Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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13.2.22

Novena a San Ignacio de Loyola (3)



Por la señal...


- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para todos los días:
Glorioso patriarca San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús, si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma que yo consiga la gracia que os pido en esta novena, alcanzadla del Señor; y si no, ordenad mi petición con todos mis pensamientos, palabras y obras a lo que fue siempre el blasón de vuestras heroicas empresas: a mayor gloria de Dios.

- Oración para el día tercero:
Jesús mío dulcísimo, que tanto deseasteis el amor de vuestras criaturas, que nos intimasteis como máximo y principal precepto amar a nuestro Señor Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas; os ofrezco los merecimientos de mi glorioso San Ignacio, y singularmente aquel inflamadísimo amor con el cual, abrasado en un serafín humano, respiraba sólo llamas de amor divino, refiriendo todas sus obras, palabras y pensamientos a la mayor gloria de Dios, y deseando por premio de su amor más y más amor, posponiento la certeza de su eterna felicidad a la gloria de servir a Dios.

Os suplico pues, Señor amantísimo de mi alma, me concedáis siquiera una centella de ese fuego sagrado del seráfico San Ignacio, y la gracia que os pido en esta novena a mayor gloria de Dios Padre, honor de san Ignacio, y provecho de mi alma. Amén.


(Se rezan ahora tres padrenuestros y tres avemarías y tres glorias a la Santísima Trinidad, en obsequio de la devoción que San Ignacio tuvo a este inefable e incomprensible misterio).


- Oración para todos los días:
Santísimo patriarca San Ignacio, a quien Jesús escogió para capitán de su sagrada Compañía, y adornó con todas las virtudes que pedía este supremo cargo. Ángel en la pureza de cuerpo y mente; arcángel encargado de tantos negocios por la mayor gloria de Dios y bien de las almas; principado excelentísimo en la dirección de tantos millares de espíritus felices; potestad podedorísima para echar a los demonios de los cuerpos y de las almas; virtud prodigiosa en tantos y tan estupendos milagros; dominación suprema de la Compañía que formó tan dignos ministros evangélicos, y ahora continúa en formarlos desde el cielo; trono elevadísimo, en quien descansó la mayor gloria de Dios corriendo en vuestra fogosa alma por todas las partes del mundo; sapientísimo querubín, cuya mente ilustrada por el Espíritu Santo, dictó sabiduría celestial a su pluma; serafín fogosísimo, que aspiró en su vida y aspira continuamente desde el cielo a encender todo el mundo en llamas del dividno amor; abreviado paraíso de todas las virtudes y gracias, que a competencia de vuestra gran alma yo, patriarca amantísimo, me gozo de veros tan superior a cuantos elogios puede daros mi balbuciente lengua, y concebir mi tardo entendimiento, aunque inspirado de una voluntad ansiosa de amaros, y de que os amen todos los hombres.

Confiado en vuestra piedades, imploro vuestra benignísima caridad para que me alcancéis que viva yo una vida verdaderamente cristiana, conforme a las obligaciones de mi estado, observando perfectamente la ley santa de Dios y los consejos evangélicos que me pertenecen, y que no buscando en todas mis acciones otra cosa que la mayor gloria de Dios, consiga una muerte dichosa en los brazos de Jesús, en el amparo de su Santísima Madre María, y en vuestra presencia. Espero, San Ignacio dulcísimo y suavísimo, me alcancéis estas gracias tan importantes para mi eterna salvación, y el favor que os pido en esta novena si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro, y provecho de mi alma. Amén.


-Se hace ahora la petición que se desea alcanzar en la novena-.


- Oración final:
¡Oh Dios, infinitamente bueno y misericordioso! Pues he recibido de vuestra Majestad todos los dones naturales y sobrenaturales que tengo, deseoso de ser en alguna manera agradecido a vuestras misericordias, os vuelvo cuanto me habéis dado con esta oferta familiar en el corazón y en los labios del glorioso San Ignacio:

"Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me lo dísteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro. Disponed de todo según vuestra voluntad, y a mí dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".



- Conclusión (en latín):
Similabo eum viro sapienti, qui aedificavit domum suam supra petram.

Amavit cum Dominus et ornavit eum.
R.: Stolam gloriae induit eum.

Oratio:
Deus, qui ad maioren tui nominis gloriam propagaudam novo per Beatum Ignatium subsidio militantem Ecclesiam roborasti; concede, ut eirus auxilio et imitationes certantes in terris, coronari cum ipso mereamur in coelis. Per Christum Dominum nostrum. Amen.


- Conclusión (en español):
Le compararé al hombre prudente que edificó su casa sobre piedra.

El señor le amó y le distinguió.
R.: Le vistió vestidura de gloria.

