas sus redes. Dios quiere que no suframos, ni aquí y ni aun menos después de la muerte. Por eso la Iglesia insta al hombre: ahora que aún no es tarde, serénate, arrepiéntete, cambia de vida.

Pero ¿puede ser que el diablo no sea tan terrible como lo pintan? Por desgracia es al revés: es mucho más terrible de como lo pintan y como le imaginamos. La experiencia de los ascetas que han estado en contacto con los demonios dice que son indescriptiblemente viles, horribles y repugnantes. El higúmeno Nikon escribía por ejemplo que "puedes volverte loco con solo mirarles una vez". Los pintan de acuerdo con estas descripciones, sin embargo, su aspecto externo solo transmite parcialmente su estado espiritual, del que nos dan cierta idea aquí, en la tierra, las pasiones humanas, ya que son la esencia de los demonios.

¿Qué es la pasión? Sobre el pecado sabemos que, por ejemplo, el hombre ha mentido, ha envidiado, "ha tropezado" como decimos, lo que le puede pasar a cualquiera. Y mientras la falsedad y la envidia todavía no se apoderan de la persona, parecen ser un simple error, un accidente. Son pecado. No obstante, es temporal. Por ejemplo, la costumbre de mentir llevará infaliblemente al hombre a no poder dejar de mentir a cada rato. La pasión es exactamente eso: lo que atrae hacia sí con fuerza y después ineludiblemente, con la particularidad de que a veces es tan irresistible que el hombre ya no puede dominarse. Este entiende perfectamente que esto es malo y perjudicial no solo para el alma (aunque suele olvidarse del alma), sino también para el cuerpo, para la familia, el trabajo... Y a pesar de todo, se ve incapaz de dominarse. No puede cumplir ante su conciencia, por así decirlo, ante su propio bien. Este es el estado al que llama pasión. Una pasión puede convertirse en un vicio. Y esto es horrible. Miren lo que hace la gente sumida en la locura, en la esclavitud de las pasiones y los vicios: matan, mutilan, dañan sin miramientos, "no saben lo que hacen" (como decía el Señor), se traicionan entre sí… La palabra eslava "pasión" significa ante todo sufrimiento (por ejemplo, la Pasión de Cristo); también alude a un intenso deseo de algo prohibido, pecaminoso, ya que ello siempre trae consigo sufrimiento, por mucho que nos quieran tentar hoy con el "hazlo, que no pasa nada".

Por eso el cristianismo advierte con todas sus fuerzas sobre el peligro de ser esclavo de cualquier pasión, ya sea grande o pequeña. Por su naturaleza, las pasiones son similares a un tumor cancerígeno que, al extenderse, tortura cada vez más a la persona y, al final, la mata. Son drogas. ¡Cuanto más consume la persona, más la destruye! ¡Qué importante es entender este engaño de las pasiones para resistirse a ellas! Los Santos Padres dicen que la fuente de las pasiones es el alma, no el cuerpo. Las pasiones arraigan en nuestro libre albedrío. El Señor mismo dijo: "(...) lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Eso es lo que contamina al hombre", (Mateo 15, 18-20). Incluso las pasiones corporales más embrutecedoras arraigan en el alma. Por eso no desaparecen con la muerte del cuerpo. Y con ellas sale el hombre de este mundo.

¿Cómo se manifiestan en el otro mundo las pasiones que no se han erradicado? Citaré las palabras de Nikon a un borracho empedernido: "Las pasiones son mil veces más fuertes que en la tierra. Te quemarán como el fuego y no te darán ninguna posibilidad de apaciguarlas". No es difícil entender por qué son mil veces más fuertes. Aquí, en la tierra, las pasiones no tienen plena libertad para manifestarse. Les estorban las personas, las circunstancias, el estado de salud... Sí, cuando una persona simplemente se duerme, todas sus pasiones se apaciguan. O por ejemplo, un hombre se enfada tanto con alguien que es capaz de acuchillarle. Pero el tiempo ha pasado, y esta ira se ha ido apaciguando poco a poco. Y pronto incluso se hacen amigos. En la vida terrenal se puede luchar contra las pasiones, ya que cuando están revestidas de carne no actúan por lo general con toda su fuerza. Pero allí, una vez liberadas del cuerpo, revelan toda la crueldad de su naturaleza. No hay nada que les impida actuar: ningún sueño, fatiga o entretenimiento. A esto cabe añadir que a los malos espíritus les es más fácil seducir a un alma pasional, ya que encienden y avivan el efecto de la pasión. En pocas palabras, se produce un sufrimiento ininterrumpido, ya que el hombre no tiene ninguna posibilidad de apaciguarlas.

