Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

8.6.17

La existencia de Dios y la evolución


No, tranquilos, no voy a hacer un rabioso arrebato en contra de la evolución, básicamente porque sí creo en ella. Sería de insensatos no ver sus consecuencias, solamente hay que mirarse en un espejo y comprobar cómo los vertebrados partimos todos de un modelo básico, con dos brazos (o alas) y dos piernas, que evolucionó de un ancestro común.

Sé que muchos no creen en eso, pero allá ellos si prefieren creer en cuentos de hadas.




La última investigación más pormenorizada de unos restos homínidos encontrados en Marruecos y que acaba de darse a conocer revelan que el ser humano surgió desde distintos puntos de África casi espontáneamente. O sea: que ni siquiera existió el jardín del Edén.

Bueno, de hecho ya desde hace bastante tiempo se sabe que el jardín del Edén bíblico procede de una leyenda mucho más anterior, originada en Mesopotamia, y que la Biblia simplemente tomó "prestada". La Biblia en sí se escribió mucho después del establecimiento de las primeras civilizaciones humanas, así que obviamente nadie estaba allí para escribir cómo el hombre era creado.

El problema surge cuando se empieza a interpretar la Biblia literalmente, un error común en la Edad Media y que aún hoy muchas corrientes religiosas, o pseudo-religiosas, cometen. El mismo Jesucristo insistía a sus discípulos en varias ocasiones en que eran muy tercos y burdos en interpretar las Sagradas Escrituras, de manera que si el mismo Cristo lo decía ya en su tiempo, no podemos dejar de asombrarnos que haya gente (como los evangélicos) que se empecinen todavía en leer las Escrituras tan equivocadamente.

La Iglesia (la Iglesia Católica) hace tiempo que se dio cuenta de ello, y hoy es la norma general aceptar que la Biblia ha de interpretarse a la luz del Espíritu Santo, como texto inspirado que es, y no como un texto científico como algunos siguen empeñados. Y es que si transformamos las Escrituras en ciencia humana o en ciencias exactas, nos equivocamos radicalmente.


Por supuesto eso no aclara el fondo del asunto: cómo surgió el género humano. Pero si uno se da cuenta de cómo suele actuar el Señor, sucintamente, en silencio, en el corazón del hombre, se dará también cuenta de que perfectamente puede haber hecho girar y manejar la evolución a su antojo. Al fin y al cabo, la evolución es una herramienta divina como cualquier otra, y de ahí la confrontación ética que despierta la manipulación genética, aunque gracias a ella se hayan logrado evitar algunas enfermedades. Y es que si Dios le ha dado esa herramienta al hombre, ¿por qué no usarla? Sería como si pusiera en nuestras manos un médico y no quisieramos usar de sus conocimientos, o como hacen la secta de los Testigos de Jehová, negando a sus miembros transfusiones sanguíneas. Ciegos hombres que guían a otros ciegos, como dice el Señor (Mateo 15:14).

Porque todo lo que ha puesto en la naturaleza el Señor para nuestro uso, puede ser utilizado para el bien o para el mal, y ahí está el juicio de cada uno y nuestra responsabilidad individual.

Por otra parte, la ciencia del hombre, como ciencia humana que es, es errática y mudable, al contrario que la "ciencia divina", que es inmutable porque Dios no varía. De este modo, pasado mañana o mañana mismo puede salir otro científico diciendo que sí había un Edén, e incluso dando su ubicación, y no pasaría nada: no afectaría para nada a la historia de la salvación ni a la fe del auténtico creyente.

Porque en el fondo de lo que se trata es de eso: de creer. Y en el fondo del corazón humano hay una necesidad imperiosa de creer. La gente dice que no hay fe, que la iglesia católica está en crisis, y cosas parecidas, pero no es eso lo que yo noto, ni mucho menos. Antes pensaba que casi nadie iría a misa a diario, pero cuando voy compruebo que a veces la iglesia está casi tan llena como los domingos. Y hablando de domingos, como me gusta estar en misa recogidamente y orando con calma, los domingos tengo que madrugar a las siete de la mañana para poder ir a la primera misa del día, porque luego, en el resto de misas, el templo está a rebosar. Y no hablo de una sola parroquia, hablo de casi todas las parroquias de mi ciudad.

La gente necesita creer y, si no creen, sustituyen esa creencia por cualquier otra "gilipollez". Hace siglos eran los chamanes quienes llenaban ese vacío, muchos aprovechándose de sus conocimientos en botánica y plantas medicinales, otorgándoles poderes mágicos. Hoy se sustituye, para los no cristianos, en vampiros, alienígenas, futbolistas o cualquier otra cosa. El problema en el fondo es que el corazón humano está hecho para Dios, y solo Dios puede satisfacerlo y llenarlo en plenitud, así que cuando se intenta llenar de otras "cosas" sigue quedando el mismo vacío.