Oración:
Oh Dios, que para propagar la mayor gloria de tu nombre, has fortalecido por medio de San Ignacio a la Iglesia militante con un nuevo auxilio, alcánzanos que con su ayuda y a imitación suya peleemos en la tierra hasta conseguir ser coronados con él en el cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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12.2.22

Novena a San Ignacio de Loyola (2)



Por la señal...


- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para todos los días:
Glorioso patriarca San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús, si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma que yo consiga la gracia que os pido en esta novena, alcanzadla del Señor; y si no, ordenad mi petición con todos mis pensamientos, palabras y obras a lo que fue siempre el blasón de vuestras heroicas empresas: a mayor gloria de Dios.

- Oración para el día segundo:
Jesús mío dulcísimo, que prometiste a vuestros siervos tendrían en vuestra esperanza todos los tesoros del mundo y nada les faltaría de cuanto esperasen confiados en vuestra liberalidad tan amorosa como infinita: os ofrezco los merecimientos de San Ignacio, y especialmente aquella firmísima esperanza que le sirvió de tesoro inagotable en su pobreza, de áncora segura en las tormentas de tantas persecuciones que tuvo que sufrir, y de una gloria anticipada entre los riesgos de esta miserable vida. Os suplico, Señor amantísimo de mi alma, me concedáis una esperanza segura de salvarme, afianzada en las buenas obras hechas con vuestra gracia y revestidas de vuestros méritos y promesas; y también de conseguir los bienes de esta vida conducentes a mi eterna salvación y proporcionados a mi estado, y la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honor de San Ignacio, y provecho de mi alma. Amén.


(Se rezan ahora tres padrenuestros y tres avemarías y tres glorias a la Santísima Trinidad, en obsequio de la devoción que San Ignacio tuvo a este inefable e incomprensible misterio).


- Oración para todos los días:
Santísimo patriarca San Ignacio, a quien Jesús escogió para capitán de su sagrada Compañía, y adornó con todas las virtudes que pedía este supremo cargo. Ángel en la pureza de cuerpo y mente; arcángel encargado de tantos negocios por la mayor gloria de Dios y bien de las almas; principado excelentísimo en la dirección de tantos millares de espíritus felices; potestad podedorísima para echar a los demonios de los cuerpos y de las almas; virtud prodigiosa en tantos y tan estupendos milagros; dominación suprema de la Compañía que formó tan dignos ministros evangélicos, y ahora continúa en formarlos desde el cielo; trono elevadísimo, en quien descansó la mayor gloria de Dios corriendo en vuestra fogosa alma por todas las partes del mundo; sapientísimo querubín, cuya mente ilustrada por el Espíritu Santo, dictó sabiduría celestial a su pluma; serafín fogosísimo, que aspiró en su vida y aspira continuamente desde el cielo a encender todo el mundo en llamas del dividno amor; abreviado paraíso de todas las virtudes y gracias, que a competencia de vuestra gran alma yo, patriarca amantísimo, me gozo de veros tan superior a cuantos elogios puede daros mi balbuciente lengua, y concebir mi tardo entendimiento, aunque inspirado de una voluntad ansiosa de amaros, y de que os amen todos los hombres.

Confiado en vuestra piedades, imploro vuestra benignísima caridad para que me alcancéis que viva yo una vida verdaderamente cristiana, conforme a las obligaciones de mi estado, observando perfectamente la ley santa de Dios y los consejos evangélicos que me pertenecen, y que no buscando en todas mis acciones otra cosa que la mayor gloria de Dios, consiga una muerte dichosa en los brazos de Jesús, en el amparo de su Santísima Madre María, y en vuestra presencia. Espero, San Ignacio dulcísimo y suavísimo, me alcancéis estas gracias tan importantes para mi eterna salvación, y el favor que os pido en esta novena si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro, y provecho de mi alma. Amén.


-Se hace ahora la petición que se desea alcanzar en la novena-.


- Oración final:
¡Oh Dios, infinitamente bueno y misericordioso! Pues he recibido de vuestra Majestad todos los dones naturales y sobrenaturales que tengo, deseoso de ser en alguna manera agradecido a vuestras misericordias, os vuelvo cuanto me habéis dado con esta oferta familiar en el corazón y en los labios del glorioso San Ignacio:

"Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me lo dísteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro. Disponed de todo según vuestra voluntad, y a mí dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".



- Conclusión (en latín):
Similabo eum viro sapienti, qui aedificavit domum suam supra petram.

Amavit cum Dominus et ornavit eum.
R.: Stolam gloriae induit eum.

Oratio:
Deus, qui ad maioren tui nominis gloriam propagaudam novo per Beatum Ignatium subsidio militantem Ecclesiam roborasti; concede, ut eirus auxilio et imitationes certantes in terris, coronari cum ipso mereamur in coelis. Per Christum Dominum nostrum. Amen.


- Conclusión (en español):
Le compararé al hombre prudente que edificó su casa sobre piedra.