¿Y qué pasa cuando el hombre reúne una colección entera de pasiones? ¿Qué le sucederá en la Eternidad? Si arraigase profundamente en nosotros ni que fuese una única idea, sin duda trataríamos nuestra vida de manera totalmente distinta. Por eso, cuando actuamos a la ligera, y más aún cuando actuamos contra la voz de la conciencia, cuando nos abandonamos al pecado, sembramos las semillas del mal en nuestra alma. Resulta que allí recolectaremos los frutos más amargos y los sufrimientos más crueles.

El cristianismo, que es la religión del amor, pide al hombre: esfuérzate por vivir según la buena conciencia y la verdad, no peques; eres una persona inmortal, así que prepárate para entrar con dignidad en la vida eterna. Y la gran felicidad de los cristianos es que lo saben y pueden prepararse. Por el contrario, ¡a qué horribles cosas tendrá que enfrentarse tras la muerte el hombre soberbio que no cree en ninguna verdad, bien ni eternidad!

Como vemos, el juicio privado o particular no se parece al juicio ordinario que solemos imaginar. No es Dios quien juzga el alma del hombre, sino, repetimos, lo hace el alma misma, al encontrarse por un lado ante el santuario y la verdad Divina y por el otro ante los efectos de las pasiones que viven en ella. O se eleva hasta Dios o, al contrario, cae al abismo condenada por su propia consciencia, arrastrada por el estado espiritual pecador que ha adquirido en la vida terrenal.

Cuando se tiene tiempo, es bueno leer en el Evangelio o en las epístolas de los apóstoles las reflexiones sobre la vida en este valle de lágrimas transitorio, sobre la muerte y la futura vida eterna. ¡Señor, ten piedad! Es terrible pensar que esto no tiene fin. A pesar de que aquí a veces la vida resulta muy difícil y todos nosotros, pobres, gemimos bajo el peso de diferentes aflicciones, estas cambiarán, pero allí no habrá ningún cambio.


| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

4 comentarios:

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  2. Muy buena reflexión, como siempre.

    *Satanás tiene una tremenda inteligencia, conoce como nadie la debilidad humana ya que estuvo en los inicios de la Tierra junto a Adán Y Eva, Satanás se las sabe todas y ante el nada podemos hacer a menos que tengamos a CRISTO.

    *En un pasaje de la Biblia Mateo 16: 13-28 que he estado meditando y que me parece tremendo.

    *En Mateo 16:16 dice Jesús
    15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

    16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

    y Jesús le dice que le ha sido revelado por Dios y acto seguido Satanás utiliza a Simón (Pedro) para alentar a Jesús para que no muera y conseguir de este modo que nadie sea salvo; Satanás sabia los planes de CRISTO al estar escrito en la Biblia ( Isaías 53…)

    22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca

    23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

    *Tremenda la inteligencia de Satanás ¿Qué consigue al final Satanás? Dividirlos a todos y crear la duda como se ve en el siguiente pasaje:

    24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
    25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
    26 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
    27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
    28 De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.

    *Impresionante pasaje de la Biblia que también está en Marcos 8 y en Lucas 9, se puede ver como Satanás utiliza al elegido por Dios (Simón), es como una lucha entre Dios y Satanás de un modo muy sutil, pero la Biblia está plagada de este tipo de acontecimientos y en todos Dios está bajo el control de TODO, DIOS lo sabe TODO y nada escapa a su entendimiento, ya sea pasado, presente o futuro.

    Muy buenos Videos…:)

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  3. Gracias Apolino a ti, como siempre, por tus aportaciones y por aportar tu granito de luz en este mundo tan descreído. El Señor te bendiga hermano.

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  4. Gracias Bianamaran, que la Gloria del SEÑOR sea contigo.

    Nosotros, que estamos enfangados en nuestros pecados, fuimos escogidos por el SEÑOR como el remanente para los tiempos finales, no somos merecedores de tal galardón, pero por la gracia del SEÑOR y por su Santa voluntad el escogido por Él tiene una gran responsabilidad para con la salvación de otros hermanos que no han visto la luz en CRISTO, así que todo lo que hagamos por los demás es poco, y no hablo de obras ni de dinero, hablo de alimentar el alma de los perdidos, si conseguimos pescar a un alma perdida para la gloria de DIOS ya habrá merecido la pena nuestro paso por este mundo tan corrupto y perdido.

    Para finalizar, dejo este fantástico pasaje de 1ª Pedro 1 para alegría y esperanza de los creyentes en CRISTO.

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    1ra. de Pedro 1

    3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 
    4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 
    5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 
    6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 
    7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, 
    8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 
    9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. 
    10 Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 
    11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. 
    12 A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.
    13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 
    14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 
    15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
    16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
    17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 
    18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 
    19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 
    20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, 
    21 y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. 
    22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 
    23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 
    24 Porque: 
    Toda carne es como hierba, 
    Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. 
    La hierba se seca, y la flor se cae; 
    25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
    Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.

    Amén

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