Hace unos días me comentaba un amigo, precisamente, cómo su hermana no había sido bautizada. Su madre, muy liberal, había optado en su día por no hacerlo esperando a que su hija fuera mayor y tomase ella sola esa decisión. Ahora es una mujer madura, y sigue sin bautizarse porque nunca creyó en la fe cristiana, sin embargo me decía este chico que "ahora me parece que va a hacerse judía". Es decir, era atea y presumía de su ateísmo, solamente por llevar la contraria pero resulta que en realidad lo estaba sustituyendo por otras cosas. Decidme vosotros sino qué estúpido resulta el que al final uno opte por hacerse judío (con todos mis respetos a la religión judía, claro), en lugar de aceptar que necesita creer, que necesita a Dios, y que necesita bautizarse.

Como este caso hay muchos, y quien no se agarra al Señor acaba agarrado de los asideros más inverosímiles, el problema es que muchos de ellos son frágiles y le harán caer, y otros peligrosos y le harán mas daño que beneficio.

¿Existe la evolución? ¿Existió el Edén? Más aún: ¿existe el cielo? ¿Existe el infierno? Jesús tiene la respuesta: "¿a ti, qué? Tú, sígueme" (Juan 21:22). Porque el auténticamente cristiano ama al Señor, lo ama y lo sigue por amor, con auténtica pasión, de tal suerte que "si no hubiera cielo yo te amara, y si no hubiera infierno te temiera". Un cristiano comprometido y que ha entregado su corazón al Señor no necesita esperar regalos del Cielo, ni temer castigos del infierno, para querer o creer más o menos. No. A Dios se le debe entregar el corazón por amor, sinceramente, no por regalos ni por miedo. Quien ama a su novia, o a su novio, por su dinero, por su posición social o por temor a quedarse solo o a que nadie le cuide de mayor se equivoca de plano. Eso no es amor, es interés. Lo mismo pasa con el Señor, más aún: quien ama a Cristo menos de lo que ama a su esposa o esposo, o a sus padres o hijos, no es digno de Él (Mateo 10:37). El amor a Dios es radical, debe ser tan ancho y grande que ni nosotros mismos sepamos el final. Como dice San Juan de la Cruz, "el que quiere amar otra cosa juntamente con Dios, sin duda es tener en poco a Dios porque pone en una balanza con Dios lo que sumamente dista de Dios". Porque el cristiano es tan pobre, que no tiene más riqueza que a su Señor, y éste crucificado, locura para el mundo, pero "poder de Dios, y sabiduría de Dios" para los cristianos (1 Corintios 1:23). Y es que sin Él, ¿a dónde iríamos? Solo Él tiene palabras de vida eterna (Juan 6:68).

Sigue a Cristo por amor, el Señor quiere que le ames incondicionalmente, no se merece menos. La recompensa, el tiempo, los lugares... Importan bien poco, todo está en manos de Dios. Sumérgete totalmente en Él, ponte en sus manos, abandónate completamente a su voluntad. Solo eso te pide el Señor, solo tu fe y confianza. Y sobre los estudios científicos, lo que diga éste o diga aquel, son encomiables sus esfuerzos, pero no afecta a nuestra salvación. Nosotros aspiramos a un cielo y a una tierra nueva que "ni ojo vio, ni oído oyó" (1 Corintios 2:9). Ahora caminamos viendo veladamente, como entre tinieblas, pero manana veremos todo claramente (1 Corintios 13:12). Busca al Señor, el resto pasa, todo pasa, como nuestra propia vida y, "al final de la tarde, sólo importará lo que hayamos amado" (San Juan de la Cruz). Ten eso en cuenta.

| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

1 comentario:

  1. La teoría de la evolución es eso, una teoría inviable al contradecir la 2ª Ley de la Termodinámica y la entropía, pero además de todo eso y más importante resulta que la evolución no es Bíblica.

    La Biblia es 100% la palabra de Dios y el creyente ha de confiar en ella con FE, no se puede sacar textos que nos guste como Juan 3:16 y después acomodarnos a teorías ajenas a la Biblia; O todo o nada.

    No cabe duda que la teoría de la evolución es un plagio satánico más pero en sentido inverso al original, para que la gente se aleje de DIOS, por mí parte ni me molesto en las teorías ni las modas científicas del momento, si realmente existiera la evolución y los prehistóricos (en realidad son cavernícolas) no tendría sentido la muerte de CRISTO, la misma evolución haría que todo estuviera en orden con el paso del tiempo, pero es sencillamente imposible.

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