El señor le amó y le distinguió.
R.: Le vistió vestidura de gloria.

Oración:
Oh Dios, que para propagar la mayor gloria de tu nombre, has fortalecido por medio de San Ignacio a la Iglesia militante con un nuevo auxilio, alcánzanos que con su ayuda y a imitación suya peleemos en la tierra hasta conseguir ser coronados con él en el cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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11.2.22

Novena a San Ignacio de Loyola



Por la señal...


- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para todos los días:
Glorioso patriarca San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús, si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma que yo consiga la gracia que os pido en esta novena, alcanzadla del Señor; y si no, ordenad mi petición con todos mis pensamientos, palabras y obras a lo que fue siempre el blasón de vuestras heroicas empresas: a mayor gloria de Dios.

- Oración para el día primero:
Jesús mío dulcísimo, que nos revelaste los misterios sagrados de vuestra fe, y por vuestra predicación deseasteis plantarla en los corazones humanos como raíz de todas las buenas obras, y de la eterna salvación. Os ofrezco los merecimientos del glorioso San Ignacio de Loyola, y singularmente los de su iluminada fe, con la cual creería cuantos misterios están escritos en las santas Escrituras, aunque se perdiesen todos los libros sagrados, y de la cual animado la defendió contra los herejes, la dilató entre los gentiles, y la avivó entre los católicos. Os suplico, Señor amantísimo de mi alma, me deis una fe vivísima de vuestros divinos misterios que me ilustre para creerlos y estimarlos como verdadero hijo de la Santa Iglesia, con fervorosas obras de perfecto cristiano, y me concedáis la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios vuestro Padre, honor de San Ignacio, y bien de mi alma. Amén.


(Se rezan ahora tres padrenuestros y tres avemarías y tres glorias a la Santísima Trinidad, en obsequio de la devoción que San Ignacio tuvo a este inefable e incomprensible misterio).


- Oración para todos los días:
Santísimo patriarca San Ignacio, a quien Jesús escogió para capitán de su sagrada Compañía, y adornó con todas las virtudes que pedía este supremo cargo. Ángel en la pureza de cuerpo y mente; arcángel encargado de tantos negocios por la mayor gloria de Dios y bien de las almas; principado excelentísimo en la dirección de tantos millares de espíritus felices; potestad podedorísima para echar a los demonios de los cuerpos y de las almas; virtud prodigiosa en tantos y tan estupendos milagros; dominación suprema de la Compañía que formó tan dignos ministros evangélicos, y ahora continúa en formarlos desde el cielo; trono elevadísimo, en quien descansó la mayor gloria de Dios corriendo en vuestra fogosa alma por todas las partes del mundo; sapientísimo querubín, cuya mente ilustrada por el Espíritu Santo, dictó sabiduría celestial a su pluma; serafín fogosísimo, que aspiró en su vida y aspira continuamente desde el cielo a encender todo el mundo en llamas del dividno amor; abreviado paraíso de todas las virtudes y gracias, que a competencia de vuestra gran alma yo, patriarca amantísimo, me gozo de veros tan superior a cuantos elogios puede daros mi balbuciente lengua, y concebir mi tardo entendimiento, aunque inspirado de una voluntad ansiosa de amaros, y de que os amen todos los hombres.

Confiado en vuestra piedades, imploro vuestra benignísima caridad para que me alcancéis que viva yo una vida verdaderamente cristiana, conforme a las obligaciones de mi estado, observando perfectamente la ley santa de Dios y los consejos evangélicos que me pertenecen, y que no buscando en todas mis acciones otra cosa que la mayor gloria de Dios, consiga una muerte dichosa en los brazos de Jesús, en el amparo de su Santísima Madre María, y en vuestra presencia. Espero, San Ignacio dulcísimo y suavísimo, me alcancéis estas gracias tan importantes para mi eterna salvación, y el favor que os pido en esta novena si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro, y provecho de mi alma. Amén.


-Se hace ahora la petición que se desea alcanzar en la novena-.


- Oración final:
¡Oh Dios, infinitamente bueno y misericordioso! Pues he recibido de vuestra Majestad todos los dones naturales y sobrenaturales que tengo, deseoso de ser en alguna manera agradecido a vuestras misericordias, os vuelvo cuanto me habéis dado con esta oferta familiar en el corazón y en los labios del glorioso San Ignacio:

"Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me lo dísteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro. Disponed de todo según vuestra voluntad, y a mí dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".



- Conclusión (en latín):
Similabo eum viro sapienti, qui aedificavit domum suam supra petram.

Amavit cum Dominus et ornavit eum.
R.: Stolam gloriae induit eum.

Oratio:
Deus, qui ad maioren tui nominis gloriam propagaudam novo per Beatum Ignatium subsidio militantem Ecclesiam roborasti; concede, ut eirus auxilio et imitationes certantes in terris, coronari cum ipso mereamur in coelis. Per Christum Dominum nostrum. Amen.


- Conclusión (en español):
Le compararé al hombre prudente que edificó su casa sobre piedra.

El señor le amó y le distinguió.
R.: Le vistió vestidura de gloria.

Oración:
Oh Dios, que para propagar la mayor gloria de tu nombre, has fortalecido por medio de San Ignacio a la Iglesia militante con un nuevo auxilio, alcánzanos que con su ayuda y a imitación suya peleemos en la tierra hasta conseguir ser coronados con él en el cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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21.12.21

Celebración del mes de mayo carmelitano, el mes de María. Día 9



El mes de mayo está consagrado a la Virgen María. Y por ser el mes más florido del año, a los cultos celebrados en honor de la Virgen los llamamos Flores de Mayo, o Flores de María, y al mes consagrado a Nuestra Señora, Mes de las Flores.

Lo mejor sería acudir a alguna de las solemnidades que suelen celebrarse durante este mes en honor de Nuestra Señora, a la mañana, al mediodía, o a la tarde. Las escuelas, colegios y comunidades diversas pueden y deben celebrar este mes con mucha solemnidad y mucho fruto de sus alumnos o socios.

Si no se puede nada de esto, es muy dulce celebrar este mes en familia. Y si no se tiene familia, o no se puede lograr reunirla para este fin, puedes tú, cristiano, celebrarlo fácilmente. Y de cualquier modo que lo celebres, seguro te dejará dulce recuerdo para todo el año, e incluso para toda la vida.


Modo de celebrar el Mes de la Virgen
Un buen modo de celebrar este mes es rezando con verdadera devoción el Santo Rosario, y realizar alguna novena, además de adornar alguna imagen de Nuestra Señora.

Pero, además, también puedes realizar el siguiente...





EJERCICIO DEL MES DE MAYO
para cada día


Por la señal...

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para empezar todos los días:
¡Oh Santísima Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Dios y Madre nuestra! Siempre te amamos, siempre te invocamos, siempre nos consagramos a ti, pero especialmente ahora en este mes de las flores, que los cristianos te dedicamos a tu amor.

¡Oh Paraíso del nuevo Adan! ¡Oh Huerto cerrado! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano! ¡Oh flor de todas las virtudes y árbol de todas las gracias, cuyo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y gracias de Dios, y fructifique Nuestro Señor Jesucristo en santidad y gracia. Y, pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del amor de Jesucristo, tu Hijo.

- Oración diaria. Día 9:
· El tomillo. ¿No veis cómo el tomillo pisado por los suelos llena de fragancia el ambiente? ¿No veis cómo da dulce miel a las abejas para sus panales? También la Virgen María, mortificada en sus dolores, llena al mundo de fragancia y de dulzura.

· Confía en la Virgen. Dios no quiso que tuviésemos nada que no pasase por manos de Santa María. (San Bernardo)

· Examen. Examina hoy tus lecturas. ¿Qué periódicos lees? ¿Qué revistas? ¿Qué páginas webs? ¿Qué novelas? ¿Qué libros? ¿Son textos buenos, malos, o fútiles? ¿Son todos de pasatiempos y recreo? ¿No es ninguno de utilidad y de sana doctrina? ¿Son todos mundanos, ninguno de piedad? ¿De veras no lees nada de piedad ni ninguno de instrucciones y consejos religiosos?

· Práctica. Compra y lee algún libro bueno; no leas nada malo, no mucho que sea recreativo, lee bastante que sea instructivo, y siempre alguna lectura piadosa.

- Oración a la Virgen del Carmelo.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María del Monte Camrelo, que jamás se ha oído decir que ni uno solo de los carmelitas que han acudido a vuestra protección, e implorado vuestro auxilio, haya sido desamparado de Vos. Yo, por tanto, aún pecador pero animado con esta confianza, acudo a Vos, oh Madre Virgen de las vírgenes, a Vos vengo, delante de Vos me presento suplicando y gimiendo. No queráis, oh Madre del Divino Verbo, despreciar mis palabras, antes bien, oídlas benignamente y dadles cumplimiento, pues en Vos, Madre Santa, está puesta mi esperanza como carmelita ya que, siendo yo devoto del Carmelo, Vos sois por tanto mi Reina. Amén.

- Oración final.
Concédenos, os rogamos, Señor Dios, que nosotros tus siervos gocemos de continua salud de alma y de cuerpo, y que por la gloriosa intercesión de la bienvaenturada y siempre Virgen María en su advocación del Carmelo, seamos libres de las tristeza de la vida presente, y podamos un día disfrutar las alegrías de la vida eterna. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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12.8.21

Treinta y un consejos para una buena vida y una santa muerte



1- Ama a Dios más que a todas las cosas y personas.
2- Ten temor de Dios y no miedo de los hombres.
3- Confía en Dios mientras tengas algo de vida.
4- Ama mucho a la Iglesia, al Papa y su doctrina.
5- Procura tener una sólida instrucción religiosa.
6- Pide mucho a Dios que te salves, y te salvarás.
7- Ten frecuencia de sacramentos y serás bueno.
8- Si pecas gravemente confíesate cuanto antes.
9- Misa y comunión diaria son la mejor devoción.
10- Procura comprar, tener y leer libros buenos.
11- Lleva siempre algún escapulario o medalla contigo.
12- Ten en tu casa un Crucifijo y una imagen de la Virgen.
13- Los domingos y fiestas, reza, descansa, y goza.
14- Si vives en buenas ocasiones, serás bueno.
15- Si te metes en malas ocasiones, serás malo.
16- Métete en alguna congregación o sociedad religiosa.
17- Nunca te metas en asociaciones malas o peligrosas.
18- Los pecados más comprometidos y de peores consecuencias son: la deshonestidad, el hurto, y la maledicencia.
19- Haz bien, y sufre bien los sinsabores de cada día.
20- Haz el bien y nunca te arrepentirás de ello.
21- Si haces el mal, te arrepentirás tarde o temprano.
22- No leas periódicos, revistas ni libros malos.
23- No leas novelas sino muy pocas, y muy buenas.
24- Aprovecha bien el tiempo y ahorra el dinero.
25- Ten alegría, buen humor y diversiones buenas.
26- No tengas afán de gozar mucho, sino con templanza.
27- Trabaja para descansar, y descansa para trabajar.
28- Acostúmbrate a hacer bien todo y bien a todos.
29- A nadie hagas nunca mal.
30- Da lismona, toda la que puedas; no perderás nada.
31- Habla bien de todos y si no puedes, calla antes que hablar mal.

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22.5.21

"Clamores de ultratumba", de Fr. José Coll, ya disponible para su descarga (varios formatos)



Durante aproximadamente un año la Librería del Oratorio Carmelitano ha realizado una labor concienzuda y pormenorizada para corregir, actualizar y revisar las más de 600 páginas del manuscrito original cuyo título, "Clamores de ultratumba", escribió a finales del siglo XIX el reverendo franciscano fr. José Coll. El libro, con fotografía de Simon Berger y portada de Reflejo Creative, se encuentra ahora para su descarga gratuita desde la propia librería del Oratorio en Drive. Además, en el pack de descarga (comprimido en .rar) podemos obtener varias versiones del mismo manuscrito: en pdf, en rtf, en doc, en txt, en html, y también en formato e-book, en concreto .mobi.

El libro de fray José Coll hace un repaso pormenorizado al "mundo de ultratumba", con atención especial al purgatorio, tratando de concienciar al lector sobre la importancia del "bien vivir, para morir bien". Con un sin fin de referencias bíblicas, consejos, recomendaciones y recursos de oración, intenta despertar nuestras conciencias dormidas para que dediquemos un cuidado especial a nuestra alma, pues sólo tenemos una, con vistas a alcanzar la vida eterna puesto que, a fin de cuentas, esta "vida" no es la auténtica "Vida".

20.5.21

Estrofas del monasterio de San Francisco de Herbón



En la parte exterior de la portería del mencionado convento de San Francisco de Herbón puede leerse:

Pecador endurecido
que a Dios no quieres oír,
teme su justa venganza;
si no temes ¡ay de ti!

Todo el infierno es tormento,
todo este mundo es escoria,
todo el Purgatorio, gritos;
sólo hay descanso en la gloria.


Cristiano, ¿en qué han de parar
votar, jurar, maldecir?
¿En qué, si no en un infierno?
Si en él caes ¡ay de ti!

La sangre de Dios vertida
que hoy me convida al perdón,
será, si no me arrepiento,
mi mayor condenación.


¡Ay de mí, que ardiendo quedo!
¡Ay que no espero aliviarme!
¡Ay que no puedo salvarme!
¡Ay que pude, ya no puedo!

Número tiene el pecar;
¡Ay de mí!, que si lo lleno
a una eternidad de llamas
para siempre me condeno.


Vivir mal y morir bien
no lo podré conseguir;
como se vive se muere,
si vivo mal ¡ay de mí!

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19.5.21

Vía Crucis de San Francisco de Herbón



En cada una de las 14 Estaciones del claustro interior del convento de San Francisco de Herbón, en Galicia, dice así:

Estación 1a.:
Considera, alma perdida,
que en aqueste paso fuerte
dieron sentencia de muerte
al mismo Autor de la vida.

Estación 2a.:
Advierte lo que le cuestas,
ingrato, a tu Creador;
pues por ser tu Redentor
cargó con la cruz a cuestas.

17.5.21

Santos y beatos dominicos con indulgencia plenaria



Santos y beatos de la Orden que tienen indulgencia plenaria confesando, comulgando y haciendo visita a la iglesia.

Enero:
- Día 16. Los protomártires de la Orden de San Francisco, Berardo, Pedro y socios. Indulgencia plenaria. (18 Octubre 1844).
- Día 30. Santa Jacinta de Mariscottis, Virg. 3 O. Indulg. plen. (17 Noviemb. 1807).
- Día 31. B. Luisa de Albertoni, Vid. 3 O. Indulg. plen (8 Agosto 1862).

Febrero:
- Día 5. SS. Pedro Bautista y Socios, mrs. del Japón. Indulg. plen (15 de Julio 1739).
- Día 22. Sta. Margarita de Cortona. Indulg. plen (26 Julio 1728).

16.5.21

Normas para poner los Via Crucis



1.° Las catorce cruces, que deben ser de madera, bajo pena de nulidad, pueden ir unidas a otros tantos cuadros pintados o esculpidos, los cuales de ninguna manera se requieren para la validez de las estaciones.

2.° Las cruces se han de bendecir por el sacerdote que tenga legítima facultad; los cuadros se bendicen por congruencia.

3.° La bendición de las cruces, tanto válida como lícitamente, se puede hacer antes o en el tiempo mismo de fijarlas. Dicha bendición debe hacerla el erector no privadamente en su propia casa, sino en el mismo lugar donde se ha de hacer la elevación.

4.° No está obligado el erector a colocar las cruces por sí mismo; otro cualquiera las puede fijar y colocar privadamente y sin ceremonias, y aún en otro tiempo.

15.5.21

Oraciones con indulgencias



Según el decreto "Delatae saepius", de 7 de Marzo de 1678, ciertas indulgencias no se pueden ganar más que una sola vez al día, pero las de la Porciúncula, las de la Corona de los siete gozos, y las de la estación al Santísimo Sacramento, son exceptuadas, y se ganan todas las veces que se hacen o se dicen. (Chron. Serap, t. III, part. I, pag. 286; Seraph. Archiconfr. concess. Summ. indulg. pag. 434, n. XII).

Durante el Jubileo del Año Santo se suspenden todas las indulgencias por los vivos; sólo se pueden aplicar las de los difuntos. Se exceptúan:
- 1.° Las indulgencias concedidas a los fieles en el artículo de la muerte.
- 2.° Las anejas a la recitación del Ángelus Domini.
- 3.° Las concedidas por la visita del Santísimo Sacramento en ocasión de las Cuarenta Horas.
- 4.° Las que se conceden a aquellos que acompañan al Santísimo Sacramento cuando es llevado a los enfermos.
- 5.° Las concedidas por los Cardenales Legados "a latere", y Nuncios de la Santa Sede, y los Obispos en uso o ejercicio de sus Pontificales.

14.5.21

Fórmula para la bendición del agua



La bendición del agua se suele hacer el domingo, especialmente el domingo pascual, por un sacerdote y dentro del rito eucarístico según fórmula del misal.

La siguiente fórmula de bendición es para realizarla fuera de la misa:


Señor Dios todopoderoso,
que eres la fuente y el principio de la vida del cuerpo y del espíritu,
dígnate bendecir esta agua † que vamos a utilizar con fe, implorando el perdón de nuestros pecados y para que alcancemos la protección de tu gracia contra las enfermedades y asechanzas del enemigo.

Concédenos, Señor, por medio de tu misericordia,
que el agua viva nos sirva de salvación,
para que podamos acercarnos a ti con un corazón limpio y evitemos todo mal de alma y cuerpo.

Amén.


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12.5.21

Propiedades agua bendita



Ventajas del uso del agua bendita, que consiguen los fieles que la toman o emplean devotamente, como leemos en las oraciones con que la bendice la Iglesia para remedio de nuestras necesidades espirituales y corporales.

UTILIDADES ESPIRITUALES

- 1.a Dice así el Misal al echar sal en el agua: "Que seas hecha sal exorcizada o conjurada para la salud de los creyentes". "Ut efficiaris sal exorcizatum in salutem credentium".

- 2.a Y se aparte y huya del lugar donde fueres derramada, toda fantasía, maldad, astucia y engaño del diablo. "Et effugiat a loco in quo aspersum fueris, omnis phantasia et nequitia, vel versutia diabolicae fraudis".

- 3.a Conjurado por El (por Jesucristo), expele toda infección del espíritu inmundo, o sea toda tentación lasciva. "Adjuratus per eum, discedit omnis spiritus immundus".

- 4.a Se perdonan por ella los pecados veniales. "Sit omnibus sunmentibus, salus mentis".

- 5.a Aleja todas las asechanzas ocultas del enemigo. "Discedant omnes insidiae latentis inimici".

- 6.a Por la invocación del santo nombre de Dios se libra uno de los malos pensamientos. "Per invocationem Sancti Nominis Dei, omnis infestatio immundi spiritus abigatur".

- 7.a Y a todos los que pedimos con viva fe la asistencia del Espíritu Santo, donde quiera que nos hallemos se nos da. "Et praesentia Sancti Spiritus nobis misericordiam tuam poscentibus ubique adesse dignetur".

11.5.21

La muerte es el eco de la vida



Descenderunque vivi in infernum operti humo, et perierunt de medio multitudinis. (Num. XVI, 33).

Y descendieron.vivos al infierno cubiertos de tierra, y perecieron en medio de la multitud.



Coré, Datan y Abitón, he aquí los tres principales caudillos de la sedición contra Moisés y Aarón. El Señor castigó a aquellos tres impíos, porque abriendo la tierra su boca, se los tragó juntamente con sus tiendas y todos sus haberes. Fueron, pues, a parar, según todas las probabilidades, al infierno.

Perder a Dios es una pena infinita, y perderlo para siempre es lo más insufrible, lo más acerbo, lo más terrible, lo más desesperante que se puede decir ni pensar; tanto, que si se redoblase millares de millares de veces aquel incendio de fuego devorador, no formaría un tormento igual al de la privación de ver a Dios; así como si se redoblasen millares de millares de veces los placeres del paraíso, no formarían un gozo igual al de ver a Dios cara a cara. Y esto de no poder ver a Dios es la pena de daño, que tiene también lugar, aunque sólo temporalmente, en el Purgatorio.

10.5.21

Potestad para conceder indulgencias



La potestad para conceder indulgencias reside plenamente en el Papa, quien puede hacer en ello lo que estime conveniente, con tal que exista una causa legítima; pero los Obispos tienen esta potestad limitada según la ordenación de la Santa Sede, y por lo tanto pueden ellos hacer en esto aquello que les ha sido otorgado, y nada más. (Sto. Tomás, "Suppl". g. 26, art. 3).

El Papa, como supremo dispensador de las gracias que emanan del tesoro de la Iglesia, puede conceder toda clase de indulgencias, no sólo a los vivos, sino también a los muertos. Y aun cuando las almas del Purgatorio no estén sujetas a su jurisdicción, sin embargo, puede concederlas indulgencias parciales y plenarias por modo de sufragio.

9.5.21

Medios útiles tanto para uno, como para las almas del Purgatorio



1º. Haz la voluntad de otro antes que la tuya, y jamás te creerás ofendido.

2°. Procura cuanto esté de tu parte tener menos que más, y no tendrás que quejarte de nadie.,

3°. Escoge siempre el lugar inferior, y sujetarte, a todos, y apenas sabrás lo que es tristeza.

4°. Desea padecer y sufrir algo por Jesús, y a nadie hallarás pesado.

8.5.21

El gasto en los recordatorios



Ha tomado gran desarrollo entre nosotros esa que podemos llamar nueva "honra fúnebre", introducida de pocos años a esta parte, copiándola del extranjero. Los recordatorios han llegado a ser "de moda", porque también la moda se introduce en los entierros, en los funerales y en la mansión de los muertos, y ella es la que inspira tanta superfluidad, tanto boato como se ostenta muchísimas veces en las honras funerarias. Menos mal si no redundasen nunca en menoscabo de los sufragios que espera el difunto, pero muy generalmente están éstos en razón inversa de aquéllos. Y se explica naturalmente, porque la familia que ha gastado una parte del dinero para alfombrar de negro la iglesia, para música y demás que contribuye a hacer fastuoso un funeral, no está ya dispuesta a gastar más, a desembolsar la limosna necesaria para hacer celebrar siquiera un trentanario de Misas.

Bastante cree haber hecho con un funeral concurrido y brillante, y colocado por añadidura el cadáver en nicho o sepultura adornada con ricos mármoles. Es verdad que ni los mármoles de la sepultura, ni lo aparatoso del entierro, ni las coronas de flores, ni los penachos de los caballos del coche fúnebre, ni la negra alfombra de la iglesia, ni la escogida música del funeral han de contribuir gran cosa a abreviar la expiación del difunto; pero en cambio todo esto lisonjea, satisface la vanidad de los vivos, y ésta entra, no pocas veces, como parte principal, mientras el sufragio del difunto viene a quedar en lugar secundario.

7.5.21

Oración a San Miguel Arcángel para la hora de la muerte



Gloriosísimo príncipe San Miguel, caudillo de los ejércitos de Dios, asolador de los demonios, signífero de Jesucristo, gran sacerdote, ángel de la victoria, protector de la Iglesia y patrono universal de los fieles: defiéndeme en esta hora de mis mortales enemigos, para que mi alma no sea perturbada, ni mucho menos vencida.

Gloriosísimo arcángel San Miguel, alienta mi corazón con la esperanza firme de mi salvación eterna sin necesidad de pasar por el Purgatorio, y recíbeme bajo tu poderoso amparo, para que juntos alabemos a Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

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6.5.21

Excelencias de San Miguel



In tempore autem illo consurget Michael princeps magnus, qui stat pro filiis populi tai. (Dan. XII, 1).

Y en aquel tiempo se levantaré Miguel, príncipe grande, que es el defensor de los hijos de tu pueblo.



¿Y habré de terminar estas páginas sin decir algo de mi gran protector San Miguel Arcángel? No, por cierto, que fuera ingratitud monstruosa la mía el callarme de pusilánime por no sé qué vanos temores. Porque si San José es abogado de los agonizantes, y conviene tenerle mucha devoción, San Miguel es el juez de las almas, y de él reciben a nombre de Jesucristo, que tiene la verdadera judicatura sobre los vivos y los muertos, la sentencia final.

El arcángel San Miguel tiene a su cargo el patrocinio del linaje humano y la protección de la Iglesia universal. A los mil Angeles de guarda que le fueron asignados a la Santísima Virgen mientras vivió en este mundo, dice la Venerable Madre Agreda, en la 1a. parte, libro I, cap. XIV, n.° 205: "Y para disponer mejor este invencible escuadrón de Angeles, fue señalado por su cabeza el príncipe de la milicia celestial San Miguel, que si bien no asistía siempre con la Reina, pero muchas veces la acompañaba y se le manifestaba. El Altísimo le destinó para que en algunos misterios, como especial embajador de Cristo Señor nuestro, atendiese a la guarda de su Santísima Madre".

5.5.21

Amor a María Santísima



Et ait Maria: Magníficat anima mea Dominum, ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes. (Luc. I, 46, 48).

Y dijo María: Mi alma engrandece al Señor, pues ya desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.



Dice Nieremberg, tomo 2.° de sus "Obras espirituales", pág. 146 vuelto: "Hasta los mismos precitos deben tener por dicha haber nacido en estos tiempos, que no haya quien no alcance la piedad y clemencia de María; porque a los mismos que se han de condenar les tiene compasión librándoles en esta vida de muchas tribulaciones y trabajos, como compadecida de lo que después han de tener por no haberse querido aprovechar de su misericordia, o les acorta de compasión la vida porque no se condenen con más pecados, y después de caídos en el infierno deben a María que no les castigue Dios tanto como merecen, porque la pena menor con que dicen los teólogos que Dios castiga a los condenados, y el premio mayor con que galardona a los bienaventurados, deuda es y beneficio que se debe ahora a esta Señora. Y si, conforme a San Ildefonso, de alguna pena accidental se alivian los condenados, más razón hay para entender que regocijará en el cielo a los bienaventurados con nuevos premios accidentales. Pues los que van al Purgatorio, ¡cuan largo lo penaban antiguamente, cuando no había María que intercediese por ellos! Mas ahora con su piedad les abrevia aquellas penas, y les consuela en ellas. Para todos son dichosos estos tiempos del reino de María, después que Ella manda en el cielo y en la tierra".

Nuestras culpas, solamente ellas son las que han creado aquellos dos horribles lugares, a saber, el infierno y el Purgatorio. ¡Nuestras culpas! Pero, ¡oh feliz culpa, cantaré con la Iglesia, que nos mereció tener tal Redentor! Sí, por salvarme os hicisteis, Dios mío, Hijo de María. Por mi bien ¡oh María!, os hizo Dios su Madre. Ved, pues, Madre de mi alma, lo que ambos debéis a mis culpas, pues a no haber pecados que remediar, ni Vos, Jesús mío, seríais Hijo de María, ni Vos, Madre mía, fuerais lo que hoy sois, la Madre de Jesús. Luego ambos a dos me sois deudores; al paso que de uno y otro me reconozco con la misma obligación. Si debo, me debéis; si no hubiese de parte mía miserias que remediar, por demás fuera la misericordia, y a no haber pecados que redimir, tampoco tendríamos a Jesús, nuestra vida, por Redentor. "O felix culpa, quae talem ac tantum meruit habere Redemptorem!". Por eso puesto en medio de las dos fuentes de piedad, el Hijo y la Madre, exclamaré: Señor, perdonad al esclavo de vuestra Madre; y a Esta la diré: Madre mía, perdonad al esclavo de vuestro Hijo. Salvador mío, ¿me habéis perdonado? ¿No me enviaréis al Purgatorio? Mirad que de sólo pensar en lo dudoso de mi ulterior destino, me hace perder el juicio. Rey de cielos y tierra, Jesús mío, perdón, perdón. Madre de misericordia, Virgen Purísima, miradme con piedad, compadeceos de mí, y alcanzadme de vuestro Hijo Jesús gracia para morir verdaderamente arrepentido.